memorial de agravios

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memorial de agravios
MEMORIAL DE
AGRAVIOS
Oaxaca, México, 2006
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MEMORIAL DE
AGRAVIOS
Oaxaca, México, 2006
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un Click al MOVIMIENTO OAXACA 2006
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Memorial de agravios 1486-2006
Jorge Pech Casanova
tal fuerza que Sánchez Cano fue forzado por el presidente Miguel Alemán a abandonar la gubernatura.
Eduardo Vasconcelos asumió la gubernatura interina en 1947 y la
condujo a un término envidiado desde entonces. Lo sucedió Manuel
Mayoral Heredia en 1950, quien desde muy joven se había enajenado
de Tlacolula, su pueblo natal, y de Oaxaca entera. Sin tardanza, el gobernador demostró su catadura al embarcarse en una vida suntuosa
costeada con el erario. Como otros hombres enviados por la presidencia de la República a administrar lugares donde carecían de arraigo,
Mayoral entendió que le habían conferido una satrapía. Derrochaba
el dinero público en maquinaria agrícola que destinó a su finca del istmo de Tehuantepec; esquilmó a los cultivadores de café con impuestos descomunales; contrató a un extranjero inepto por 12 millones de
pesos de entonces (cuando el tipo de cambio era de 8.65 pesos por
dólar) para la construcción de una carretera que uniría Huajuapan
con Pinotepa Nacional, es decir los extremos del Estado. La vía nunca
llegó a su destino.
En 1952 el gobernador Mayoral intentó cambiar el código fiscal
del Estado con una legislación deficiente. Los miembros de la Cámara
de Comercio convocaron al mandatario a una junta para señalarle las
fallas de su propuesta, pero el funcionario no acudió. Entonces los comerciantes protestaron frente al palacio de gobierno. Mayoral Heredia mandó disparar contra los manifestantes; dos de ellos murieron, la
población se volcó en masa al entierro de las víctimas. Los estudiantes
del Instituto de Ciencias y Artes del Estado se unieron a las protestas y
al masivo funeral. El gobernador quiso amedrentar a los dolientes con
la actividad de un violento batallón acuartelado en Miahuatlán, cuyas
crueldades e impiedad les ganaron el apodo de “Los Cuerudos”.
Las manifestaciones crecieron pese a los amagos del gobierno. Mayoral destituyó a su camarilla de favoritos y hasta derogó el proyecto
de reforma fiscal para distender el conflicto. Envió comisiones mediadoras a discutir con el secretario de Gobernación Ernesto Uruchurtu.
Hizo acudir tropas federales de asalto hasta Oaxaca en su intento de
espantar a los inconformes. Nada funcionó. El 23 de julio de 1952 la
secretaría de gobernación hizo saber que Manuel Mayoral Heredia
quedaba separado del gobierno estatal debido a una petición de licencia. Una semana más tarde Manuel Cabrera Carrasquedo asumió la
gubernatura.
El criminal se complace cuando lo rodean varios criminales más. Como
busca compartir con éstos la culpa, no necesita ya un juez, quiere eliminar al juez y al bien del mundo, y da realidad tan sólo a la nada. De
ahí que se sienta liberado y descargado de contradicción cuando la otra
persona es también como él mismo.
Otto Weininger
Calamidades
D
iferentes calamidades han asediado a Oaxaca desde que los
españoles la arrebataron a los aztecas en el siglo XVI. Los terremotos y no pocas guerras han sido las catástrofes más sobresalientes. En Oaxaca se peleó con intensidad en pro y en contra de
la reforma, de la intervención francesa, del juarismo. Pero ninguna
batalla sembró en los oaxaqueños mayor pánico que ciertos sismos: el
de 9 de marzo de 1845, destruyó el primer santuario de los dominicos
en la ciudad, el convento de San Pablo con su templo; el 11 de mayo
de 1870 los vapores que rajaron el suelo fueron tan calientes que se
vieron dos soles y en ciertas zonas no se podía poner pie por el ardor
de la tierra; y el 27 de abril de 1872 fue tan intensa la actividad telúrica
que la cúpula de la iglesia de Consolación se vino abajo.
Muchos temblores más se sucedieron en Oaxaca durante los casi
40 años en que Porfirio Díaz ascendió al poder y mantuvo al país bajo
su dictadura, pero ninguno de esos movimientos tuvo la intensidad
de los cinco que asolaron el territorio entre el 9 de febrero y el 8 de
octubre de 1928. Los oaxaqueños apenas se reponían de esta sucesión
de siniestros cuando, el 14 de enero de 1931, sobrevino el terremoto
más devastador en la historia de la urbe: numerosas casas se vinieron
abajo, edificios públicos como el Palacio de Gobierno sufrieron daños
severos; las réplicas sembraban terror en los sobrevivientes y la gente
acabó durmiendo en calles y parques para no ser sorprendida por los
movimientos sísmicos. Hubo hambruna y epidemias. Numerosos vecinos malvendieron sus viviendas a agentes inmobiliarios que llegaron
de la capital mexicana para cebarse en la penuria de los damnificados.
Al avanzar el siglo xx la ciudad fue recobrando su calma. Con todo,
no dejaron de surgir conflictos sociales que conmovieron a los ciudadanos. Luego de los diversos gobernantes que fueron obligados a dejar
su cargo por los vaivenes de la Revolución, Oaxaca había entrado en el
inmovilismo político del régimen postrevolucionario. Sin embargo, en
1947 la calma política fue resquebrajada por el gobernador Edmundo
Sánchez Cano, militar que se ganó la animadversión de comerciantes
y estudiantes universitarios al intentar imponer decretos e impuestos
que afectaban a estos grupos. El movimiento de impugnación cobró
La mano dura de un tipo blando
En Oaxaca hubo cierta tranquilidad de 1952 a 1975. Los gobernadores
se sucedieron sin mayores problemas, aunque ninguno de ellos arre-
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médica a 37 estudiantes del tecnológico, una secundaria y dos escuelas agropecuarias locales. Horas más tarde, los agentes estatales, con
ayuda de los municipales, dispararon contra los familiares de los estudiantes que, desarmados, acudieron a la cárcel para exigir la liberación de sus hijos. Los disparos de los policías hirieron a seis personas.
Al día siguiente, 22 de febrero, tres mil ciudadanos se manifestaron
frente a la cárcel municipal. La multitud estaba formada por padres
de familia, estudiantes, campesinos y trabajadores de diversas poblaciones. La policía respondió a la protesta con disparos de metralletas y
fusiles M-1. Dos niños cayeron asesinados, 30 personas más quedaron
heridas y 20 más fueron “desaparecidas”. Los cadáveres de tres de
estas personas aparecieron días después con huellas de tortura, mutilaciones y tiros de gracia.
Al mes siguiente, en el pueblo chinanteco de San Juan Lalana, varios campesinos fueron encarcelados a causa de conflictos agrarios
con terratenientes que se sostenían con la fuerza de grupos armados.
Cuando familiares y amigos de los presos organizaron una protesta
el 19 de marzo frente a la cárcel municipal, los pistoleros de los terratenientes, secundados por policías estatales, dispararon sobre los
manifestantes; 29 campesinos quedaron muertos y otros 15 recibieron heridas de bala. Menos de un año antes, recordó Proceso con motivo de la matanza, “La Federaciones Chinanteca-Zapoteca-Mixe, de
la Esperanza; Chinanteca del Valle Nacional; Mazateca de Huautla,
denunciaron el 11 de abril de 1976 ante el entonces presidente Luis
Echeverría y secretario de Gobernación Mario Moya, anteriores asesinatos, despojos, armamento de terratenientes –sólo los caciques Ventura Serrano, Jesús Torres y Mario Casimiro tienen 100 hombres a
sueldo para reprimir indígenas con armas de alto poder– y la política
represiva de Zárate Aquino, Jorge Tamayo y Víctor Bravo Ahuja”.
Cuando al gobernador lo interrogaron periodistas sobre esas muertes, sorprendió con su respuesta: “A mí me da lo mismo; póngale
ochenta o cien muertos. Esto es como un partido de futbol; me da
igual perder uno a cero que por cinco a cero”.
En la ciudad de Oaxaca la terquedad de la oligarquía local agravó
las tensiones. Los grandes comerciantes, empresarios, terratenientes y
el pri se unieron en la intolerante Fusión Cívica de Organizaciones Productivas de Oaxaca, que pronto desplegó por toda la ciudad y el Estado
sus siglas (fucopo), en un llamado al paro de servicios que debía extenderse del 28 de febrero al 1 de marzo.
La fucopo, con su llamado al paro, exigió que la universidad reconociera como rector al médico Tenorio Sandoval y que se ejecutaran
órdenes de aprehensión que el gobierno de Zárate Aquino había extendido a integrantes del Movimiento Democrático Universitario, encabezado por el rector Martínez Soriano. Con ello, la oligarquía oaxaqueña
planeaba “asegurar la estabilidad y combatir la subversión”.
El Congreso de la Unión tuvo que enviar una comisión de legisladores a investigar la situación de Oaxaca. La misión legislativa aún
no abandonaba la capital del Estado cuando, el 2 de marzo, la policía
disparó sobre una manifestación de estudiantes y obreros. Además de
dos muertos, este ataque dejó al menos 18 heridos. Al día siguiente el
ejército ocupó la ciudad con tanques y un despliegue digno de una invasión a un país enemigo. Ese mismo 3 de marzo Zárate Aquino –cuya
gló las profundas deficiencias del sistema social, con una elite favorecida económicamente y la mayoría presa de miseria, analfabetismo
y atraso.
En 1974 había llegado al gobierno de la entidad otro personaje sin
mayor conocimiento del medio que debía regir. Manuel Zárate Aquino había sido maestro antes de político, impulsado por el Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación en el que intervino como
fundador. Se suponía que Zárate era un “intelectual” y conduciría
una administración equilibrada, pero una vez en la gubernatura se
alió con la oligarquía oaxaqueña y trató de llevar su mandato sin resolver problemas que habían surgido en el Estado desde 1970. Desde
entonces, el gobierno reprimió –con apoyo de organizaciones empresariales– las primeras protestas estudiantiles, campesinas y obreras
derivadas del ejemplo de 1968.
Poco después de la llegada de Zárate al poder, en Juchitán se integró un fuerte frente socialista que tomó el mando en la región: la
Coalición Obrero Campesina Estudiantil del Istmo, mejor conocida
como cocei, que logró acceder al gobierno municipal juchiteco. Los
dirigentes de la cocei entonces combatieron al pri y a los latifundistas que controlaban la región del istmo de Tehuantepec. Treinta años
después de esas luchas, entre 2000 y 2006, el mecanismo priísta de
corrupción y el implacable asedio de los gobernadores José Murat y
Ulises Ruiz convirtió a la cocei en un instrumento más para la legalización del abuso, el autoritarismo y los latrocinios en cadena que
perpetran las distintas autoridades del Estado.
En la ciudad de Oaxaca la tranquilidad se iba perdiendo debido
a los conflictos generados en la universidad por el rector Guillermo
García Manzano, cuya administración se distinguió por el desprecio al
sindicalismo y a la democracia interna. Los estudiantes se manifestaron y declararon la huelga universitaria en diciembre de 1975.
El gobernador Zárate Aquino se vio obligado a destituir a García
Manzano y a nombrar en su puesto a Celestino Gómez Soto, otro académico incapaz de solventar la democracia que estudiantes y maestros reclamaban en la casa de estudios. En junio de 1976 Gómez Soto
tuvo que renunciar a la rectoría, y con su salida dos bandos intentaron
tomar el poder: Manuel de Jesús Ortega recibió el apoyo gubernamental, pero Marco Antonio Niño de Rivera era el candidato de las
agrupaciones Federación Estudiantil Oaxaqueña, Coalición Obrero
Estudiantil Oaxaqueña y Bufete Popular Universitario, que tenían
fuertes nexos con el trotskista Partido Revolucionario de los Trabajadores. Por esta pugna de pronto hubo dos rectores en la universidad
y sucesivas alteraciones, protestas y enfrentamientos que acabaron
cuando el secretario de educación pública Víctor Bravo Ahuja, ex gobernador oaxaqueño, obligó a ambos rectores a renunciar.
En las elecciones que siguieron salió electo rector el médico Felipe
Martínez Soriano, de tendencia disidente. El gobernador Zárate Aquino quiso imponer a otro candidato a la rectoría, Horacio Tenorio Sandoval, también médico, y esto condujo a numerosas manifestaciones
estudiantiles y actos de intimidación oficiales durante 1976.
Para 1977 los diversos problemas fomentados por la cerrazón de
Zárate Aquino llegaban a consecuencias fatales. El 21 de febrero, en
Juchitán, la policía judicial detuvo, torturó y encarceló sin atención
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dureza fue anulada por el terror a las armas federales– solicitó una
licencia del cargo por seis meses. No volvió a gobernar Oaxaca y en su
sitio fue impuesto el general Eliseo Jiménez Ruiz, quien se dedicó a
perseguir a los líderes del Movimiento Democrático Universitario que
aún trataban de oponerse al gobierno. Los dos rectores de la universidad tuvieron que renunciar el mismo día que el gobernador Zárate,
para dejar la rectoría al ex gobernador Fernando Gómez Sandoval.
Pero mientras Tenorio Sandoval retornaba a sus canonjías en el pri,
Martínez Soriano fue a la cárcel por primera vez en 1978. Luego, de
1990 a 1998, volvió a presidio acusado de sedición y terrorismo por
un atentado contra el diario La Jornada en el que perdieron la vida
dos vigilantes.
Hay pocos libros y testimonios sobre la revuelta de 1974 a 1978 en
Oaxaca. Los contados testimonios no pueden evitar la recreación de
ese momento en que el gobierno de Oaxaca –sin importar quién estuviese al mando– eligió ser rabioso e implacable contra un enemigo
que sólo mediante el terror podría someter: el pueblo que antes había
logrado emanciparse de sus peores gobernantes.
La insurrección magisterial de 1980
En el año de 1980 todavía gobernaba Oaxaca el general Eliseo Jiménez
Ruiz, pero su duro control se había suavizado un tanto por la proximidad del cambio de régimen en todo el país. Eran los años en que el
presidente José López Portillo incitaba a los mexicanos a “administrar
la abundancia”, pero en Oaxaca tal bonanza nunca llegó. Para los profesores de primaria la situación económica se complicó debido a que
los dirigentes del poderoso Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Educación estaban en pugna con la secretaría del ramo. Carlos Jonguitud Barrios, al frente del grupo Vanguardia Revolucionaria, trataba de
tomar el control de la organización sindical y para ello medía fuerzas
con el secretario de Educación Pública Fernando Solana Morales, uno
de los aspirantes a la presidencia de la república. Esta pugna significó
el atraso del pago de sueldos a los maestros oaxaqueños.
Recién electo secretario estatal del pri, el dirigente magisterial Fernando Maldonado Robles convocó al tradicional desfile del primero
de mayo de 1980. Maldonado iba muy orgulloso al frente de los profesores que marchaban hasta el zócalo de Oaxaca, donde debían sumar
sus vivas y agradecimientos a los de otros contingentes de empleados
estatales. Mientras se acercaban al corazón de la ciudad, Maldonado
Robles, al frente de cientos de profesores, se preocupó: en vez de vivas
al gobernador, los maestros clamaban contra la carestía de la vida,
exigían aumento de sueldo y cubrieron de reproches al sindicato, a la
dirigencia sindical y a la del partido, reunidas ambas en la persona de
Maldonado. Poco antes de llegar al zócalo, el desfile presentó una escena inesperada: el grupo de líderes que iba al frente se desvió por la
calle de El Sagrario, que pasa a espaldas de la catedral, y abandonó al
grueso del contingente que se siguió hasta la alameda de León.
Los maestros no se preocuparon por el líder que desertaba de su
marcha. Cruzaron frente a la catedral y frente a la estatua del general
Antonio de León. La valla policíaca que se aburría en la vigilancia del
desfile alrededor del zócalo, frente al palacio de gobierno, de pronto se
vio compelida a hacer frente a los manifestantes. Comenzó un intercambio de amenazas e insultos entre uniformados y profesores. Éstos
se irritaron más cuando distinguieron a Maldonado y sus acompañantes en el balcón del palacio, haciendo caravanas al gobernador. Éste,
al observar la indignación de los marchistas, ordenó a la guardia policíaca evitar un choque con los maestros. La valla de agentes se limitó a
impedir el avance de los profesores, quienes se retiraron mentándole
la madre a las autoridades.
Para el 13 de mayo los profesores sindicalizados y sus simpatizantes (instructores bilingües, padres de familia, maestros de otros Estados) desconocieron a la dirigencia completa de la sección 22 del snte.
“Oaxacazo” en Navidad
Eliseo Jiménez Ruiz, escribe Juan Carlos Cruz Rosas, llegó a la gubernatura de Oaxaca con el encargo de “apagar –con mano dura y
‘autorizada’– el conflicto”. El militar fue designado por su desempeño
en la guerra sucia contra el levantamiento de Lucio Cabañas en Guerrero. Tras una serie de combates infructuosos y de no menos fútiles
acometidas contra la población civil para obligarlos a descubrir el paradero del disidente, Jiménez Ruiz logró ubicarlo y prenderlo luego de
secuestrar a cuatro jovencitas, a cuya familia amenazó con violarlas
y matarlas si no colaboraban con el ejército. Los familiares así apremiados condujeron a las tropas hasta el escondite del guerrillero, y los
soldados, tras asediar a Cabañas, lo asesinaron.
Con estos antecedentes, Jiménez Ruiz no dudó en aplicar enorme
rigor en el combate al movimiento oaxaqueño. Como era usual en la
guerra sucia desatada por Díaz Ordaz y Echeverría Álvarez, el nuevo
gobernador dispuso detenciones, allanamientos y cateos ilegales, torturas, secuestros y asesinatos. Para exterminar a los clandestinos rebeldes oaxaqueños, el general hizo traer de México a la Brigada Blanca,
al mando de Miguel Nassar Haro y Adolfo Ferrer Lutzow. Ellos habían
conducido asesinatos, secuestros y torturas en la ciudad de México
entre 1968 y 1973. Como era usual, en Oaxaca, los hombres de Nassar
Haro asesinaron, ultrajaron, secuestraron, desaparecieron, ejecutaron a sangre fría a guerrilleros y a personas inocentes acusadas de
apoyar la disidencia.
En sus memorias del Movimiento Democrático Universitario,
Martínez Soriano relata que del 14 al 24 de diciembre la Brigada Blanca y el ejército acometieron los bastiones de la rebelión estudiantil.
Luego de encarcelar o desaparecer a cerca de 300 personas, el ejército emprendió en las calles de la capital oaxaqueña un “simulacro de
guerra” en el cual se desplegaron 25 mil soldados. Esta operación dejó
entre la población civil dos muertos, 20 heridos y varios periodistas
magullados.
En respuesta, el grupo guerrillero Unión del Pueblo incendió cuatro importantes tiendas del centro histórico con seis bombas que
hicieron cundir el fuego en sus instalaciones. El primer cuadro de la
ciudad fue cercado por militares y policías. El cerco se extendió a los
límites de la capital.
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Además, demandaron aumento de salario, destituir a los funcionarios
que habían causado el retraso en los pagos de sueldos y otras compensaciones.
En un intento por frenar el movimiento, las autoridades de la Secretaría de Educación Pública destituyeron al delegado Hernán Morales Medina para poner en su puesto a Dante Delgado Ranauro, quien
muchos años después sería gobernador priísta de Veracruz, y mucho
después fundador del partido Convergencia por la Democracia.
El 15 de mayo, Día del Maestro, 20,000 profesores marcharon por
las calles de Oaxaca en apoyo del paro educativo, con una exigencia
central: “un salario digno para una profesión digna”.
El 29 de mayo, cansados de la falta de respuesta de las autoridades
estatales, diez mil profesores de Oaxaca se plantaron en la capital de
la república. Se les sumaron otros tantos de Chiapas y de Puebla. Martínez Martín, el dirigente sindical, tuvo que reconocer la inconformidad
masiva, que hasta entonces había intentado negar o tergiversar. También el titular de la sep, Solana Morales, accedió a tratar las demandas
de los manifestantes mediante una comisión especial. El político, sin
embargo, se cuidó de obligarse mediante convenio alguno a satisfacer
a los inconformes. Sólo se aseguró de que los líderes del movimiento
confiaran en sus promesas y desmovilizaran a los miles de profesores
que con su presencia ante el edificio de la sep señalaban a todo México
tanto su fuerza como la gravedad de sus problemas.
Las promesas de aumento salarial, sin embargo, siguieron sin
cumplirse. De nuevo los contingentes de profesores marcharon a la
ciudad de México. El 9 de junio las protestas frente a las sedes del sindicato y de la sep obligaron a las autoridades a retomar las negociaciones. En total, la manifestación de inconformidad magisterial reunió a
más de 60,000 educadores en la capital del país. Luego de tensiones
y amenazas, de discusiones y de un despliegue policial intimidatorio,
los profesores obtuvieron el aumento salarial que pedían, y retornaron a Oaxaca, a sus comunidades, a las clases. Este modelo de protesta
social, en 1980 y en Oaxaca, permitió un extraño sacudimiento del
pueblo contra el autoritarismo de sus jerarcas.
Los cambios en la silla gubernamental de Oaxaca no tuvieron correspondencia en casi ningún sitio del Estado. A unos metros del despacho del gobernador se mantenía una prueba de esa inmovilidad:
las mujeres loxicha que reclamaban a Carrasco la liberación de sus
familiares, siguieron reclamando a Murat lo mismo. Las mujeres en
protesta pasaban sus días bajo el corredor de palacio. Tejían con material plástico bolsas, cestos y otras manualidades que ofrecían a la
gente que pasaba por el zócalo oaxaqueño, para allegarse medios de
subsistencia. Sus hijos sobrellevaron con ellas esa vida sin hogar. Los
pequeños jugaban, comían y pedían limosna o realizaban mínimos
trabajos mientras sus familiares varones continuaban en prisión, acusados de delitos que ninguna prueba confirmó.
La Unión de Pueblos Contra la Represión y Militarización de la
Región Loxicha (upcrmrl) denunció que los campesinos secuestrados
y encarcelados por las autoridades oaxaqueñas eran opositores al cacicazgo del presidente municipal de San Agustín Loxicha, Lucio Vásquez, y miembros del cabildo popular que fue disuelto en 1996, tras
las detenciones. El delito real de los campesinos presos fue defender
sus tierras, su producción agrícola y sus comunidades contra los despojos y los abusos del cacique Vásquez y sus pistoleros. Ni la violencia
ni los asesinatos de éste detuvieron a los campesinos en su movimiento de reivindicación, pero las órdenes de aprehensión cumplidas con
lujo de violencia pusieron un alto a sus reclamaciones.
La upcrmrl opinó en 2001, por medio de su publicación en internet
Todisna, que las incursiones del Ejército Popular Revolucionario, motivo de las detenciones en 1996, fueron en realidad un plan concebido
y ejecutado por el régimen de Carrasco Altamirano para eliminar el
movimiento popular campesino en Oaxaca y propiciar la militarización del territorio de la Sierra Sur. Si tal plan existió, es cosa discutible, pero la militarización del territorio loxicha y la persecución y el
destierro de muchos de sus habitantes fue una realidad. Donaciana
Antonio Almaraz y Estela García Ramírez, integrantes del upcrmrl,
denunciaron que no sólo las mujeres que protestaban en el Palacio de
Gobierno perdieron sus hogares y su tierra, además de estar amenazadas de muerte si volvían a ellos. También muchos de los detenidos
por “terroristas” y liberados con posterioridad no podían volver a sus
comunidades, a riesgo de ser heridos o asesinados por los pistoleros
del cacique o por el propio Lucio Vásquez.
El régimen de Murat Casab expidió en diciembre de 2000 una Ley
de Amnistía que causó más indignación entre los loxicha. A decir de
Donaciana Antonio y Estela García, los principales beneficiados con
la amnistía resultaron los pistoleros que aterrorizaron, herían o asesinaban a los inconformes con el régimen del presidente municipal
Vásquez.
La legalidad criminal
El 25 de septiembre de 1996, elementos del ejército, la policía y guardias blancas secuestraron y enviaron a prisión a más de un centenar
de habitantes del municipio de San Agustín Loxicha, Oaxaca, por orden
del gobernador Diódoro Carrasco Altamirano. Los campesinos oaxaqueños fueron acusados de pertenecer al Ejército Popular Revolucionario (EPR), agrupación guerrillera que había declarado su presencia
en agosto de 1996 en comunidades de las regiones de la Costa y la
Mixteca oaxaqueñas. En total, el gobierno de Oaxaca expidió 250 órdenes de aprehensión contra habitantes de las comunidades loxichas,
bajo cargos que iban del asalto a la conspiración terrorista.
El secuestro penal de varios de esos indígenas se prolongó sin asomos de solución. Carrasco Altamirano dejó la gubernatura para ocuparse de la Secretaría de Gobernación federal; su puesto fue ocupado
por José Murat Casab.
Violencia interminable
El último día de mayo de 2001 ocurrió la matanza de Agua Fría, que
empequeñeció todas las anteriores manifestaciones criminales en
Oaxaca: 26 campesinos de Santiago Xochiltepec asesinados a tiros
en una emboscada, por la cual se culpó y encarceló a 15 indígenas
[ 10 ]
nario –ni el gobernador Ruiz Ortiz siquiera– esperaba permanecer en
funciones en Oaxaca por más de dos años.
El efecto en la entidad de un gobierno con tal disposición comenzó
pronto a notarse. La economía se postró, pues la administración de
Ruiz Ortiz decidió invertir lo mínimo en el gasto público. Pese a que el
Estado depende para subsistir de la inversión gubernamental, la administración de Ulises Ruiz deprimió considerablemente la inyección
de recursos públicos. Con el pretexto de convertir el turismo y la cultura en puntales del desarrollo estatal, Ruiz Ortiz y sus funcionarios
suspendieron los gastos de gobierno que posibilitan la subsistencia
colectiva en la ciudad de Oaxaca y en otros espacios urbanos de la
región. En contraste, la administración ulisista emprendió en 2005,
sin consulta previa, una serie de obras suntuarias cuyo presupuesto
mantiene hasta la fecha en secreto. En los círculos políticos se dio a
conocer que era el modo de acumular fondos para la inminente campaña presidencial de Madrazo.
Sin contar con industrias, empresas ni actividades financieras que
puedan sostener la existencia de todos sus pobladores, la mayoría
de los habitantes de Oaxaca se mantiene con las remesas de dólares
enviadas por los aproximadamente 600,00 inmigrantes originarios
del Estado. En la ciudad de Oaxaca, donde actividades comerciales
en todas las escalas sostienen la vida comunitaria, la circulación de
efectivo depende del mayor comprador y empleador en el mercado:
el gobierno oaxaqueño. Sólo los empresarios hoteleros, restauranteros y de servicios, con sus tarifas estratosféricas, obtienen recursos
del turismo que visita la entidad, sin dejar de contar con el subsidio
–encubierto o descarado– del gobierno local. El turismo, por cierto,
ha colocado a Oaxaca y sus ciudades entre las de vida más cara del
mundo, aunque los salarios en la entidad son de los más reducidos a
nivel nacional.
Aunque el discurso oficial pregonaba una etapa de desarrollo, la
disminución del circulante comenzó a afectar a la población. El año
2005 estuvo marcado en Oaxaca por el arranque de las obras que el
régimen de Ulises Ruiz impuso como urgentes: la ampliación a cuatro
carriles de la carretera de El Fortín y las remodelaciones del zócalo,
la Plaza de la Danza, el Paseo Juárez-El Llano y la fuente de las Siete
Regiones. La inversión en estas obras, lejos de ayudar a crear empleos
para los oaxaqueños más necesitados, benefició solamente a los dueños de constructoras contratadas sin cumplir los requisitos mínimos
de licitación. No importaron las protestas generalizadas por lo superfluo y arbitrario de los trabajos.
de Santo Domingo Teojomulco en la acción judicial más sospechosamente veloz de esos tiempos.
Luego de esas detenciones el pueblo entero de Teojomulco se volcó
a instalarse en el zócalo de la capital oaxaqueña para exigir la liberación de sus vecinos. El gobierno permitió que ese pueblo ofendido
viviese durante cerca de un año a la intemperie en el corazón de la ciudad de Oaxaca. No buscó a los verdaderos asesinos de los 26 leñadores, retuvo en la cárcel hasta a niños de 12 años. Tres años después de
la masacre, los detenidos salieron libres por falta de pruebas. Ninguna
viuda recibió la ayuda que prometiera el gobierno, nadie –más que los
inocentes de Teojomulco– fue castigado por el crimen.
Muerte de “la parabrisas”
Acosado por reporteros que demandaban saber los detalles del inverosímil atentado que sufrió el 18 de marzo de 2004, el gobernador
de Oaxaca José Murat Casab repetía la frase que lo convirtió en el
villano más risible de la política mexicana: “Sólo vi que se me vino encima la parabrisas”. Nunca pudo señalar a sus pretendidos atacantes.
Para junio del mismo año, la Procuraduría General de la República
(pgr) dictaminó que el tiroteo que le costó la vida a “la parabrisas”
–y su tenue reputación al mandatario– había sido culpa de los propios guardaespaldas de Murat. Era el último año de gobierno de aquel
hombre que contaba entre sus hazañas de juventud haber vencido a
cantineros, parroquianos y policías durante una trifulca en un bar de
Varsovia. Sólo el ejército ruso lo había podido someter entonces. Años
después fue el infructuoso responsable de la seguridad de Luis Donaldo Colosio, el candidato a la presidencia de la república asesinado
durante un mitin.
Para el año en que Murat se convertía en la burla de México, sin
que por ello la pgr pudiese capturarlo, su poder político no menguaba. Después de organizar en 2002 la fraudulenta elección interna del
Partido Revolucionario Institucional (pri), que le dio la presidencia
de la institución a Roberto Madrazo, el gobernador Murat preparaba
la imposición de un sucesor en la gubernatura de Oaxaca. La problemática selección del sucesor fue posible gracias a la oportuna muerte,
en accidente carretero, del aspirante priísta que menos agradaba al
mandatario, el diputado Aquiles López Sosa. El camino al poder quedó despejado para Ulises Ruiz Ortiz.
Ulises Ruiz llegó a la gubernatura de Oaxaca en 2004 con una de
las campañas electorales más desaseadas de la historia reciente. Toda
clase de mecanismos ilegales fueron utilizados por el pri y el gobierno
de Murat para instalar a Ruiz Ortiz en el poder Ejecutivo. La consigna
entre los priístas era sostener un gobierno afín a su partido en Oaxaca,
que a su vez contribuyera a impulsar (es decir, financiar ilícitamente)
la candidatura de Roberto Madrazo a la presidencia de la república
en 2006. Acaso este objetivo propició entre el nuevo gobierno oaxaqueño una percepción de transitoriedad extrema en la administración
pública. No era secreto que la mayoría de los funcionarios de Ruiz
Ortiz consideraban sus encargos como meros trampolines a puestos
mayores en la administración federal, una vez que Madrazo asumiese
la presidencia. En realidad, hasta abril de 2006, ningún alto funcio-
De cara a la usurpación
En este período, el gobierno oaxaqueño también develó sin pudor su
apoyo a la campaña presidencial de Roberto Madrazo. Señaladamente, un spot radiofónico repetía la voz del candidato priísta ofreciéndole
a Ulises Ruiz las llaves de Los Pinos. Al hacerse evidente la utilización de fondos públicos para impulsar la campaña priísta, creció el
descontento popular por las arbitrariedades del gobierno estatal. Otra
intensa campaña mediática pregonaba los logros de la administración
oaxaqueña, “de cara a la nación”.
[ 11 ]
5
Leña del árbol en pie
Como parte del plan turístico oficial, para 2005 se programaron
para los últimos dos lunes de julio dos presentaciones del espectáculo
impropiamente denominado “Guelaguetza”, en lugar de la única emisión tradicional. Las previsiones eran aumentar estas escenificaciones
a cuatro por año, como mínimo, y comercializar sus réplicas en todas
las capitales importantes del país. La celebración de la Guelaguetza
de 2005, en julio, fue el marco elegido por la administración de Ulises Ruiz para tomar por asalto el diario Noticias, el opositor más escandaloso del régimen. El Noticias, que se había enemistado con el
régimen de José Murat desde 2003, apoyó la campaña del opositor
(ex priísta) Gabino Cue a la gubernatura. El diario, con la toma de sus
instalaciones, sufrió las consecuencias de su rebeldía, al igual que el
ex aspirante y sus partidarios; a éstos, Ruiz Ortiz les giró órdenes de
aprehensión en cuanto asumió la gubernatura. Antes, Murat había intentado aprehenderlos e implicarlos en el “atentado” del 18 de marzo
de 2004.
El zócalo de la capital de Oaxaca era un hermoso espacio trabajado
por los años y la animación de sus asiduos, los habitantes de la ciudad. Eliot Weinberger, luego de solazarse con una visita a esa plaza
sombreada por enormes laureles de la India, escribió: “Soñar con sentarse en el Zócalo de Oaxaca no es imaginar una huida del mundo, un
naufragio en una isla tropical. Es imaginar una existencia –que puede
durar sólo unos momentos– en el corazón del mundo: Estar completamente en el mundo, pero sin distracciones”.
En abril de 2005, el gobierno del Estado de Oaxaca decidió que al
magnífico zócalo de la capital oaxaqueña le urgía una remodelación.
Las autoridades aseguraron que el piso de cantera verde estaba deteriorado. A mediados del mismo mes, los trabajos de renuevo habían
dado al sitio la apariencia de que una bomba hubiese hecho blanco
allí: todos los pavimentos arrancados se apilaban en montones sin or-
[ 12 ]
den, zanjas incontables desgarraban la tierra y el paso por el terreno
era riesgoso.
El malestar público que ya generaba esa imagen de un zócalo convertido en escombros, se intensificó el 18 de abril con la caída de un
enorme ficus sobre la fachada del ex palacio de gobierno. Un indignado grupo de ciudadanos reclamó las excavaciones indiscriminadas
que rasgaron y dejaron expuestas las raíces de los sesenta laureles que
ornamentan y oxigenan el zócalo. Para calmar los ánimos, los funcionarios citaron a una junta de información en la Casa de la Ciudad para
el 20 de abril.
Alrededor de 300 personas acudieron puntuales al lugar de la cita.
La sesión informativa comenzó muy tarde, en un clima tenso. En la
mesa de información estaban los comisionados del proyecto, el arquitecto David Alcántara, el biólogo Alejandro de Ávila y el pintor Luis
Zárate. Los acompañaban los supervisores gubernamentales Carlos
Melgoza Castillo y David Pineda, y el presidente municipal Jesús Ángel Díaz Ortega. Poco después se presentó el secretario de gobierno
Jorge Franco Vargas.
Durante dos horas los convocantes intentaron defender, inútilmente, el proyecto que diseñaron para “recuperar el espacio sagrado
del atrio de catedral”. La sesión reventó cuando Alcántara expuso que
su proyecto implicaba años de trabajo y añadió: “pero no pensamos
que pasaría lo que ocurrió”.
Exclamaciones de burla o repudio convirtieron la sesión en una
ronda de recriminaciones inevitables. Los ponentes no pudieron
más que reconocer su negligencia, su descuido, la falta de consenso y
transparencia de las obras en el zócalo.
El desdeñoso secretario estatal de gobierno Jorge Franco exigió silencio. Subrayó con tono autoritario que las obras no se modificarían
ni detendrían por las protestas. La multitud que seguía en el recinto
manifestó su descontento abandonando ruidosamente sus asientos,
no sin antes gritarle: “¡fascista!”.
Los funcionarios y comisionados corrieron a ocultarse tras la pantalla en que habían proyectado sus planes. Ahí esperaron la entrada
de un contingente armado de policías antimotines, que formaron un
corredor humano para “rescatar” a los oficialistas. Pero las personas
que los repudiaban, la mayor parte artistas e intelectuales, eran incapaces de violencia que justificara esa invasión policíaca a un recinto
cultural.
Nadie lo imaginaba entonces, pero fue la primera vez de muchas
en que Jorge Franco iba a presentarse ante ciudadanos inermes rodeado por fuerzas de choque.
Para 2006 el gobierno de Ulises Ruiz estaba tan absorbido por la
campaña presidencial de Madrazo que todo otro asunto de su incumbencia fue desestimado. La crisis financiera aumentó a medida que
arreciaba la propaganda electoral y la publicidad en torno a los logros
de Ruiz Ortiz. El grupo de maestros disidentes, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (cnte), hizo numerosas advertencias al gobierno estatal para que resolviera sus demandas. En abril
se intensificaron las negociaciones para este fin, las cuales se prolongaron hasta mediados de mayo, sin resultados.
El 22 de mayo, bajo la dirigencia de Enrique Rueda Pacheco, decenas de miles de profesores de educación básica instalaron una vez más
el plantón que desde 1980 han montado en el zócalo de Oaxaca, sin
conseguir que les resuelvan sus demandas. Conminaron a Ruiz Ortiz y
sus funcionarios a no agravar este movimiento con tácticas dilatorias.
Aunque se creyó que los educadores levantarían la huelga al concluir
mayo –“como se acostumbra”–, ésta no se disolvió.
El plantón magisterial de mayo, en Oaxaca, es una expresión de
la escuela del desorden y la arbitrariedad con que se conducen los
grupos políticos en este feudo priísta. La ciudad que a duras penas
conserva el título de patrimonio mundial de la humanidad que le
otorgó la unesco en 1987, ve su centro histórico convertido en un
enorme campamento.
José Murat había aprovechado esta usanza de los profesores para
emplear estratégicamente a los aguerridos sindicalistas como grupos
de choque, especialmente en las batallas “juaristas” que emprendió
contra el gobierno de Vicente Fox y el Congreso de la Unión.
Pleito de compadres
El 9 de mayo de 2006 la procuradora del Estado, Lizbeth Caña Cadeza, anunció que el juez séptimo de lo penal había girado orden de
aprehensión contra la titular de la coordinación estatal de Transporte,
Aurora López Acevedo, ex secretaria del ramo en el gobierno de Murat. La funcionaria fue acusada de falsificar la firma del entonces gobernador Murat para expedir al menos 3,500 concesiones para taxis
colectivos, previa recepción de sobornos. La gestión gubernamental
de López Acevedo fue cuestionada desde sus inicios, al ser, simultáneamente, propietaria de más de 600 autobuses urbanos de la ciudad
de Oaxaca y dirigente estatal de la Asociación Nacional de Transportistas.
Resultaron implicados en el fraude ex funcionarios cómplices de la
empresaria: Eduardo Alberto Franco, sobrino del senador Jorge Franco Jiménez y primo del secretario general de Gobierno, Jorge Franco
Vargas. Horacio Sainz Castro, esposo de Salomé Martínez, quien fue
asistente del ex gobernador José Murat Casab y luego directora de
comunicación social del ayuntamiento priísta de Oaxaca. Inclusive el
entonces vicepresidente de la Comisión Permanente del Congreso de
la Unión, Heliodoro Díaz Escárraga, fue vinculado a este caso de abuso de autoridad. El legislador negó toda participación en el escándalo
y aun sus vínculos con la dueña de autobuses, prófuga hasta la fecha,
aunque un juzgado oaxaqueño la absolvió en 2008.
“Maestro, al plantón”
En los meses finales de 2005 el descontento por la incapacidad y la
corrupción del director del Instituto Estatal de Educación Pública de
Oaxaca, Froylán Cruz Toledo, creció a tal punto que debió ser sustituido por Emilio Mendoza Kaplan. El cambio del funcionario no solucionó la inconformidad de los profesores, quienes exigían mayores
ingresos.
[ 13 ]
fueron víctimas de los gases. Mujeres y niños presentes en el campamento sufrieron, sin importar su condición inerme, la embestida
de los granaderos. Pero los huelguistas vencieron a sus agresores y el
movimiento magisterial se ganó el apoyo popular.
Radio Plantón, emisora de los disidentes, fue destruida, pero Radio Universidad (ru), tomada por estudiantes, fue convertida en vocero del movimiento. Por primera vez, una radiodifusora de amplia cobertura era utilizada para dar a conocer la realidad de este conflicto.
El movimiento magisterial se convirtió en movimiento popular. En
numerosas calles de Oaxaca y algunos sitos estratégicos como radioemisoras y la televisora estatal, cundieron las barricadas como defensa
contra los llamados “escuadrones de la muerte”, compuestos por policías y pistoleros, que recorrían la ciudad por las noches disparando a
lo que se moviera.
El gobernador Ulises Ruiz y su administración se refugiaron en la clandestinidad. Ruiz Ortiz inclusive huyó
de la capital oaxaqueña por tres meses.
El resto del año transcurrió en la desolación y el terror, hasta que un enorme
contingente paramilitar enviado por
la presidencia de la república impuso
de nuevo a Ulises Ruiz en su trono de
sangre. El 25 de noviembre de 2006
fue el día más trágico para la democracia y la legalidad en Oaxaca. Sin embargo, los enormes agravios a la sociedad oaxaqueña todavía no concluyen.
A pesar de las muchas protestas que se
inscribieron en las paredes durante el
conflicto, las autoridades no ven aún el Mené, mené, thecel, phares1
de su condena.
El incidente instauró un frente más de conflicto en la ya alterada
elite priísta. Significaba la ruptura de Ulises Ruiz con José Murat, el
enfrentamiento de los grupos políticos de uno y otro. La interpretación de esta persecución policíaca contra una de las más destacadas
muratistas, quien fue inclusive acusada de desviar recursos públicos y
armar grupos intimidatorios para favorecer la elección de Ruiz Ortiz,
implicaba que el nuevo gobernador quería expulsar de la escena (y de
la repartición de un posible botín) a su predecesor.
El asalto inaugural
En las dos primeras semanas de junio las protestas magisteriales
crecieron en intensidad y audacia. El gobierno estatal continuó su
campaña a favor de Roberto Madrazo.
Sólo se distrajo para intentar concluir
la huelga de profesores mediante amenazas y “exhortaciones” para despedir
a los maestros por parte de tres centenares de presidentes municipales
priístas.
En la segunda semana de junio de
2006 los profesores en huelga amagaron con impedir la Guelaguetza cuádruple que Ulises Ruiz preparaba como
máximo festejo de su régimen. Se negaron a regresar a clases como se los
ordenó el gobernador.
Sorpresivamente, la madrugada del
14 de junio un contingente de dos mil
policías armados con granadas de gas
lacrimógeno, y apoyados por el bombardeo desde un helicóptero, atacó el plantón magisterial. Muchos vecinos de la zona, ajenos al paro,
1
Frase bíblica que sirve para advertir a los tiranos de la cercanía de su fin.
[ 14 ]
Viaje a Oaxaca
Fernando Solana Olivares
I
cido chiste advierte que del tenate oaxaqueño lleno de chapulines no
sale ninguno porque entre todos lo impiden; otro los satiriza diciendo
que los oaxaqueños hasta el queso enredan). Y sin embargo, y sobre
todo, también está toda la creatividad vital, todo el espíritu resistente
de tanta gente extraordinaria que vive ahí. Lo que sigue es un diario de
viaje por el paisaje oaxaqueño después de la batalla.
L
os árboles de Oaxaca roban el alma. Y por los árboles comenzó
hace un año la profunda convulsión política, social, económica,
cultural, plástica, guerrillera, insurreccional, represiva y plebeya ocurrida en esa ciudad. Un gran drama histórico mexicano de complejidad que condensa aquella espesa y dolorosa historia oaxaqueña
vivida desde hace 500 años. Como en casi ninguna otra parte del territorio nacional, la Conquista ahí fue bárbara y sangrienta y peleonera
desde que comenzó.
Oaxaca no era de nadie: la disputaban los mixtecos contra los
zapotecos, dominados los dos por el imperio azteca que la consideraba entre sus espacios territoriales, cuando todos se congelaron al
ver venir a las extraterrestres hordas españolas. Cortés se peleó con
sus paisanos para hacerse marqués del Valle de Oaxaca, una joya que
nunca llegó a disfrutar. Tampoco estuvieron serenos, a fin de cuentas,
los vecinos que la fundaron hasta por tres veces desde los tribunales apoyándose en edictos reales contra el conquistador. A la vera de
Monte Albán, una potente resonancia física y espiritual tan sombría
como luminosa, Oaxaca siempre ha sido una encrucijada, un cruce
de caminos, un inmenso mercado cuyos intercambios son múltiples.
Sigue siendo de nadie y de todos. Acaso por eso resulta acremente
disputada. Lo escribió Malcom Lowry en diciembre de 1937 desde la
cárcel municipal donde conoció la noche más oscura de su vida: “No
es el mezcal, es Oaxaca”.
Varios factores se conjugan: todas las montañas que le sobraron
al Creador luego de hacer el planeta; todos los indígenas herederos y
cruelmente despojados –el genocidio de la explotación española llegó
en muy pocos años a extinguir prácticamente a los varones oriundos–;
todos los caciques buenos y malos, entre los que ahora se encuentran
filántropos y artistas; todos los pésimos gobiernos que pensarse pueda –a excepción de Benito Juárez, quien parece haberlo hecho cabalmente bien–; todos los municipios estatales que conoce el país: 570,
una cifra inabarcable, pues cuando se remienda la añeja problemática
de uno se descomponen otros dos sin avisar.
En Oaxaca están presentes todos los resentimientos de un mestizaje aún no digerido por el imaginario colectivo (uno puede ir a una
boda local y el anfitrión le espeta, con sorna aplicada a sí mismo, que
él es europeo por parte de padre y yope por parte de madre, un término despectivo usado contra los indígenas). Todas las envidias simbólicas y funcionales configurándose como caracterología local (el cono-
Miércoles 8 de agosto, 2007. Así pues, no es la APPO sino Oaxaca. Y un crujido histórico cabrón y profundo que prefigura la forma
de las cosas que vendrán. A diferencia de un grafito escrito en persa
afuera de una casa de té en Kabul: Migozarad! (“Ya pasará”), no puede decirse lo mismo todavía en la Verde Antequera, donde continúan
pasando cosas que ya están aquí. Quien diga que esto está resuelto,
miente. O se equivoca, da igual.
Así como los pueblos tristes celebran muchas fiestas, los que están
por estallar tienen muchas escenografías. Oaxaca siempre las ha ostentado: es un inmenso teatro donde predomina –hablo de su centro
histórico– aquel gusto exquisito que ha sido una de las grandes virtudes mecénicas de Francisco Toledo: detonar el impulso para recuperar una arquitectura extraordinaria. Un amigo común me propone
reunirme con Toledo. Hace años tuvimos una diferencia que no ha
habido ocasión de resolver. Aunque ya está resuelta, pues el tiempo
todo lo cura. ¿Cuándo fue aquella vez que la cocinera juchiteca de Toledo colocó entre los dos una cabeza de buey guisada pero sanguinolenta, él pidió que a mí me dieran lengua y yo reviré diciendo que a él
le dieran ojo y bebimos botella tras botella de mezcal y nos pusimos
pedísimos y nos peleamos? Yo lo veía crecer en una prueba de fuerza
que gracias a la Virgen de la Soledad, mi protectora criolla, resistí hasta el final. Algún día hablaré sobre ello.
Tendré tiempo de buscar en otra ocasión y darle un abrazo al maestro, que mucho sufrió en estos tiempos. Pero conserva sus buenos reflejos políticos e hizo lo correcto: fundar un comité de amnistía para
los presos políticos de la insurrección reciente. Es un estado policiaco
el de Ulises Ruiz, de anónimas camionetas negras que levantan por
las noches a los que repentinamente deciden considerar sospechosos.
Se lo hicieron a un notable pintor oaxaqueño y a su esposa: vigilarlos
noche y día durante semanas. Hace años que no los veo y por fin hablamos. Me cuentan el heroico escalofrío de su realidad.
Es evidente que no debo dar nombres. No solamente hay clandestinidad en las sierras, a las que sin duda se han ido varios, nadie
conoce su número, sino una cauta y discreta clandestinidad pública.
[ 15 ]
Como es un pueblo, aquí todo se sabe, y el terrible ulisismo del brutal
señor de Chalcatongo, educado el sujeto en la premoderna aldea de
Juchitán, está sostenido por un régimen policiaco que actúa fuera del
estado de derecho, cada vez más muerto y envilecido. El diablo está
en Oaxaca. Pero tratándose de distinguir qué y quién no es infierno, y
hacerlo durar y darle espacio, según el gran Italo Calvino que por aquí
anduvo, la gente común se atreve. Como los amigos con quienes estoy
hablando.
opinión popular: un Juárez punk u otro maoísta, una línea en el muro
escrita como latigazo –“En Oaxaca no pasa nada excepto la revolución”–, una caricatura del tirano hecha en un abstracto inesperado o
resuelta con un realismo genial.
Por sus artistas se conoce a las insurrecciones. Surge la historia
del Piedra, un limpiavidrios adolescente que se integró a la brigada
de bazuqueros de la APPO y plantó su aguerrida base de proyectiles en
una esquina céntrica. Los días de la batalla le significaron aceptación
social o pertenencia pública. Nadie ha vuelto a verlo a partir de entonces, cuando fue decididamente feliz. Todos mis interlocutores están
de acuerdo en que los sucesos políticos recientes están cruzados por
sentidos múltiples, intereses inconfesables, versiones contrapuestas.
Y de la poliédrica ebullición de pintas meses
atrás, ahora sólo descubro dos de ellas escondidas en la periferia: “Sad City” e “Ira”, dicen
escuetas.
II
Miércoles 8 por la tarde. Desencanto y tristeza es lo que percibo
entre amigos y conocidos. También rabia, pero
no lástima ni autoconmiseración. Esa disposición recuerda a algún autor de antaño: la ira y
la befa son señoriales, el llanto y la jeremiada
no. Junto a las siete regiones étnicas oaxaqueñas existe otra más, la octava. Está compuesta
por extranjeros de todas partes que han llegado acá para hacer su vida, casi todos artistas
de una u otra manera, así solamente sea en
cuanto a la experiencia de su cotidianidad.
Estos gringos –como son llamados por los
racistas oaxaqueños, que aplican el epíteto
hasta a esos vecinos idénticos a ellos del poblado próximo– forman un caldero inusual. Una
amiga comenta haberse enterado que Murat y
otros políticos están comprando en la ciudad
propiedades a precio de remate. Otra dice que
los impuestos estatales al comercio han aumentado un 130% desde el conflicto. Alguien
acota la plática mencionando la temible voracidad oaxaqueña, su histórico afán –al fin ciudad mercado– de lucrar.
Pero no hay turismo y no hay dinero. El gobierno se roba todo lo que puede y la corrupción oaxaqueña suele parecerse a la de Haití.
Sin embargo, hay una capa económica que prolifera e instala, en incomprensible afán imitativo, hoteles y restaurantes y negocios y antros
con dinero dudoso, según se especula por allí. A diferencia de Proust,
cuyo protagonista se iba a dormir temprano, nosotros nos desvelamos
contándonos las cosas que sucedieron y acaso están por suceder.
Y me doy cuenta entonces que estoy en un laboratorio social en el
cual surgen nuevas capilaridades, nuevas formas colectivas de expresión. Me lo confía un amigo que arrojó proyectiles contra las fuerzas
policiacas invasoras en la épica batalla de Cinco Señores. Es el disco
que contiene los casi mil esténciles y pintas y grafitos e imágenes que
el movimiento, a través de colectivos cuyos miembros son anónimos,
y anarcas varios de ellos, plasmó en las asombrosas paredes de Oaxaca, logrando una renovación profunda de la expresión plástica y la
Jueves 9. Ya estoy viejo para perder el tiempo con quienes se creen personajes de sí mismos. Ya estoy viejo para perder el tiempo. Pero
aquí lo gano, o lo disuelvo, cuestión que me
gusta más. Vuelve a surgirme la idea de que
estoy delante de otras cosas además de las que
ven mis ojos. Para explicarme encuentro dos
ejemplos: la Viena de fin de siglo y los pequeños formatos. Viena simplemente por la intensa variedad de intercambios humanos que en
ella ocurrieron a los albores del siglo veinte,
similares en algo a los que aquí suceden ahora
mismo: quince o más galerías plásticas abiertas al unísono, varios museos y bibliotecas,
presentaciones de libros y revistas, eventos
musicales de primer nivel, conferencias y encuentros, paseantes y conversadores. Tal vez,
como en Viena, son los cantos de cisne de la
ley histórica: a mayor decadencia política, mayor creatividad individual.
Una regla dicta que hay que estar fuera de un sistema para poder
observarlo. Entre la gente de la octava región predomina un sentimiento de interdependencia que lleva a sus miembros a afectar positivamente su propio espacio y construir una casa, pues entienden que
la misma es una máquina de residir. Acaso por ello la desesperanza
actual, cuando el lugar parece irse a pique a pesar de su gigantesca belleza física. Pura compensación indiferente: no es Oaxaca sino Ulises
Ruiz y su siniestro ulisismo el verdadero problema de la coyuntura.
Una amiga narra sus peripecias para sacar de la ciudad a una joven
militante de la APPO. Consiguió un coche lujoso, la vistió a la moda y
pasó con ella indemne todos los retenes: astucia de clase. Otro conversa sobre la tortuosa mecánica asambleística de la organización insurrecta, en la cual son mayoría los estalinistas –pues además de eso se
[ 16 ]
posición política, económica y social que Oaxaca padece cada vez más
acusadamente desde hace cuatro sexenios. Cada gobernador ha sido
peor que el otro hasta llegar al último, Ulises Ruiz, el peor de todos.
Y como somos occidentales y estamos condenados a recibir la revelación mediante el libro, encuentro uno interesante y otro extraordinario en una tradicional librería del centro oaxaqueño, luego de ver los
legendarios árboles verdinegros que se salvaron del ecocidio con el
cual comenzó esta revuelta encabronada. El libro interesante es amargo, el libro fuera de lo común es épico. Uno sirve para saber, el otro
para sentir.
trata todo esto: del presente del pasado mexicano que aquí sigue vivo.
¿Por qué no votaron en las elecciones inmediatas? Porque los estalinistas en la APPO quieren exacerbar las condiciones objetivas y enredaron la discusión al respecto; porque a siete de cada tres electores les
importa un pito el resultado; porque el ulisismo impuso la cooptación
y el miedo: todos los candidatos a diputado de todos los partidos eran
de alguna manera suyos.
Viernes 10. Así como el ecocidio gubernamental de los laureles en el
zócalo de Oaxaca fue el antecedente del levantamiento ciudadano, así
también la inmolación de Oseas, un venerable loco que secretamente
creía ser el dueño del lugar, quien fue incendiado por vándalos cobardes y anónimos mientras dormía en el
jeep que todas las noches le prestaban
para ello, anunció la llegada del horror
inminente. Hoy los escorpías que Lowry alucinó dominan Oaxaca. Todo es
transitorio. Y esta gente cree que sólo
sucedió un asalto del combate. Como la
calma chicha que se respira en el mar.
Sábado 11. Las cosas se destruyen, las cosas se sostienen. Dado que
las costumbres de la tribu no cambian,
asisto a la boda de dos apuestos jóvenes confiados en que el futuro seguirá
igual. Hago votos por su permanencia
pues de pronto comprendo que la normalidad es el antídoto contra la crispación. Si la burbuja financiera mundial
no estalla antes de unos años, si Oaxaca no se colapsa por otra violenta insurrección dentro de algunos meses, si el
gobierno logra ganar pronto su hasta
hoy impune guerra de baja intensidad, entonces esta pareja contará con
tiempo extra para vivir amablemente.
Hasta que ocurra lo que nos ocurre: a
toda la gente le tocan malos tiempos
históricos para contar.
Pero aquí no parecen enterarse,
pues los invitados bailan coreográficamente como si hubieran sido
entrenados para ello en algún lugar. “Es en las mismas bodas donde
aprenden”, según me ilustra mi mujer. Como hace veinte años que yo
no iba a ninguna, mi capacidad dancística resulta ridículamente nula
y no es el momento para ponerme a practicar. Si alguna vez regreso al
mundo quisiera bailar como los dioses, hoy no. Mi cabeza se ocupa de
lo que estoy leyendo, las líneas profundas de la umbría Xashaca, nada
más: Oaxaca: ínsula de rezagos, de Cuauhtémoc Blas López (editorial Siembra), y Oaxaca sitiada, de Diego Enrique Osorno (editorial
Grijalbo). Este último es el libro acerca de todo lo que ha ocurrido, un
tejido narrativo flotante y múltiple, una crónica de meses hecha desde
el sitio al mejor modo literario, pues el periodismo de corresponsal
escrito como está ahí se vuelve un alto género. La veloz, irresistible y
directa prosa de sus páginas da cuenta de una victoria moral, que eso
han sido siempre los levantamientos populares contra los tiranos, así
se cometan excesos y heroísmos como aquí están nítidamente contados. Es reconfortante saber que la historia inmediata de tal modo se
consigna, pues entonces, pase lo que pase, está salvada para la memoria común. ¿Quién recordará en cambio al oscuro Ulises? Y el otro
volumen es un riguroso trabajo analítico que explica y pone en claro,
III
Viernes 10 por la tarde. Me persigue
la sensación de atestiguar el esplendor
de la decadencia: tanta creatividad individual y de grupo, tanto refinamiento espiritual en bastantes como para
considerarlos una masa crítica, germen
de otra forma nueva de pensamiento
humano, tanta belleza física y arquitectónica, aquel exquisit taste que
deslumbra a propios y embauca a extraños, tanto de todo ello en Oaxaca mientras las ancestrales estructuras del mal gobierno gangsteril y
mafioso crujen por todas partes, así conserven su ilegítima capacidad
represiva, y el desencanto y la cólera de las mayorías populares vienen
hirviendo desde hace mucho tiempo en una marmita de barro negro:
luna cáustica de mezcal.
Ese es el problema externo, y quizá interno también, de la triste
Oaxaca, sus escenas arrebatadoras. Meras fachadas detrás de las cuales existe una realidad compleja, corrompida, cuya imagen vislumbró
el escritor inglés D. H. Lawrence cuando hace ochenta años vivió ahí
durante unos meses: “La población de origen español forma como una
capa que se pudre encima de la oscura masa de los salvajes”. Duras
palabras hoy que los gentilicios de los que dominan han cambiado pero
están más podridos que aquellos criollos de antaño, los vallistos, tenderos de prosapia cuyas señoras se juntaban a hacer la costura y criticar al
prójimo una vez por semana.
Estos de ahora son señores istmeños o mixtecos de horca y cuchillo,
enriquecidos hasta la demencia, audaces e inescrupulosos. Señores
oscuros, medianías sangrientas, caciques responsables de la descom-
[ 17 ]
con nombres, estadísticas y apellidos, el corrupto poder político de
décadas que ha llevado a Oaxaca al índice 0.716 de desarrollo humano correspondiente, conforme asienta Lorenzo Meyer en su prólogo al
indeleble libro de Osorno, a las islas de Cabo Verde en el occidente de
África. Sí, no es el mezcal, son los sátrapas de Oaxaca.
la estridencia corporal macha, la pauta sentimental y el pretexto: no
tanto estamos chupando tranquilos sino sobre todo estamos chupando. Y ocurre lo de siempre, llega la animalidad. No es Oaxaca, es el
alcohol. La carretera también hierve, como el caldero oaxaqueño. Detrás queda físicamente el asunto, pero políticamente no. Más bien está
adelante y ejemplifica lo que vendrá. Deseo equivocarme y después
pienso que para qué. Si Dios quiere, dicen por aquí. Vivo al día, como
todos, mirando que el futuro se confunde cada vez más. Cuestión de
resistir lo que venga, pues la aristocracia es espiritual. De reventar de
nuevo Oaxaca, aunque sea moral y escrituralmente, como ahora, yo
también me insurreccionaré.
Domingo 12. Aquí fue el alcohol. O sea, están chupando tranquilos. Por logística arbitraria y propia de la boda nos toca regresar con
unos cuantos borrachos en el camión, que están así desde ayer en la
fiesta. “¡Apláudanme, güeyes!”, les grita el hombre alto y rudo que los
comanda y alebresta en la etílica parte de atrás. El ruido altisonante,
9
[ 18 ]
La escritura del desastre (en Oaxaca)*
Abraham Nahón
Los autodenominados centinelas de la “democracia”, garantes de la
tan afamada “institucionalidad”, no practican lo que predican, sino
al contrario. Con sus actos encubiertos de complicidad, corrupción y
con una política discrecional, que se niega a transparentar todas las
acciones del gobierno así como el uso de los recursos, son los principales responsables de que la desconfianza se arraigue en la sociedad,
provocando que aumente el descrédito de las instituciones vigentes y
sus gobernantes. Esta siniestra situación ejercida impunemente desde
hace años en la entidad, a raíz de la represión del 14 de junio de 2006,
ocasionó que amplios sectores de la población desconocieran al grupo
político que encabezaba el gobierno, el cual, con su ineptitud, generó un
absoluto rechazo por parte de organizaciones sociales, comerciantes,
colonos, indígenas, estudiantes, amas de casa, profesionistas, empleados, agrupaciones civiles, sindicatos, municipios. Durante el conflicto
social, el gobierno fue sumando desatinos, validando el “orden” de desigualdades al defender encarnizadamente las viejas estructuras autoritarias, desairando la posibilidad de instaurar una negociación política
constructiva, para terminar imponiendo medidas violentas de presión
social: infundios mediáticos, violencia policíaca, intimidación a los
activistas sociales, infiltración de grupos porriles como provocadores
para inculpar a los manifestantes, disparos de armas de fuego contra
ciudadanos a través de grupos paramilitares, destrucción de equipos
de radiodifusión, violación flagrante a los derechos humanos, secuestro, tortura, crímenes... También habría que ampliar el ejercicio crítico,
considerando que a pesar del enorme esfuerzo de la gran mayoría, por
mantener en todo momento una insurgencia civil pacífica, acorde a lo
planteado originalmente por los grupos y organizaciones civiles (que
formaron la satanizada APPO), por momentos la dirigencia y el control
fueron rebasados. Algunas personas se radicalizaron, al confrontarse
incluso con transeúntes y ciudadanos comunes, asumiendo las actitudes negativas de un poder que dicen repudiar (en momentos como éste,
debemos recordar la certera frase de Nietzsche: “Cuando combatas un
monstruo, ten cuidado de no convertirte tú también en uno de ellos”).
El emperador quiere huir de sus crímenes
pero la sangre no lo deja solo.
Pesan los muertos en el aire muerto
y él trata (siempre en vano) de ahuyentarlos.
José Emilio Pacheco
S
e abandonó a Oaxaca a su suerte, que sin que haga falta probarlo, siempre ha sido poca. No sólo tuvo que sufrir los embates de
la clase política local, sino también, el desdén y el menosprecio
de la clase política central, al permitir que en el 2006 el problema
creciera exponencialmente, privilegiando intereses privados, dejando
que la entidad se hundiera, o como bien fue señalado, que se pudriera.
Se soslayó su situación, favoreciendo los cálculos políticos y la agenda
nacional dictada por las grandes televisoras. Ante tal desgarradura se
confirmó nuestro aislamiento, evidenciado por la falta de una amplia
solidaridad nacional. ¿Puede un acto mediático o político convocar
a más de un millón de personas a nivel nacional, pero una sociedad
maltratada, en vilo, no merece tal movilización, fortalecida con un
exigente reclamo? Quizá, en el fondo, se sigue la lógica asociada (que
prevalece) a la creación en la plástica oaxaqueña, añorando una ciudad
mítica, mágica, paisajística y decorativa que huye a la detonante imagen de su realidad social, la cual nadie quiere ver por irresuelta, por
fachosa, por tan compleja y antigua. O acaso no logró entenderse que
el conflicto no sólo afectaba a los oaxaqueños, sino que fue una “prueba de hierro” (y balas) operada desde el poder contra la integración de
una amplia organización ciudadana que en cualquier estado del país
pretenda ejercer su derecho a disentir, exigiendo públicamente una
revocación de mandato. Lo que ocurrió en Oaxaca, como una transgresión documentada pero no saldada con justicia, ¿es una prueba de
que podrá ser violada nuevamente cuando la “estabilidad” política lo
“requiera”? O más aún, ¿en estos nuevos escenarios de descomposición política nacional y de endurecimiento de los poderes locales, es
garantía para que los gobernadores violenten los movimientos ciudadanos sin ser juzgados ni condenados? ¿Acaso no consideran que
estas profundas fracturas sociales tardan muchos años en resarcirse,
siendo alarmante cómo el nivel de odio y la división obstaculizan el
desarrollo de la sociedad? Quizá es pedirle peras al olmo, o huajes
a los laureles caídos del zócalo, que sin darnos cuenta, anunciarían
simbólicamente, en su desplome, el destino inmediato de nuestras
instituciones “democráticas”.
El desastre ha escrito una de las páginas más hondas de la historia
oaxaqueña y de su resistencia civil, pero también ha sido atrapado,
capturado por imágenes que en una fracción de segundo nos traen
de golpe todo ese caudal de sensaciones, de vértigo, de temores, de
angustia que se reflejaba en cada rostro, que se respiraba en cada calle, en cada plaza de la ciudad tomada como verbena popular o campo
* Título afortunado para un infortunio. Tomado de la genial obra del escritor francés Maurice
Blanchot, denominada: L’ écriture du désastre.
[ 19 ]
de batalla. Fotografías de lo diverso de la insurgencia, de su proceso
de gestación, de sus actores visibles e “invisibles”, del caos generado,
de sus movilizaciones, rupturas, de la amplia participación social que
implica gritos, voces, manos, palabras de aliento entre tanta agitación
y desasosiego. Escritura de luz de la esperanza, de la búsqueda de justicia plasmada en imágenes tomadas en circunstancias inverosímiles,
que atestiguan la experiencia de desobediencia civil que ha dejado una
impronta que seguramente modificará la historia colectiva y personal
de sus habitantes. Cuánta valentía para atrapar al vuelo ciertas imágenes, para no titubear ni temblar en el preciso instante de plasmar ese
momento único al fragor de la terrible batalla. Qué complejo arte el de
registrar las paradojas del horror y sus víctimas, de tener confianza o fe
en que estos testimonios avivarán las conciencias de las generaciones
presentes y futuras para estar alerta
impidiendo que se repitan esta serie de
ignominias, de anunciadas desgracias.
Para conocer el arduo trabajo de organización que implica una movilización
social de tan profundas magnitudes,
donde el sentimiento de vulnerabilidad acentuado ante el oprobioso régimen hace también emerger los más
nobles propósitos, las más dignas actitudes: solidaridad, igualdad, equidad,
hermandad.
La fotografía de testigos internacionales, nacionales y locales que se ejerció
como profesión, como compromiso
social o como práctica artística, registró la vida cotidiana de una ciudad sitiada, ayudándonos a ampliar los
límites de la realidad que cada uno concibió, multiplicando las miradas
de reconocimiento, al permitirnos estar en varios planos y situaciones
a la vez, pudiendo configurar un enorme rompecabezas que nos ayuda
a unir las múltiples y variadas partes de una sociedad que se debate y
sueña con un mejor futuro. Le confiere la vivencia, el sagaz asombro
a todos aquellos que no experimentaron lo acontecido, otorgando con
fidelidad, el ambiente, la intensidad, las disonancias y la conmoción
existentes en momentos cruciales de la lucha. Gracias al avance tecnológico de la fotografía y al compromiso asumido por ciudadanos y
periodistas, con este testimonio gráfico se pueden refutar las versiones
más oscuras nacidas de los grupos de poder, vociferadas por sus repetidoras mediáticas, recordándonos la importancia que implica escribir
nuestra propia historia (de manera textual, visual y sonoramente); de
la necesidad de armar a mayores sectores de la sociedad de palabras
pero también de conocimientos técnicos y artísticos para registrar,
bajo su propia mirada, los acontecimientos que dan forma a nuestra
memoria, incluyendo las aberraciones nacidas de los abusos y excesos
del poder. Así, aproximándonos a la narrativa que traslucen estas fotografías, va esta breve versión escrita:
Invaden abruptamente la quietud como lo hacen las peores pesadillas,
en esa oscuridad sosegada, minutos antes del resplandor que anuncia
el alba. Fuerzas policíacas irrumpen en el “tradicional” plantón de los
profesores instalado en el centro de la ciudad (tal como harían en el
hotel magisterial y en Radio Plantón), golpeando, cateando, arrojando
granadas de humo, gases lacrimógenos, sin importar que en el suelo
reposaran, aún adormilados, hombres, mujeres y niños. Aproximadamente dos mil elementos asaltan el campamento central, dejando
a su paso una estela de desastre y ruindad. Ciudadanos golpeados,
encañonados o agredidos por el gas lacrimógeno o gas pimienta que
rápidamente se extiende, tornando el ambiente irrespirable, doloroso, picante. Se expande el desconcierto
con la misma celeridad con que la nebulosidad de los gases se asienta en el
corazón de la ciudad, volviendo turbio
el cielo de Oaxaca, plomizo, ante una
atmósfera fantasmagórica y espectral.
Después de la rapiña policial, pueden
verse casas de campaña deshechas,
lonas de plástico arrancadas, trastes y
sillas rotas, zapatos abandonados, cobijas con mantas incendiándose. Precipitadamente se abren algunas escuelas
y casas para resguardar a niños y mujeres, mientras los profesores tratan de
concentrarse nuevamente, buscando
posibles respuestas ante la indignación
provocada por la inexplicable agresión sufrida. Como si una hecatombe o un huracán hubieran arrasado la ciudad, brotan espontáneamente
charlas de consuelo, amistad y solidaridad. Maestros y ciudadanos van
aglutinándose poco a poco alrededor del zócalo, reorganizándose para
reconquistarlo, buscando arrebatarle a toda costa a la policía ese emblemático territorio de la ciudad.
Las manos de los jóvenes hurgan rápidamente en el suelo o en las paredes buscando algún relieve que ceda, un pedazo de cantera flojo, un
proyectil que los ayude a afrontar la violencia y el acoso de las fuerzas
policíacas. Bajo el estruendo de la batalla, todo sirve: trozos de banqueta o alcantarilla, cohetones dirigidos por improvisadas bazucas de
PVC, palos de madera, resorteras, canicas. Se trata de combatir al desorganizado batallón armado de toletes, gases lacrimógenos, agua con
químicos y protegido con escudos, cascos con visera, mascarillas antigás; de resistir el ataque llevando a la práctica la cultura del reciclaje,
cubriéndose con una puerta desvencijada, un señalamiento de tránsito
abollado, un promocional político que anuncia “la ciudad es nuestra” o
un escudo cuarteado confiscado a los preventivos. Intentando también
[ 20 ]
jóvenes: barricadas en las calles principales del campus de CU donde se localiza, camiones estorbando el paso de los caminos aledaños,
llantas, rejas y enormes piedras bloqueando las entradas, trozos de
madera, ladrillos apilados en costales de arena. Organización y valor
para defender un medio que sirvió no sólo para difundir, en tiempo
real, los acontecimientos más relevantes en torno a la revuelta social,
sino que, de manera práctica, proporcionó información sobre el paso
de grupos armados en algunas colonias, sobre personas o automóviles
desconocidos que se desplazaban entre las barricadas o pudo hacer
llamados de emergencia para apoyar algunas zonas donde la sociedad
civil era confrontada o violentada, así como para poder asistir heridos
o, en el peor de los casos, confirmar decesos. La radio también sirvió
para que la población civil se mantuviera enterada, siendo contrapeso
de las campañas de difamación pagadas por el
gobierno local y ejercidas desde radioemisoras privadas, prensa y televisión. Su poder de
convocatoria creció, a pesar de los constantes
acosos e intentos de bloqueo a su señal, generando incluso ciertos excesos en su accidental programación, al permitir que algunos de
sus locutores más febriles vociferaran de vez
en cuando animadversión entre la sociedad,
empleando términos agresivos contra la clase
media y “los ricos” señalándolos como “enemigos del pueblo”, contra “los extranjeros” o
contra los colonos de determinadas zonas de la
ciudad, sin reflexionar ni pensar en los estragos que ocasiona una ideología o doctrina ortodoxa con estas pretensiones cismáticas, que
aluden más a la destrucción que a la construcción de la sociedad. Esta reprobable actitud se
mostró aún más radicalizada en la Radio Ciudadana, que sería la radio clandestina oficial
financiada por el gobierno, desde la cual se
llamaría sin recato ni medida a la discriminación, al odio, al linchamiento y al exterminio
de los líderes y ciudadanos que participaban en el movimiento social,
quedando impunes, hasta la fecha, quienes operaron esta estación virulenta, nefasta y demencial.
que los francotiradores instalados en las azoteas no den en el blanco, haciendo retroceder a los jóvenes combatientes que, cargados de
rabia y resentimiento, confrontan en esta caterva de uniformados, al
autoritarismo, la represión, la marginación a los que el gobierno los
ha sometido por largo tiempo. El enfrentamiento se repite en varias
bocacalles, pudiendo prolongarse por horas, o repetirse por varios
días, sin que se declare un ganador, sin que haya nunca vencedores.
La ciudad se arruina, entre incendios, con heridos en ambos bandos.
Sólo la estructura del poder permanece intacta.
Lo más grotesco y burdo en lo que se puede convertir una ciudad,
es en un búnker custodiado por hombres grisáceos armados, parapetados detrás de una muralla coronada con un
alambre de púas que simbólicamente separa
la legitimidad de un movimiento ciudadano,
de la “legalidad” impuesta y blindada. Parece
ser la única opción política que conoce el viejo
régimen, como parte de su estrategia de “inteligencia policíaca y militar”. Con esta sola
imagen bastaría para atestiguar que no hay
gobierno, ni credibilidad, ni pizca alguna de
inteligencia política. Las palabras y la negociación han sido trocadas por la fuerza policíaca.
En el corazón de la ciudad tan celebrada como
patrimonio de la humanidad, las tanquetas,
los escudos, los cateos y manoseos a las mujeres e intimidaciones a la población civil pasan
a ser también elementos del folclor local. El
zócalo convertido en campamento militar está
restringido para una ciudadanía que siente
indignación e impotencia por tan agresiva imposición. Pero frente a la amenaza de ser detenido, golpeado y/o encarcelado, queda como
único recurso arrojarles flores, ondear frente
al batallón la bandera mexicana, prender veladoras y hacer rezos, o inscribir en la muralla mensajes de escarnio
y de mofa: “nido de putos”. Ante tan paradójico horror, uno no puede
dejar de pensar en otra hipotética imagen, donde quizá, sustituyendo
la anacrónica y absurda efigie de Stalin en plena plaza central, ondee,
como un icono subversivo, el rostro de Marx (Groucho, desde luego),
quien lúcidamente sintetizó, en una frase, lo absurdo de un escenario
como éste: “Inteligencia militar, son dos términos contradictorios”.
Ríos de gente. Un enorme caudal de rostros, voces y manos levantadas
exigiendo la renuncia del gobernador ausente. Desbordante colorido
donde se entremezclan la formalidad de las propuestas con el júbilo
de algunos jóvenes manifestantes que recreaban la protesta social con
frases innovadoras, vitalizándola, dejando atrás las ya conocidas consignas. Movilizaciones que incluyeron a la mayoría de los sectores de
la sociedad, rebasando la inercia de las marchas magisteriales, que si
bien ejercen su derecho a manifestarse por demandas justas, abanderando desde hace mucho tiempo una ardua lucha social frente al
poder, también han servido para acallar en el barullo, las justificadas
Después de la destrucción de Radio Plantón, Radio Universidad es
tomada por estudiantes para convertirla en vocera del movimiento,
ejerciendo su propósito original: un medio alternativo al servicio de
la comunidad. Su papel determinante durante el movimiento social
puede valorarse por las medidas de seguridad adoptadas para tratar
de resguardar la emisora, bajo la vigilancia de un número nutrido de
[ 21 ]
voces que les demandan mayor capacidad autocrítica para asumir su
parte de responsabilidad en la catastrófica situación educativa que padece la entidad. Pero estas mega-marchas polifónicas, conjuntan variados reclamos, gritos de rebeldía e impotencia contra un poder ciego, que
no se rebaja a oír el clamor de un movimiento social. Una mezcolanza
de grupos organizados y de ciudadanos comunes, quienes se sumaron a
la mega-marcha ejerciendo su derecho a disentir, a expresarse, a no resignarse, confrontando una política donde frecuentemente sólo tienen
lugar los grupos de poder con algunos líderes sin que la población sea
realmente considerada o beneficiada. Gritos, sudores, cantos de lucha
que reclaman justicia para una entidad que confirma los vacíos de poder
y las limitaciones de una democracia simulada donde el pueblo no tiene cabida ni decisión, donde el mandatario estatal afirma con cinismo:
“sólo dios quita y pone gobernadores”. Dios,
mientras tanto, calla.
angustia y la desolación, durante frías y extenuantes madrugadas. O
aquellas barricadas, donde puede verse cómo dos o tres personas resisten a la intemperie, acompañados solamente de un pequeño radio
que les advierte del traslado de vehículos sospechosos, manteniéndolos alerta con sus himnos combativos o música “revolucionaria” más
emparentada con décadas pasadas que rememoraban, en una esquina de Oaxaca, batallas civiles contra infamantes dictaduras en Latinoamérica. Convirtiéndose incluso, algunas trincheras, en guarida o
centro de control de los desclasados, los parias, los “nadie”, que eran
chavos banda, niños de la calle o jóvenes desempleados de los suburbios pobres de la ciudad, quienes arrebataron momentáneamente un
poder que siempre les ha sido negado, al mantenerlos excluidos, invisibilizados, encontrando en esta lucha, un lugar protagónico, teniendo la posibilidad de decidir, aunque sea por
unos cuantos días, quién podía pasar o no por
su territorio, por su autoridad autoproclamada, confinada a unas cuantas cuadras.
La diversidad también se manifestó en las barricadas, que conformadas de toda clase de
elementos y artefactos (piedras, troncos, láminas, muebles viejos, ramas, ladrillos, alambres
con clavos, esqueletos de autos, camiones confiscados, llantas incendiándose…), se multiplicaban al caer la noche y se enclavaban en las
arterias principales de la ciudad, en el centro
histórico y en las colonias populares donde pudiera cancelarse el paso de automóviles y transeúntes, declarando la ciudad en estado de sitio, inmóvil, acorralada. Estos bastiones de resistencia, que afectaron durante meses el libre
tránsito por la ciudad, no sólo evidenciaron el
amplio descontento de diversos sectores, sino
que representaron una táctica de lucha para
detener e impedir en los más agudos momentos del conflicto, el paso de las llamadas “caravanas de la muerte”, conformadas por una
hilera de vehículos y motocicletas que transportaba policías, sicarios y grupos paramilitares protegidos con chalecos antibalas, fuertemente armados con pistolas así como rifles R-15,
quienes disparaban a la población, tratando de aterrorizar y reventar
la revuelta popular. Las imágenes son contundentes, registrando también barricadas como lugar de encuentro, como espacio para olvidar
las diferencias sociales tan remarcadas en la vida cotidiana; para que
los vigías, al calor de las llamas, conversaran y entablaran relaciones
afectivas, recibiendo la atención de señoras, ancianas o ciudadanos
comunes que les convidaban atole, café y alimentos, solidarios en la
No ha sido fácil para cada ciudadano digerir
tanto caos. Entender las entrelíneas del lenguaje del desastre, sabiendo a ciencia cierta
qué es lo que pasó realmente en Oaxaca. Tantas escenas, tantos torrentes, tanta levadura.
Se yuxtaponen acontecimientos, circunstancias. Todo se arremolina de repente, en un vértigo de imágenes y sensaciones que han dejado
estragos en los ciudadanos de una entidad que
aún no acaba de escribir su propia historia: Petardos cayendo del cielo. Sublevación popular.
Gobierno en clandestinidad. Autos incendiándose. Radios piratas. Guerra sucia. Manifestaciones masivas. Servidores públicos despachando en residencias particulares y hoteles
de lujo. Rostros ensangrentados, contusiones.
Líderes sociales cuestionables. Kaibiles como
policía. Delincuencia. Desapariciones selectivas. Muertos. Grupos de autodefensa. Personas al margen del conflicto. Fuego cruzado de declaraciones. Foros de consulta ciudadana. Toque de queda. Zozobra. Las Iglesias politizadas. Campanadas, cohetes,
silbatazos. Congreso y Senado maniatados. Temor e incertidumbre.
Exilio de familias adineradas. Carros de supermercado retacados de
piedras. Población civil indignada. Negligencia informativa. Bombas
molotov. Fallecimientos y desfallecimientos. Policía secreta. Cateos.
Despotismo. Colapso económico. Mano dura. Opositores presos o en
clandestinidad…
[ 22 ]
Oaxaca: Imágenes de la batalla
Luis Hernández Navarro
Un recuento a vuelo de pájaro
asambleas como espacios de encuentro, comunicación, información,
análisis, reflexión y toma de acuerdos. Los consejos (de ancianos, caracterizados o principales) como fuente de autoridad y orientación
política. Y las comisiones como mecanismo asociativo para cumplir
tareas específicas.
Durante cinco meses la población insubordinada hizo imposible
que el gobierno local funcionara. Bloqueó el Congreso y el palacio de
gobierno, las secretarías de Finanzas y Economía y el Poder Judicial.
La APPO se encargó de mantener el orden de la ciudad. En varios municipios los pueblos tomaron las alcaldías.
Ante la represión de policías vestidos de civil, de paramilitares y
de pistoleros contra los ciudadanos en lucha, y las caravanas de la
muerte, formadas por convoyes motorizados desde los que se disparaban armas de fuego contra civiles, los barrios respondieron levantando barricadas nocturnas. Su objetivo inicial era garantizar la seguridad de los vecinos, pero con el paso de los días se convirtieron en
espacios de encuentro, educación y discusión política.
Esta primavera de la autoorganización popular en pleno verano se
explica, en parte, como producto de la conjunción de varios factores:
el enorme descontento ante el fraude electoral que hizo gobernador a
Ulises Ruiz. La ruptura en el bloque dominante y los pleitos entre el
mandatario estatal entrante y el saliente. La intolerancia en el trato
del gobierno local hacia los alcaldes nombrados por usos y costumbres no afines al PRI. La destrucción del patrimonio histórico de la
ciudad de Oaxaca para realizar obras públicas innecesarias que justificaran el desvío de recursos públicos hacia la candidatura presidencial de Roberto Madrazo. La cerrazón gubernamental para atender
demandas sociales. La emergencia de los barrios organizados de la
capital y zonas conurbadas con graves problemas de urbanización, y
una cultura asociativa de origen indígena. La cancelación de espacios
democráticos y la intensificación de la represión.
La resistencia popular, entendida como la lucha de los sectores
subalternos para no ser absorbidos por sus dominadores, ha sabido
encontrar trincheras para su desarrollo. Las modalidades de la resistencia indígena han permeado al conjunto de la sociedad oaxaqueña.
Expresión de ello son los centenares de organizaciones de base que
existen en el estado. En pocos lugares de México es posible encontrar
un tejido asociativo tan denso y estructurado como el que existe ahí.
Esa resistencia tuvo que gestar nuevas formas para recrearse en el
contexto de una urbanización caótica y salvaje, como la que han vivido
la ciudad de Oaxaca y sus poblados conurbados. Una urbanización
E
ste 14 de junio se cumplieron dos años del intento de desalojo
del plantón magisterial en Oaxaca. La acción policial ordenada
por el gobernador Ulises Ruiz dio un vuelco a la lucha de los
integrantes de la sección 22 del sindicato magisterial. A partir de ese
momento, una movilización de carácter gremial por la rezonificación
salarial se transformó en lucha política de amplios sectores de la sociedad oaxaqueña para destituir al mandatario estatal.
La protesta oaxaqueña ha sido una de las expresiones de descontento social más radicales y profundas que se han vivido en México en años
recientes. Entre el 14 junio y el 29 de noviembre de 2006 se vivió en la
entidad una severa crisis del modelo de mando, en la que se generaron
formas de autoorganización popular inéditas y se vivieron protestas novedosas.
Tan sólo en junio se efectuaron en la capital cuatro megamarchas
masivas. En un estado con poco más de tres millones de habitantes,
el 2 de junio –según los organizadores– tomaron las calles 150 mil
personas. El día 7 lo hicieron 250 mil, exigiendo, por primera vez, la
renuncia de Ulises Ruiz. El día 16 marcharon 500 mil. El 28 de ese
mes protestaron 800 mil almas.
La golpiza a los maestros el 14 de junio fue repelida. Los policías
tuvieron que replegarse y ceder la plaza ante una multitud enardecida.
Sin embargo, las fuerzas del orden destruyeron Radio Plantón, que
había funcionado como la voz del movimiento. En respuesta, grupos
de universitarios tomaron Radio Universidad y comenzaron a transmitir desde sus instalaciones.
El primero de agosto una comisión de mujeres que buscaban un
espacio para difundir la realidad del movimiento en el canal de la
televisión pública del estado se hizo del control de la estación. Durante
22 días transmitieron una programación alternativa. Sin embargo,
las emisiones se suspendieron cuando un grupo de pistoleros al
servicio del gobernador destruyó a balazos antenas y consolas de
transmisión.
La sociedad oaxaqueña respondió tomando las 14 radiodifusoras
de la entidad para divulgar su verdad. La radio se convirtió en el instrumento que enlazó a los barrios organizados, convocó y movilizó a
la población.
El 20 de junio de 2006 se fundó la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). La naciente agrupación retomó y desarrolló
las formas organizativas presentes en las comunidades del estado: las
[ 23 ]
Igual convicción tiene su subalterna Rosario Villalobos Rueda, subsecretaria de Derechos Humanos del Gobierno del Estado. De acuerdo
con ella, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ( CIDH) y
organizaciones como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos no merecen mucho crédito, porque “actúan presionadas por
las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos”. Quizás por eso la funcionaria defendió semanas atrás a la directora del
Instituto San Felipe, acusada por los padres de un niño de preescolar,
presuntamente violado en la institución educativa, de proteger a los
pederastas.
Por supuesto, este desprecio de las autoridades oaxaqueñas por los
derechos humanos y sus defensores no es exclusivo de quienes están
encargados por ley de su defensa. Más bien, es una “cualidad” compartida por el conjunto de la administración pública, comenzando por el
jefe del ejecutivo estatal.
A la llegada de Ulises Ruiz al gobierno de Oaxaca, los organismos civiles denunciaron que Jaime Mario
Pérez Jiménez, anterior ombudsman,
estaba identificado plenamente con el
gobernador, de quien fue asesor jurídico cuando éste andaba en campaña
electoral. Con su nombramiento, el
gobierno del estado violó una serie de
convenios y tratados internacionales y
pasó por alto acuerdos internos en materia de organismos públicos defensores de derechos humanos. Su función
quedó subordinada a los intereses del gobierno en turno.
No puede extrañar entonces la gran cantidad de informes que
diversos organismos civiles de derechos humanos, tanto nacionales
como extranjeros, han documentando sobre la gravedad de la situación en la entidad.
En la audiencia del Congreso de Estados Unidos sobre la Iniciativa
Mérida cuatro amigos de Brad Will (el documentalista asesinado hace
dos años en la tierra de Benito Juárez) interrumpieron la sesión para
denunciar los abusos perpetrados en Oaxaca contra los luchadores sociales. Varios congresistas retomaron el asunto durante la sesión.
Entre los reportes elaborados a escala internacional destacan el
producido por la Comisión Civil Internacional de Observación por los
Derechos Humanos (CCIODH) luego de su quinta visita, del 16 de diciembre de 2006 al 20 de enero de 2007. También el redactado por
Amnistía Internacional, que luego de una larga investigación culminó
con una misión entre el 31 de julio y el 7 de agosto. Asimismo, dos
informes del Servicio Internacional de Paz, Oaxaca.
La situación es tan grave que la CIDH le ha dedicado tres audiencias especiales, más una visita de su presidente en el mes de agosto
de 2007. Según este organismo, “la situación por la que atraviesa el
estado de Oaxaca obedece a circunstancias y hechos de carácter es-
que devora las tierras comunes, seca los pozos, contamina los mantos
acuíferos, llena de basura los campos, al tiempo que provee de empleos precarios, vivienda cara y servicios deficientes a los expulsados
de las comunidades. Para subsistir, los nuevos indios urbanos trasladaron a la polis su comunalidad, su voluntad de ser colectivo. Es por
ello que la revuelta oaxaqueña tiene en los barrios pobres de la capital
del estado, en sus mujeres y jóvenes, un actor central. La Comuna
oaxaqueña se alimentó e inspiró de la comunalidad indígena.
A finales de octubre y durante noviembre, ante la cercanía del cambio de poderes en el país, se puso en marcha un operativo para desmantelar la insumisión popular de manera violenta. El 26 de octubre
Enrique Rueda Pacheco, secretario general de la sección 22 del magisterio, anunció el regreso a clases de los maestros en huelga. El 27 se
desató un ataque contra las barricadas
en el cual fue asesinado por pistoleros,
entre otros, el camarógrafo estadunidense Brad Will.
El 27 de octubre se trasladó a la ciudad de Oaxaca a la Policía Federal Preventiva (PFP). El 2 de noviembre la población rechazó el intento policiaco por
remover las barricadas que resguardaban la universidad. Sin embargo, el 25
de ese mes la represión se cebó sobre
los ciudadanos en lucha, mientras se
prendía fuego a edificios públicos en
los se encontraba documentación comprometedora para Ulises Ruiz. Felipe
Calderón tomó posesión como presidente de la República con un movimiento a la defensiva por la violencia
en su contra: muertos, desaparecidos, encarcelados, golpeados y más
de 500 órdenes de aprehensión.
A pesar de la política de terror y la persecución contra dirigentes, el
movimiento mantiene una vitalidad sorprendente. Con cierta regularidad, miles de ciudadanos toman las calles y los maestros siguen realizando paros. La represión en Oaxaca ha sido conocida y documentada
en todo el mundo de los derechos humanos. Se ha convertido en un
elemento de desprestigio hacia el gobierno de Felipe Calderón. La APPO
sigue viva y actuando.
Oaxaca y los derechos humanos
Evencio Martínez es un funcionario público muy peculiar. Nacido en
Silacayoapan, distrito de la Mixteca, presume de ser gran conocedor
de los derechos humanos. Sin embargo, el procurador de Justicia de
Oaxaca, ex presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos,
ex director jurídico y de Gobierno y ex subsecretario de Gobierno, no
tiene en muy alta estima a quienes los defienden. Según él, “las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos no tienen moral y no tienen ética. No son imparciales”.
[ 24 ]
En Oaxaca, pues, no se respetan los derechos humanos. Pero esto
no parece preocupar mucho a los poderes de la Unión y a buena parte de los medios de comunicación, que se alarman con las protestas
ciudadanas contra el autoritarismo, pero guardan silencio frente a los
abusos del sátrapa local.
tructural que han afectado derechos fundamentales de la población,
particularmente de los pueblos indígenas, que se manifiestan, especialmente, en la impunidad, la inequidad, la exclusión social y la discriminación racial”.
El último capítulo de esta observación internacional de los derechos humanos en Oaxaca fue protagonizado por la Comisión Internacional de Juristas (CIJ) y la Obra Diacónica Alemana (ODA).
La CIJ es una organización no gubernamental internacional con sede
en Ginebra. Fue creada en 1952. Se dedica a promover la comprensión
y observancia del estado de derecho y la protección de los derechos humanos en todo el mundo. La integran 48 eminentes juristas de diferentes sistemas jurídicos en el mundo. Tiene estatuto consultivo ante el
Consejo Económico y Social de Naciones Unidas, la UNESCO, el Consejo
de Europa y la Organización de la
Unidad Africana.
La ODA fue fundada en 1849
como misión interna de la Iglesia
protestante. Su departamento de
derechos humanos busca asistir a
las víctimas de violaciones de estos
derechos. Goza de estatuto consultivo ante el Consejo Económico y
Social de la ONU.
La Misión de la CIJ/ODA presentó las conclusiones de su trabajo de
investigación en Oaxaca y la ciudad
de México. Su informe advierte haber encontrado un verdadero clima de terror en la población. “Los
abogados de derechos humanos
–dice– insistieron en que no hay un mayor registro de violaciones a
estos derechos porque la gente tiene miedo, más en las afueras que en
el centro de la ciudad capital.”
Dos derechos, entre otros, fueron objeto de preocupación especial de la Misión por su incidencia en la negación de los demás: los
derechos humanos a la justicia y a la seguridad. De acuerdo con su
informe, “la violación del derecho a la justicia se ha traducido en la
impunidad por la violación de los derechos a la vida, la integridad
física y síquica, de la libertad de expresión y opinión; de reunión y
de asociación, tanto por no garantizar su legítimo ejercicio, como por
no sancionar sus trasgresiones, y la violación del derecho humano a
la seguridad ha provocado una situación de precariedad derivada de
atentados, amenazas, uso ilegítimo de la fuerza que deslegitima al poder público encargado de reconocerlo”.
El gobierno de Ulises Ruiz ha justificado su comportamiento esgrimiendo su obligación de proteger la seguridad de los ciudadanos de su
entidad. Sin embargo, de acuerdo con la Misión, “hoy éstos viven con
más inseguridad que en otros periodos de su historia, y ello se debe a
un enfoque autoritario de seguridad, que no asume los dramas de una
parte muy grande de la población del Estado”.
La guerra de las imágenes
Primera imagen: El largo y delgado cuerpo yace sobre el frío asfalto de
una calle en el municipio Santa Lucía del Camino, Oaxaca. En el torso
desnudo un hilo de sangre muestra las heridas mortales, provocadas
por dos balas calibre nueve milímetros. Asida a su muñeca se encuentra una cámara de video HD profesional. Con ella grabó su muerte. Su
nombre es Bradley Will y nació en Estados Unidos. Tenía 36 años. Era periodista
de la red alternativa Indymedia.
Brad Will fue asesinado el 27 de octubre de 2006. Filmaba el ataque de
pistoleros al servicio de Ulises Ruiz en
contra de las barricadas levantadas en
la colonia Calicanto. Un regidor, el jefe
de seguridad de la alcaldía y dos policías
disparaban a los opositores al gobernador del estado. También lo hicieron
contra Brad, que documentó la agresión,
siempre detrás de un grupo de jóvenes.
No se expuso, pero los pistoleros lo tenían en la mira. Cayó abatido a balazos.
El 29 de octubre, en plena ofensiva policial contra el movimiento popular, entre
gases lacrimógenos y gendarmes golpeando ciudadanos que resistían
la represión con sus cuerpos, centenares de oaxaqueños humildes visitaron su féretro para rendirle un último homenaje. Mujeres llorando
y rezando besaron el ataúd para agradecerle su compromiso y honestidad, y darle la despedida. El recuerdo de Brad quedará vivo en la
memoria de una de las más grandes revueltas en la historia contemporánea de México.
Segunda imagen: Dos rateros son atados a un palo con las manos amarradas. La multitud los golpea para hacerse justicia a propia
mano. Aprovechando la ausencia de fuerza pública, los ladronzuelos
cometían pequeños hurtos en la ciudad de Oaxaca que provocaron la
ira popular.
Tercera imagen: De hinojos, con la bandera nacional en alto, con
su sangre como ofrenda, un ciudadano se coloca frente a los vehículos
de la Policía Federal Preventiva (PFP) para tratar de evitar su paso.
No es el único. No lejos de allí, decenas de oaxaqueños se tiran al piso
para formar una alfombra humana que evite el avance de las tanquetas que lanzan chorros de agua a presión.
Es 29 de octubre de 2006. En las calles de la Oaxaca son mujeres,
niños, jóvenes, ancianos quienes se enfrentan de manera no violenta
[ 25 ]
Clic, clic, clic. Las cámaras se disparan y las fotografías dan la vuelta al mundo. Aparecieron en la prensa escrita y la televisión, fueron
comentadas por la radio. Son parte de la guerra de las imágenes en
Oaxaca. Unas, sirvieron para documentar el carácter represivo del gobierno de Ulises Ruiz. Otras, para mostrar la naturaleza caótica, vandálica y violenta del movimiento popular.
Desde su nacimiento la revuelta oaxaqueña fue rica en la producción de imágenes. Decenas de carteles dijeron su palabra en los muros
de la ciudad. Decenas de videos relataron la desobediencia civil. Miles
de fotografías hicieron la crónica visual del movimiento.
Doscientas fotos de esta guerra de imágenes están presentes en
este libro. Son parte de la hegemonía semántica que un movimiento
social profundamente original elaboró. Son resultado del trabajo y
del compromiso de artistas y comunicadores de muchos países. Son
el retrato vivo de uno de los más grandes desafíos al poder que se
han vivido en el México contemporáneo. Son un testimonio fundamental para comprender un trozo de la historia contemporánea de
México.
a los gendarmes federales. En pequeñas cartulinas escriben: váyanse,
no son bienvenidos. Son miles de personas las que usan su cuerpo
como única arma para resistir la agresión policial. Han convertido el
miedo en rabia, la humillación en dignidad.
En tres barricadas la tensión sube de tono. Hay quienes arrojan palos y piedras. Unos pocos quieren aventar molotovs. Otros más lanzan
cohetones. Grupos de jóvenes y pobres urbanos desean enfrentarse con
los uniformados. Desde Radio Universidad, voz del movimiento contra
Ulises Ruiz, los locutores insisten una y otra vez en afrontar de manera
pacífica la incursión de los gendarmes federales. Paciencia, calma, inteligencia, recomiendan. No caer en provocaciones, insisten.
El ofrecimiento gubernamental de un operativo de disuasión limpio
y sin contacto se esfuma desde los primeros momentos. Son palabras.
La policía arroja gases lacrimógenos, blande los toletes, dispara armas
de fuego, catea domicilios particulares, detiene ciudadanos, agrede a
periodistas y confisca su material gráfico. Su consigna es avanzar con
todo, tomar edificios públicos, borrar las huellas que den testimonio
de sus tropelías, hacer sentir su fuerza.
15
[ 26 ]
Signos secretos de la fotografía en movimiento y sueño
Fernando Matamoros Ponce
Experiencia y memoria en lucha contra el olvido
la barbarie de la civilización mortífera. Este es el arte del fotógrafo que
arriesgó su vida, nos ofrece la posibilidad de recrear las leyendas de la
resistencia de los héroes. El artista fija imágenes de lo humano, pálidas
en medio de sombras, listas para que la palabra se murmure con poesía,
para invocar los oráculos, para un nuevo encantamiento del mundo.
Del otro lado del espejo, en México y el mundo los discursos neoliberales se vanaglorian de su victoria, muestran a través de millones de
imágenes su proyecto de vida. Bajo el discurso de la seguridad, refuerzan sus campos de batalla. Avanzan con explosiones de gases diversos;
destrucciones de barricadas y de centros de lucha; acotamiento de chozas campesinas y casas en las ciudades, bajo el pretexto de lucha contra
el narcotráfico organizan la guerra de baja intensidad, penetran en las
zonas indígenas, hay muertos todos los días.
Esta lógica, después de la derrota de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) en 2006, para borrar las huellas los medios de
comunicación al servicio del Capital gritan a todo México que la violencia callejera está bajo control de los servicios de seguridad nacional,
hemos aumentado el número de militares en el país, los entrenamos
para una lucha sin cuartel ni final, los venceremos. Con este discurso
de Guerra justa, los turistas y lógicas de mercancía pueden circular,
pasearse sin riesgo alguno. El crimen organizado está en el ojo vigilante
del big brother del poder, todos pueden volver a las guelaguetzas y comer chapulines; bailar en el burdel oaxaqueño; tomar mezcales en los
table dances, frente al cerro del Fortín. Finalmente, con la seguridad de
la violencia, crean la distancia entre la sociedad real y sus preocupaciones cotidianas de alimentos y espiritualidad: “no se preocupen, nosotros los protegeremos, sigan consumiendo en el mercado de la vergüenza, la miseria y los pordioseros; organizamos el ejército para combatir
las fuerzas del mal, los terroristas y narcotraficantes, confundidos sin
razón con muchos luchadores sociales”. Todos los horrores del totalitarismo se dibujan en las imágenes dominantes de la televisión. Al igual
que el siglo pasado, son descritos y presentados como borrachos y huevones, por eso mal-nutridos; por que no han entrado a su civilización;
porque no se modernizaron; porque son mal educados en las lógicas de
consumo.
L
as representaciones fotográficas que se presentan en este libro
articulan, en su manifestación, las convicciones significativas
de la fundación de origen, la fragilidad del cuerpo humano
lleno de esperanzas, frente a las técnicas de destrucción organizadas
desde el poder del dinero. Ellas son una acumulación de experiencias,
un lugar de memoria que explica en su interior, dialécticamente, el presente del “encabronamiento” del ¡Ya Basta! No queremos más dolor,
tanta hipocresía y mentira en medio de explotación, miseria y muerte
anunciada.
Las imágenes son también una lucha constante contra el silencio, la
palabra que se vuelve imagen de memoria contra el entierro organizado
por la autoridad que, a pesar de sus gritos victoriosos, fue golpeada y
minada en su interior por los deseos de paz y justicia de la sociedad
mexicana. Como toda representación y sentido humano, la fuerza de
la palabra que atraviesa la imagen en estas fotografías es una dialéctica
de entusiasmo y miedo, nos recuerdan que aún existimos, que somos
carne y hueso, pero también espíritu reflexionando el pasado en el presente que busca nuevos caminos para evitar la aniquilación humana.
En efecto, aun con los borrones de las paredes y cuentas nuevas, aun
con la Policía Federal Preventiva (PFP), ejército disfrazado de vigilante
del orden civil, a pesar del silencio folclorizado y mercantilizado de los
medios de comunicación silenciadores y la vergüenza, la memoria se
despliega melancólicamente, escribimos, paradójicamente, para evitar
que se borre la belleza esperanzadora de la muerte. Por lo tanto, las
fotografías contenidas en estas páginas no son nostalgia sino un lugar
de memoria de experiencia cotidiana, son una lucha constante contra el
olvido. Ellas contienen razones de existir, la belleza de lo humano como
lucha. No deben ser vistas como la catástrofe sucedida en medio del
caos social sin solución, sin perspectiva, pues son la rabia de saber que
los celebrantes viven a diario la pobreza, miseria y vergüenza con las
sonrisas del poder, que vuelven a pasearse impunemente en las calles
de la Vieja Antequera.
Entonces, las imágenes son la experiencia acumulada, aún escuchamos los gritos en las manifestaciones, rechazando a los rambos-policías: fuera de Oaxaca, llévense al gobernador Ulises Ruiz, no lo queremos. También, las fotografías pueden ser los muertos que pronuncian
una historia de palabras, viviendo en la memoria comunicable, pensar
que es posible, en medio de la destrucción de la esperanza humana, que
el minúsculo espectro del cuerpo de lo humano pueda vivir en medio de
Violencia como exterminador
Sin embargo, ni siquiera las armas pudieron acallar la contundencia de
estas fotografías, las cuales son la prueba de que el arte se corresponde
a la sociedad, que la belleza del deseo de justicia se refleja en el
[ 27 ]
frimiento! Cuántas comisiones necesitamos para resolver los lazos genocidiarios de la sociedad del mercado, es decir, millones de muertos
de la historia colonial y neocolonial, de las guerras de globalización y
mundialización de la ideología del mercado.
Entonces, ¿qué pasó en México, ejemplo de la democracia y libertad neoliberal latinoamericana? ¿Dónde pasaron las celebraciones del
pasado, las risas y esperanzas de la APPO? ¿Qué pasó en las elecciones,
dónde se fueron las mujeres del pueblo que tomaron y organizaron
la televisión oaxaqueña, las señoras del mercado que organizaban las
comidas en las barricadas, hoy acusadas de peligros sociales, muchas
perseguidas políticas y otras más en exilio fuera del país? Estas fotografías, son el testimonio del silencio institucional y la pobreza de una
experiencia. Puesta bajo resguardo militar en los archivos históricos
del saber, como el genocidio o etnocidio de los indios de América, tan discutido en los anacronismos de muchos
historiadores, quizás mañana resurja
del pasado para acallar y legitimar
nuevas formas de dominación. Pero, a
la vez, son la prudencia y reflexión de
millones de sentimientos que se callan
por el miedo a la represión. Se cuidan,
producen nuevas representaciones de
Vírgenes de Barricadas y Santos Niños APPO, piden a los cielos volver a
vivir. En efecto, desde la barbarie civilizatoria, recomienzan y reconstruyen desde el miedo y la nada del poder las posibilidades de la proximidad
del pasado. Estas fotografías, desde
las miradas de los actores del dolor y vergüenza, permiten escuchar
las palabras, gritos de rabia y dolor, sentimientos ligados a deseos de
transformación.
Para nosotros, el placer de las imágenes no sólo es la oscuridad del
mundo, sentimos en nuestros cuerpos los sueños que iluminan en los
relámpagos del pasado. Como los paisajes del saber, no solamente son
imágenes inmóviles; son como los pájaros, nos cantan, nos acarician
en el movimiento de sus alas y viento, nos dan el placer del romance,
pensar más allá de la condena y el destino del poder. Las imágenes no
sólo son el sufrimiento, víctima del horror, sino el constante dolor de
la memoria movilizada para abrir los posibles del mañana: la esperanza que la palabra vuelva a corporizarse en justicia-sujeto-actor.
espejo de la imagen de las nuevas formas de violencia de este siglo
XXI. Las sombras que rodean las imágenes son distancias entre los
sueños; las miradas son ventanas que aclaran y reencienden la llama
de la esperanza. Estas obras fotográficas no sólo son instantes de
violencia captado por el lente de la cámara, sino el esfuerzo de salvar
el patrimonio cultural, las sonrisas en medio del dolor de la lucha
contra la pobreza, entendida ésta como espiritualidad nacida de la
experiencia del deseo y la aspiración de la humanidad.
En efecto, durante el movimiento y organización de la APPO, hubo
muertos. Según las imágenes de la televisión todo era parte entramada de dirigentes mal honestos, de manipulaciones de líderes corruptos (maestros sobre todo), sin-vergüenzas y sin memoria (para ellos,
seguramente los indios), que dejarían de existir con la fuerza de las
imágenes militares, guardianes del
mercado y del folclor. Y así fue. Según
la Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos,
además de presos y desparecidos políticos, la represión del 25 de noviembre del 2006, como conclusión de los
discursos políticos y noticias televisivas durante los momentos más fuertes
de lucha, dio un total de 23 personas
identificadas como muertas; los servicios de Justicia del Estado reconocen
11 muertos y la Comisión Nacional
de Derechos Humanos mencionó 20
personas acribilladas por la violencia
del orden establecido. Para ellos poco
importa, o mucho importa, así fuera
un solo muerto, pues su legitimidad política se fragiliza. En cualquier
país del Primer mundo, un muerto hubiera desenrollado un sinnúmero de manifestaciones y discusiones para encontrar a los responsables
de tales crímenes. En México, institucionalmente poco o nada se hizo.
Solamente un pequeño número de manifestantes seguía gritando en
lo privado o en las colectividades del trabajo. Resultado, Ulises Ruiz
sigue como gobernador y la lista de muertos crece. Todos tienen miedo de salir de sus casas, todos corrieron a sus madrigueras para pensar, para volver a crear con los sueños la poesía de lo posible, para que
el perpetuo escalofrío de la nada no destruya las posibilidades de nacimiento de otra sociedad, para que la violencia no haga más distante
la reconstrucción del sueño.
Como ecos del pasado inmediato, como el placer del sueño que nos
aleja de la realidad y sus dolores, estas fotografías son los vapores
invisibles que forman las nubes de la vida para lo nuevo, se renuevan,
trabajan para volver a creer y crear nuevos movimientos. Mientras
cientos de miles gritaban, muchos políticos se dedicaban a pedir el
voto popular para las elecciones presidenciales del 2006; y el pueblo,
bien gracias, mañana por la mañana esperaremos el veredicto de las
comisiones de justicia. ¡Qué esperanza! ¡Qué tristeza! ¡Qué dolor y su-
Magia de la máquina fotográfica
Es la violencia la que se encuentra en el centro de las miradas de los
hombres. Unos corriendo hacia la cámara fotográfica para esconderse,
huir de las balas del ejército; otros (muchas veces niños), dignamente,
como colosos ante el poder, afrontan con barras de metal y piedras las
sofisticadas armas antimotines de los servicios de seguridad nacio-
[ 28 ]
nal. Paradójicamente, miran la cámara y la desafían, quieren evitar
la inmovilidad de su esperanza y sus sueños. Las lágrimas resecas de
los muertos, los cuerpos de los vivos alrededor de las imágenes de
esperanza, se vuelven significaciones de muchas palabras luchando
en el movimiento. Como suspiros, frente a las barreras impuestas por
la barbarie, las imágenes de esperanza de este libro se vuelven educativamente argumento político, una lección más del sentido de la
libertad caminando por los caminos condicionados por la violencia y
los posibles. A pesar de toda la ferocidad de la bestia de la barbarie,
como tantos hombres en la historia de nuestras historias, cuentos y leyendas, construyen los bordes negros de las cosas. Dejan atravesar la
luz del mediodía, para, en cualquier instante, retirarse sin ruido hacia
el misterio de la plenitud de la esperanza y la utopía.
En medio de la desesperanza, las fotografías que se acompañan en el comunicado de este libro se vuelven modelos
de invención de espacios reprimidos,
ellas contienen la fuerza de ver en movimiento lo que vieron, sacan del fondo
de los muros de la vergüenza la luz del
sol y del fuego, los gritos de rabia contra
la violencia organizada del capital y sus
gobernantes. Resaltan en la comunicación el rechazo a las terapias de guerra
que anestesian a la sociedad. Ponen de
relieve las consecuencias de los medios
de comunicación que anunciaban lo
previsible, la represión y la muerte. En
efecto, aunque este libro es un modelo
reducido de las múltiples manifestaciones organizacionales de los pueblos de Oaxaca, es una prueba más
de pasajes dispersos en la unidad ante los discursos totalizadores que
hacen un mundo moderno de guerra y destrucción. Podríamos decir
que sus imágenes articulan diversas figuras sociales de un suelo en movimiento, son la expresión geográfica y espiritual de muchos sentimientos, de muchas esperanzas en el tiempo del poder y sus balas.
Condicionadas por los lugares de memoria y las reglas militares
impuestas por los datos discursivos del poder, las imágenes de este
libro no sólo son expresión de enojo en la lucha y la muerte, sino también lugar de invención de nuevos espacios, pues los que existían han
sido constreñidos por el poder. De facto, todos los días tenemos que
inventar cómo sobrevivir en el mundo de la vergüenza. Así, en la lenta,
pero urgente preparación de este libro, en la lucidez y acción del fotógrafo que detiene la realidad en su caja mágica en medio del horror de
la ciudad limpiada por los militares, en la selección y organización
de las fotos, en la escritura del desastre, del que mira el pasado en
el presente, en el apoyo financiero para volver hablar de la catástrofe,
siguen existiendo signos a posteriori de lo realizado en la administración del poder, pero también por la lucidez de la acción para escrutar
nuevos caminos de liberación y posibilidad contra la muerte anuncia-
da. Como en los velorios rodeando al muerto, como los hombres y mujeres corriendo de la agresión militar, en las fotografías presentadas
resurgen nuevamente, alrededor de las velas alumbrando las sombras de la noche y muerte, los gritos del pasado en el presente, vuelven
a mirarse los presagios incubados en las lágrimas de libertad.
Imperceptibles hasta ahora, invisibles en medio del poder, estos
mensajes fotográficos muestran lo que quedó inconcluso, roto por el
poder, la esperanza de cambiar de gobernantes y asesinos del poder.
Sin embargo, paradójicamente, se despliegan, como un dios en las alturas que visualiza el espíritu alegrando las calles de Oaxaca, imaginando otro mundo y otros gobernantes, se alejó de la ciudad, huyó a
las montañas, hacia las cuevas, hacia los cielos. Se fue con sus muertos, deja que la bestia crea que su triunfo violento fue total, absoluto y
totalitario en futuro anterior. Muchos
creíamos, pensábamos que los gritos
en las calles podían ser escuchados por
las “instituciones democráticas”, pero
el 25 de noviembre de 2006 los muros se volvieron a vaciar de sentido,
solamente quedan piedras sobre un
suelo vacío y paredes repintadas, los
hombres y mujeres se fueron en exilio,
abandonaron la ciudad.
En medio de la violencia:
palabras sin habitación
Esta situación de vaciamiento de lo
social es peligrosa y anormal, pues el
lenguaje y sus sujetos se vuelven a separar, crean un vacío entre la palabra social y los que renuncian a
habitarla. La enfermedad social se manifiesta en la ruptura del pasado
que desarrolla sus consecuencias de violencia y censura. Podríamos
decir que la administración de la catástrofe, mediada por la palabra,
que existía en búsqueda de socialización, se fue; todos se fueron al
exilio para salvar la memoria. La cultura de la vida deja lugar a la
administración de la violencia y su razón, los cientos de miles de hombres y mujeres vuelven a caminar en medio de las ruinas del mercado
y las ideologías sin comunicación. Todo se vuelve leyenda, los héroes
que actuaban en las barricadas volvieron a sus tumbas, acompañados
de nuevos asesinados, las balas y representaciones del poder silencian
sus gritos. En efecto, con los medios de comunicación que esconden
la vida marginal mediante spots y mercado de la cultura vaciada del
sentido humano, la distancia se aumenta entre los muros de la Oaxaca
folclorizada y el espíritu que la habita en silencio.
Aunque los colectivos, sindicatos, universidades y ONGs tienen
miedo a la represión, se visten de silencio y movilizan el creer. Atrás
de la decoración del escenario colorido del folclor de la repetición
y dogma del mercado turístico y concursos del dinero, existe un inmenso trabajo social, persiste contra la persistencia de los poderes
[ 29 ]
muchas horizontalidades del hacer en acción. ¿Cómo era posible que
los desarraigados, indios, pobres y mal nutridos desempleados, los
descalificados sindicatos y otros más de los márgenes de la periferia
habitaran las calles de una ciudad deificada por el dinero y el mercado de la cultura? ¿Cómo era posible que otros tantos desarraigados,
fuera del poder sin legitimidad pudieran decidir las riendas de la sociedad y del Estado? Para nosotros, como lo mencionamos en otro
texto de comunicación,1 el lenguaje manifiesto en las calles de Oaxaca
implicaba una constelación de lo múltiple de las identidades, luchando contra la identificación del poder. Y la cultura oaxaqueña, ligada
al trabajo concreto, una bomba de oxígeno, un manantial de palabras
de historia y memoria de los vencidos. En realidad, un grito que venía
de las profundidades del interior, una articulación de gestos que desmitificaban iconográficamente el mercado de la cultura y sus sujetos. Aunque mediados por las contradicciones,
los signos de reconocimiento de la
dinámica desatada por la APPO fue la
voluntad de construir espacialmente
otro mundo, sus iniciativas inauguraron nuevas credibilidades expresadas
hacia el exterior.
Para dejar de ser deseos, subjetividades solitarias del silencio impuesto,
las referencias históricas se volvían
iniciativas de viajes utópicos. Desde luego, es posible que el sentido de
iniciativa de este libro sea sólo el raciocinio al interior de los artistas que
captaron las imágenes en sus cámaras, un deseo de-escribir el desastre anunciado, para comunicar los imaginarios y deseos como rechazo
del mundo de la guerra; que para el exterior y el poder del mercado
no signifiquen nada, sino nostalgia de un pasado reciente, no significa
que su existencia no haya desplegado invenciones en medio de un mar
de fragilidades, muchas veces incapaces de cambiar el mundo con piedras y botellas de gasolina. Sin embargo, las invenciones, la magia de
los artistas es justamente que, sin reconocimientos, se mueven, crean,
producen nuevas líneas posibles. Como tantos profetas en la historia,
captan las constelaciones de lo humano y sus luchas. Los lenguajes solitarios son reales, el poder del arte es imaginar las construcciones de
resistencias y rebeldías contra lo autorizado. Pero, para que existan,
necesitan la comunicación, razón de su existencia, elaboración lenta,
pero segura de los dibujos y líneas de demarcación del mundo donde
vivimos y el unir-verso-naturaleza que deseamos: lo nuevo emerge en
el lento trabajo del Creer como elaboración comunal, otra posibilidad
que las metralletas y cañones: el diálogo como alteridad, como reconocimiento de la lucha de los otros.
que oyen, pero se niegan a escuchar. Los artistas que no renuncian
a vivir en el silencio de la insignificancia, vuelven a dar sentido a lo
escondido en la marginalización de la significación del movimiento y
la trascendencia. El rechazo en las miradas de los actores del desastre,
manifiesto en estas fotografías, en los rostros escondidos bajo máscaras antigás, pasamontañas y paliacates, puede convencernos de que
nuestros miedos estaban legitimados. Sus imágenes son la expresión
de cada vez más violencia. No porque queramos hacer la teoría de la
violencia apologética, como si ella tuviera todas las razones de existir,
sino, por el contrario, reconocer en ella un movimiento de la paz a
largo alcance, imposible de eliminar ya que la dialéctica al interior de
ella es la violencia engendrando violencia, razón de los deseos de paz y
justicia. Para descubrir en nuestro interior el miedo acumulado, basta
mirar el pasado en el presente de estas
fotografías. Detrás del escenario político y sus discursos, no sólo leíamos
las oraciones de las nuevas catedrales
del poder (medios de comunicación)
como espanto de la vida, sino también
las huellas de lo humano gritando en
barricada. Como antecedente, sus gritos de esperanza tenían la violencia
organizada de la ley.
Hoy, al recorrer las carreteras de
las montañas silenciosas, arrulladas
con las luces de las estrellas y las luciérnagas, notamos que la violencia
desatada nació de una rebelión contra
las instituciones del silencio. Su negación es la lucha contra el vaciado de los signos de memoria e historia y
sus significaciones, aquello soñado y actuado en el pasado inmediato y
mediato del presente, las exigencias de la conciencia donde se buscan
las formas de vida colectiva, la lucha y experiencia contra la pobreza.
Su espíritu es el eco del No a lo enfermo, defendían y defienden otro
país, otra vida y por lo tanto la política como posibilidad de recrear la
Polis de otra manera que la violencia del poder y sus instituciones.
Así, con todo el dolor que podamos sentir al mirar las fotografías
que acompañan este libro, seguimos creyendo en el sentido social y
comunicativo de los dibujos en estas imágenes. Sus líneas, bosquejos
muchas veces invisibles, ya que no habitadas en las cosas-imágenes
del poder, traducen una constelación llena de referencias, son los
planes y planos de la esperanza, imágenes que se dispersaron en
los cuatro puntos cardinales del universo.
Constelación y sentido
Desde que aparecieron los múltiples lenguajes de la APPO, las buenas conciencias dudaban de la verdad de su existencia. Para otros,
su existencia era la fragilidad, pues no tenía un solo eje de lucha, sino
1 “Oaxaca en la constelación de la violencia y la cultura” en Luna Zeta, Revista de creación, análisis
y reflexión, Oaxaca, Oax. noviembre 2006-febrero 2007. pp. 29-33
[ 30 ]
Faltan, pues, los signos de reconocimiento social y los acuerdos
tácitos sobre las condiciones de posibilidad; para que el espacio de resistencia abierto con la experiencia de lucha constituya su desarrollo
y expansión. En este sentido, las constelaciones oaxaqueñas, inscritas
en las imágenes artísticas de las fotografías, organizan iniciativas de
movimiento, geografías para viajes sin permiso, nuevas posibilidades,
nuevos caminos de credibilidad expresados en la rabia del instante del
fuego y la sangre. Frente a la prohibición de lo nuevo, las imágenes e
invenciones se mueven en la espesura de la historia del lenguaje humano, lo que fue posible de la palabra con sujetos, las significaciones
sociales que dejaron de serlo para el exterior, pues se escondieron en
el florecer del Ser deseado: el pasado en el presente del Ser siendo
futuro-anterior manifiesto.
Así hablan las imágenes de este libro, contienen en el fondo los comienzos de la sorpresa en la violencia autorizada. No solamente son testimonios
de lo sucedido en el momento de la
interrupción represiva, sino que declaran nuevamente y popularmente:
“vámonos a la chingada antes que nos
privaticen con la violencia”. Los desacuerdos se han repartido diferentemente y estratégicamente frente a la
autoridad, sin los cuales no es posible
vivir. Las convicciones acumuladas en
estas fotografías se manifiestan en las
miradas de lo que no se ha respetado
jamás: el deseo y el sueño de otra sociedad buscan un escondite atrás de la
vergüenza, el dinero. Aun con el peso de la realidad, sus representaciones cambian discretamente los planos y geografías para caminar
otros pasajes que la violencia impuesta y rechazada en los esfuerzos de
la comunidad. Hoy, aquí y ahora, nuevamente, desde las madrigueras
de la soledad, miles de hombres y mujeres buscan las posibilidades de
lo que nunca rechazaron, las significaciones sociales para afrontar el
dolor. Se aprovechan desplazamientos en las adhesiones artísticas de
lo nuevo, se reorganizan posibilidades de soberanías recibidas por las
constelaciones de referencias de nuestros muertos, presos y desaparecidos políticos.
Como lo muestra el desarrollo de diversos movimientos de liberación, frente al poder que impide el movimiento del pensamiento,
que encierra, fractura, mata al Otro, estas fotografías son una multiplicidad de puertas y ventanas. Entreabiertas, permiten entrar ciertas
referencias de lucha para comunicar los signos de sentido del pasado
sociocultural de las experiencias del creer como posibilidades de colectividad. Estas fotografías indican la conjugación entre la experiencia real del dolor y las posibilidades existentes, recrean los espacios
de las palabras y reflexiones de acción. Las imágenes unidas con las
palabras son experiencia de sujetos, permiten visualizar los paisajes
de las sombras del sufrimiento, junto a la luz de los ritos antiguos de
la palabra. Nos autorizan pensar otra manera de Ser para salir del encerramiento, refrendar el pacto de lo humano con la naturaleza para
luchar contra la pobreza. La rabia expresada diariamente en los ecos
de los mexicanos se liga a la valentía, es otro esfuerzo de la poesía
articulada al combate, pasar de lo imposible a lo posible implicando a
las palabras y al sentido de lo humano.
Signos secretos en la fotografía
Aunque aprendemos a querer a la muerte tan cercana, en medio
de velas describiendo la paz y el deseo de vida, la evitamos, pues
está implicada en las pasiones de más
bajos instintos: el dinero que compra
todas las putas de la tierra, la vergüenza y fragilidad de lo humano.
Así, desgraciadamente, entre amor y
odio, hemos aprendido a considerar
a la muerte como parte de la vida. En
efecto, constantemente intuimos en el
murmullo de las palabras e imágenes
que la muerte puede ganar otra batalla. Ahí está en un réquiem, esperando
otra víctima de la vida. Y, sin embargo,
como la historia de la lucha contra la
muerte, las representaciones pueden
también establecer una relación, un
intercambio de la palabra en eco del
“escucha”. En un diálogo con los otros,
estas imágenes son puentes de comunicación, posibilidad de romper
armónicamente el silencio de los dioses mitificados en las autoridades
del poder de la violencia.
Así las imágenes y palabras de este libro son el conjunto de signos
de la muerte que acarician los cuerpos, volviéndolos palabra y comunicación. No solamente cuentan la pérdida de las palabras y la impotencia de creer en sociedad, en medio de la derrota de otra batalla. Son
también el reflejo de las acciones que quieren cambiar de sociedad,
mostrar la verdad implicada en la sociedad y la sociedad que quiere
una verdad, pues no existe sociedad sin una verdad y la verdad sin una
sociedad no es sino falsedad impuesta. En otras palabras, la sociedad
sin verdad es una tiranía, es el totalitarismo de la verdad transformada en hipocresía.
Aunque las imágenes de este libro resaltan el déficit del creer y el
querer, ya que aplastados por la PFP, son también, al mismo tiempo,
fusión de la ausencia y presencia de poder hacerlo. Como el rito más
antiguo del hombre, la magia de la imagen en movimiento se casa con
la palabra. Aunque podrían ser ficción en el objeto de la fotografía inmóvil, son también espejos de la historia y memoria, un regreso, una
[ 31 ]
vuelta al pasado del deseo y bienestar de las luces esperanzadoras que
las hicieron existir. Siguen iluminando pasajes y otros caminos para la
paz del por-venir.
En otras palabras, y con las huellas que se despliegan en las irregularidades del horizonte de las luchas, estas imágenes que presentamos
exigen justicia. Son, como en otras desgracias de la vida, los dibujos de
las víctimas que no aceptan el silencio, exigen la verdad de los sellos
humanos. Aunque imperceptibles en las marcas del Capital, ya que en-
tramos a la globalización y mundialización del mercado, se distinguen
del modelo de mercancía fabricada en serie, son páginas ardientes de la
historia de fuego y sangre derramada en la progresión del silencio institucional. Son los distanciamientos de la realidad de las armas y del conocimiento repetitivo y banal de la fantasmagoría de lo cotidiano. Nos
ayudan a reconstruir un sueño, encienden una vela para el misterio
del futuro; poder miramos nueva y negativamente frente a la muerte,
en el espejo del recuerdo de los muertos y su memoria.
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[ 32 ]
21
[ 33 ]
[ 34 ]
A Criminal Record 1486-2006
Jorge Pech Casanova
to govern places where they had no real roots, Mayoral took his nomination
to mean that he had been bestowed limitless power. He squandered public
money on agricultural equipment for his farm on the Isthmus of Tehuantepec,
bankrupted coffee producers with enormous taxes, and contracted an inept
foreigner to build a highway connecting two towns on opposite sides of the
state, Huajuapan and Pinotepa Nacional for 12 million pesos (when the
exchange rate was 8.65 pesos per dollar). The road was never finished.
In 1952 Governor Mayoral tried to change the state’s fiscal laws. Members
of the Chamber of Commerce convened a meeting to show him fundamental
flaws in the proposed legislation, but he never showed up. Shopkeepers then
staged a protest in front of the Government Palace. Under Mayoral Heredia’s
orders the protestors were fired upon and two died. Masses flocked to the
victims’ burials. Students from the Institute for Science and Art, Instituto de
Ciencias y Artes (ICA), joined the protests and the large funeral. The governor
tried to frighten away mourners by deploying a violent battalion stationed
in Miahuatlán whose cruelties and lack of compassion had earned them the
nickname Los Cuerudos or “The Leathermen”.
Protests increased despite the government’s threats. Mayoral fired his
favoured group of advisors and even withdrew his project on fiscal reform in
an attempt to resolve the conflict. He sent groups of mediators to discuss the
problem with the Secretary of the Interior, Ernesto Uruchurtu. He brought
federal storm troops to Oaxaca in an attempt to scare the protestors. None
of his plans worked. On the twenty-third of July, 1952, the Secretary of the
Interior made it known that Manuel Mayoral Heredia was no longer part of the
government as he had resigned. One week later, Manuel Cabrera Carrasquedo
became governor.
A criminal is pleased when amongst their own kind. As they seek to share their
guilt with those around them they no longer need a judge and thus wish to remove
judges and all Good from the world, giving way to Nothingness. That is why they
feel free and without contradiction when they are amongst their peers.
Otto Weininger
Disasters
N
umerous disasters have hit Oaxaca since the Spanish snatched
control of it from the Aztecs in the sixteenth century. Oaxaca has
had more than its fair share of catastrophes, the worst of which have
been earthquakes and wars. Oaxacans fought fiercely for and against various
reforms, the French intervention and Juarism but certain earthquakes caused
more panic than any battle.
On 9 March 1845 the first Dominican sanctuary in the city, the convent
of San Pablo and its temple, were destroyed. Ground-cracking vapors were
so hot during the tremor of 11 May, 1870 that people saw two suns and in
certain areas couldn’t touch the ground without burning their feet. Seismic
activity was so intense on 27 April 1872 that the cupola of the Consolación
church fell in.
There were many earthquakes during the nearly 40 years in which the
dictator Porfirio Díaz rose to power and held the country under his sway.
Five tremors then devastated the region between 9 February and 8 October,
1928. Oaxacans were just starting to recover from this series of natural
disasters when on 14 January 1931, they were struck by the most devastating
earthquake in their history. Many houses collapsed and public buildings such
as the Government Palace were severely damaged. The aftershocks inspired
such terror in the survivors that they ended up sleeping in the streets and
parks so as to not be caught unawares by any further tremors. As a result
there was hunger and epidemics broke out. Real estate agents swooped in like
vultures from the Mexican capital to take advantage of the many people who
lost their houses, buying up land and property for a fraction of its real value.
The city started to recover some of its former tranquility during the
beginning of the 20th Century but social conflicts continued to arise, shaking
the citizens of Oaxaca. After various governors were put in and subsequently
forced out of power during the ups and downs of the Mexican Revolution,
Oaxaca entered the political immobility of the post-revolutionary regime. In
1947 the peace was broken by Governor Edmundo Sánchez Cano, a military
man who earnt the animosity of businessmen and university students by
attempting to impose decrees and taxes on them. Resistance to these changes
was so fierce that President Miguel Alemán forced Sánchez Cano to resign.
Eduardo Vasconcelos became interim governor in 1947 and fulfilled his
term in office enviably. In 1950 he was succeeded by Manuel Mayoral Heredia.
The new governor was born in Tlacolula but had left his native city and state
when he was very young. It didn’t take long for Mayoral to reveal his appetite
for a life of luxury funded by the state. Like other men sent by the presidency
The Hard Hand of a Weak Man
Oaxaca was relativley quiet from 1952 to 1975. Governors came and went
without any major conflicts although none solved any of the deep rooted
problems within the social system. A select elite was favoured economically
and most people were confined to misery, illiteracy, and backwardness.
In 1974 Manuel Zárate Aquino became governor. He was a teacher with
no knowledge of how to rule. He became a politician after co-founding the
National Union for Workers in Education, Sindicato Nacional de Trabajadores
de la Educación (SNTE). It was assumed that as an “intelectual”, Zarate would
lead a balanced administration. However, as soon as he became governor, he
formed an alliance with the Oaxacan oligarchy. He tried to fulfill his term in
office without resolving any of the problems that had arisen since 1970. His
government, with the support of business organizations, then repressed the
first student, peasant and worker protests since 1968.
Shortly after Zárate came to power, a strong socialist front formed in
Juchitán that took control of the region. It was the Worker, Peasant, and
Student Coalition of the Isthmus, Coalición Obrero Campesina Estudiantil
del Istmo (COCEI). The leaders of the COCEI that had taken control of the
[ 35 ]
landowners; the caciques Ventura Serrano, Jesús Torres and Mario Casimiro
alone had 100 well-armed hired thugs to repress the indigenous people.
When the governor was questioned by journalists about the deaths in San
Juan Lalana, his answer was shocking: “It’s all the same to me; eighty or a
hundred deaths... This is like a football match; If we lose, I don’t care if it’s
one zero or five zero.”
In the city of Oaxaca, the local ruling class’ stubbornness aggravated the
tense atmosphere. Rich shopkeepers, businessmen, landowners and the PRI
united to form the intolerant Civic Merger of Productive Organizations of
Oaxaca, Fusión Civica de Organizaciones Productivas de Oaxaca (FUCOPO),
which quickly made its name known to the city and state. They called a general
strike from 28 February to 1 March.
The FUCOPO, using its threat of a strike, demanded that the university accept
Doctor Tenorio Sandoval as rector. Governor Zárate Aquino’s orders for the
arrest of the members of the Democratic University Movement, Movimiento
Democrático Universitario (MDU), led by Rector Martínez Soriano were also to
be enforced. With these demands the Oaxacan oligarchy planned to “ensure
stability and combat subversion”.
The Mexican Congress sent a group of legislators to investigate the situation
in Oaxaca. The commission was still in Oaxaca on 2 March when police fired
on a student and worker protest which left 2 dead and 18 wounded. The next
day the army occupied the city, deploying tanks and a force that looked as if it
were invading an enemy country.
On 3 March Zárate Aquino, whose harshness paled next to the terror
of the federal forces, requested six months leave. He never returned to rule
Oaxaca and General Eliseo Jiménez Ruiz replaced him. Jiménez Ruiz hunted
down leaders of the MDU, which continued to oppose the government. The
two rectors of the university were forced to resign that same day, leaving the
position to ex-governor Fernando Gómez Sandoval. Tenorio Sandoval took
up his cushy job again in the PRI and Martínez Soriano was first jailed in 1978.
From 1990 to 1998, he was sent back to prison accused of attempted sedition
and acts of terrorism against the newspaper La Jornada in an episode in which
two guards were killed.
municipal government of Juchitán, fought the Institutional Revolutionary
Party, Partido Revolucionario Institucional (PRI) and the large estate owners
that controlled the Isthmus of Tehuantepec region. Thirty years later, between
2000 and 2006, the PRI’s corrupting influence and the relentless interference
of governors José Murat and Ulises Ruiz, have sadly turned the COCEI into
just another instrument for the legitimation of abuse, authoritarianism, and
robbery by the state.
Gradually, conflicts generated by the university rector Guillermo García
Manzano also destroyed the fragile peace. His administration was noted for
its disregard for unions and internal democracy. In December 1975, students
protested and called a university strike. Governor Zárate Aquino was forced
to fire García Manzano and named Celestino Gómez Soto in his place. Gómez
Soto was yet another academic incapable of producing the democracy
demanded by the students and staff.
In June 1976, Gómez Soto was forced to resign. After he stepped down,
two groups tried to seize power. The candidate Manuel de Jesús Ortega was
backed by the government. The other, Marco Antonio Niño de Rivera, was
supported by three associations with powerful links to the Trotskyist Workers’
Revolutionary Party: the Oaxacan Student Federation, Federación Estudiantil
Oaxaqueña (FEO); the Oaxacan Student Worker Coalition, Coalición Obrero
Estudiantil Oaxacaña (COEA); and the People’s Legal Association of Oaxaca,
Bufete Popular Oaxacaño (BPO).
Neither side gave way and the subsequent tussle for power produced two
rectors of the university, each claiming to be the official one. The series of
protests and confrontations that ensued only ended when the Secretary of
Public Education, Victor Bravo Ahuja, who had previously governed Oaxaca,
forced both to resign.
The non-conformist Doctor Felipe Martínez Soriano became rector in the
following elections. Governor Zárate Aquino then tried to replace him with
Doctor Horacio Tenorio Sandoval. This led to numerous student protests and
intimidation by the authorities throughout 1976.
In 1977 problems caused by Zárate Aquino’s bad decisions had fatal
consequences. In Juchitán the judicial police detained, tortured and jailed 37
students on 21 February. Those held came from the technological university, a
high school and two local farming schools. In prison they were refused medical
care. Hours later the state police and municipal forces fired upon unarmed
family members who had come to the jail to demand the release of their
children. The shots wounded six people. The next day, three thousand people
protested in front of the jail. The crowd was made up of parents, students,
peasants and workers from various communities. The police responded by
firing sub-machine guns and M-1 rifles into the multitude. Two children were
killed, 30 people were wounded and 20 “disappeared”. The bodies of three
of the disappeared were found days later. There were signs of torture and
mutilation, and all three had been killed by a shot to the head.
The next month in the Chinanteco town of San Juan Lalana, various peasants were jailed over agricultural conflicts with landowners and their private security. When family members and friends of the prisoners organized a protest
on 19 March in front of the municipal prison, the landowners’ gunmen, aided by
state police, shot at the protestors killing 29 peasants and wounding 15.
Proceso, a local newspaper reporting the slaughter, pointed out that less
than a year earlier, on the eleventh of April, 1976, the Chinanteca-ZapotecaMixe de la Esperanza Federation, the Chinanteca del Valle Nacional Federation,
and the Mazateca de Huautla Federation, had filed serious complaints before
President Luis Echeverría and Secretary of the Interior Mario Moya. They
had denounced murders, the illegal posession of lands, the repressive politics
of Zárate Aquino, Jorge Tamayo and Víctor Bravo Ahuja and the arming of
Oaxacan Coup at Christmas
According to Juan Carlos Cruz Rosas, Eliseo Jiménez Ruiz became governor
with orders to “use his authority to silence the conflict with a hard hand”.
Jiménez Ruiz was chosen for his prominent role in the dirty war against the
uprising of Lucio Cabañas in Guerrero. After a series of unsuccessful attacks
and futile actions against the civilian population attempting to uncover the
whereabouts of the rebel Cabañas, Jiménez Ruiz was finally able to find and
capture Cabañas after kidnapping four young women. He threatened to rape
and kill them if their families refused to cooperate with the army. The terrified
relatives led soldiers to the guerilla’s hiding place. They then laid siege to it,
capturing and murdering Cabañas.
Jiménez Ruiz then ruthlessly engaged the Oaxacan movement in a dirty
war. Following in the footsteps of Díaz Ordaz and Echeverría Álvarez, the
new governor organized detentions, forced entries, illegal searches, tortures,
kidnappings, and assasinations. To exterminate the clandestine Oaxacan
rebels, the general brought in the White Brigade, Brigada Blanca (BB), from
Mexico City. The brigade, led by Miguel Nassar Haro and Adolfo Ferrer
Lutzow, carried out assasinations, kidnappings, and torture in Mexico City
between 1968 and 1973. In Oaxaca they assasinated, offended, kidnapped,
and abducted people. In cold blood they executed guerrillas and murdered
innocent people accused of helping the dissidents.
[ 36 ]
In his memoirs of the MDU, Martínez Soriano claims that from 14 to 24
December, the White Brigade and the army destroyed the bastions of student
rebellion. After jailing and abducting almost 300 people, the army simulated
a “mock war” in which 25,000 soldiers were deployed to the state capital. This
operation left various bruised journalists, 20 wounded civilians and 2 dead.
In turn the guerrilla movement Movement of the People, Unión del
Pueblo (UP), burnt down four important stores in the historic center with
six incendiary bombs. The centre and subsequently the whole city was then
surrounded by the military and police.
There are few books or witness accounts of the Oaxacan revolt of 1974
to 1978. The reports that do exist all retell the story of a time when the local
government (little does it matter who was in power) chose to be vengeful and
implacable against the people of Oaxaca. Oaxacans, who had previously freed
themselves of the worst governors, were an enemy that could only be subdued
through terror.
palace bowing to the governor. Seeing the crowd agitated, the governor
wisely ordered the police to avoid a clash and limit themselves to holding the
protestors back. The teachers left, cursing the authorities.
Teachers belonging to the syndicate SNTE and their sympathizers (bilingual
teachers, parents and teachers from other states), publicly declared the
leadership of Section 22 of the SNTE null and void on 13 May. In addition,
they demanded increases in salary and the dismissal of civil servants who had
caused the delays in pay and benefits.
In their attempt to appease the movement, the Secretary of Public
Education (SEP) dismissed the section leader Hernán Morales Medina and
replaced him with Dante Delgado Ranauro, a man who was later to become the
PRI governor of Veracruz and many years after would found the Convergence
for Democracy Party, Convergencia por la Democracia (CD).
On 15 May, Teachers’ Day, 20,000 teachers marched through the streets
of Oaxaca in a strike which had one main demand: “A decent wage for a
decent job.”
On 29 May, tired of waiting for
an answer from state authorities,
10,000 teachers from Oaxaca began
a sit-in in the nation’s capital. They
were joined by others from Puebla
and Chiapas. Martínez Martín, the
union leader, was forced to reckon
with the masses of protestors whose
demands he had until then tried to
ignore or distort. A representative of
the SEP, Solana Morales, also agreed
to negotiate with the protestors via
a special commission. The politician
took care not to officially bind himself
into enforcing any agreement. He
simply made sure that the leaders
of the movement would believe
his promises and demobilize the
thousands of teachers whose very
presence in front of the SEP building signaled to all of Mexico how grave the
situation was.
The promises of a salary increase, however, were not fulfilled. Consequently
contingents of teachers marched to Mexico City. On 9 June protests in front
of the union headquarters and the SEP forced the authorities to take up
negotiations once again. In total, more than 60,000 teachers joined the rally
in the country’s capital. After tension, threats, discussions and the deployment
of an intimidating police force, the teachers received the salary increase they
had asked for and returned to Oaxaca, their communities and their classes.
This model of social protest, in Oaxaca in 1980, allowed the people a rare
chance to defy the authoritarian rule.
The Teachers’ Uprising in 1980
In 1980, Oaxaca was still governed
by General Eliseo Jiménez Ruiz, but
his iron grip had softened due to the
upcoming change in government. The
eighties were years in which President
José López Portillo incited Mexicans
to “administrar la abundancia”, effectively reap the rewards of a booming economy, but the bonanza never
reached Oaxaca. For primary school
teachers, the economic situation got
worse as leaders of the powerful National Teachers’ Union, Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), engaged the Secretary
of Industry in a protracted conflict.
Carlos Jonguitud Barrios, leader of
the Vanguardia Revolucionario (Revolutionary Vanguard), tried to take control of the union. To prove how worthy he was of the post, he went up against
the Secretary of Public Education, Fernando Solana Morales, an aspiring presidential candidate. This conflict caused a delay in the payment of salaries.
Fernando Maldonado Robles, recently elected state secretary for the
PRI, convened the traditional May Day parade in 1980. Maldonado walked
proudly in front of the teachers marching to the zócalo in Oaxaca, where he
was to lead the cheers and thank the other groups of state employees. As they
approached the heart of the city, he grew worried; instead of cheering the
governor, the teachers cried out, demanding pay raises and blaming union
and party leaders, both of which Maldonado represented, for poor living
standards. Shortly before the zócalo, there was an unexpected change in the
parade. The group of leaders at the front turned down the street behind the
cathedral which is called El Sagrario, abandoning the rest of the group which
continued to the Alameda de León adjoining the Zocálo.
The teachers were not bothered when their leader, Maldonado, deserted
the march. They continued past the cathedral and the statue of General
Antonio de León to the Government Palace. The bored police barrier guarding
the building was soon forced to face the protestors. An exchange of threats
and insults followed between police and teachers. The latter became incensed
further when they saw Maldonado and his companions on a balcony of the
Legalized Crime
On 25 September 1996 members of the army, police and armed militias kidnapped and jailed more than 100 inhabitants of San Agustín Loxicha, Oaxaca,
under the orders of Governor Diódoro Carrasco Altamirano. The peasants
were accused of belonging to the Popular Revolutionary Army, Ejército Popular Revolucionario (EPR), a guerrilla movement that had declared its presence
in August 1996 in communities within the coastal and Mixtec regions of Oaxaca. The government of Oaxaca issued a total of 250 arrest warrants against
[ 37 ]
Windshield Murder
residents of the Loxicha community, on charges that ranged from assault to
terrorist conspiracy. A number of these indigenous people were legally kidnapped and held for a prolonged period which showed no signs of ending.
Carrasco Altamirano left to become federal Secretary of the Interior and
his position was filled by José Murat Casab. Although the governor changed,
things throughout the state remained the same. Several meters from the governor’s office, Loxichan’s women continued to demand the liberation of their
men from the new leader. These women spent their days in the colonnade under the palace weaving plastic purses, baskets and other handicrafts they then
sold to passersby in order to make ends meet. Their children lived a homeless
life alongside them. The little ones played, ate and begged, or did odd jobs
while the men of Loxicha remained in prison, accused of unproven crimes.
The Union of Towns Against the Repression and Militarization of the
Loxicha Region, Unión de Pueblos Contra la Represión y Militarización de
la Región Loxicha (UPCRMRL) denounced the charges. The real reason the
peasants had been kidnapped and jailed by the Oaxacan authorities was for
opposing the local cacique Lucio Vásquez, municipal president of San Agustín
Loxicha. They were also members of the popular municipal council that broke
up in 1996 following the mass arrests. Their only crime was to have defended
their lands, agricultural production and communities against the plundering
abuse of Vásquez and his gunmen. Neither the violence nor the assassinations
carried out under his orders prevented the peasants from demanding their
rights but the aggressively carried out arrests put a halt to their claims.
In 2001 the internet journal of the UPCRMRL, Todisna, claimed that the
raids by the Ejercito Popular Revolucionario, following the arrests in 1996,
were actually a plot conceived and carried out by Carrasco Altamirano’s
regime to eliminate the popular peasant movement in Oaxaca and militarize
the Sierra Sur mountain range. Whether or not the conspiracy existed is
debatable, but the militarization of the Loxicha region was real and so was the
persecution and exile of many of its inhabitants. Donaciana Antonio Almaraz
and Estela García Ramírez, members of the UPCRMRL, reported that not only
had the women who protested outside the Government Palace lost their
homes and their land, but were also threatened with death if they returned to
their communities. After being freed, many of the arrested “terrorists” could
not return to their communities as they risked being hurt or murdered by
Vásquez himself or his gunmen.
Murat Casab’s regime issued a Law of Amnesty in December 2000 which
caused more indignation amongst the Loxichans. Donaciana Antonio and
Estela García claimed that the principal beneficiaries of the amnesty were the
gunmen that had terrorized, wounded or killed those who had not conformed
with Municipal President Vásquez’s regime.
Harassed by reporters who demanded to know all the details of the unlikely
attack that he suffered on March 18, 2004, Oaxacan governor José Murat
Casab repeatedly uttered a phrase that makes him the most laughable villain
in Mexico: “I only saw the windshield fall on me”.
Murat Casab could never identify his supposed attackers. In June that
year, the Federal Attorney General, Procuraduría General de la República
(PGR), concluded that the only casualties of the shootout had been the “life
of the windshield” and Murat’s tenuous reputation. The PGR also said that his
own bodyguards were to blame. It was the last year in power for a governor
who counted beating barmen, locals and police during a fight in a Warsaw bar
among his youth exploits. Only the Russian army had been able to subdue
him then. Years later he was to be the inept man in charge of security for Luis
Donaldo Colosio, a presidential candidate assassinated during a meeting.
Murat was ridiculed all over Mexico for the next year. Unfortunately the
PGR could not arrest him for that. Nevertheless his political power did not
wane. After Murat fixed the internal elections of the PRI in 2002, giving the
party’s presidency to Roberto Madrazo, he prepared to impose his elected
successor in Oaxaca. The plot to make his man governor was helped by the
timely death of the aspiring PRI candidate, Senator Aquiles López Sosa, who
Murat did not like, in a car accident. The road to power was thus cleared for
Ulises Ruiz Ortiz.
Ulises Ruiz became governor of Oaxaca in 2004 in one of the dirtiest electoral campaigns of recent times. The PRI and Murat’s government used all kinds
of illegal means to put Ruiz Ortiz in power. Members of the PRI were instructed
to impose a government on Oaxaca that would support (i.e. illicitly finance)
Roberto Madrazo for President in 2006. This objective created a strong feeling
of transition within the government administration. It was no secret that most
of Ruiz Ortiz’s staff saw their posts as merely a waystage to better jobs in the
federal administration once Madrazo became president. Not even Governor
Ruiz Ortiz expected to be in office in Oaxaca for more than two years.
The effect of such a poor attitude within the governing body was soon felt.
The economy weakened as Ruiz Ortiz’s administration decided to invest as little money possible on public spending. Despite the fact that the state of Oaxaca depends on government funds for its subsistence, Ulises Ruíz’s administration reduced the cash flow further. Under the pretext of turning tourism
and culture into the motors of development driving the Oaxacan economy,
Ruiz Ortiz and his civil servants suspended government spending which on
the whole had allowed people in the city and other urban areas in the region
to survive. Then in 2005, without prior consultation, Ulises’ administration
began a series of expensive and elaborate projects. The budget for these works
still remains a secret. In political circles this was tacitly acknowledged as way
of securing funds for Madrazo’s imminent presidential campaign.
Without industry, businesses, or financial activities able to support most
people, the majority subsist on US dollars sent home by the approximately
600,000 Oaxacans abroad. In Oaxaca city a countless number of businesses
in all shapes and sizes support the community. A solid cash flow however,
depends mainly on the largest buyer and employer in the market, the state.
Only hotels, restaurants and luxury services with their exorbitant prices reap
the benefits of tourism whilst still receiving shameless or covert subsidies
from the local government. Tourism has placed Oaxaca and its cities among
the most expensive places to live although salaries remain among the lowest
in the nation.
Although according to official sources Oaxaca was enjoying a period
of development, the decrease of capital in circulation began to affect the
population. The projects Ulises Ruiz’s regime regarded as important were
Unspeakable Violence
On the last day of May 2001, the slaughter in Agua Fría overshadowed all
previous criminal acts in Oaxaca; 26 peasants from Santiago Xochiltepec
were ambushed and shot. In the most suspiciously fast court case of recent
times, 15 indigenous people from Santo Domingo Teojomulco were charged,
declared guilty and jailed.
The entire town of Teojomulco set up camp in the zócalo of Oaxacan to
demand the liberation of their neighbors. The government let the outraged
town live outside in the heart of the city for almost a year. The authorities
never looked for the real killers of the 26 woodcutters. They even held 12
year old children in jail. Three years after the massacre, the accused were set
free. The authorities cited a lack of evidence. None of the widows received
the aid promised by the government, and no one, except for the innocent
Teojomulcos, was ever punished for the crime.
[ 38 ]
ect were present. Carlos Melgoza Castillo and David Pineda, the government
supervisors and the municipal president Jesús Ángel Díaz Ortega were also
there. After awhile, government secretary Jorge Franco Vargas arrived.
For two hours members of the project tried unsuccessfully to defend it.
They claimed the plan was designed to “recover the sacred space of the plaza
of the cathedral”. The session broke down when Alcántara explained that his
project would take years of work and added that “we hadn’t thought that what
had happened would have happened”.
Cries of condemnation and mockery turned the session into an inevitable
round of recriminations. The organizers could do nothing but recognize
their negligence, carelessness and the lack of consensus and transparency
in the project.
The state secretary, Jorge Franco, then disdainfully ordered silence. In a
tone of authority he stated that the project would neither be modified nor held
up by any protests. The crowd that had stayed until then noisily walked out
shouting “Fascist!” loudly as they went.
The project members ran and hid behind the screen that had projected
their plans. There they awaited a squad of armed riot police which formed a
human corridor to “rescue” them. The group protesting, largely made up of
artists and intellectuals, were incapable of producing any amount of violence
that could justify such a large police invasion of a cultural space.
Nobody could imagine back then that it was to be the first of many occasions on which Jorge Franco would make a speech to a crowd of unarmed
citizens whilst surrounded by riot police.
started in 2005. These works included widening the road through El Fortín
to four lanes and remodeling the zócalo, Plaza de la Danza, Juárez-El Llano
Avenue and the Seven Regions Fountain. Investing in these schemes did not
help create jobs for the Oaxacans with greatest needs; it merely benefited the
owners of large construction companies who were hired without even fulfilling
the minimum requirements to take the contracts. General protests about how
unnecessary and arbitrary the projects were went unheeded.
Usurping Power
During this period, the Oaxacan government shamelessly showed their support for Roberto Madrazo’s presidential campaign. One of the most poignant
examples of this was a radio spot broadcast repeatedly in which the voice of
the PRI candidate could be heard offering Ulises Ruiz the keys to Los Pinos, the
official residence of the Mexican president. When it became clear that public
funds had been used to support the PRI campaign, popular opposition to the
arbitrariness of the administration grew. A second intense media campaign
then preached the “national” achievements of the Oaxacan administration.
In 2005, as part an official plan to increase tourism, two showings of the
poorly named “Guelaguetza” were scheduled for the last two Mondays in July
replacing the single traditional event. The idea was to increase the number of
shows to four and commercialize replicas of the event throughout the rest of
the country.
During the Guelaguetza in 2005 the government took control of the
newspaper Noticias by force. The daily had been the most outspoken opponent
of the regime. It had fallen foul of José Murat’s regime in 2003 and had later
supported Gabino Cue, an ex-PRI member, in his campaign for governor.
Ulises Ruiz’s regime took the facilities as punishment for Noticias’ rebellion.
Cue and his supporters had previously foiled Murat’s attempt to implicate
them in the “terrorist attack” of March 18, 2004 but as soon as Ruiz became
governor, he issued orders for their arrest.
Teachers’ Strike
Towards the end of 2005, discontent caused by the incompetence and
corruption of Froylán Cruz Toledo, director of the State Institution for Public
Education in Oaxaca, Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca
(IEEPO), was such that he was replaced by Emilio Mendoza Kaplan. The change
in leadership didn’t appease the teachers’ discontent and they continued to
demand an increase in salary.
In 2006 Ulises Ruiz’s government was so absorbed by Madrazo’s presidential campaign that every other issue was pushed aside. The financial crisis
got worse as electoral propaganda and publicity praising the achievements of
Ruiz Ortiz increased. A group of dissident teachers, the National Coordination
of Teachers, Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE),
warned the state government numerous times that their demands needed to
be met. In April, negotiations over these demands intensified, carrying on
into the middle of May without results.
On 22 May, tens of thousands of school teachers led by Enrique Rueda
Pacheco, marched in protest to the Zócalo, just as they have done every
year since 1980 without once having their demands met. Ruiz Ortiz and his
officials were warned not to aggravate the movement by trying to disperse the
protests. Although they believed the teachers would end their strike at the end
of May, “as per usual”, this time they did not.
In Oaxaca, the annual teachers’ protest in May embodies the disorder and
fickleness of the feuding political groups within the PRI. Every year Oaxaca, a
city which barely manages to retain the title of World Heritage Site awarded
to it by the UNESCO in 1987, sees its centre become an enormous camp site.
During his term in power José Murat took advantage of the teachers’
protest, strategically using the warring unionists as shock troops, especially
in the “Juarist” battles, in his campaign against Vicente Fox’s government
and Congress.
Firewood of living Trees
Oaxaca’s zócalo was a beautiful area resulting from years of work and the spirit
of its users, the citizens of Oaxaca. Author Eliot Weinberger, after enjoying
the shade of the enormous Indian laurels in the square wrote: “dreaming of
sitting in Oaxaca’s zócalo is not the same as imagining an escape from the
world or being a castaway on a tropical island. It is to imagine an existence,
if only for an instant, in the heart of the world, to be completely in the world,
but without distractions.”
In April 2005, the governor of Oaxaca decided that this magnificent plaza
needed to be remodeled. The authorities assured the public that the green
paving stones had deteriorated. By the middle of the month workers had
made the area look like a bomb site. The old slabs lay in disarray, countless
ditches were torn into the ground and getting across the area was dangerous.
Public discontent on seeing the zócalo in ruins intensified on 18 April when
an enormous laurel fell onto the facade of what used to be the Government
Palace. An indignant group of citizens denounced the fact that the excavations
had indiscriminately ripped up the area exposing the roots of the 70 laurels
that decorate and give oxygen to the square. To calm things down, officials
arranged an information session in the Casa de la Ciudad on 20 April.
Around 300 people turned up at the appointed time. The session began
very late and the atmosphere was tense. Architect David Alcántara, biologist
Alejándro de Ávila, and the painter Luis Zárate, commissioned for the proj-
[ 39 ]
Feuding Friends
dency. It only tore itself away for a moment to try and end the strike using the
threat and “formal demand” made by 300 municipal presidents belonging to
the PRI that all the teachers be fired.
In the second week of June, the striking teachers threatened to block the
cuadruple Guelaguetza that Ulises Ruiz had prepared as the culminating
celebration of his regime. They also refused to follow the governor’s orders and
return to class.
In the middle of the night on 14 June two thousand police assisted by a
helicopter stormed the teacher’s camp using tear grenades. Many residents
alien to the conflict were also victim of the gas. Women and children in the
camp were injured by the grenades. It did not matter that they were unarmed.
Nevertheless the strikers beat back their aggressors and the teachers’ movement won popular support.
Radio Plantón, the protestor’s radio station, was destroyed but Radio Universidad was taken over by students and became the voice of the movement.
For the first time, a long range transmitter was used to broadcast the reality
of the conflict.
The teachers’ protest became a popular movement. Barricades sprung
up on many streets throughout Oaxaca and in front of certain strategically
important places suchas radio stations and the state television station. They
were a defense against the so-called “death squadrons”, made up of police and
gunmen, that roamed the city at night shooting anything that moved.
Governor Ulises Ruiz and his administration went underground. Ruiz
Ortiz fled the Oaxacan capital for three months. The rest of the year was
characterized by grief and terror until an enormous paramilitary squadron
was sent in by the Mexican President to place Ulises Ruiz back on his bloody
throne. 25 November, 2006, was the most tragic day for democracy and
law in Oaxaca. Unfortunately there has been no end to the heinous crimes
committed against the people of Oaxaca. Despite the plethora of protests,
reflected in the inscriptions on walls during the conflict, the authorities still
don’t see the “Mené, mené, thecel, phares”, biblically warning the tyrants of
the proximity of their end.
On 9 May 2006 the State Attorney Lizbeth Caña Cadeza, reported that the
seventh penal judge had ordered the arrest of the State Transport Coordinator
Aurora López Acevedo, previously Secretary for Transport in Murat’s regime.
She was accused of accepting bribes and falsifying the governor’s signature
in order to hand out over 3,500 “collective taxi” licenses. López Acevedo’s
management was questioned from the start as she was simultaneously the
owner of over 600 urban buses in Oaxaca city and state director of the National Transport Association, Asociación Nacional de Transportistas (ANT).
Three former civil servants were charged as López Acevedo’s accomplices.
The first was Eduardo Alberto Franco, nephew of Senator Jorge Franco Jiménez and cousin of the Secretary General Jorge Franco Vargas. The second
was Horacio Sainz Castro, husband of Murat Casab’s former secretary and
later director of social communication in the PRI council in Oaxaca, Salomé
Martínez. The last was Heliodoro Díaz, vice-president of the Permanent Commission of the Federal Congress, Comisión Permanente del Congreso de la
Unión (CPCU). The latter denied any part in the scandal and even any connection to López Acevedo, who remains on the run although she was acquitted by
a Oaxacan court in 2008.
The incident created yet another point of conflict within the already fraught
PRI elite. It poisoned the relations between Ulises Ruiz and José Murat, and
signalled the beginning of a confrontation between their political groups. The
police pursuit of one of Murat’s closest supporters, even one accused of diverting public funds and arming intimidatory groups to favour the election
of Ruiz Ortiz, implied that the new governor wanted his predecessor off the
scene and with him any claim to a share of the booty.
First Assault
The teachers’ protests increased in intensity and audacity over the beginning
of June. The state carried on its campaign to support Roberto Madrazo’s presi-
23
[ 40 ]
Journey to Oaxaca
Fernando Solana Olivares
I
Verde Antequera (the nickname given to Oaxaca for its profusion of green
stone). Here things will always be the same. Whoever said that this was over
is lying or was wrong, which is the same thing.
Just like the sad towns that celebrate many festivals to hide their poverty,
Oaxaca too disguises itself. It hides behind its impressive buildings and
constructions such as the enormous theater dominating its historic center. This
exquisite jem, one of the great philanthropic acts of Francisco Toledo, has set off
the impulse to recuperate extraordinary architecture. A mutual friend proposed
that I get together with Toledo. Years ago we had a falling out which we never
actually resolved. However, like the popular phrase says, time cures all. When
was it that Toledo’s cook from Juchitan put a stewed, bloody cow head in front
of us? When did he ask her to give me the tongue to which I responded that they
give him the eye? When did we drink bottle after bottle of mezcal, get drunk and
fight? I saw him grow into a battle of wills that thanks to the Virgen de la Soledad,
my Creole protector, I resisted until the end. One day I will talk about it.
Sometime I will find the time to do this and give this great man a hug for
all that he suffered then. Regardless of the past, he still maintains his balanced political views and did the right thing in founding an amnesty association for all the political prisoners of the recent insurrection. We are still in
Ulises Ruiz’s police state full of anonymous black SUV’s which abduct by cover
of night anyone who is suddenly considered a suspect. This is the case of a
respected Oaxacan painter and his wife, spied on day and night for weeks. It
had been years since I had seen them and we were finally able to talk. They tell
me their chilling, heroic reality.
It’s obvious that I shouldn’t name names. Not only have an unknown number of people been taken to the clandestine mountains surrounding the valley,
but there is a cautious, discreet, public secret resistence. Because this is a
town, everyone knows everything, but the terrible loyalty to the brutal man
from Chacaltongo, Ulises, educated in the premodern community of Juchitán, is maintained through police action without concern for the laws which
are every day more degraded and dead. The devil is in Oaxaca. However, as
the great Italo Calvino who once was here said, it is the common people (like
the friends I am talking to) who identify and later risk empowering the good,
or at least not so evil, forces here.
T
he trees of Oaxaca steal your soul. And one year ago, the profound political, social, economic, cultural, artistic, repressive popular guerrilla
rebellion here began with the trees. This great and complex historical
Mexican drama was the culmination of the last 500 years of thick and painful Oaxacan history. Unlike in most every other part of the country, here the
struggle for conquest was barbaric and bloody from the beginning.
Control of Oaxaca has been disputed since its founding. The Mixtecs
fought the Zapotecs, but both were ruled by the Aztecs until the hordes of
alien Spanish froze everyone in their tracks. Cortés defeated his countrymen
to become marquis of the Oaxaca valley, but was never able to enjoy its riches.
In the end, as demonstrated by the royal proclamations ordering the conquerers to leave, the city founders never accepted this challenge of power.
Seen beside the ruins of Monte Albán, a powerful physical and spiritual
presence as gloomy as it is luminous, Oaxaca has always been a crossroads,
a meeting place. It continues to be of no one and of everyone. Maybe this is
why it continues to be bitterly disputed. As Malcom Lowry wrote from the
municipal prison in December of 1937 where he spent the darkest night of his
life, “It’s not the mezcal. It’s Oaxaca.”
There are various factors that have influenced the state’s development.
First there are the endless chains of mountains, seemingly deposited here
by the Creator who hadn’t known what to do with so many after he finished
molding the planet. Next there was the Spanish exploitation and genocide that
wiped out almost all of the native males, cruelly stripping these indigenous
heirs of everything. More recently, there have been the good and evil
government bosses, philanthropists and artists, and the uncountable number
of corrupt governors, the only exception being Benito Juárez. Finally, there
are the constant problems that continually pop up in the nearly unmanageable
number of state municipalities, 570 in all.
People in Oaxaca still aren’t aware of the resentments stemming from
their cultural mix. (One can still go to a local wedding where the host will say
with self-directed sarcasm that he is European on his father’s side and yope, a
derogatory term used for indigenous people, on his mother’s side.) All of this
real and symbolic problems create the conflicted local character. (Imagine the
well-known joke of the woven Oaxacan basket full of chapulines from which
none can ever get out because the rest prevent it from escaping, or the satire
which says that Oaxacans are wound up in quesillo, the local version of string
cheese.) Nevertheless, above all there is also a vital creativity, the resistent
spirit of so many extraordinary people who live here. The following is a diary
of a journey through Oaxaca after the battle.
II
Wednesday 8 in the afternoon. I sense that my friends and acquaintances
are disillusioned, sad and furious, but without pity. I am reminded of an author
from the old days who dignified rage and mockery and scorned sobbing and
complaining. Alongside the seven ethnic Oaxacan regions exists another, the
eighth. It’s made up of foreigners from all over the globe, almost all of whom
are artists in one form or another. They have come here to build their lives,
adapting themselves to the local way of life.
These gringos, as they are called by racist Oaxacans who apply the epithet
to all varieties of strangers, form an unusual mix. A friend mentioned hav-
Wednesday, 8 August 2007. Well, the APPO isn’t the APPO without Oaxaca or the dried up yet unforgettable bastard that profoundly influences the
future. Unlike the Persian phrase Migozarad (“it will go away”) written in
graphite outside the house of tea in Kabul, the same can’t be said yet in the
[ 41 ]
Friday 10. Just like the governmental ecocide of the laurels in the Oaxacan
zócalo was the antecedent to the public uprising, the sacrifice of Oseas, a real
homeless nut that was set on fire by cowardly and anonymous vandals while
he slept, announced the arrival of imminent horror. Today the spy scorpions
that Lowry hallucinated dominate Oaxaca. Everything is transitory. But the
people’s delusions tell them that it was only a battle assault, an idea as ridiculous as smoking a hooka pipe underwater.
ing found out that Murat and other politicians are buying property at cheap
prices. Another says that state business taxes have gone up 130% since the
conflict. Another brings up the topic of the fearful Oaxacan voracity and historical zeal for profit –at last a market city.
But there’s no tourism and no money. The government steals everything
it can and Oaxacan corruption is similar to that of Haiti. Nevertheless, there
is an economic force that with an incomprehensible desire sets up hotels, restaurants, businesses, and clubs that, according to speculation, are bought with
questionable money. Unlike Proust, whose protagonist was going to go to bed
early, we stay up all night counting the things that happen and might happen.
And that’s when I realize that I’m in a social laboratory inventing and sending out new collective forms of expression. A friend of mine that threw projectiles at the invading police forces in the epic battle of Cinco Señores shows
me a disk. It has almost 1000 photos of stencils, sketches, and images that
the collectives of anonymous members (many of whom are anarchists) gave
shape to on the shocked walls of Oaxaca. These images profoundly changed
artistic expression and popular opinion. They created a punk and a Maoist
Juárez, leaving a line on the wall like a whip mark that says, “in Oaxaca, nothing happens except the revolution”. It is a carcature of the tyranny made unexpectedly abstract, mixed with brilliant realism.
Through its artists you learn about the insurrections. The history of the
‘Rock’ surges up. He is a teenage window washer that joined an APPO bazooka
brigade and set up his guerrilla projectile base on a central corner. For him, the
battle days meant social acceptance and belonging. Nobody has seen him since
then when he was decidedly happy. All of my sources agree that recent political
events are crossed with multiple meanings, unconfessable secrets and conflicting versions. And from the masses of paintings months ago, now I can only
find two of them hidden in the city. ‘Sad City’ and ‘Rage’, they plainly say.
III
Friday 10 in the afternoon. I’m pursued by the sensation of having witnessed the splendor of decadence. There is too much individual and group
creativity. There is too much spiritual refinement and freedom of thought
within a critical mass. There is an overabundance of physical and architectural beauty and exquisite taste, dazzling the local population and tricking
the foreigners. There is too much of all of this in Oaxaca while the historical,
gang-like, mafia government creap around everywhere. They conserve their
illegitimate repressive capacity while the disenchantment and anger of the
popular majority came to a boil long ago in one of Oaxaca’s black clay pots.
It’s a caustic mezcal lunar.
This is the external, and maybe internal, problem of sad yet fascinating
Oaxaca. Eighty years ago when he lived here for several months, English author D.H. Lawrence described Oaxaca as being filled with mere facades behind which the reality is complex and corrupt. He said, “the people of Spanish
descent form a layer that rots on top of a dark mass of savages”. These are
harsh words now that the locals that rule here have changed yet are more rotten than the creoles of yesteryear.
While the old leaders were people from the valley, shopkeepers of lineage
whose wives got together to sew and criticize their neighbors once a week, the
new rulers are people from the Isthmus on the coast or the Mixteca region of
the mountains. They became dementedly rich, audacious and inscrupulous
with their pitchforks and knives. These dark gentlemen, bloody from their
surroundings, are the government bosses responsible for the political, economic and social breakdown that Oaxaca has suffered everyday more noticebly for the last six terms. Every governor has been worse than the one before
him and the last, Ulises Ruiz, is the worst of all.
I saw the legendary, dark green trees that were saved from the ecocide
that began the angry revolt. Not much later I found two books in a bookstore
in the center of Oaxaca: one is interesting and the other is extraordinary. As
a westerner condemned to receive revelations from books, I note that the
interesting book is bitter while the unusual book is epic. One is for knowing,
and the other for feeling.
Thursday 9. I’m too old to waste time with people who think they’re big
shots. I’m too old to waste the time. So I cheat time, or better yet, I use it
well. I recognize again that I’m facing things that I can’t see with my eyes. To
explain this idea, I present the example of Vienna at the turn of the century.
The intense variety of human exchanges that occurred there at the beginning
of the twentieth century is repeated here now. There are fifteen or more art
galleries, various museums and libraries, book and magazine presentations,
first class music events, conferences and meetings, and people in conversation. Maybe like in Vienna, the people here are crying out for greater political
compliance and individual creativity.
One rule says that you have to be outside the system to be able to see it.
The people of the eighth region feel so interconnected to the area that they
build homes here, wanting to participate even more in the local community.
Maybe this is why they experience real hopelessness when the place seems to
be sinking despite its enormous physical beauty. They feel that it isn’t Oaxaca
without Ulises Ruiz and his sinister ‘ulisismo’, the real momentary problem.
A friend narrates the adventure she had trying to get a young APPO militant out
of the city. She got ahold of a luxurious car, dressed the young woman fashionably,
and they got by all of the officers unhurt, playing on the luxury of class.
Another speaks about the tortuous group mechanics of the insurgent organization of which the majority are Stalinists, saying that Stalinism, which is
still alive today in Mexico, is the cause of all this. He says that they exacerbate
the problems and complicate the discussions, but that the people are to blame
as well. Why didn’t they vote in the last elections? Why don’t seven out of ten
voters care about the results? But finally, he says, why did ‘ulisismo’ need to
bribe and invoke fear in the community when all of the congressional candidates from every party were to some extent on its side?
Saturday 11. Things destroy themselves, but things maintain themselves.
Given that tribal customs don’t change, I went to the wedding of two striking
youths confident that their future would remain sunny. I have confidence in
their ability to last because I understand that normality is the antidote for
tension. If the world financial bubble doesn’t burst in a couple of years, if
Oaxaca doesn’t collapse into another violent insurrection in a couple of
months, if the government soon manages to win their until now unpunished
low intensity war, then the couple will have more time to live happily. That is
until what happens to them is what happened to us. Everybody has historical
hard time stories to tell.
But here it doesn’t matter as the guests dance as if the dance had been
choreographed and they had been trained. “They learn to dance at their
own weddings,” my wife explains. Since I haven’t been to one for 20 years,
[ 42 ]
development as in the islands of Cabo Verde in West Africa. Yes, it isn’t the
mezcal. It’s the political leaders of Oaxaca.
my capacity for dancing is ridiculously null and it isn’t the moment to start
practicing. If I ever come back to the world, I want to dance like the gods, but
not today. I am busy thinking about what I have been reading, the profound
lines of the Xashaca shade and the following two books: Oaxaca, Ínsula de
Rezagos, by Cuauhtémoc Blas López (published by Siembra), and Oaxaca:
sitiada, by Diego Enrique Osorno (published by Grijalbo).
The last is the book about everything that has happened here, a woven
multiple floating narrative. It is a journalistic chronicle of the months turned
into great literature. The fast, irresistible and direct prose of his pages describe
a moral victory like that of other popular uprisings. It is comforting to know
that the immediate history, however it is recorded and come what may, is
preserved for the common memory. On the other hand, who will remember
dark Ulises?
The other volume is a rigorous analitical work that clearly outlines with
names and statistics the decades of corrupt political power that has put
Oaxaca at the 0.716 mark on the scale of human development. Lorenzo Meyer
in the prologue of Osorno’s indelible book says that this is the same level of
Sunday 12. However, today it was the alcohol. Due to the wedding’s own
arbitrary logistics, we ended up coming back on the bus with a number of
peaceful drunks that had been at the party since yesterday. Cheer for me,
fools!, shouted a tall coarse man leading the singing in the alcohol laiden rear.
The thundering noise, the loud macho body, the sentimental standard and the
context made it clear that this animalistic situation was about drinking. It’s
not Oaxaca, it’s the alcohol.
The highway is boiling like a Oaxacan cauldron. Physically the situation
is behind us, but politically it’s in front of us, exemplifying what is to come.
I hope that I’m wrong and then I think about why. If that’s how God wants
it, they say around here. I live day by day, like everyone, watching the future
become a little bit more confusing every day. The question is to resist come
what may since wealth is only spiritual. If Oaxaca should explode again, be it
moral and legal, like now, I would also revolt.
24
[ 43 ]
The Tale of Disaster (in Oaxaca)*
Abraham Nahón
went unpunished years ago and which was at the root of the repression of 14
June, 2006, caused various sectors of the population to ignore the political
leaders and party. With their ineptitud, they were completely rejected by social organizations, business people, sharecroppers, indigenous populations,
students, housewives, professionals, employers, civil groups, unions, and municipalities.
During the social conflict, the government kept adding to their list of blunders. They validated the power imbalance, bitterly defending the old authoritarian structures and snubbing the possibility of creating a constructive political negotiation. In the end, the government used violence to maintain the
social structure which manifested itself in various forms. The media spread
malicious lies and there was police violence. Social activists were threatened
and their support groups were infiltrated. Citizens were shot at by paramilitary groups and radio equipment was destroyed. The flagrant violation of human rights ended in kidnapping, torture, and other crimes.
Despite all this, it is also necessary to criticize the other front made up
of groups and civil organizations which formed part of the satanized APPO.
Despite the enormous effort of the great majority, at moments the original
plan for a peaceful insurrection was ignored and the leadership and control
were overtaken by more extreme forces. Some people became radical even
when confronted by passers-by and average citizens, taking on the negative
attitudes of the power that they claim to repudiate. (In moments like these, we
should remember the well-stated phrase by Nietzsche who said, “be careful
when you fight the monster, lest you become one”).
The emperor wants to escape his crimes
but the blood doesn’t let him.
The dead hang heavily in the dead air
and he tries (always in vain) to drive them away.
José Emilio Pacheco
O
axaca was left to its own luck, which without needing to be tested, has
always been little. In 2006, not only was it beaten down by the local
political class, but it was sunk, or rather, left to rot by larger powers
who scorned and despised it. This was the year that the problem grew exponentially and the situation turned, further privileging private interests and
favoring political calculations. Enormous television screens dictated the national agenda. Our resulting isolation was confirmed by the lack of nationwide solidarity. Why is it that the media or politics can bring more than a
million people together on the national level, but that a mistreated yet worthy
society doesn’t deserve recognition?
Perhaps, behind everything, the popular image of an artistic, mythical,
magical, breathtaking Oaxaca allows us to ignore the explosive image of its
social reality. No one wants to recognize its true nature – messy, old, complex. Or maybe it wasn’t understood that the conflict didn’t just affect Oaxacans. Instead, it was seen as an “iron-proof” (and “bullet-proof”) test of power
against a large organized group of citizens. In any other state in the country they would have had the right to express their dissenting opinions and
publically demand the governor’s resignation. Was the documented, unfairly
settled transgression in Oaxaca a test of what could be infringed upon again
when it is “required” for political “stability”? Or more still, in the new arenas
of national political decomposition and the strengthening of local powers, is
it a guarantee that governors will use force on popular movements without
being tried or condemned?
Maybe they don’t consider that these profound social fractures will take
a long time to heal being that the alarming level of hate and division are obstacles to the development of society? Maybe it’s like asking for pears from an
elm tree, or huajes, the vine of the tree for which Oaxaca is named, from the
fallen laurels of the zócalo. Perhaps without realizing, these fallen trees symbolically announce the immediate destiny of our “democratic” institutions.
The disaster has written one of the darkest pages of Oaxacan history and its
civil resistence. However, it has also been captured in images that in a fraction
of a second overwhelm us in their reflection of the vertigo and fear. They show
us the anguish seen on the faces and smelled in every street and square of the
city that was used as a gathering place or battlefield. The photographs show
us the diversity and development of the insurgence. They provide evidence of
the visible and “invisible” actors, the generated chaos, the mobilizations and
the ruptures. They allow us to examine the broad social participation, and the
cries, voices, hands, and words of solidarity present throughout the agitation
and blindness. They are lights of hope in a search for justice, testiments to the
civil disobedience that has left a mark that will surely modify our collective
and personal history.
How brave it was to capture certain images, not hesitating or trembling in
the precise instant that the terrible battle emerged. How complex an art it was
to register the paradoxes of horror and its victims. How confident they were
that these testimonials would allow present and future generations to prevent
this series of shameful acts and misfortunes from repeating. How arduous
an organizational task it was to mobilize such a profound magnitude of people, made vulnerable by the all-powerful regime, yet bound together through
brother/sisterhood and their search for equality and fairness.
The self-proclaimed centinels of “democracy”, guarantors of the heralded “institutionalization”, don’t practise what they preach, but the opposite. Their
acts are covered in conspiracy, corruption and discretional politics. They refuse to make all government actions, such as the use of public funds, transparent. They are the main characters responsible for the lack of confidence
that has taken root in society, provoking an increasing discreditation of the
prevailing institutions and their leaders. The disastrous situation which first
* The fortunate title for an unfortunate was taken from a brilliant work by the French author Maurice
Blanchot, titled L’écriture du désastre.
[ 44 ]
This photography was taken on as a profession, a social commitment or
an art by international, national and local witnesses. It registered the daily life
of the beseiged city, helping to expand the limits of reality and let others see
the conflict for what it really was. They allow us to be on various planes and
in various situations at one time by configuring an enormous puzzle uniting
the multiple and varied parts of a society struggling for and dreaming of a better future. The photography faithfully provides the experience, environment,
intensity, disonance, shock, and astute amazement for all those who didn’t
witness the events.
Thanks to technological advances in photography and the commitment
made by citizens and journalists the darkest versions created by the groups
in power, shouted by their supporters, can be refuted. They remind us of the
importance of writing our own histories whether visually, textually, or auditorily. They also remind us to arm greater sectors of society with words and
technological and artistic knowledge so as to register, in their own way, the
events that form their memories of the abuses and excesses of power. To this
end, I include here a brief written description of these works.
The confrontation reoccurs on various sidestreets, able to prolong itself
for hours or several days, without declaring a winner. Between the fires, and
the wounded on both sides, the city is ruined. Only the power structure remains intact.
The most grotesque and crude that the city could become is a bunker guarded
by armed grey men blinking behind a wall crowned with barbed wire. This
fence symbolically separates the legitimacy of the community movement
from the imposed and armoured “legality”. The “intelligent police and military strategy” seems to be the only political option that the old regime knows.
With only this image it would be sufficient to testify that there is no government, no credibility, and not even a pinch of political intelligence. Words
and negotiation have been traded for a police force. In the heart of the city
named by the United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization (UNESCO) as a world heritage site, the small tanks, shields, body searches,
pawing of the women, and general intimidation become local tradition. The
zócalo, converted into a military camp, is restricted from an indignant population made to feel impotent by the aggressive imposition.
But facing the threat of detention, being beaten and/or jailed, the people
have few options left. They throw flowers to the troops, wave the Mexican flag
in front of the batallion, light candles, pray, and scrawl mocking, ridiculing
messages on the walls. In front of such paradoxical horror, one can’t stop
thinking about the hypothetical image of substituting Groucho Marx’s face
for the anachronistic and absurd effigy to Stalin in the middle of the main
square. There Groucho’s face would wave as a subversive icon for having lucidly synthesized the absurdity of scenes like these into the phrase, “Military
intelligence is a contradiction in terms”.
In the calm silence, they abruptly permeate the quiet like the worst nightmares, minutes before the glow that announces the dawn. Police officers invade the “traditional” teachers’ strike installed in the center of the city (just
like they would do in the Hotel Magisterial and Radio Plantón, the small scale
radio station created by and for the teachers). They hit, search, and throw
smoke bombs and tear gas at men, women and children without caring that
these people are still dozing. Approximately 12,000 elements assault the
central camp, leaving disaster and ruin in their wake. Citizens are beaten,
threatened with guns, and attacked by tear or pepper gas that rapidly spreads
out, turning the atmosphere painful, unbreathable and spicy. The confusion
expands with the same speed as the nebulous gases that sits on the heart of
Oaxaca, turning the sky cloudy and leaden in a ghostly atmosphere.
After the violent police attack, torn apart campaign centers, torn down plastic
tarps, broken chairs and plates, abandoned shoes and burning blankets can
be seen. Hastily, some schools and homes are opened to protect women and
children while the teachers try to regroup again, looking for possible answers
while suffering indignation provoked by the unexplainable aggression. Yet
despite the hurricane-like disaster tearing across the city, conversations of
consolation, friendship and solidarity stir spontaneously. Teachers and citizens begin to group back up little by little around the zócalo. They reorganize
themselves so they can take back the emblematic territory of the city from the
police at whatever cost.
After the destruction of Radio Plantón, Radio Universidad is taken over by students, converting it into the voice of the movement and an alternative source
of information for the community. The value of the station’s role during the
social movement can be understood by recognizing the security measures that
the group, largely made up of youths, adopted in order to protect the shelter.
They barricaded the main streets and entrances of the campus with trucks,
tires, metal bars, enormous rocks, piles of wood and bricks, and sandbags.
With their courage and organization, the radio organizers provided a service to the people. They defended a resource that not only provided live broadcasts of the most relevant events of the social uprising, but also information
about the movement of armed groups, unknown people and autos between
the barricades. Their work allowed them to make emergency calls to aid certain zones where the civil society encountered confrontation or violence. The
resource also rescued the wounded, or, in the worst cases, confirmed deaths.
The radio served to keep the population in touch with the reality of the events
because it was the counterpart to the defaming campaigns emitted by private
radio, newspaper and television sources paid for by the local government. Its
power grew despite the constant attacks brought against it and attempts to
block its signal.
However, there were certain excesses of accidental programing permitting
some of its most feverish announcers to create animosity among different
sectors of society. These reactionaries did so by employing aggressive terms
against “foreigners”, dwellers of certain zones in the city, the middle class and
“the rich”, calling them “enemies of the people”. It was done without reflecting
on or thinking about the havoc that their ideology and orthodox doctrines
wreck with their seismic pretensiones which alude more to the destruction
than the construction of society. Nevertheless, this condemnable attitude
The hands of youths rummage around quickly on the ground and on the walls
in search of any relief that gives way – a piece of loose rock or projectile that
helps them face the violent attack of the police forces. Under the roar of battle, everything is useful: pieces of the sidewalk or sewer, rockets made out
of improvized PVC bazookas, and wooden slingshots with marble bullets. Up
against a disorganized batallion armed with clubs and tear gas, and protected
with shields, helmets with visors, and gas masks, the teachers resist with anything they can find. They cover themselves with battered doors, dented traffic signs, promotional advertisements saying “The city is ours”, and chopped
up shields confiscated from police forces. While trying to prevent the snipers
on the roof tops from making them retreat, the young combatants confront
the masses of uniformed officers. They are filled with rage and resentment
towards the authoritarianism, repression and exclusion that the government
has submitted them to for a long time.
[ 45 ]
of a stream of vehicles and motorcycles that transported police, assasins, and
paramilitary groups. These military men were protected with bullet-proof
vests and armed with guns such as R-15 rifles to shoot at the people in an
attempt to terrorize and explode the popular revolt.
However, the images also paint them as meeting places, spaces where
the social differences so noticable in everyday life are forgotten. They were
where the lookouts, warmed by the fires and bound by anxiety and desolation,
conversed and struck up affectionate relationships. Here they were attended
by women, and elderly or regular citizens who brought them atole, coffee
and food during the cold and draining nights. At some barricades, only two
or three people could be seen resisting in the open air accompanied only by
a small radio that told them the whereabouts of suspicious vehicles. These
radios kept them alert by playing battle hymns and “revolutionary” music
more associated with past decades than the present, recalling civil battles
against infamous Latin American dictatorships.
Some of the people from the trenches that were converted into guards
or officers at these control centers for the class-less, pariahs, and “nobodies”
were gang youths, street kids or unemployed young people from the poor
suburbs of the city. These youths momentarily snatched the power that they
had always been denied and which had kept them excluded and invisible.
Deciding who could and could not pass through their territory allowed them
to discover a self-proclaimed authority, even if only for a short time and a few
blocks.
was more visible on the more radical Radio Ciudadana which acted as the
official clandestine radio station financed by the government. The operators
of this virulent, harmful, and chaotic station still go unpunished even after
inspiring the discrimination, hate, lynching, and extermination of the leaders
and citizens that participated in the social movement.
There are rivers of people. It is an enormous pot of raised faces, voices and
hands calling for the resignation of the absent governor. The colors overflow
in the mixture of formal proposals and the jubilous, innovative political
phrases cried out by some young protestors which bring the movement new
life. These mobilizations included the majority of the sectors of society and
surpassed the inertia of the teachers’ marches. It should be noted, however,
that although exercising their right to protest just demands, the marches
ignored an underlying problem. The waving banners in this arduous social
fight against power have silenced the clamour of justified voices that demand
that the teachers assume their part of the responsability for the catastrophic
educational situation in the community.
Nevertheless, these polyphonic mega-marches bring together various
claims, cries of rebellion and impotence against a blind power that is not
humbled by the clamor of the social movement. They have been organized
by a combination of organized groups and common citizens who have joined
together to exercise their right to disagree and express themselves. They do
not accept the meager voices they have been given. They march in the face of
politics that frequently only acknowledges certain powerful groups without
considering what the population might really benefit from. Cries and sweat
and battle songs demand fairness for a community devoid of power within
this simulated democracy. They seek justice for a people who haven’t been
given decision making capacity and who are told by the state leader that “only
God removes and places governors”. God, meanwhile, is quiet.
It hasn’t been easy for every citizen to digest such chaos, to read between
the lines of the disaster and know exactly what really happened in Oaxaca.
There are so many scenes, so many torrents, so much human yeast. The
events and the circumstances are juxtaposed. It all swirls around suddenly
in a vertigo of images and sensations that have wreaked havoc on the citizens
of a community that still hasn’t finished writing its own history: Firecrackers
falling from the sky. Popular uprising. Clandestine government. Burning
automobiles. Pirated radios. Dirty fighting. Massive manifestations. Public
servants working from private residences and luxurious hotels. Bruised and
bloody faces. Questionable social leaders. Kaibiles for cops. Delinquency.
Selective disappearances. Deaths. Self-defence groups. People on the margin
of the conflict. A cross fire of declarations. Forums for the consultation of
citizens. Curfews. Anxiety. Politicized churches. Church bells, firecrackers and
whistles. Congress and the Senate with their hands tied. Fear and uncertainty.
The exile of wealthy families. Shopping carts piled with rocks. An indignant
civil population. Neglegent news. Molotov bombs. Death and fainting. Secret
police. Search warrants. Despotism. Economic collapse. The hard hand of the
government. Political objectors kept prisoner or held clandestinely...
Diversity also showed itself in the construction of the barricades. These barriers
were made out of rocks, tree trunks, sheets of metal, old furniture, branches,
bricks, barbed wire, car frames, confiscated autos, burning tires and other
objects that multiplied at nightfall and were placed in the main arteries of the
city. Cars and passers-by couldn’t cross the historic center or certain other
neighborhoods. The city was declared in a state of seige, immobile, cornered.
Not only did these bastions of resistence affect freedom of movement in
the city for months and demonstrate the wide discontent of diverse sectors,
but they also represented a tactic to detain and impede movement in the most
acute moments of the conflict. These moments consisted of the passing of
what where called “the caravans of death”. These processions were made up
[ 46 ]
Oaxaca: Images from the Battle
Luis Hernández Navarro
A Bird’s Eye View
neighborhoods responded by building nighttime barricades. Their original
objective was to guarantee the security of the neighbors, but as the days passed,
they turned into places for meeting, education and political discussion.
The rise of community-based self-organization is explained in part as the
result of numerous factors. Firstly, there was enormous discontent regarding
the fraudulent election of Ulises Ruiz as governor. There was a split in the
ruling elite. There were various disputes between the old guard and newlyelected state officials. There was the local government’s policy of intolerance
towards non-PRI mayors. There was the destruction of historical sites around
the state capital for unnecessary public works which provided fronts for the
diversion of public funds towards Robert Madrazo’s presidential campaign.
There was also the government’s failure to deal with social demands and
the resulting organization of groups, largely indigenous, within the capital’s
established neighbourhoods and newly urbanized zones as a result of the lack
of services. And finally, there was the cancelation of democratic spaces and
the intensification of repression.
Popular resistence, understanding that the fight of the underdog is not
be repressed by its masters, knows how to find ways to develop. Forms of
indigenous resistence, visible in hundreds of simple organizatons within the
state, have permeated the whole of Oaxacan society. There are few places
in Mexico where it is possible to find the dense and structured fabric of
organization that exists here.
The resistence had to weave new forms to recreate itself in the chaotic and
savage context of urbanization that the city of Oaxaca and its surrounding
communities have experienced. Urbanization has devoured communal lands,
dried wells, contaminated aquifers, filled the countryside with garbage,
at the same time that it has provided precarious jobs, expensive housing
and deficient services. To survive, the new urban Indians brought their
communal lifestyle and their desire to be a collective to the city. This is why
the Oaxacan revolution’s central actors are the women and youths of the poor
neighborhoods of the capital. The Oaxacan Commune was fed and inspired
by the indiginous communal way of life.
At the end of October and throughout November, just before the change
of power in the country, an operation began which threatened to violently
dismantle the popular rebellion. On 26 October, Enrique Rueda Pacheco,
secretary general of Seccion 22 of the teacher’s union, announced that the
striking teachers would return to classes. On 27 October, an attack erupted
against the barricades during which Brad Will, a cameraman from the United
States, and others were assasinated.
On 27 October, Federal Preventitive Police, Policía Federal Preventiva
(PFP), were sent to the city of Oaxaca. On 2 November, the people rejected
the police attempt to remove the barricades that protected the university.
Nevertheless, on 25 November, the suppression raged against the fighting
citizens as the public buildings which held documents compromising Ulises
Ruiz were set on fire. Felipe Calderón became president of the republic just
as the movement was defending itself. The fighting had culminated in death,
abduction, jailing, beating, and more than 500 orders of arrest.
14 June, 2008 marked the two year anniversary of the attempted eviction of
the teachers’ strike in Oaxaca. The police action ordered by Governor Ulises
Ruiz completely changed the character of the fight by members of Section 22
of the teacher’s union. On this unforgetable day, a union movement based
on a salary dispute turned into the political battle between various sectors of
Oaxacan society attempting to topple the state’s leader.
Oaxacan protests have been some of the most radical and profound
expressions of social discontent that Mexico has witnessed in recent years.
Between 14 June and 29 November, 2006, the state experienced a severe
leadership crisis in which new unprecedented forms of community-led
organization and methods of protest arose.
In June alone, four massive mega-marches were staged in the Oaxacan
capital. In a state with a population of a little over three million, according to
the organizers on 2 June more than 150 thousand people took to the streets.
On 7 June, more than 250 thousand first called for the resignation of Ulises
Ruiz. On 16 June, more than 500 thousand marched. On 28 June, 800
thousand souls protested.
Teachers repelled the assault on June 14. They forced the police to retreat
and hand over the square to an incensed multitude but not until they had
destroyed Radio Plantón, a station created by and for the teachers which until
then had functioned as the voice of the movement. In retaliation, groups of
university students commandeered Radio Universidad.
On 1 August a committee of women looking for a space to broadcast the
reality of the movement took control of the public television station and
for twenty-two days transmitted alternative programs. Nevertheless, their
transmissions were suspended when an armed group of the governor’s men
shot up and destroyed the station’s antenaes and transmission consoles.
The society of Oaxaca responded by taking over fourteen radio transmitters
in the region to spread the truth. Radio became the instrument that linked
and mobilized people from organized communities.
On 20 June, 2006, the Popular Assembly of the Towns of Oaxaca, Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), was formed. The new group
retook and reworked forms of organization already present in the state’s communities. The assemblies were meeting places for communication, information, analysis, and decision making. The different councils that were formed
were a source of authority and political orientation while the commissions
were tools for carrying out specific tasks.
For five months the insubordinate population made it impossible for the
local government to work. They blocked Congress, the Government Palace,
the Secretary of Finance, and the Judiciary. The APPO put itself in charge of
maintaining order in the city. In various municipalities, the people even took
over the mayors’ offices.
As a response to the repression by civil police, the paramilitary, gunmen,
and the caravans of death (motorized convoys which fired at civilians),
[ 47 ]
Despite the political terror and persecution of its leaders, the movement
maintains a surprising vitality. With certain regularity, thousands of citizens
still take to the streets and the teachers continue their protest by striking.
The repression in Oaxaca has been recognized and documented in the world
of human rights activism and it has brought disgrace to Felipe Calderón’s
government. The APPO remains alive and active.
group says that, “the situation across the state of Oaxaca is due to the structurally
built-in circumstances and actions which have affected the fundamental rights
of the people, especially in the indigenous communities and with respect to
impunity, inequality, social exclusion and racial discrimination”.
The last chapter of this international observation of human rights in Oaxaca was led by the International Commision of Jurists, Comisión Internacional
de Juristas (CIJ); and the German Deacons Association, Obra Diacónica Alemana (ODA).
The CIJ is a non-governmental organization with headquarters in Geneva
created in 1952. It is dedicated to increasing the awareness, observance, and
protection of human rights all over the world. The organization, made up of
48 eminent legal experts from different worldwide legal systems, is consulted
by the United Nations Economic and Social Council, Consejo Económico y
Social de Naciones Unidas (UNESCO); the Council of Europe, Consejo de Europa (CE); and the Organization of African Unity, Organización de la Unidad
Africana (OUA).
The ODA was founded in 1849 through internal objectives of the protestant
church although it is also consulted by UNESCO. It’s human rights department
aids victims who have had their rights violated.
The CIJ/ODA Mission presented the results of its investigations in Oaxaca
and Mexico City. Its report stated having found a true climate of terror. It
further stated that “human rights lawyers insisted that the report of rights
violations is not higher than it is because the people, more in the surrounding
areas than in the center of the capital, are afraid”.
Two rights, among others, especially worried the Mission because they
were consistently denied: the human rights to fairness and security. The
report stated that, “as much as for not guaranteeing it as for not punishing
transgressions, the violation of the right to justice has translated into impunity
for the violation of the rights to life, physical and psychological integrity,
liberty of expression and opinion, and meeting and association. The violation
of the human right to security has provoked a precarious situation derived
from attempts at, threats of, and the illegitimate use of force that delegitimizes
the public power which is in charge of recognizing it”.
The government of Ulises Ruiz has justified its behaviour by claiming that
it has the obligation to protect the security of all of its citizens. Nevertheless,
today, according to the Mission, “these citizens are living with more insecurity
than ever before due to the authoritarian focus on security that does not focus
on the issues of a very large part of the population of the state”.
To summarize, human rights are not respected in Oaxaca. But this does not
seem to worry the powers of the Union and a large part of the media much. These
players seem to become alarmed by the popular protests against authoritarianism
but keep quiet in front of the abuses by the local governing forces.
Oaxaca and Human Rights
Evencio Martínez is a very peculiar civil servant. Born in Silacayoapan in the
Mixteca, he claims to know a lot about human rights. However, the Justice
attorney in Oaxaca, ex-president for the State Commission of Human Rights,
ex-legal director for the state, and ex-government subsecretary, doesn’t hold
those who defend it in high esteem. According to him, “the non-governmental
organizations for human rights don’t have morals or ethics and are not
imparcial”.
His subordinate, Rosario Villalobos Rueda, subsecretary for Human Rights
for the Government of the State, Derechos Humanos del Gobierno del Estado
(DHGE), holds the same conviction. According to her, the Inter-American
Commission on Human Rights, Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH), and organizations like the National Commission for Human
Rights, Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), don’t deserve
much credit because they “are pressured by non-governmental organizations
protecting human rights”. Maybe this is why weeks before, this civil servant
defended the director of the Instituto San Felipe who was accused of protecting
pedophiles by the parents of a pre-schooler allegedly raped at the school.
Of course, the scorn that Oaxacan authorities have for human rights and
its defenders is not isolated to those who are legally in charge of defending
them. Rather, it is a “quality” shared by the whole of the public administration,
beginning with the head of the state government.
When Ulises Ruiz first reached the government of Oaxaca, he and Jaime
Mario Pérez Jiménez were denounced by civil bodies because Pérez, after
being the governor’s legal advisor during the governor’s election campaign,
was later named ombudsman. By naming him to this position, the state
government violated a series of agreements and internacional treaties, and
ignored internal agreements regarding the obligation of public bodies to
defend human rights.
It’s impossible to avoid the enormous quantity of reports written by diverse
civil human rights organizations, both national and international, that have
been documented regarding the gravity of the situation in the state.
In the United States congressional hearing regarding the Merida Initiative,
four friends of Brad Will (the filmmaker assasinated two years ago in the land
of Benito Juárez) interrupted the session to denounce the abuses perpetrated
in Oaxaca against social activists. Various members of Congress further
discussed the matter during the session.
Among the reports created on an international scale, the United States
Congress highlighted the one produced by the International Civil Commission
for the Observation of Human Rights, Comisión Civil Internacional de
Observación por los Derechos Humanos (CCIODH), on their fifth visit to the
state from 16 December, 2006, to 20 January, 2007. They also highlighted
the report written by Amnesty International, which, after long investigation,
culminated in their mission from 31 July to 7 August. Similarly, two reports
by the International Service for Peace, Servicio Internacional de Paz (SIP), of
Oaxaca were also mentioned.
The situation is so grave that in addition to a visit by the organization’s
president in August 2007, the CIDH has also had three hearings about it. This
The War of Images
The first image: The long, thin body lies on the cold asphalt of a street in the
municipality of Santa Lucia del Camino in Oaxaca. On the naked torso the
thin stream of blood shows the mortal wounds which were provoked by two
9mm caliber bullets. Tied to the wrist there is an HD professional video camera. With this he recorded his death. His name was Bradley Will and he was
born in the United States. He was 36 years old. He was a journalist for the
alternative website Indymedia.
Brad Will was assasinated on 27 October, 2006, while filming the attack
by Ulises Ruiz’s gunmen on barricades in the Calicanto neighborhood. A town
councilor, the mayor’s security boss, and two police shot at the governor’s
opponents. They also did it to Brad who, always behind a group of youths,
[ 48 ]
Groups of youths and poor urban dwellers want to take on the uniformed officers. From Radio Universidad, voice of the movement against Ulises Ruiz,
the announcers insist over and over again that the federal police raid must be
fought peacefully. They recommend patience, calm, and intelligence. Don’t let
yourselves be provoked, they insist.
The government’s original claim to prevent contact during their operation
based on clean deterrence vanishes in the first moments. They are words. The
police throw tear gas, brandish clubs, shoot fire arms, search private homes,
detain citizens, attack journalists and confiscate their material. Their instructions are to advance with full force, take public buildings, erase the footprints
that give testimony to their abuses, and to make their strength felt.
Click, click, click. The cameras shot and the photographs spread around
the world. They appeared on the television and in the written press, and they
were discussed on the radio. They are part of the
war of images in Oaxaca. Some served to document
the repressive character of Ulises Ruiz’s government. Others to demonstrate the chaotic nature,
vandalism and violence of the popular movement.
From its beginnings, the Oaxacan revolution
was rich in the production of images. Dozens of
posters spoke from the walls of the city. Dozens of
videos related the civil disobedience. Thousands of
photographs made a visual chronicle of the movement.
200 photos from this war of images are presented in this book. They are part of the semantic hegemony that the profoundly original social
movement created. They are the result of work and
commitment by artists and sources of communication from around the globe. They are the living account of one of the biggest challenges to power that
has been lived in contemporary Mexico and are a
fundamental testimony necessary to understanding a piece of this country’s contemporary history.
documented the attack. He didn’t put himself at risk, but the gunmen could
see him. He was murdered in the cross fire.
On 29 October, during a full police offensive against the popular movement, between tear gas and police violence which citizens resisted with their
bodies, hundreds of humble Oaxacans visited his casket to pay him a last
homage. Crying, praying women kissed the coffin to thank him for his commitment and his honesty, and to say goodbye. Brad’s memory will forever stay
alive in the memory of one of the greatest revolts in the history of modern
Mexico.
The second image: two petty thieves, with hands bound, are tied to a pole.
The crowd beats them, taking justice into their own hands. Taking advantage
of the absence of the public security force, the petty thieves commited small
crimes in the city of Oaxaca, provoking the rage of the people.
The third image: On his knees with the national
flag in front and his body as an offering, a citizen
puts himself in front of the Federal Preventitive Police’s, Policía Federal Preventitiva (PFP), vehicles in
an attempt to prevent them from moving. He is not
the only one. Not far from there, dozens of Oaxacans
throw themselves on the ground to form part of a
human carpet in order to prevent the small tanks
that spray pressurized water from advancing.
It’s 29 October, 2006. On the streets of Oaxaca,
women, children, youths and the elderly non-violently clash with federal police. On small pieces of
paperboard they write: Get out! ¡Vayanse! You’re
not wanted. No son bienvenidos. There are thousands of people who use their bodies as the only
weapon they have to resist the political aggression.
They have converted their fear into rage, their humilliation into dignity.
At three barricades the tension goes up a notch.
Some people throw sticks and rocks. Others want
to throw moletovs while some throw rockets.
[ 49 ]
Secret Signs of Photography in Movement and Dreams
Fernando Matamoros Ponce
Experience and Memory in the Battle against Forgetting
that street violence is under control, the overall number of soldiers has
been increased, these troops are trained for an endless battle which takes
no prisoners but that they will win nonetheless. With this propaganda of a
fair war, goods and tourists can circulate and parade around without any
risk whatsoever. Organized crime is in the vigilante eye of Big Brother, and
everyone can go back to the guelaguetzas and eating chapulines, to dancing
in the Oaxacan brothels and drinking mezcal at the strip clubs in front of
the proud amphitheater. Finally, with violence as a security measure, the
government can create a barrier between reality and the daily worries of
food and spirituality. “Don’t worry,” they say. “We will protect you. Keep
consuming in the market of shame, misery and beggars. We have an army to
combat the bad, terrorist and drug-dealing forces (in which social fighters are
included without reason).”
The media outline these groups as the embodiment of the horrors of
totalitarianism, made up of drunk and lazy malnourished people who are not
part of civilised society, who are not with the times and are poorly educated in
the logic of consumption.
T
he photographs in this book show society’s fundamental ideals, and
the fragility of the human body filled with hopes facing the destruction
that money can buy. They are a collection of experiences which
explain why we don’t want anymore pain, hypocrisy or lying amidst so much
exploitation, misery and murder. Enough is enough. ¡Ya Basta!
The images are a constant battle against silence. They are a safeguard
against cover-ups by an authority which, despite claiming victory, was beaten
and undermined by the Mexican society’s desires for peace and justice. Like
all human representations and feelings, the strength of these images is in the
mix of enthusiasm and fear. They remind us that although we exist and are of
flesh and blood, we are also spirits currently reflecting on the past, searching
for new paths to avoid human annihilation.
The Policía Federal Preventiva, Federal Preventive Police or PFP, an army
disguised in civil clothing erased the writing on the wall and pretended to
turn begin again. Silence was purchased by the government, enforced by the
media, and to talk became shameful. Despite all this, the sunken memory of
what happened surfaces melancholically, almost paradoxically, so we don’t
forget the beauty of the desire for death. Therefore, the photographs on these
pages are not nostalgic, but a constant fight against forgetting. They give us
reasons to exist and tell us of the beauty of the human fight. They shouldn’t
be seen as documenting a catastrophe that happened in the middle of social
chaos without a solution or perspective, but the rage of those who still live
in poverty, misery and shame, watching the smiles of those in power parade
unpunished once again through the old streets of Antequera (Oaxaca).
Therefore, the images are a collection of experiences. Through them we
still hear the cries rejecting the rambo-style cops during the demonstrations:
Get out of Oaxaca, Take Governor Ulises Ruíz with you, We don’t want him.
The photographs could also be the dead retelling history, still within living
memory. They make us believe that it is possible for a wisp of humanity to
survive in the midst of a barbaric and deadly civilization which destroys
human hope. This is the art of a photographer that gave his life so we can
witness the legendary resistance of heroes. The artist fixes on human images,
pale in the shadows, ready for poetic words to invoke the oracles and cast a
new enchantment on the world.
On the flip side of the coin, in Mexico City and the world, neoliberal speeches
boast about their success and show us their ambitions through millions of
images. Under the pretence of security, they advance with gas explosions,
destroying barricades and battle centers. Under the pretext of fighting organized
drug trafficking in a low intensity war, they invade peasant homes in the city
and penetrate indigenous zones. There are deaths every day.
Following this procedure, the government defeated the Popular Assembly
of the Communities of Oaxaca, Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca
(APPO), in 2006. Then they destroyed all the incriminating evidence. The
media, in the pocket of the government, is broadcasting to all of Mexico
Violent Extermination
Nevertheless, no weapons can silence the impact of these photographs. They
are the proof that art reflects society. The beauty of the desire for justice is
mirrored in the images of the new forms of violence in the twenty-first century.
The shadows that surround the images highlight the distance between dreams;
the looks on people’s faces reignite the flame of hope. These photographic
works are not only instants of violence captured by the camara’s lens, but an
attempt to save the cultural wealth, the smiles despite the pain of the fight
against poverty, spirituality born from humanity’s desire, hope and dreams.
During the movement and organization of the APPO, there were deaths.
According to the images on television, it was all part of a consipiracy by
dishonest agents, manipulating corrupt leaders (mainly teachers), the shameless and memory-less (for them, certainly the Indians). This plot would stop
existing with the force of the military images, safeguarding the market and
traditions. Excluding political prisoners and disappearances, the International
Civil Commission for Human Rights Observation, Comisión Civil Internacional
de Observación por los Derechos Humanos (CCIODH), recorded a total of 23
deaths reported in speeches and on the news as a result of the repression on
25 November, 2006. The State Justice Department confirmed eleven deaths.
The National Human Rights Commission, Comisión Nacional de Derechos
Humanos (CNDH), declared that twenty people were massacred by the violence
of the establishment. The authorities care little about how many died as even
one death makes their political legitimacy fragile.
In any first world country, a death would have unleashed countless demonstrations and led to numerous investigations to establish who was responsible.
In Mexico, the authorities did little if anything. Few demonstrators kept
up the fight at home or in their workplace. As a result, Ulises Ruiz is still
[ 50 ]
certainty. Despite the ferocity of the savage beast, like so many men in history,
myths and legends, they form the black edges around things. They let the light
of fire and day through, only to withdraw noiselessly at any moment towards
the mystery of real hope and utopia.
In the midst of desperation, alongside the passages of this book, the photographs become examples of invention within a repressed area. They contain
the strength of showing us what people saw in the movement, bringing light
from the sun and the fire over the walls of shame, reiterating the cries of rage
against the violence unleashed by the authorities and its leaders. They reject
the therapies of war that anaesthetize society. They highlight the consequences of the media that announced the predictable repression and death. Indeed,
although this book is a short summary of the numerous organized demonstrations by the people of Oaxaca, it is also further proof of the community’s scattered hopes in the face of speeches that the modern world of war and destruction grasp onto. We can say that the images articulate diverse social figures
of a moving base and that they are the geographic and spiritual expression of
many feelings and hopes in a time of power and bullets.
Conditioned by the places remembered and the military rule imposed
by the reasoned facts of power, the images in this book are not only an
expression of anger in fight and in death, but also the inventive creation of
new areas when those that exist have been constrained by power. In fact,
every day we have to find a way to survive in a world of shame. These are
the signs that continue to exist after what the authorities did: the slow but
urgent preparation of this book; the clarity and action of a photographer who
captures reality in a magic box in the middle of the horror of a city wiped clean
by soldiers; the selection and organization of the photographs; the writing on
the disasters in which the past can be seen in the present; and the financial
support which allows us to begin to talk about the catastrophe again. We can
now see lucidity of action and examine new paths towards liberation and the
chances of avoiding foretold death. Like being surrounded by death at a wake,
like men and women running from military aggression, around the candles
lighting the shadows of the night and death, the cries of the past resurge again
in the present of the photographs and the premonitions incubated in tears of
liberty are revisited.
Imperceptible until now, invisible in the middle of power, these photographic messages demonstrate what was left unfinished: the hopes of changing
the government and assassinating power. Nevertheless, paradoxically, they
appear as a heavenly god that envisages the spirit making the streets of Oaxaca
happy, imagining another world and other rulers. Hope left the city, escaped
to the mountains, the caves and the heavens. It left us with its dead, allowing
the beast to believe that its violent triumph was absolute. Many of us thought
and believed that the cries on the street would be heard by the “democratic
institutions”, but on 25 November, 2006, the walls returned to being void of
meaning. Now the only things that remain are the empty rocks on the ground
and the repainted walls. The men and the women have gone into exile and
abandoned the city.
governor and the death toll is rising. Everyone is afraid to leave the safety
of their homes, hiding from the perpetual shivers of the void, imagining and
hoping for the birth of a new society in secret so that the violence does not
shatter their dreams.
Like echoes of the immediate past, the pleasure of a dream that takes
away reality and pain, these photographs are the invisible vapors that form
new clouds of life. They constantly change, working to restore belief and
give force to new movements. While hundreds of thousands cried out, many
politicians dedicated themselves to gaining the popular vote in the 2006
general elections. We, the people, were forgotten. Day after day we waited for
the verdict from the commissions of justice. What hope! What sadness! What
pain and suffering! How many commissions do we need to put an end to the
genocidal snares of market society and with it the millions killed throughout
colonial and neo-colonial history, and the worldwide wars of globalization?
What happened in Mexico, example of democracy and neoliberal liberty
in Latin America? Where are the celebrations of the past, the laughter and
the hope of the APPO? What happened in the elections? Where are the women
from the towns who took and managed the Oaxacan television channel? Or
the señoras from the market who organized meals at the barricades? Today
they are accused of being a danger to society, many are persecuted politically
and others have gone into exile.
These photographs are a testimony of institutional silence and the poverty
of an experience. Placed under military protection in the historical archives
of knowledge, like the genocide and ethnic cleansing of the native Americans,
much discussed by the anachronisms of many historians, perhaps one day
the memory and experience will return from the past to silence new forms of
illegitimate domination. At the same time the photographs are the prudence
and reflection of millions of feelings that are silenced by the fear of reprisals.
They protect them, producing new representations of the Virgins of the
Barricades and Children Saints of the APPO and begging the heavens to let
them live again. Indeed, from the savagery of society, out of the fear and void
of power, they resurge to rebuild the possibilities of the recent past. These
photographs, the looks of those involved, the pain and shame, allow us to
hear the words, the cries of rage and pain, and feel the emotions bound to the
desire for change.
For us, the pleasure of these pages isn’t only the darkness of the world; we
feel in our bodies the dreams that are illuminated in the lightning of the past.
Like the rites of passage, they are not only immobile images; they are like birds
which sing to us, caress us with the movement of their wings and the wind.
They give us the pleasure of romance, to think beyond fate and the destiny
of power. The images are not only of the suffering victims of horror, but the
constant pain of a memory used to fight for the possibilities of tomorrow,
the hope that words may one day regain power within the legal system.
Camera Magic
Violence is found at the heart of the men’s gazes. Some run towards the camera to hide, trying to escape the army’s bullets. Others, often children, like
a colossus confronting the authorities, honourably face the national security
services and their sophisticated riot weapons with iron bars and rocks. Paradoxically, they see the camera and challenge it, seeking to avoid the stagnation of their hopes and dreams. The dried tears of the dead and the living
bodies surrounding the images of hope become the meaning of many words
fighting in the movement. Like sighs, facing the barriers put up by savages,
the images of hope in this book teach the next generation about politics. They
are another lesson on walking freely down paths filled with violence and un-
In the Middle of the Violence: Words without a Room
Social collapse is dangerous and abnormal, because it creates a vacuum between
language and people. Social disease is manifested in society’s dependence on
violence and censorship. As for the catastrophe, we could say that it is over.
Everyone went into exile to protect their memories. Life once again creates
a place for violence as hundreds of thousands of men and women walk once
again in the ruins of society without communicating. It all becomes legend.
The heroes from the barricades return to their tombs, accompanied again by
[ 51 ]
possible that the meaning of the initiative of this book is only the reasoning of
artists that captured these images on their cameras, a desire to describe the
announced disaster, to communicate the imaginary and the desired rejection
of the world of war. It is possible that for the outside world and the power of
the market these images will mean nothing except nostalgia for the recent
past and that their existence will not unfold inventions on a sea of fragility,
many times incapable of changing the world with rocks and gasoline bottles.
Nevertheless, the inventions, the magic of the artists is such that without
recognition new lines of possibility they move, are created and produced.
Much like many prophets throughout history, they capture the myriad of
humans and their conflicts. The solitary languages are real; the power of art is
to create resistance and rebellion against authority, but for them to exist, they
need communication, a reason for their existence. The slow but sure creation
of their drawings and the lines demarking the world that we live in, and the
universal nature that we all desire. The new emerges in a slow work of Belief
as communal development, another possibility aside from sub-machine guns
and canons. Communication is the ability to recognize the fight of others.
Still missing, though, are the signs of social recognition and the unwritten
agreements about the conditions of possibility. They make it possible for the
resistence opened by the experience of fighting to develop and expand. In
this way, Oaxacan unity, inscribed in the artistic images of the photographs,
organizes initiatives of movement, geographies for unauthorized journeys,
new possibilities, and new roads. It is expressed in fire and blood. Opposite
the prohibition of the new, the images move in the thickness of the history of
human language. It was made possible with an uncovering of a language and
social meanings that stopped being for the exterior. They are the past in the
present of the Self as an indication of the future.
This is how the images in this book speak. They contain at their roots
the beginnings of the surprise in the authorized violence. Not only are they
testiments of what happened in the moment of the repressive interruption,
but they are the new and popular declaration of “You’re gonna have to kick
the shit outta us before you privatize us with violence”. The disagreements
without which it would be impossible to live have been dealt out differently
and strategically with relation to authority. The convictions accumulated in
these photographs clearly manifest themselves in the looks of what has never
been respected: the desire and the dream for another society in search of a
hiding place behind the shame – money. Although with the weight of reality,
their representations discretely change planes and geographies, walking
paths other than those of imposed violence which have been rejected by the
community. Today, here and now, once again from the dens of loneliness,
thousands of men and women are looking for the possibilities that they never
rejected: the social meanings to face the pain. They take advantage of the move
of artistic support for the new and reorganize the possibilities of sovereignty
and unity referred to by the dead, the political prisoners and the missing.
As the development of diverse movements of liberation demonstrates
in front of the power that impedes the movement of thought and locks up,
fractures and kills the Other, these photographs are a multiplicity of doors
and windows. Half-open, they allow certain references of the fight to enter and
communicate the sociocultural past’s signs of the meaning of the experience
of believing as possibilities of collectivity. These photographs indicate the
bringing together of the real experience of pain and the existing possibilities,
and recreate the words and reflections from action. The images and language
are the experience of individuals, and they permit us to visualize the journeys
from the shadows of suffering alongside the light of the ancient rites of
language. They give us permission to imagine another form of Be, to release
ourselves, to approve the human pact with nature in the fight against poverty.
new dead as bullets and power silence their cries. Indeed, as the media covers
up all that has been marginalized through commercials and the marketing of
an empty culture, the distance between the walls of the folkloricized Oaxaca
and the true spirit silently inhabiting the city grows.
However, although the collectives, unions, universities and NGO’s are afraid
of repression, they continue the fight by mobilizing people to believe. Behind
the decorations on the set during commercialized celebrations, the dogma of
the tourist market, and the parades of money, they see the immense social
task despite the fact that power can hear but refuses to listen. This desire to
fight is also present in the artists who don’t resign themselves to living in the
silence of insignificance, giving meaning once again to that which was hidden
in the meaning of the movement. It is in faces of the actors of the disaster,
manifest in the photographs of the faces hidden behind gas masks, ski masks,
and bandanas. Their images convince us that our fears were legitimate.
Although these images convince us that the violence is increasing, we do
not long for violence. On the contrary, we fight because we want a peaceful
movement in the long run. We recognize that although it is impossible to stop
the violence now that it has begun, we fight for peace and justice. We are
afraid, but we are more afraid by what could come if we don’t fight. Behind
the political scene and its speeches, we don’t only see the media as evil and
frightening, but also as a tool in the fight if put in the right hands.
Today, to go along the silent mountain highways, lulled to sleep by the
starlight and the bats, we note that the violence that was unleashed was born
in the rebellion against the institutions of silence. The fight against silence
is the fight against the hollowing of memory and history of the demand for
conciousness. This is where the forms of collective life, the fight against
poverty, are found. Its spirit says No to the sick and evil. The people in the
photos defended and defend another country and another life. They see
politics as a possibility of recreating the city without the violence of the power
and its institutions.
In this way, with all of the pain that we feel while looking at the photographs that accompany this book, we continue believing in the social and
communicative meanings of these images. Their lines, sketches which are
many times invisible, are the plans and planes of hope, images that scatter to
the four cardinal directions of the universe.
Unity and Meaning
Good people doubted the very existence of the APPO and its multiple languages
from the start. For others, its existence was fragile because it didn’t have a single
solid base to fight from but many parallel lines of action. How was it possible
that Indians, the rootless, the poor, the malnourished, the unemployed, the
discredited unions and others rejected by society could occupy the streets of
a city made divine by money and the commercialization of culture? How was
it possible that so many rootless people, only with their illegitimate power,
could hold the reins of society and the state? For us, as we stated in another
communiqué, the language in the streets of Oaxaca included a myriad of
different people fighting together against a single power. Oaxacan culture, tied
to concrete work, a pump of oxygen, is a source of history and the memory of
the defeated. It is really a cry that comes from deep within, the articulation of
gestures that unravel the iconographic marketing of culture and its subjects.
Although riddled with contradictions, there are signs of recognition of the
process started by the APPO. There is the will to build another world with new
and credible ways expressed openly.
To stop being desires and solitary subjectivisms of the imposed silence,
historical references became the starting points for utopian journeys. It is
[ 52 ]
demonstration of the truth. They imply that society doesn’t exist without truth
and that truth without society is imposed falseness. In other words, society
without truth is tyranny and totalitarianism transformed into hypocrecy.
The images in this book highlight the link between the absence and presence
of power. Like the most ancient human rite, the magic of the image is its
marriage to language. Although potentially falsified because of their mobility,
they are mirrors of history and memory. They return the hope that brought
them to life and will continue illuminating the journeys for future peace.
Although without words, these images demand justice. They are the drawings of the victims that don’t accept silence and that demand the truth. Although until now they have been lost in this globalized market, removed from
commercialization, they are the burning pages of the bloody fiery history of
the battle against institutional silence. They distance us from the reality of
weapons and the banality of daily life. They help us reconstruct a dream and
light a candle for the mystery of the future. They help us to look newly and
negatively towards death, in the mirror of the recollection of the dead and
their memories.
The daily rage of the Mexicans ties them to bravery and is another effort to
use poetry as a form of combat, passing from the impossible to the possible,
implicating the words and what it means to be human.
Secret Signs in the Photography
We learn to live with the reality of death. However, when we are surrounded
by candles illuminating peace and a love for life, we avoid it because it reminds
us of the lowest of human instincts: shame, fragility, and the corrupting desire
for money. Nevertheless, when we understand through the murmur of words
and images that death is part of life, with it we win the chance to fight again.
Like the history of the fight against death, these images tell us to listen to the
power of death. They are bridges of communication, possibilities harmonically
breaking the silence of the authorities of power and violence.
The images and words in this book are a collection of signs of death.
Caressing the bodies, they give them back their words and their belief in society.
The images are also a reflection of actions that call for a change in society and a
26
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[ 54 ]
Mémorial des injustices 1486-2006
Jorge Pech Casanova
natal, Tlacolula, et d’Oaxaca, mena une vie fastueuse aux frais du trésor public.
Comme d’autres hommes mandatés par la présidence de la République pour
administrer des territoires méconnus, Mayoral gouverna en satrape. Il gaspilla
l’argent public en machinerie agricole destinée à sa propriété sur l’isthme de
Téhuantepec, écrasa les cultivateurs de café sous les impôts, engagea pour 12
millions de pesos (sachant qu’à l’époque 1 dollar valait 8,65 pesos) un étranger
incompétent qu’il chargea de la construction d’une route qui devait à l’origine
relier Huajuapan à Pinotepa Nacional, situées d’un bout à l’autre de l’état. Elle
ne fut jamais achevée.
En 1952, le gouverneur Mayoral tenta de modifier le code fiscal avec une
législation médiocre. La Chambre de commerce convoqua le gouverneur à une
assemblée pour lui faire part des faiblesses de sa proposition, mais ce dernier
ne se présenta pas. S’ensuivit une manifestation de protestation aux portes du
Palais du gouvernement. Sur ordre de Mayoral Heredia, les forces de l’ordre
tirèrent sur la foule, causant deux morts. La population se pressa en masse
à l’enterrement des victimes. Les étudiants de l’Institut des sciences et des
arts d’Oaxaca se joignirent aux protestations ainsi qu’aux funérailles. Dans
le but délibéré de terroriser les victimes, le gouverneur engagea les services
d’un bataillon violent, basé à Miahuatlán, et dont les cruautés leur valurent le
surnom d’ « Impitoyables ».
Les manifestations s’intensifièrent en dépit des menaces du gouvernement.
Mayoral destitua son « cabinet fantôme » et alla jusqu’à abroger le projet de
réforme fiscale afin d’apaiser les tensions. Il fit envoyer des commissions
médiatrices afin de parlementer avec le secrétaire au gouvernement, Ernesto
Uruchurtu. Il fit ensuite appel aux troupes fédérales d’assaut pour chasser
les rebelles. Sans succès. Le 23 juillet 1952, la secrétaire au gouvernement fit
savoir qu’à la suite d’une pétition demandant la démission de Manuel Mayoral
Heredia, il fut décidé de la suspension du gouvernement. Une semaine plus
tard, il était remplacé dans ses fonctions par Manuel Cabrera Carrasquedo.
Le criminel se complait à s’entourer de ses semblables. Cherchant à partager la
faute avec ceux-ci, il n’a plus besoin d’un juge ; le criminel veut faire disparaitre
le juge et le bien du monde, et avec lui le néant se fait réalité. Alors seulement il se
sent libéré, dégagé de contradictions, lorsque l’autre lui ressemble.
Otto Weininger
Les calamités
D
iverses calamités se sont abattues sur Oaxaca depuis que les Espagnols
l’arrachèrent des mains des Aztèques au xvie siècle. Tremblements
de terre et conflits en nombre ont alimenté notamment l’histoire de
la ville. Oaxaca fut en effet le théâtre d’intenses luttes mettant en cause la
réforme, l’intervention française et le juarisme. Mais aucune bataille ne fit
naître autant de terreur parmi les habitants d’Oaxaca que certains séismes :
le 9 mars 1845 fut ainsi détruit le premier sanctuaire dominicain, le couvent
et le temple de San Pablo; le 11 mai 1870, les vapeurs qui s’échappèrent de la
terre étaient si brûlantes “qu’on aperçut deux soleils ” et dans certaines zones
l’on ne pouvait poser le pied sur le sol brûlant ; et le 27 avril 1872, l’activité
tellurique fut tellement intense que la Coupole de l’église de la Consolation
s’effondra.
Bien d’autres séismes firent trembler Oaxaca durant les quatre décennies
qui virent l’ascension au pouvoir et la dictature de Porfirio Díaz, mais dont
l’intensité ne fut nullement comparable avec la violence des cinq tremblements
de terre qui dévastèrent le territoire d’Oaxaca entre le 9 février et le 8 octobre
1928. La population d’Oaxaca se relevait à peine de cette avalanche de sinistres
quand, le 14 janvier 1931, survint le séisme le plus dévastateur de la métropole :
de nombreuses habitations s’effondrèrent et des édifices publics, tel le Palais
du Gouvernement, subirent de graves dommages. Les répliques du séisme
semèrent la terreur parmi les survivants, et l’on vit les gens dormir dans les
rues et les parcs pour ne pas être surpris par les mouvements sismiques. Puis
vinrent la disette et les épidémies. De nombreux oaxaqueniens mévendirent
leur logement à des agents immobiliers sans scrupule venus de la capitale
mexicaine se repaître de la misère des sinistrés.
Plus tard, au cours du xxe siècle, la ville connut un peu de répit. Malgré
tout, les conflits sociaux se succédèrent et ébranlèrent les citoyens d’Oaxaca.
Après que les gouvernants furent contraints de quitter leur fonction face aux
va-et-vient de la Révolution, Oaxaca entra dans une phase d’immobilisme
politique caractérisant le régime post-révolutionnaire. Toutefois, en 1947,
l’accalmie politique fut troublée par le gouverneur Edmundo Sánchez Cano, un
militaire qui s’attira l’animosité des commerçants et des étudiants en tentant
d’imposer des taxes et des décrets affectant ces derniers. Le mouvement de
contestation atteignit des proportions telles que Sánchez Cano fut contraint
par le président Miguel Alemán à abandonner ses fonctions.
Eduardo Vasconcelos assura l’intérim de 1947 à 1950, gouvernant de
manière exemplaire, puis Manuel Mayoral Heredia lui succéda en 1950. Sans
tarder, le nouveau gouverneur, qui s’était éloigné très jeune de son village
Main de fer d’un homme faible
Un certain calme régna sur Oaxaca de 1952 à 1975. Les gouverneurs se
succédèrent sans problème majeur, sans non plus que soient résolues les
profondes déficiences du système social, notamment le fossé grandissant
entre une élite économiquement favorisée et la majorité de la population en
proie à la misère, à l’illettrisme et à l’arriération.
En 1974, l’on envoya un nouveau gouverneur, Manuel Zárate Aquino, pas
plus au fait sur la manière de gouverner l’Etat d’Oaxaca que ses prédécesseurs.
Instituteur de formation, Zárate Aquino fit son entrée dans la politique avec
l’appui du Syndicat national du travail et de l’éducation dont il avait été l’un
des principaux fondateurs. Considéré comme un « intellectuel », l’on attendait
de lui qu’il conduise une administration équilibrée, mais, une fois en fonction,
celui-ci s’allia à l’oligarchie oaxaquenienne avec l’intention d’aller au bout de
son mandat, délaissant les problèmes récurrents depuis 1970. Depuis lors,
le gouvernement n’eut de cesse de réprimer – avec l’appui d’organisations
[ 55 ]
Chinanteque-Zapoteca-Mixe, Chinanteca del Valle Nacional, Mazateca de
Huautla, et la Fédération de la Esperanza s’adressèrent au président d’alors,
Luis Echeverria, et au secrétaire au gouvernement Mario Moya, dénonçant
les assassinats, les spoliations, l’armement des propriétaires terriens – à
eux seuls, les caciques Ventura Serrano, Jesús Torres et Mario Casimiro ont
à leur solde une centaine d’hommes armés jusqu’aux dents pour réprimer
les indigènes – ainsi que la politique répressive de Zárate Aquino, Jorge
Tamayo et Víctor Bravo Ahuja ».
Lorsque des journalistes questionnèrent le gouverneur à propos de cette
tuerie, celui-ci fournit une réponse pour le moins surprenante: « 80 ou 100
morts, cela importe peu. C’est comme un match de football: perdre à 1-0 ou
à 5-0, je m’en fiche pas mal ».
L’attitude obstinée de l’oligarchie oaxaquenienne ne fit qu’aggraver les
tensions. Les grands commerçants, les chefs d’entreprise, les propriétaires
terriens et le pri s’unirent pour former la Coalition des forces productives
d’Oaxaca (fucopo) qui déploya bientôt son sigle dans toute la ville et de part et
d’autre de l’Etat, appelant à la grève, grève qui devait à l’origine s’étendre sur
trois jours, du 28 février au 1er mars.
La fucopo exigeait que l’université nomme le médecin Tenorio Sandoval
pour recteur, et que soient exécutés les mandats d’arrêts prononcés par le
gouvernement de Zárate Aquino à l’encontre de membres du Mouvement
démocratique universitaire, dirigé par le recteur Martínez Soriano. Ce faisant,
l’oligarchie oaxaquenienne prétendait « garantir la stabilité et combattre la
subversion ».
Le Congrès mexicain dut envoyer une commission de législateurs
s’enquérir de la situation à Oaxaca. La commission n’avait pas encore quitté la
capitale quand, le 2 mars, la police ouvrit le feu sur un groupe de manifestants
étudiants et ouvriers, faisant deux morts et au moins dix-huit blessés. Le
lendemain, l’armée occupa les lieux, déployant ses tanks et son armement dans
toute la ville, comme si elle s’apprêtait à envahir un pays ennemi. Ce même
jour, Zárate Aquino – dont la fermeté fut anéantie par la crainte de l’armée
fédérale – présenta sa démission provisoire pour une durée de six mois. Il ne
réintégra jamais sa fonction et fut remplacé par le général Eliseo Jiménez Ruiz.
Celui-ci se consacra à la poursuite des leaders du Mouvement démocratique
universitaire, qui persistaient à s’opposer au gouvernement. Les deux recteurs
de l’Université durent démissionner le même jour que le gouverneur Zárate,
laissant la place à l’ex-gouverneur Fernando Gómez Sandoval. Tandis que
Tenorio Sandoval s’en retournait à son canonicat, Martínez Soriano connut
son premier séjour carcéral en 1978, avant d’y revenir de 1990 à 1998, accusé
de sédition et de terrorisme pour un attentat commis contre le journal La
Jornada et au cours duquel deux vigiles perdirent la vie.
patronales – les premières protestations estudiantines, paysannes et ouvrières,
qui naquirent sous l’influence des mouvements sociaux de 1968.
Peu après l’arrivée de Zárate au pouvoir, la Coalition ouvrière paysanne
et étudiante de l’Isthme, un important mouvement socialiste mieux connu
sous le sigle cocei, accéda aux fonctions municipales de la ville de Juachitán,
prenant les commandes de la région. Dès lors, les dirigeants de la cocei s’opposèrent au pri et aux latifundistes, jusqu’alors aux commandes de la région,
depuis l’Isthme jusqu’à Tehuantepec. Après 30 ans de luttes incessantes, de
corruption « priiste », et le harcèlement implacable des gouverneurs José
Murat et Ulises Ruiz, la cocei est finalement devenue l’instrument de l’abus de
pouvoir, du vol et de l’autoritarisme institutionnalisés.
La tranquillité de la ville d’Oaxaca fut perturbée par des conflits trouvant
leur origine dans l’administration de Guillermo García Manzano, recteur de
l’Université, qui se distingua notamment par son mépris des syndicats et
de la démocratie interne, ce qui conduit à la grève des étudiants au mois de
décembre 1975.
Le gouverneur Zárate Aquino se vit contraint de destituer García Manzano
et de nommer à son poste Celestino Gómez Soto, un autre académicien,
incapable de mettre en place les mécanismes démocratiques réclamés par
professeurs et étudiants. Lorsqu’en juin 1976 Gómez Soto dut renoncer à son
poste, deux factions opposées tentèrent de mettre la main sur le rectorat: d’une
part le gouvernement en la personne de Manuel Jesús Ortega, d’autre part la
Fédération étudiante d’Oaxaca, la Coalition ouvrière et étudiante d’Oaxaca et
le Bureau populaire universitaire, fortement liés avec le Parti révolutionnaire
des travailleurs, trotskiste, avec leur candidat Marco Antonio Niño de
Rivera. En conséquence, deux recteurs se retrouvèrent à un moment donné
simultanément aux commandes de l’Université. S’ensuivirent altercations,
protestations et affrontements, qui prirent fin lorsque le secrétaire de
l’Education publique et ex-gouverneur d’Oaxaca, Víctor Bravo Ahuja, obligea
les deux recteurs à se retirer.
On élut finalement un candidat dissident, le médecin Felipe Martínez
Soriano. Le gouverneur Zárate Aquino tenta d’imposer un autre candidat au
rectorat, Horacio Tenorio Sandoval, médecin lui aussi, ce qui provoqua de
nombreuses manifestations estudiantines ainsi que des actes d’intimidation
de la part des autorités.
Les problèmes fomentés par la politique obstinée de Zárate Aquino
eurent de graves conséquences au cours de l’année qui suivit. Le 21 février
1977, la police judiciaire arrêta, tortura et emprisonna, en les privant de soins
médicaux, quelque trente-sept élèves d’un lycée technique, d’un collège, et
de deux écoles agricoles. Quelques heures plus tard, la police nationale et
municipale ouvrit le feu sur les familles des étudiants qui avaient accouru à
la prison, désarmés, afin d’exiger leur libération. La police répliqua à coups
de mitraillettes et de fusils M-1. Bilan: deux morts, trente blessés et vingt
« disparus ». Les cadavres de trois personnes furent retrouvés trois jours plus
tard. Celles-ci avaient été soumises à la torture et aux mutilations avant qu’on
ne leur donne le coup de grâce.
Un mois plus tard, plusieurs paysans furent emprisonnés dans le village
chinanteque de San Juan Lalana. En cause, des conflits agraires qui les
opposaient à des propriétaires terriens appuyés par des groupes armés.
Lorsque les proches et amis des prisonniers organisèrent une manifestation
de protestation le 19 mars devant la prison municipale, les « pistoleros 1»,
secondés par la police d’Etat, tirèrent sur les manifestants: vingt-neuf
paysans trouvèrent la mort et quinze autres furent blessés par balle. Moins
d’un an auparavant, rappela l’hebdomadaire Proceso, « les Fédérations
Les “Cas Oaxaca”en plein Noël
Eliseo Jiménez Ruiz, écrit Juan Carlos Cruz Rosas, arriva au gouvernement
de Oaxaca avec pour mission d’ « éteindre le feu » et avec autorisation
« d’employer les moyens ‘adaptés ». Le général fut choisi pour son rôle dans
la Guerre sale contre le guérillero Lucio Cabañas. Après une série de combats
stériles, d’assauts tout aussi vains contre la population civile, Jiménez Ruiz
était parvenu à localiser le dissident guérillero, et à le capturer après avoir
séquestré quatre jeunes filles et menacé leurs familles de les violer et de les
tuer si celles-ci refusaient de collaborer avec l’armée. Le couteau sous la gorge,
les familles conduisirent les troupes jusqu’à la cachette du guérillero, et les
soldats, après avoir assiégé Cabañas, l’assassinèrent.
Fort de tels antécédents, Jiménez Ruiz n’hésita pas à employer les méthodes
les plus viles dans son combat contre le mouvement oaxaquenien. Comme il
De « pistola » : pistolet. Désigne les hommes portant une arme, et en particulier les hommes de mains des
gens de pouvoir, réputés pour leur méthodes violentes.
1
[ 56 ]
du syndicat et du parti. Peu avant que le groupe n’atteignît le zócalo, une scène
inattendue se produisit: le groupe de leaders en tête du défilé obliqua, prenant
la rue El Sagruario qui passe derrière la cathédrale, abandonnant le gros du
défilé, qui continua en direction de la promenade de León.
Les instituteurs ne parurent pas s’inquiéter de la désertion de leur
leader et poursuivirent leur marche, dépassant la cathédrale et la statue du
général Antonio de León. Les policiers chargés de la sécurité, postés tout
autour du zócalo, en face du palais du gouvernement, et qui attendaient
d’un œil morne l’arrivée du défilé, durent soudain faire face à une horde de
manifestants. Policiers et enseignants commencèrent alors à échanger des
insultes et des menaces. L’agitation grandit quand la foule aperçut, au balcon
du palais, Maldonado et ses acolytes, occupés à faire des salamalecs devant
le gouverneur. Ce dernier, prenant note de la situation, ordonna à la police
d’éviter les heurts avec les manifestants. Les policiers se contentèrent de faire
barrage, empêchant l’avancée de la foule, qui se retira après avoir couvert les
autorités sous une avalanche d’injures.
Le 13 mai, les professeurs syndiqués et leurs sympathisants (instructeurs
bilingues, pères de famille, instituteurs venus d’Etats voisins) refusèrent de
reconnaître l’ensemble des dirigeants de la section 22 de la SNTE. Ils exigèrent
d’autre part une augmentation des salaires et la destitution des fonctionnaires
responsables du retard de paiement, en plus d’autres compensations.
Dans une tentative pour endiguer le mouvement, le secrétariat de
l’Education publique destitua le délégué Hernán Morales Medina pour mettre
à sa place Dante Delgado Ranauro qui, bien plus tard, deviendrait gouverneur
de Veracruz sous la bannière du pri, avant de fonder le parti Convergence
pour la démocratie.
Le 15 mai, Journée de l’instituteur, vingt mille enseignants défilèrent dans
les rues d’Oaxaca, en soutien au mouvement de grève, avec une exigence
centrale: « un salaire digne pour une profession digne ».
Le 29 mai, lassés d’être ignorés par les autorités d’Oaxaca, dix mille
professeurs oaxaqueniens débarquèrent à México, bientôt rejoints par leurs
collègues du Chiapas et de Puebla, tout aussi nombreux. Martínez Martín,
le dirigeant syndical, n’eut d’autre choix que de reconnaître l’existence d’un
mouvement de contestation massive, dont il avait jusqu’alors sous-estimé
l’ampleur ou même essayé de nier. Le responsable de la sep, Solana Morales,
consentit à examiner les revendications et manda une commission spéciale. Il
se garda bien cependant de s’engager par un quelconque accord susceptible de
satisfaire aux exigences des manifestants, se contentant de s’assurer de ce que
les leaders du mouvement avalent ses promesses et démobilisent les milliers
de professeurs qui, de par leur présence devant le siège de la SEP, signalaient
à tout México leur détermination et la gravité de leurs problèmes.
Les promesses d’augmentation des salaires ne furent pas suivies d’actes.
Plus de soixante mille enseignants descendirent une fois de plus dans les
rues de la capitale fédérale. Le 9 juin, les protestations devant les sièges du
syndicat et de la sep obligèrent les autorités à reprendre les négociations. A la
suite de tensions et de menaces, de discussions et d’intimidations policières,
les professeurs obtinrent enfin la hausse des salaires qu’ils réclamaient, et
reprirent le chemin de l’école. Ainsi, en cette année de 1980, le mouvement
des enseignants d’Oaxaca avait réveillé le peuple contre l’autoritarisme de ses
dirigeants, devenant un modèle de contestation sociale.
était de coutume dans la Guerre sale menée par les présidents Díaz Ordaz et
Echeverría Álvarez, les détentions, fouilles et violations de domicile, tortures,
séquestrations et assassinats devinrent chose courante. Dans l’intention
d’exterminer les rebelles clandestins oaxaqueniens, le général fit venir de
México la Brigade blanche,2 sous les ordres de Miguel Nassar Haro et Adolfo
Ferrer Lutzow. Ces derniers avaient dans le passé orchestré des assassinats,
des enlèvements et des tortures dans la ville de México, entre 1968 et 1973.
Comme il était désormais habituel à Oaxaca, des guérilleros et des innocents
accusés de soutenir la rébellion furent victimes d’assassinats, d’humiliations,
de disparitions, d’enlèvements, d’exécutions de sang froid, perpétrés par les
hommes de Nassar Haro.
Dans ses mémoires sur le Mouvement démocratique universitaire, Martínez Soriano raconte comment, du 14 au 24 décembre 1977, la Brigade blanche et l’armée, attaquèrent les bastions de la rébellion étudiante. Après avoir
emprisonné ou fait disparaître près de trois cents personnes, l’armée entreprit un « simulacre de guerre » dans les rues de la capitale oaxaquenienne,
déployant vingt-cinq mille soldats. Deux personnes trouvèrent la mort au
cours de cette opération, vingt autres furent blessées, et plusieurs journalistes
furent brutalisés.
En représailles, le groupe guérillero Union du peuple mit le feu à quatre
magasins importants du centre historique, faisant exploser six bombes.
L’armée et la police encerclèrent d’abord le quartier puis toute la ville, avant
de se déployer jusqu’aux frontières de la capitale.
Il existe peu de livres et de rapports sur la révolte de 1974 à 1978 à Oaxaca.
Les témoignages rapportent qu’il y avait quelque chose de jouissif dans le
spectacle de ce gouvernement – peu importe qui était alors aux commandes
– enragé et implacable, luttant contre un ennemi que seule la terreur pourrait
soumettre : le peuple, qui avait réussi dans le passé, à s’émanciper de ses pires
dirigeants.
L’insurrection enseignante de 1980
En 1980, le général Eliseo Jiménez Ruiz était toujours au pouvoir, mais sa
main de fer s’était quelque peu adoucie tandis que s’approchait le changement
de régime dans tout le pays. Ce fut le temps où le président José López Portillo
incitait les Mexicains à « administrer l’abondance », mais malheureusement la
prospérité ne franchit jamais les frontières d’Oaxaca. La situation économique
des enseignants de l’école primaire se compliqua du fait d’un conflit interne
entre les dirigeants du puissant Syndicat national des travailleurs de l’éducation
(SNTE), et son secrétaire général, Carlos Jonguitud Barrios. Ce dernier, à la
tête de l’organisation Avant-garde révolutionnaire, essayait de prendre le
contrôle de l’organisation syndicale et entama à cette fin un bras de fer avec le
secrétaire à l’Education publique Fernando Solana Morales, l’un des aspirants
à la présidence de la République. Ce conflit entraîna le retard de paiement des
salaires des instituteurs oaxaqueniens.
Fraîchement élu secrétaire du pri à Oaxaca, le directeur du magistère,
Fernando Maldonado, convoqua le traditionnel défilé du 1er mai. Maldonado
marchait fièrement à la tête du cortège des enseignants, en direction du zócalo3
d’Oaxaca, d’où ils devaient joindre leurs remerciements et acclamations à ceux
des autres groupes de fonctionnaires. Tandis qu’ils se rapprochaient du cœur
de la ville, Maldonado Robles commença à s’inquiéter: en guise d’acclamations,
il eut droit à des protestations contre le coût élevé de la vie et les bas salaires et
des récriminations le visant directement, puisque mettant en cause la direction
La loi du crime
Le 25 septembre 1996, la police, des membres de l’armée et de la Garde
blanche enlevèrent et emprisonnèrent plus d’une centaine d’habitants de
la municipalité de San Augustín Loxicha, sur ordre du gouverneur Diódoro
Groupe para-policier.
3
« Socle ». Nom donné à la partie centrale de la grandplace de certaines villes du Mexique et par extension
à la place tout entière.
2
[ 57 ]
Carrasco Altamirano. Les paysans d’Oaxaca furent accusés d’appartenir à
l’Armée populaire révolutionnaire (epr), groupement de guérilleros qui avaient
révélé leur existence en août 1996 au sein de communautés des régions de la
Costa et de la Mixteca oaxaqueniennes. Au total, le gouvernement d’Oaxaca
délivra 250 mandats d’arrêt à l’encontre d’habitants des communautés de
Loxicha, sous des charges allant de l’attentat à la conspiration terroriste.
La détention de plusieurs de ces indigènes s’éternisa sans l’ombre d’une
résolution. Carrasco Altamirano quitta ses fonctions de gouverneur pour
assumer la direction du Secrétariat du gouvernement fédéral, laissant la place
à José Murat Casab.
Les renouvellements de poste au gouvernement constituèrent l’unique
changement à Oaxaca. A quelques mètres du bureau du gouverneur, et comme symptôme de son inaction, les femmes de Loxicha demandaient à Murat,
tout comme elles l’avaient demandé à son prédécesseur Carrasco, la libération de leurs proches. Ces femmes en colère passaient leurs journées dans les
couloirs du palais, tressant des sacs, des paniers en plastique et autres objets
artisanaux qu’elles vendaient aux passants du zócalo d’Oaxaca, ce qui constituait là leur seul moyen de subsistance. Leurs enfants supportaient avec elles
cette vie sans foyer.
L’Union des peuples contre la répression et la militarisation de la région de
Loxicha (upcrmrl) dénonça la situation des paysans, enlevés et emprisonnés
par les autorités oaxaqueniennes pour s’être opposés au caciquat de Lucio
Vásquez, président du conseil municipal de Loxicha, ajoutant que ceux-ci
étaient membres du conseil populaire qui fut dissout en 1996, suite à leur
arrestation. Leur seul crime était d’avoir voulu défendre leurs terres, leurs
récoltes et leurs communautés contre les spoliations et les abus perpétrés
par le cacique et ses hommes de main. Voyant que la violence et le meurtre
ne suffisaient pas à les faire taire, Vásquez ordonna leur arrestation, qui fut
exécutée avec une sauvagerie inouïe.
L’upcrmrl publia dans Todisna, son journal en ligne, un article affirmant
que les incursions de l’Armée populaire révolutionnaire, motif des arrestations
de 1996, faisaient en réalité partie d’un plan conçu et exécuté par le régime de
Carrasco Altamirano dans le but d’éradiquer le mouvement populaire paysan
à Oaxaca et de justifier la militarisation de la zone sud de la Sierra. Qu’un tel
plan n’ait jamais existé, cela est discutable, mais ce qui est certain, c’est que
la militarisation et l’exil de nombreux habitants de la zone sud de la Sierra
furent, eux, bien réels. Selon les affirmations de Donaciana Antonio Almaraz
et Estela García Ramírez, toutes deux membres de l’upcrmrl, les femmes
qui protestaient dans les couloirs du palais du gouvernement ne perdirent
pas seulement leur foyer et leurs terres, mais furent également menacées de
mort si elles tentaient d’y retourner. Nombre de prisonniers prétendument
« terroristes » ne purent, à leur libération, rejoindre leurs communautés, au
risque d’être blessés ou même tués par les hommes de main du cacique ou par
Lucio Vásquez lui-même.
En décembre 2000, le régime de Murat Casab promulgua une loi d’amnistie qui suscita l’indignation des habitants de Loxicha. Aux dires de Donaciana Antonio et Estela García, les principaux bénéficiaires de cette loi furent
les pistoleros, ceux-là même qui, agissant sous les ordres de Vásquez, avaient
terrorisé, tourmenté et assassiné les opposants au régime.
Suite à ces arrestations, le village entier de Teojomulco envahit le zócalo
d’Oaxaca pour exiger la libération de leurs voisins. Le gouvernement permit
que ce peuple offensé vive là, au cœur de la ville, au milieu des intempéries,
pendant près d’un an. Les véritables assassins ne furent jamais recherchés et
des enfants de 12 ans furent retenus en prison. Trois ans après le massacre,
les détenus furent relâchés faute de preuves. Les veuves ne reçurent jamais
l’aide promise par le gouvernement, et le crime resta impuni, si à l’exception
des innocents de Teojomulco.
Mort tragique de « la pare-brise »
Harcelé par les journalistes avides de détails sur l’invraisemblable attentat dont
il fut victime le 18 mars 2004, le gouverneur d’Oaxaca, José Murat Casab ne
cessa de répéter cette phrase désormais célèbre qui fit de lui la risée de la scène
politique mexicaine : «j’ai juste eu le temps de voir la pare-brise fondre sur
moi ». Il fut bien sûr incapable d’identifier ses agresseurs. En juin, le Procureur
Général de la République (pgr) estimait que la fusillade qui avait coûté la vie
au pare-brise – et à la réputation de son destinataire – avait pour responsables
les gardes du corps de Murat. C’était la dernière année au gouvernement de cet
homme qui comptait parmi ses exploits de jeunesse d’avoir vaincu une poignée
de cantiniers, de clients, et de policiers durant une bagarre dans un bar de
Varsovie. Seule l’armée russe avait pu alors le maîtriser. Des années plus tard,
il était responsable de la sécurité de Luis Donaldo Colosio, le candidat à la
présidence de la République, lorsque celui-ci fut assassiné lors d’un meeting.
En cette même année au cours de laquelle Murat devint la risée du pays,
sans que le pgr ne puisse mettre la main sur lui, son emprise politique ne s’en
trouva pas affaiblie pour autant. Après avoir organisé en 2002 les élections
internes tronquées du Parti révolutionnaire institutionnel (pri), qui vit Roberto
Madrazo accéder à la présidence du parti, le gouverneur Murat préparait sa
propre succession au gouvernement d’Oaxaca. Le choix problématique d’un
successeur fut rendu possible par le décès, tombant à point nommé, du
candidat Aquiles López Sosa dans un accident de la route, libérant la voie
pour le favori de Murat, Ulises Ruiz Ortiz.
Ulises Ruiz accéda à la gouvernance en 2004, avec l’une des campagnes
électorales les plus douteuses de l’histoire politique récente. Toutes les sortes
de mécanismes illégaux furent employées par le pri et le gouvernement Murat
en vue d’asseoir Ruiz Ortiz au pouvoir exécutif. La consigne prévalant au sein
du parti était de soutenir un gouvernement analogue à celui d’Oaxaca, qui à
son tour contribuerait à appuyer (autrement dit financerait en sous-main) la
candidature de Roberto Madrazo à la présidence de la République de 2006.
Cet objectif a sans doute permis aux membres du nouveau gouvernement
de croire que l’administration publique oaxaquenienne vivait une étape
transitoire, qui arriverait à son terme une fois les élections venues. Ce n’était
un secret pour personne que la plupart des fonctionnaires de Ruiz Ortiz
considéraient leur mandat comme de simples tremplins vers de plus hautes
fonctions dans l’administration fédérale, une fois que Madrazo serait en place
la présidence. En réalité, jusqu’au mois d’avril 2006, aucun haut fonctionnaire
– pas même le gouverneur Ruiz Ortiz – ne s’attendait à rester en fonction plus
de deux ans à Oaxaca.
Les effets d’une telle attitude ne tardèrent pas à se faire sentir. En dépit
d’une mauvaise situation économique, l’administration Ortiz réduit les
dépenses publiques à leur minimum et restreint considérablement l’injection
de ressources publiques, bien que celles-ci soient indispensables au maintien
de l’Etat. Sous le prétexte de faire du tourisme et de la culture les priorités du
gouvernement, Ruiz Ortiz et son équipe de fonctionnaires suspendirent les
dépenses de l’Etat dont dépendaient la ville d’Oaxaca et d’autres zones urbaines
de la région. Ce qui n’empêcha pas l’administration Ortiz d’entreprendre en
Une violence sans fin
Le dernier jour de mai 2001 fut témoin de la tuerie d’Agua Fría, qui surpassa
en horreur toutes les autres dans l’histoire sanglante d’Oaxaca : vingt-six
paysans de Santiago Xochiltepec tués à bout portant lors d’une embuscade,
pour laquelle furent inculpés et emprisonnés quinze indigènes de Santo
Domingo Teojomulco, après un procès expéditif des plus suspects.
[ 58 ]
Réduire un arbre solidemment enraciné en bois de chauffage
2005, sans consultation préalable, une série de travaux somptuaires, dont le
budget a été gardé secret jusqu’à aujourd’hui. Dans les cercle politiques, il
était notoire que c’était là un moyen détourné d’accumuler des fonds en vue
de la campagne présidentielle de Madrazo, alors imminente.
En l’absence d’industries, d’entreprises ou d’activité financière suffisante
pour faire vivre la population, la majorité des habitants d’Oaxaca vit des devises
en dollars que leur envoient leurs familles émigrées aux Etats-Unis, soit près de
six-cent mille personnes. Dans la ville d’Oaxaca, dont les activités commerciales
soutiennent la vie communautaire à tous les niveaux, la circulation d’argent
dépend du premier acheteur et employeur du marché : le gouvernement
local. Seuls les secteurs de l’hôtellerie, de la restauration et autres services,
qui pratiquent des tarifs astronomiques, enregistrent des bénéfices grâce à
l’affluence des touristes venant visiter la ville, sans cesser toutefois de compter
sur les aides – occultes ou ostensibles – du gouvernement local. Le tourisme a
fait d’Oaxaca l’un des Etat les plus chers au monde, alors même que les salaires
y sont parmi les plus bas du pays.
Le discours officiel avait beau brandir la bannière du développement, la
pénurie d’argent n’en commença pas moins à affecter la population. L’année
2005 fut marquée par le lancement des travaux, déclarés urgents par le régime
d’Ulises Ruiz : l’élargissement de la route d’El Fortin et la rénovation du zócalo,
de la place de la Danza, de la promenade Juarez-El Llano, et de la fontaine
des Sept Régions. L’investissement nécessaire à ces travaux, loin de créer
de nouveaux emplois pour les Oaxaqueniens les plus nécessiteux, bénéficia
uniquement aux constructeurs, engagés au mépris des règles élémentaires de
l’appel d’offres. Les protestations généralisées contre le caractère arbitraire et
superfétatoire de ces travaux restèrent royalement ignorées.
Le zócalo de la capitale d’Oaxaca était un bel espace travaillé par le temps, et
le passage des oaxaqueniens. Flânant à son tour sur cette place bordée d’imposants lauriers d’Inde, Eliot Weinberger écrivait: « rêvasser sur le zócalo d’Oaxaca, ce n’est pas tant s’échapper du monde, ni s’échouer sur une île tropicale,
c’est imaginer – pour quelques instants seulement – une existence au cœur du
monde: S’immerger dans le monde, sans en goûter les distractions. »
En avril 2005, le gouvernement de l’Etat d’Oaxaca décida que cette
place pourtant magnifique avait besoin d’un nouveau visage. Les autorités
assurèrent que son sol de dalles vertes sculptées était en état de détérioration.
Les travaux de rénovation donnaient l’impression qu’un obus s’était écrasé sur
les lieux : les trottoirs arrachés s’entassaient dans un fatras sans forme, des
tranchées innombrables déchiraient le sol, rendant dangereux le passage.
Le malaise général suscité par cette image du zócalo en ruines grandit
avec la chute, le 18 avril, d’un énorme ficus sur la façade de l’ancien palais
du gouvernement. Un groupe de citoyens indignés protestèrent contre les
excavations anarchiques qui avaient eu pour résultat d’arracher les soixante
lauriers qui autrefois ornaient et oxygénaient le zócalo, et gisaient maintenant
au sol, exhibant leurs racines aux passants.
Un rendez-vous fut donné à la Maison de la Cité auquel près de trois cents
personnes se rendirent. La séance d’information débuta très tard, dans un
climat de tension. Autour de la table était réunie l’équipe en charge du projet :
l’architecte David Alcántara, le biologiste Alejandro de Ávila, et le peintre
Luis Zárate. Ils étaient accompagnés des superviseurs du projet, les membres
du gouvernement Carlos Melgoza Castillo et David Pineda, ainsi que du
président du conseil municipal Jesús Ángel Díaz Ortega, rejoints peu après
par le secrétaire au gouvernement Jorge Franco Vargas.
Deux heures durant, ceux-ci tentèrent en vain de défendre leur projet
architectural, conçu selon eux pour « récupérer l’espace sacré du portique de
la cathédrale ». La situation dégénéra lorsqu’Alcántara déclara que son projet
nécessiterait des années de travail, ajoutant : « mais nous n’avions pas prévu
ce qui est arrivé ».
L’explosion de railleries et de sifflets qui s’ensuivit transforma la séance en
une foire de récriminations inévitables, ne laissant aux officiels d’autre choix
que celui de reconnaître leur négligence et leur imprévoyance, ainsi que le
manque de transparence et de consensus dans leur gestion des travaux.
Jorge Franco, l’hautain secrétaire au gouvernement, exigea le silence. Il
souligna d’un ton autoritaire que les protestations ne changeraient en rien les
plans, ni n’interrompraient la poursuite des travaux.
Les fonctionnaires et les mandataires du projet coururent se cacher derrière
l’écran sur lequel étaient projetés leurs plans. Là, ils attendirent l’arrivée d’un
contingent armé de policiers anti-émeute qui formèrent un couloir humain afin
de les « secourir ». Mais la foule écœurée, composée principalement d’artistes
et d’intellectuels, était incapable de violence et ne justifia pas une telle invasion
policière dans une enceinte culturelle.
Personne alors ne réalisa que c’était la première fois que Jorge Franco se
présentait devant des citoyens désarmés, cernés par des forces de choc.
Usurper sans pudeur
C’est le moment que choisit le gouvernement d’Oaxaca pour dévoiler, sans
aucune forme de pudeur, son soutien à la campagne présidentielle de Roberto
Madrazo. En particulier, un spot reprenant la voix du candidat priiste, offrant
à Ulises Ruiz les clés de Los Pinos.4 Lorsque l’utilisation de fonds publics pour
le financement de la campagne priiste devint évidente pour tout le monde,
le mécontentement grandit au sein de la population, plus que lassée des
méthodes mafieuses employées par le gouvernement, et ce, tandis qu’une
autre intense campagne médiatique glorifiait les exploits accomplis par le
gouvernement, dans son « face à face avec la nation ».
Partie intégrante du plan officiel pour le tourisme, furent programmés,
les deux derniers lundi du mois de juillet 2005, en lieu et place de l’unique
émission habituelle, deux diffusions du spectacle improprement intitulé
« Guelaguetza ». Les prévisions étaient de porter ces représentations
au nombre de quatre annuelles au minimum, et de commercialiser leur
diffusion dans toutes les capitales importantes du pays. La célébration de la
Guelaguetza de juillet 2005, fut le cadre choisi par l’administration Ortiz pour
prendre d’assaut le quotidien Noticias, l’opposant le plus insolent au régime.
Le journal, qui s’était déjà mis à dos le régime de José Murat depuis 2003,
appuyait la campagne du candidat de l’opposition (ex-priiste) Gabino Cué. Le
quotidien, dont les installations furent saisies, eut à pâtir des conséquences
de son insoumission, tout comme ça avait été le cas pour l’ex-prétendant à
la gouvernance et ses partisans, que Ruiz Ortiz avait fait arrêter une fois élu
gouverneur. Murat avait également tenté dans le passé de les impliquer dans
l’« attentat » du 18 mars 2004.
4
« Professeurs, au piquet »
Dans les derniers mois de l’année 2005, le mécontentement suscité par de
l’incompétence et la vénalité de Froylán Cruz Toledo, directeur de l’Institut
d’éducation publique d’Oaxaca, enfla à tel point que ce dernier dut être remplacé
par Emilio Mendoza Kaplan. Toutefois, ce changement de tête ne suffit pas à
calmer les professeurs qui continuaient à exiger de meilleurs salaires.
Palais présidentiel à Mexico.
[ 59 ]
L’incident jeta une nouvelle pomme de discorde au sein de l’élite priiste,
déjà en proie au trouble, puisqu’il symbolisait la rupture entre Ulises Ruiz
et José Murat, et l’affrontement de leurs partisans. Cette persécution policière contre l’une des partisantes les plus ferventes de José Murat, qui fut
même accusée d’avoir détourné des fonds publics et d’avoir armé des groupes
d’intimidation afin de favoriser l’élection de Ruiz Ortiz, a pu être interprétée
comme la volonté du nouveau gouverneur d’écarter son prédécesseur de la
scène politique et d’un éventuel partage du butin.
En 2006, le gouvernement d’Ulyses Ruiz était tellement absorbé par
la campagne présidentielle que toute autre question fut délaissée. La crise
financière s’aggrava à mesure que redoublaient la propagande électorale et la
publicité autour de Ruiz Ortiz et de ses exploits. La Coordinatrice nationale
des travailleurs de l’éducation (cnte) lança de multiples avertissements au
gouvernement de l’Etat, demandant que celui-ci examine ses requêtes. En
avril, les négociations s’accélérèrent et se prolongèrent jusqu’à la mi-mai,
sans résultats.
Le 22 mai, avec Enrique Rueda Pacheco à leur tête, des dizaines de milliers
de professeurs de l’enseignement élémentaire firent une fois de plus le pied de
grève sur le zócalo d’Oaxaca, sans rien obtenir. Ils intimèrent Ruiz Ortiz et ses
fonctionnaires de ne pas aggraver la situation par des mesures dilatoires. Bien
que l’on s’attendît à voir les enseignants lever la grève à la fin mai – « comme
il était de coutume » –, celle-ci se prolongea.
La grève enseignante du mois de mai à Oaxaca est une expression de
l’école du désordre et de l’arbitraire, propre aux groupes politiques de ce fief
priiste. La ville qui conserve à grand peine son titre de patrimoine mondial
de l’humanité, octroyé par l’unesco en 1987, a vu son centre historique se
convertir en un campement géant.
José Murat avait su tirer profit de cette tradition à des fins stratégiques,
par l’emploi de syndicalistes aguerris comme troupes de choc, en particulier
à l’occasion des batailles « juaristes » qu’il mena contre le gouvernement de
Vicente Fox et le Congrès de l’Union.
Le coup d’envoi
Les deux premières semaines de juin, les protestations des professeurs gagnèrent
en force et en audace. Le gouvernement fédéré poursuivit sa campagne en faveur
de Roberto Madrazo, ne la délaissant que pour tenter de mettre un terme à la
grève des professeurs au travers d’« exhortations » et de menaces de licenciement
proférées par quelque trois-cents présidents de conseils municipaux priistes.
Au cours de la deuxième semaine de juin 2006, les enseignants en grève
déclarèrent avoir l’intention d’empêcher la diffusion de Guelaguetza, qui devait être le point d’orgue des festivités du régime Ortiz. Ils refusèrent de reprendre leurs classes comme le gouverneur le leur avait ordonné.
Dans la nuit du 14 juin, un contingent de deux mille policiers armés de
grenades de gaz lacrymogène, et appuyés par un hélicoptère bombardier, attaqua par surprise le piquet de grève des enseignants. Les gaz lacrymogènes
firent de nombreuses victimes collatérales parmi les habitants du quartier,
même à bonne distance de la zone d’assaut. Les femmes et enfants présents
sur le campement, bien que désarmés, furent aussi victimes de l’assaut des
grenadiers. Mais les grévistes vainquirent leurs agresseurs et le mouvement
s’attira le soutien populaire.
Radio Plantón,5 la station émettrice des grévistes, fut détruite, mais Radio Universidad (RU), la station de radio des étudiants, devint le porte-parole
du mouvement. Pour la première fois, une station de radio de forte capacité
d’émission était utilisée pour rendre compte de la réalité du conflit.
Le mouvement enseignant devint bientôt mouvement populaire. Dans les
rues d’Oaxaca et dans certains lieux stratégiques telles que les stations de radio et de télévision oaxaquenienne, l’on érigea des barricades pour se protéger
des « escadrons de la mort », formés de policiers et de pistoleros, qui sillonnaient la ville la nuit, tirant sur tout ce qui bouge.
Le gouverneur Ulises Ruiz et son administration se réfugièrent dans la
clandestinité. Ruiz Ortiz fuit la capitale oaxaquenienne trois mois durant. Le
reste de l’année se passa dans la désolation et la terreur, jusqu’à ce qu’un vaste
contingent paramilitaire, envoyé par la présidence de la République, restaure
Ulises Ruiz sur son trône de sang. Le 25 novembre 2006 fut le jour le plus tragique pour la loi et la démocratie à Oaxaca. Et les terribles injustices infligées
à la société oaxaquenienne sont loin d’être terminées. Malgré les nombreuses
protestations dont témoignent les murs de la ville, les autorités sont incapables de lire le Mané, Thécel, Phares6 de leur propre condamnation.
Procès entre amis
Le 9 mai 2006, le procureur d’Oaxaca, Lizbeth Caña Cadeza, annonca que le
septième juge de la Cour pénale avait ordonné l’arrestation d’Aurora López
Acevedo, chargée de la coordination des transports de l’Etat et ex-secrétaire
aux transports du gouvernement Murat. La fonctionnaire était accusée
d’avoir falsifié la signature du gouverneur Murat pour l’envoi de documents
concédant au moins 3.500 concessions à des taxis collectifs, après réception
de pots-de-vin. Le mandat de Mme López Acevedo avait été contesté dès ses
débuts, celle-ci étant propriétaire de plus de 600 autobus urbains de la ville
d’Oaxaca et directrice de l’Association nationale des transports à Oaxaca.
Les complices de Mme López Acevedo, des ex-fonctionnaires, se retrouvèrent impliqués dans la fraude: Eduardo Alberto Franco, neveu du sénateur
Jorge Franco Jiménez et cousin du secrétaire général au gouvernement, Jorge
Franco Vargas et Horacio Sainz Castro, époux de Salomé Martínez, qui fut assistante de l’ex-gouverneur José Murat Casab, avant d’être nommé directrice
de la communication sociale au conseil municipal priiste d’Oaxaca. Le viceprésident de la Commission permanente du Congrès de l’Union, Heliodoro
Díaz Escárraga, fut lui aussi impliqué dans cette affaire d’abus de pouvoir. Le
législateur nia toute participation au scandale et jusqu’à ses liens avec Mme
López, toujours en fuite à l’heure d’aujourd’hui, bien qu’un tribunal oaxaquenien l’ait acquittée en 2008.
5
6
Piquet de grève.
Inscription biblique avertissant les tyrans que leur fin est proche et qui a été traduite par le prophète Daniel comme suit: « Tes jours sont comptés ; tu as été trouvé trop léger dans la balance; ton royaume sera partagé ».
[ 60 ]
Voyage à Oaxaca
Fernando Solana Olivares
I
événements qui arriveront. A la différence d’un graffiti écrit en perse en
dehors d’une maison de thé à Kaboul: Migozarad! (“Cela arrivera bien”), on
ne peut pas prétendre la même chose de la dalle verte, typique de Oaxaca, où il
continue à se passer des choses qui existaient déjà. Celui qui prétend que cette
situation est résolue, ment ou se trompe, peu importe.
Tout comme les peuples tristes qui organisent beaucoup de fêtes, ceux
qui s’apprêtent à éclater possèdent beaucoup de scénographies. Oaxaca les
a toujours arborés: c’est un immense théâtre où prédomine – je parle de son
centre historique – ce goût exquis qui a été une des grandes vertus du mécène
Francisco Toledo: faire éclater l’impulsion pour récupérer une architecture
extraordinaire. Un ami commun me propose de rencontrer Toledo. Cela
fait des années que nous avons eu un différend que nous n’avons jamais eu
l’occasion de résoudre. Certe, cette mésentente est résolue aujourd’hui, car le
temps soigne toutes les blessures. Je me rappelle de cette fois où la cuisinière
de Toledo provenant de Juchitan nous présenta une tête de veau mijotée mais
sanguinolente. Il avait demandé que l’on me serve la langue, et j’ai répondu en
demandant qu’on lui serve les yeux. Et nous avons bu bouteille après bouteille,
le mezcal, nous nous sommes saoûlés et nous sommes disputés. Je le voyais
grandir dans une preuve de force à laquelle j’ai résisté jusqu’au bout, grâce à
la Vierge de la Solitude, ma protectrice créole. J’aborderai un jour ce thème.
J’aurai le temps de le rencontrer en d’autres occasions et de lui donner une
accolade, au maître, qui a beaucoup souffert ces temps-ci. Mais il conserve ses
bons instincts politiques et il a agi correctement en fondant un comité d’amnistie
pour les prisonniers politiques de la récente insurrection. C’est un état policier
que celui d’Ulyses Ruiz, où des camionnettes noires anonymes enlèvent
soudainement et de nuit, ceux qu’ils considèrent comme étant suspects. C’est
arrivé à un peintre notable de Oaxaca et à sa femme: ils ont été surveillés jour
et nuit pendant des semaines. Cela fait des années que je ne les vois pas et enfin
nous nous parlons. Ils me racontent l’héroïque frisson de leur réalité.
Il est évident que je ne dois pas donner de noms. Il existe une clandestinité
dans les montagnes auxquelles ont adhéré beaucoup, bien que personne ne
sache combien ; mais c’est une clandestinité publique, prudente et discrète.
Etant donné que c’est un village, tout se sait ici, et la politique du brutal Ulises
provenant du pays des chacals, éduqué dans le petit village prémoderne de
Juchitan, est soutenue par un régime policier qui agit en dehors de l’état de
droit, chaque fois plus terne et avili. Le diable se trouve à Oaxaca. Mais il s’agit
de distinguer qui et ce qui n’est pas l’enfer, de le faire durer et lui donner son
espace, selon le grand Italo Calvino qui est venu par ici, les gens ordinaires
s’enhardissent. Tout comme les amis avec qui je parle.
L
es arbres de Oaxaca volent l’âme. Et par les arbres a commencé la
convulsion politique, sociale, économique, culturelle, plastique, guerrière, insurrectionnelle, répressive et plébéienne qui a eu lieu il y a un
an dans cette ville. Un grand drame historique mexicain, d’une complexité qui
condense cette épaisse et douloureuse histoire de Oaxaca, et ce depuis 500
ans. Depuis le début, la Conquête y a été barbare et sanglante, comme dans
aucune autre partie du territoire national.
Oaxaca n’appartenait à personne: Les mixtèques et les zapotèques se la
disputaient, tous deux dominés par l’empire aztèque qui la considérait comme
faisant partie de ses territoires, jusqu’à ce que tout le monde se paralyse en
voyant arriver des hordes espagnoles extraterrestres. Cortés s’est battu avec
ses compatriotes afin de devenir le Marquis de Oaxaca, un prestige dont il n’a
jamais profité. En fin de compte, les voisins qui la fondèrent jusqu’à trois fois,
depuis les tribunaux et s’appuyant sur des édits royaux contre le conquérant,
ne n’étaient pas calmés. A côté de Monte Alban, puissante résonance physique
et spirituelle aussi sombre que lumineuse, Oaxaca a toujours été un Carrefour,
un croisement de chemins, un immense marché dont les échanges sont multiples. Elle continue d’être à tout le monde et à personne. C’est peut-être pour
cette raison qu’elle continue à être disputée. Malcom Lowry l’a écrit en décembre 1937, depuis la prison municipale où il connut la nuit la plus obscure de sa
vie: « Ce n’est pas le mezcal, c’est Oaxaca ».
Plusieurs facteurs se sont conjugués: toutes les montagnes qu’il restait au
Créateur, après avoir crée la planète; tous les indigènes héritiers et qui ont été
cruellement dépouillés de leurs biens, – le génocide de l’exploitation espagnole
est arrivé en très peu de temps à éliminer pratiquement tous les natifs – tous
les bons et mauvais caciques, parmi ceux qui à présent se trouvent être
philanthropes et artistes, les pires gouvernements que l’on peut imaginer – à
l’exception de Benito Juarez qui semble avoir agi de manière juste – , les 570
municipalités étatiques que connaît le pays, un chiffre trop vaste, qui montre
que lorsqu’une ancienne problématique se résout, deux autres se détraquent
sans crier gare.
A Oaxaca, tous les ressentiments d’un métissage qui n’a pas encore été
digéré par l’imaginaire collectif sont présents (une personne peut très bien
se rendre à un mariage local et être assailli par l’hôte des lieux, avec une
ironie soignée, car il est européen de son père et yope de sa mère, un terme
péjoratif utilisé contre les indigènes). Toutes les jalousies symboliques et
fonctionnelles s’inscrivent dans la caractériologie locale (la fameuse blague
avertit qu’à Oaxaca personne ne sort de la corbeille remplie de sauterelles car
tous l’en empêchent; un autre satirise cette même blague en assurant que les
habitants de Oaxaca compactent tout, même le fromage). Et cependant, et
surtout, il existe à Oaxaca la créativité vitale, l’esprit de résistance de tant de
personnes extraordinaires qui y vivent. Ce qui suit est un carnet de voyage par
les paysages de Oaxaca après la bataille.
II
Mercredi 8 dans l’après-midi. Désenchantement et tristesse sont les
sentiments que je perçois parmi mes amis et mes connaissances. De la colère
aussi, mais sans pitié ni d’auto-commisération. Cet état me rappelle un auteur
d’autrefois: la colère et la raillerie sont majestueux, alors que les pleures et la
jérémiade ne le sont pas. Il existe une huitième région ethnique de Oaxaca.
Elle est composée d’étrangers qui sont venus de toutes parts pour faire leur
Mercredi 8 août 2007. C’est donc Oaxaca et non pas la APPO. Et un
craquement historique assez dur et profond qui annonce la forme des
[ 61 ]
humains qui y ont eu lieu au début du vingtième siècle et en quelque sorte
similaires à ceux qui ont lieu ici en ce moment: quinze galeries plastiques
ou davantage, ouvertes à l’unisson, plusieurs musées et bibliothèques, des
présentations de livres et de revues, des événements musicaux de premier
rang, des conférences et des rencontres, des passants et des causeurs. Peutêtre comme à Vienne, existe-t-il des chants de cygne de la loi historique: plus
la politique est décadente, plus la créativité est individuelle.
Une règle dicte qu’il faut être en dehors d’un système pour pouvoir
l’observer. Parmi les personnes de la huitième région, prédomine un sentiment
d’interdépendance qui mène ses membres à affecter de manière positive son
propre espace et à construire une maison. Ils comprennent qu’elle est une
machine à résider. Peut-être est-ce pour cela qu’existe ce désespoir actuel,
lorsque un endroit semble couler malgré sa gigantesque beauté physique.
Pure compensation indifférente: ce n’est pas Oaxaca, mais Ulises Ruiz et
sa sinistre politique qui sont le réel
problème de la conjoncture.
Une amie narre ses péripéties
pour faire sortir de la ville une jeune
militante de la APPO. Elle a obtenu
une voiture de luxe, l’a habillée à la
mode, et a passé avec elle indemne
tous les barrages: astuce de classe.
Un autre discute de la mécanique tortueuse, promotrice d’assemblée, de
l’organisation insurrectionnelle, dans
laquelle les stalinistes sont majorité
– il s’agit bien du présent et du passé
mexicain qui continue d’être vivant
ici. – Pourquoi n’ont-ils pas voté lors
des élections immédiates? Pourquoi
les stalinistes de la APPO veulent-ils
exacerber les conditions objectives et
embrouiller la discussion sur ce sujet? Pourquoi sept des dix électeurs
ne s’intéressent-ils pas au résultat; pourquoi les défenseurs d’Ulyses Ruiz ontils imposé la cooptation et la peur: tous les candidats au poste de député se
ralliaient à lui d’une certaine manière.
vie ici, et ce sont d’une manière ou d’une autre, presque tous des artistes
vivant leur quotidien.
Ces gringos – tels qu’ils sont appelés par les habitants racistes de Oaxaca,
et qui appliquent même cet adjectif à leurs voisins du village d’à côté et qui
leurs sont pourtant identiques – forment un bouillon peu habituel. Une amie
m’a commenté qu’elle a appris que Murat ainsi que d’autres personnalités
politiques achètent des propriétés dans la ville à rabais. Une autre commente
que les impôts commerciaux de l’Etat ont augmenté de 130% depuis le conflit.
Un autre souligne lors de la conversation la terrible voracité des habitants de
Oaxaca, de leur objectif historique – de ville marché – de faire de l’argent.
Mais il n’y a pas de tourisme ni d’argent. Le gouvernement vole tout ce
qu’il peut et la corruption de Oaxaca ressemble à celle d’Haïti. Cependant, il
existe une cape économique qui prolifère et installe des hôtels, restaurants,
commerces et boîtes de nuit, dans une soif incompréhensible d’imiter, avec
de l’argent douteux, selon ce qui se
dit par là. A la différence de Proust,
dont le protagoniste allait se coucher
tôt, nous restons debout tard et nous
nous racontons les événement qui
sont arrivés ou qui vont arriver.
Je me rends donc compte que
je suis dans un laboratoire social où
surgissent de nouvelles capillarités,
de nouvelles formes collectives d’expression. Un ami m’a confié qu’il a
lancé des projectiles contre les forces policières « envahisseurs » lors
de l’épique bataille de la rue « Cinco
Señores ». C’est le disque qui contient
les presque mille stencils, peintures,
graffitis et images, que le mouvement
a exprimé sur les murs stupéfiants de
Oaxaca, à travers des collectifs dont
les membres sont anonymes et plusieurs d’entre eux sont anarchistes, réussissant ainsi une rénovation profonde
de l’expression plastique et de l’opinion populaire: Un Juarez punk ou maoïste, une ligne sur le mur écrite tel un coup de fouet – « A Oaxaca, il ne se passe
rien, excepté la révolution » – une caricature du tyran réalisée d’une manière
abstraite inespérée ou résolue avec un réalisme génial.
Les insurrections se reconnaissent à leurs artistes. L’histoire surgit de Piedra, un adolescent laveur de vitres qui s’est intégré à la brigade des bazookas
de la APPO et a installé sa redoutable base de projectiles dans un endroit central de la ville. Les jours de batailles ont signifié pour lui acceptation sociale
ou appartenance publique. Personne ne l’a revu depuis lors; lorsqu’il était résolument heureux. Tous mes interlocuteurs s’accordent à dire que les récents
événements politiques ont eu des sens multiples, des intérêts inconfessables,
des versions contraires. Et l’ébullition polyédrique des expressions quelques
mois auparavant. Je ne découvre que maintenant deux d’entre elles cachées à
la périphérie: « Sad City » et « Ira » disent-elles succinctement.
Vendredi 10. Tout comme l’écocide gouvernementale des lauriers du zocalo
de Oaxaca a été l’antécédent du mouvement citadin, l’immolation de Oseas,
un vénérable fou qui croyait secrètement être le maître des lieux et qui a été
brûlé par des vandales lâches et anonymes pendant qu’il dormait dans la jeep
qu’on lui prêtait chaque nuit, a annoncé l’arrivée de l’horreur imminente.
Aujourd’hui les scorpions sur lesquels Lowry avait halluciné dominent Oaxaca.
Tout est transitoire. Et les personnes croient qu’un seul assaut de combat a eu
lieu. Tout comme la brise calme que l’on peut respirer dans la mer.
III
Vendredi 10 dans l’après-midi. La sensation d’être le témoin de la
splendeur de la décadence me poursuit: tant de créativité individuelle et de
groupes, tant de raffinement spirituel chez tant de personnes pour pouvoir
les considérer comme une masse critique, le germe d’une nouvelle forme
de pensée humaine, tant de beauté physique et architectonique, cet exquisit
taste qui nous éblouit nous-mêmes et qui dupe les étrangers, tant de tout cela
à Oaxaca pendant que les structures ancestrales du mauvais gouvernement
Jeudi 9. Je suis déjà trop vieux pour perdre mon temps avec ceux qui se croient
des personnalités. Je suis déjà trop vieux pour perdre mon temps. Mais ici,
je le gagne, ou je le dissous, ce qui me plaît davantage. L’idée me revient que
j’assiste à des choses qui vont plus loin que ce que peuvent percevoir mes yeux.
J’ai deux exemples pour pouvoir me l’expliquer: La Vienne de la fin du siècle
et les petits formats. Vienne simplement pour l’intense variété d’échanges
[ 62 ]
femme. Etant donné que cela fait vingt ans que je ne me rends plus à aucun
mariage, mes capacités en danse sont ridiculement nulles et ce n’est pas le moment de me mettre à pratiquer. Si un jour je retourne au monde, j’aimerais
danser tel un dieu, mais aujourd’hui, ma tête s’occupe de ce que je suis en train
de lire, des lignes profondes de la Xashaca ombragée, rien de plus: L’île des
retards, de Cuauhtémoc Blas López (édition Siembra) et Oaxaca assiégée, de
Diego Enrique Osorno (édition Grijalbo). Ce dernier livre est le livre abordant
tout ce qui est arrivé, un tissu narratif fluctuant et multiple, une chronique sur
plusieurs mois élaborée sur le site, avec le meilleur style littéraire; c’est-à-dire
qu’un journalisme de correspondance écrit d’une telle manière que les faits se
transforment ici en un genre littéraire raffiné. La prose rapide, irrésistible et directe de ses pages rend compte d’une victoire morale, de celle qui a toujours été
lors des soulèvements populaires contre les tyrans où sont commis des excès et
des héroïsmes, ce qui est nettement expliqué dans ce livre. Il est réconfortant de
savoir que l’histoire immédiate s’écrit d’une telle façon, et que quoiqu’il arrive,
elle est ainsi sauvée par la mémoire commune. Par contre qui se rappellera de
l’obscur Ulyses? Et l’autre volume est un travail analytique rigoureux qui explique et tire la situation au clair, avec des statistiques et des noms, le pouvoir politique corrompu de décennies qui ont mené Oaxaca à un indice de développement humain de 0.716, selon ce que présente Lorenzo Meyer dans son prologue
au livre indélébile d’Osorno, sur les îles du Cap Vert dans l’Afrique occidentale.
Non, ce n’est pas le mezcal, ce sont les satrapes de Oaxaca.
gangster et mafieux se croisent de toutes parts et conservent leur capacité
répressive illégitime; et le désenchantement et la colère des majorités
populaires qui bouent depuis longtemps dans une marmite de terre cuite
noire: lune caustique de mezcal.
C’est le problème externe, et peut-être interne aussi, de la triste Oaxaca
et de ses scènes captivantes. Simples façades derrière lesquelles il existe une
réalité complexe, corrompue, une image qu’a entrevue l’écrivain anglais D.H.
Lawrence, lorsqu’il vécut ici pendant quelques mois il y a quatre-vingt ans: « La
population d’origine espagnole forme comme une cape qui se pourrit au-dessus
de la masse obscure des sauvages ». Des mots durs aujourd’hui que le cercle des
habitants qui dominent la ville a changé, mais qui sont davantage pourris que
les créoles du passé, les habitants de la vallée, les lignées de commerçants dont
les femmes se rencontraient pour faire de la couture et critiquer leur prochain
une fois par semaine.
Ces contemporains sont des habitants bornés de l’Isthme ou de la Mixtèque,
enrichis jusqu’à la démence, audacieux et sans scrupules. Des hommes obscurs,
des personnes médiocres et sanglantes, des caciques responsables de la décomposition politique, économique et sociale dont Oaxaca souffre et de manière de
plus en plus accusatrice depuis quatre gouvernatures. Chaque gouverneur a été
pire que le précédent jusqu’à arriver à Ulyses Ruiz, le pire de tous. Etant donné
que nous sommes des occidentaux et que nous sommes condamnés à recevoir
la révélation grâce au livre, j’en trouve un intéressant et un autre extraordinaire
dans une librairie traditionnelle du centre de Oaxaca, après avoir vu les arbres
légendaires vert foncé qui ont été sauvés de l’écocide avec lequel a commencé
cette révolte de la colère. Le livre intéressant est rempli d’amertume, et celui qui
est hors du commun est épique. L’un sert à savoir, l’autre à sentir.
Dimanche 12. Par ici est passé l’alcool. C’est-à-dire qu’ils sont en train de
boire tranquillement. Selon la logistique arbitraire et propre au mariage, il nous
faut rentrer, accompagnés de quelques saouls dans l’autobus, se trouvant dans
cet état d’ébriété depuis hier soir. « Applaudissez-moi, les gars! », crie le grand
homme rude qui commande les autres et s’énerve, éthylique, dans la partie arrière. Le bruit pompeux, la stridence corporelle, la règle sentimentale et le prétexte, écrasent: nous ne buvons pas seulement tranquillement, sinon que nous
buvons avant tout. Et arrive ce qui arrive toujours, le côté animal se réveille. Ce
n’est pas Oaxaca, c’est l’alcool. L’autoroute est aussi en ébullition, tout comme
le chaudron de Oaxaca. Le problème apparaît toujours en arrière plan de manière physique, mais pas politique. Il se trouve plutôt au premier plan et illustre
ce qui arrivera. Je souhaite me tromper, mais ensuite je me demande pourquoi.
Si Dieu le veut, disent-ils par ici. Je vis au jour le jour, comme tout le monde,
voyant que le futur se brouille de plus en plus. Il faut résister à ce qui va arriver,
car l’aristocratie est spirituelle, il faut faire éclater à nouveau Oaxaca, et bien
que ce soit de manière écrite et morale, comme je le fais maintenant, moi aussi
je ferai mon insurrection.
Samedi 11. Les choses se détruisent, les choses se soutiennent. Etant donné
que les coutumes de la tribu ne changent pas, j’assiste au mariage de deux jeunes fringants confiants que le futur se poursuivra de la même façon. Je vote
pour la permanence et je comprends assez tôt que la normalité est l’antidote
de la crispation. Si la bulle financière mondiale n’explose pas dans quelques
années, si Oaxaca ne s’effondre pas suite à une autre violente insurrection dans
quelques mois, si le gouvernement arrive à gagner sa guerre de basse intensité
jusque là impunie, alors ce couple de jeunes mariés devra espérer et attendre de
vivre des jours meilleurs. Jusqu’à ce qu’arrive ce qui nous arrive: tout le monde
a des mauvaises périodes de l’histoire à raconter.
Mais ici les gens ne semblent pas se rendre compte; les invités dansent de
manière chorégraphique, comme s’ils avaient été entraînés quelque part. « C’est
lors de ces mêmes mariages que les gens apprennent », selon les dires de ma
[ 63 ]
L’écriture du désastre (à Oaxaca)
Abraham Nahón
naire qui nie la transparence de leurs politiques gouvernementales et de leurs
transactions financières, ils sont les principaux responsables de l’absence de
confiance qui s’établit dans la société, augmentant l’incrédibilité des institutions actuelles et de leurs gouverneurs. Cette sinistre situation exercée impunément depuis des années au sein d’Oaxaca, plus la répression du 14 Juin
2006, a fait que de larges secteurs de la population déprécient le gouvernement, lequel, de par son inaptitude, provoqua un rejet total de la part des
organisations sociales, commerçantes, des gens des quartiers, des indigènes,
des étudiants, des femmes au foyer, des professionnels, des employés, des
associations civiles, des syndicats, des municipalités. Lors du conflit social, le
gouvernement multiplia les erreurs, il approuva « l’ordre » de l’inégalité en
défendant avec acharnement les anciennes structures autoritaires, méprisant
la possibilité d’instaurer une négociation politique constructive, pour finalement imposer de violents moyens de pressions sociales: fausses annonces
médiatiques, violence policière, intimidation envers les activistes sociaux, infiltration de groupes provocateurs et semeurs de troubles, afin de décrédibiliser les manifestants, tires avec armes à feu de groupes paramilitaires contre
les citoyens, destruction d’équipes de radio, violations flagrantes des droits de
l’homme, séquestrations, tortures, crimes...
Il faudrait aussi accroître notre exercice critique, en prenant en compte que,
malgré l’énorme effort d’une grande majorité pour maintenir un mouvement
civil pacifique – selon ce qui avait été originellement décidé par les groupes et
organisations civiles (qui constituèrent la satanique APPO) – la gestion du mouvement et son contrôle furent perdus à certains moments. Certaines personnes
choisirent une position radicale, en se confrontant même avec le citoyen ordinaire, en adoptant les attitudes négatives d’un pouvoir qu’ils disaient pourtant
rejeter (en de tels moments, il se doit de rappeler la si juste phrase de Nietzsche:
« Lorsque tu t’affrontes à des monstres, attention à ne pas te changer toi aussi
en l’un d’entre eux »).
L’empereur veut échapper à ses crimes
mais le sang ne le lui laisse aucun répit.
Les morts pèsent dans l’atmosphère mortelle
et il essaye (toujours en vain) de les chasser.  José Emilio Pacheco
O
axaca fut laissée à sa bonne fortune, laquelle, il n’est pas besoin de le
démontrer, n’a jamais été très bonne. Cet Etat n’a pas seulement dû
supporter les accès de la classe politique locale, mais aussi le dédain et le
mépris de la classe politique nationale, en permettant qu’en 2006 le problème
croisse de manière exponentielle, en privilégiant les intérêts particuliers, en
laissant les choses s’enfoncer ou, comme il l’a été mentionné, pourrir.
On lui jeta même des battons dans les roues, à Oaxaca, en favorisant les
calculs politiques et un agenda national dicté par les grandes chaînes de télévision. Face à une telle agression, notre isolement s’est confirmé, et a été mis
en évidence par le manque de solidarité nationale. Un événement médiatique
ou politique peut rassembler plus d’un million de personnes au niveau national, mais une société maltraitée, qui s’éveille, mue par forte revendication, ne
mériterait pas une telle mobilisation ? Peut-être que dans le fond, la même logique continue de prédominer; celle d’associer Oaxaca à la création artistique
et plastique, baignée de la nostalgie d’une ville mythique, magique, paysagère
et décorative, et de fuir l’image détonante de sa réalité sociale, laquelle personne ne veut voir parce qu’elle demeure irrésolue, de mauvais goût, si complexe et ancestrale. Ou peut-être que personne n’a compris que le conflit n’a
pas seulement affecté les oaxaquéniens, mais que ce fut un véritable bras de
fer (et de balles) généré depuis le pouvoir, et contre la formation d’une large
organisation citoyenne, qui prétendait exercer son droits d’être en désaccord,
exigeant publiquement la démission du mandaté.
Ce qui est arrivé à Oaxaca, comme une transgression documentée mais
ignorée par la justice, est-ce la preuve que l’état de droit pourra être violé
chaque fois que la « stabilité » politique le demande ? Ou plus encore, selon ces
nouveaux scénarios de décomposition politique nationale et de durcissement
des pouvoirs locaux, est-ce une garantie pour que les gouverneurs violentent
les mouvements sociaux sans être jugés ni condamnés? Peut-être qu’ils ne
prennent pas en compte que ces profondes fractures sociales tardent des
années avant de se refermer, en raison du niveau alarmant de haine et de
divisions engendrées, qui rendent alors impossibles le développement de
la société? Peut-être est-ce demander l’impossible, peut-être est-ce comme
demander les fruits des arbres Laurel déjà abattus sur le Zocalo , qui sans
nous en rendre compte, allaient annoncer symboliquement, dans leur chute,
le destin immédiat de nos institutions « démocratiques ».
Ce désastre a écrit une des pages les plus profondes de l’histoire oaxaquénienne
et de sa résistance civile, mais il a été également capturé par des images qui en
une fraction de seconde nous frappent de tout ce flot de sensations, de vertiges,
de peurs et d’angoisses qui se reflétaient sur chaque visage, qui se respiraient
dans chaque rue, dans chaque place de la ville occupée aussi bien comme
lieu de fête populaire que comme champs de bataille. Les photographies de
la diversité du mouvement insurgé, de son processus de gestation, de ses
acteurs « visibles » et « invisibles », du chaos généré, de ses mobilisations, de
ses ruptures, de la grande participation sociale qui implique cris, voix, mains
levées, mots pleins de courage, au milieu de tant d’agitation et de trouble.
Ecriture de la lumière de l’espoir, de la recherche de justice, exprimée en
images prises dans des circonstances invraisemblables, elle témoigne de
cette expérience de désobéissance civile qui a laissé une empreinte qui, sans
aucun doute, modifiera l’histoire collective et personnelle de ses habitants.
Combien de doses de courage pour attraper au vol certaines images, pour ne
Les sentinelles de la démocratie, tel qu’ils s’auto prénomment, ne mettent pas
en pratique ce qu’ils prêchent, bien au contraire. Depuis leurs agissements
couverts de complicité, de corruption, et menant une politique discrétion-
[ 64 ]
pas vaciller, ni trembler, dans l’instant précis de figer ce moment unique dans
le grondement de la terrible bataille. Quel art complexe que d’enregistrer les
contradictions de l’horreur et de ses victimes, que d’avoir la confiance ou la foi
en ces témoignages qui raviveront les consciences des générations présentes
et futures, afin qu’elles soient sur leurs gardes pour empêcher que ne se répète
cette série d’ignominies et de malheurs annoncés.
Afin de connaître ce travail ardu d’organisation, qui implique une mobilisation sociale de magnitude si profonde, où le sentiment de vulnérabilité
accentué face à l’ignominieux régime, fait également émerger les plus nobles
intentions, les plus dignes attitudes: solidarité, égalité, équité, fraternité.
La photographie des témoignages internationaux, nationaux ou locaux qui
s’exerça comme profession, comme compromis social, ou comme pratique
artistique, conserva la vie quotidienne d’une ville assiégée, en nous aidant à
élargir les limites de cette réalité que chacun conçu, en multipliant les signes
de reconnaissance, en nous permettant d’être en plusieurs lieux et situations
à la fois, en pouvant réaliser un énorme puzzle qui nous aide à unifier les
multiples et diverses pièces d’une société qui se débat,et qui rêve à un futur meilleur. La photographie confère
l’expérience, le sagace étonnement à
tous ceux qui n’expérimentèrent pas
le vécu, elle garde avec fidélité, l’atmosphère, l’intensité, les dissonances et les émotion existantes dans les
moments cruciaux de la lutte. Grâce à
l’avancée technologique de la photographie, et au compromis assumé par
les citoyens et les journalistes, avec
ce témoignage graphique, peuvent
être réfutées les versions les plus obscures, nées des groupes de pouvoir,
vociférées par leurs relais médiatiques, en nous rappelant l’importance
qu’implique d’écrire notre propre histoire (de manière textuelle, visuelle et sonore); de la nécessité d’armer d’amples
secteurs de la société de mots, mais également de connaissances techniques et
artistiques, pour conserver, depuis leur propre regard, les événements qui donnent forme à notre mémoire, en incluant les aberrations nées des abus et excès
du pouvoir. Ainsi, en nous inspirant du récit qui transparaît dans ces photographies, nous proposons ce bref récit:
Après la rapine policière, on peut voir dans les rues des tentes déchirées,
des toiles en plastique arrachées, de la vaisselle, des chaises cassées, des
chaussures abandonnées, des couvertures brûlées. Dans la précipitation, on
ouvre des écoles et des maisons pour mettre à l’abri les enfants et les femmes,
pendant que les professeurs réfléchissent, cherchant des réponses possibles
face à l’indignation provoquée par cette inexplicable agression. Comme si une
hécatombe ou un ouragan avaient envahi la ville, faisant jaillir de spontanés
mots de consolations, d’amitié et de solidarité. Les professeurs et les citoyens
s’agglutinent peu à peu aux environs du Zocalo,1 se réorganisant pour sa reconquête, voulant arracher à tout prix à la police ce lieu emblématique de la ville.
Les mains des jeunes adolescents fouillent rapidement le sol, les murs,
cherchant quelque relief qui cède, un bout de plâtre détachable, un projectile
qui les aide à affronter la violence et le harcèlement des forces de police. Sous
le vacarme de la bataille, un petit
rien devient très utile: un morceau
de trottoir ou de gouttière cassée,
des pétards dirigés par des bazookas
improvisés en pvc, des bouts de bois,
des lance-pierres, des billes. Il s’agit
de combattre le désorganisé bataillon
armé de triques, de gaz lacrymogènes,
de liquides chimiques, et protégé par
des boucliers, des casques à visière,
et des masques anti-gaz; résister
à l’attaque en mettant à l’œuvre la
pratique culturelle du recyclage, se
protégeant avec une porte délabrée,
un panneau de signalisation cabossé,
un manifeste politique proclamant
« C’est nôtre ville », ou un bouclier
volé à la police préventive et coupé en
quartiers. Il faut également faire en
sorte que les francs-tireurs, installés
sur les terrasses des toitures, ne tirent pas dans le tas, faisant alors reculer
les jeunes combattant, qui, pleins de rage et de ressentiment, se confrontent
à cette bande d’hommes en uniformes, à l’autoritarisme, à la répression, à la
marginalisation à laquelle ils avaient été soumis par le gouvernement. Les
affrontements se répètent dans plusieurs entrées de rue, pouvant se prolonger
des heures durant, ou se répéter pendant plusieurs jours, sans que ne soit
déclaré aucun vainqueur, sans qu’il n’y ait aucun perdant. La ville se ruine,
entre les incendies, avec des blessés des deux côtés. Seule la structure du
pouvoir demeure intacte.
Ils envahissent brutalement la quiétude, comme le font les pires cauchemars,
dans cette calme obscurité, quelques minutes avant l’éclat annoncé de l’aube.
Des forces de polices font irruption dans le « traditionnel » piquet de grève
des professeurs, installés dans le centre de la ville (les policiers pénétreront
ensuite dans le siège du magistère et dans la « Radio gréviste »). Mettant tout
à sacs, ils dispenseront, coups et grenades lacrymogènes, sans se soucier que
sur le sol reposent, encore endormis, des hommes, des femmes et des enfants.
Environ 2000 hommes armés prennent d’assaut le campement central,
laissant sur leur pas, un sillage de désastre et de ruines. Des citoyens blessés
intentionnellement par les gaz lacrymogènes, qui rapidement se répandent,
rendant l’air irrespirable, douloureux, piquant. La déconcertassions grandit
avec la même rapidité que la fumée de ces gaz, qui s’installent dans le cœur de
la ville, troublant le ciel d’Oaxaca, dorénavant plombé, dans une atmosphère
fantasmagorique et spectrale.
Le plus grotesque et le plus grossier de ce en quoi peut se changer une ville, c’est en un bunker gardé par des hommes grisâtres, armées, retranchés
derrière une muraille couronnée par des fils barbelés, qui symboliquement
séparent la légitimité d’un mouvement citoyen, de la « légalité » imposée et
blindée. Cela semble être l’unique option politique que connaisse l’ancien régime, partie intégrante de l’ « intelligence politique et militaire ». Cette seule
image suffirait pourtant à témoigner qu’il n’y a ni gouvernement, ni crédibilité, ni un soupçon d’ « intelligence politique et militaire ». Les mots et la
1
Le Zocalo désigne dans la ville mexicaine la place centrale, composée de la cathédrale et du palais
gouvernemental.
[ 65 ]
négociation ont été troqués contre la force politique. Dans le cœur de la ville,
si célébrée comme patrimoine de l’humanité, les tanks, les boucliers et les
armes, les violations de domicile et les viols de femmes, les actes d’intimidation de la population civile, deviennent également des éléments du folklore
local. Sur le Zocalo, converti en campement militaire, seuls demeurent les
citoyens remplis d’indignation et d’un sentiment d’impuissance face à une
imposition si agressive. Mais, confronté à la menace d’être détenu, frappé
ou/et emprisonné, il reste comme unique solution de jeter des fleurs, d’agiter face au bataillon le drapeau mexicain, d’allumer des cierges, de prier, ou
encore d’écrire sur les murs des messages de raillerie et d’injures: « nids de
putains ». Face à une horreur si paradoxale, on ne peut s’empêcher de penser
en une autre hypothétique image, si bien qu’en substituant peut-être l’anachronique et absurde effigie de Staline en pleine place centrale par la figure
et l’icône subversif de Marx (devenu Grouch depuis lors), lequel de manière
très lucide synthétisa en une phrase l’absurdité d’une situation comme cellelà, scellée sur l’historique place centrale: « Intelligence militaire, sont deux
termes contradictoires ».
Un torrent de gens. Un énorme débit de visages, de voix et de mains levées,
exigeant la démission du gouverneur, absent. Fleuve débordant de couleurs
où s’entremêlaient la formalité des propositions avec l’allégresse de certains
jeunes manifestants qui animaient la protestation sociale avec des frases novatrices, revitalisantes. Mobilisations qui inclurent la majorité des secteurs
de la société, se distinguant de l’inertie des marches magistérielles, qui, bien
qu’exerçant leur droit à manifester pour de justes demandes, arborant depuis
longtemps une acharnée lutte sociale face au pouvoir, firent également taire
les voix justifiées qui demandaient de la part du magistère de faire preuve
de plus d’autocritique et d’assumer sa responsabilité dans la catastrophique
situation éducative dont souffre la ville. Cependant, ces « méga marches »
polyphoniques, rassemblaient plusieurs demandes, cris de rébellion et d’impuissance, contre un pouvoir aveugle, qui ne s’abaissait pas à écouter la clameur d’un mouvement social. Un assortiment de groupes organisés et de citoyens ordinaires, qui s’intégrèrent à la méga marche exerçant leur droit au
désaccord, à s’exprimer et à ne pas se résigner, confrontés à une politique
où fréquemment seuls ont leur place les groupes de pouvoir accompagnés de
quelques liders sans que la population soit réellement considérée ou bénéficiaire. Des cris, de la sueur, des chants de luttes qui réclament la justice pour
une ville qui témoigne des vides et des limites d’une démocratie simulée où
le pouvoir n’a pas de tête ni contenance, ni la capacité de décisions, et où le
mandat étatique affirme avec cynisme: « seul dieu quitte et met en place les
gouverneurs ». Dieu, pendant ce temps, se tait.
Après la destruction de “Radio Campement », « Radio Université » est assiégée
par les étudiants pour être convertie en la voix du mouvement, exerçant alors
sa fonction originelle: un media alternatif au service de la communauté. Son
rôle déterminant lors du mouvement social se distingue par les mesures de
sécurité adoptées pour essayer de conserver son émission, sous la vigilance
d’un nombre pourtant minime de jeunes gens: barricades dans les rues
principales du campus de l’Université, lequel abrite les locaux de la radio,
des bus qui empêchent le passage dans les chemins annexes, des pneus, des
barrières en fils barbelés, des pierres énormes bloquant les entrées, des bouts
de bois, des dalles empilées sur des sacs de sable. Organisation et valeurs,
pour défendre un media qui servit non seulement à diffuser, en temps réel, les
événements les plus marquants du mouvement social, mais aussi, de manière
pratique, à proportionner l’information sur le passage des groupes armés
dans certaines colonies, les personnes ou les automobiles non identifiées qui
se déplaçaient entre les barricades, ou encore à réaliser des appels d’urgence
pour appuyer certaines zones où la société civile était en situation critique,
pour pouvoir assister des blessés ou, dans le pire des cas, pour confirmer des
décès. La radio servit enfin à ce que la population civile demeure informée,
constituant ainsi un contrepoids aux campagnes de diffamation payées par le
gouvernement local, et diffusées depuis des stations de radio privées, depuis
la presse et la télévision. Son pouvoir de rassemblement grandit, malgré les
constants harcèlements et tentatives de blocage dont elle a fait l’objet; il y eut
cependant quelques excès accidentels dans sa programmation, puisqu’il fut
permis à certains locuteurs fébriles de vociférer, de temps en temps, des termes
agressifs contre la classe moyenne et contre « les riches », en les accusant
d’être des « ennemis du peuple », en prenant position contre « les étrangers »
ou contre les habitants de certaines zones de la ville, sans même songer aux
dégâts qu’occasionnent une idéologie ou une doctrine orthodoxe avec ces
prétentions schismatiques, qui font davantage allusion à la destruction qu’à la
construction de la société, et qui suscitent finalement beaucoup d’antipathies
au sein de la communauté. Cette attitude blâmable se révéla encore plus
radicalisée au sein de la « Radio Citoyenne », qui sera la radio clandestine
mais paradoxalement officielle et financée par le gouvernement, et depuis
laquelle sans pudeur ni mesure seront exhortés la discrimination, la haine,
le lynchage et l’extermination des liders et des citoyens qui participaient au
mouvement social. Jusqu’à l’heure, ceux qui dirigèrent cette station de radio
virulente, néfaste et démentielle, demeurent impunis.
La diversité se manifesta aussi dans les barricades qui, constituées de toute
sorte d’éléments (pierres, troncs, planches, vieux meubles, branches, briques,
fils de fer et clous, squelettes de voitures, bus confisqués, pneus), se multipliaient à la tombée de la nuit, enclavées dans les artères principales de la
ville, dans le centre historique et dans les colonies populaires, où les automobiles, tout comme les passants, ne pouvaient plus passer, déclarant la ville en
état de siège, immobile et aculée. Ces bastions de résistance, qui affectèrent
durant des mois la libre circulation dans la ville, non seulement suscitèrent
le large mécontentement de divers secteurs de la société, mais ils représentèrent également une lutte tactique pour arrêter ou empêcher dans les moments
les plus violents du conflit, le passage des, ainsi nommées, « caravanes de la
mort », constituées d’une file de véhicules et de motocyclettes qui transportaient des policiers, des sicaires et des groupes paramilitaires protégés par des
gilets pare-balles, armés jusqu’au dents (pistolets, rifle R-15) et qui tiraient
sur la population, en essayant de terroriser et de vaincre la révolte populaire.
Les images sont frappantes et montrent également que les barricades furent
un lieu de rencontre, un espace pour oublier les différences sociales si marquées dans la vie quotidienne, et pour que les vigiles, aux premières loges du
conflit et si près des balles, puissent établir dialogues et relations affectives,
recevant l’attention des femmes, des anciens, des citoyens en général, qui leur
offraient de l’atole2, du café ou de la nourriture, solidaires dans l’angoisse et
la désolation, lors des froides et exténuantes matinées. Ou encore ces barricades, où l’on pouvait voir deux ou trois personnes résistant à l’intempérie, accompagnées seulement d’une petite radio, qui les prévenait du déplacement
des véhicules suspects, et qui leur permettait de demeurer éveillées, grâce à
ses hymnes combatifs ou musiques « révolutionnaires », qui remémoraient,
dans un coin de rue d’Oaxaca, les batailles civiles contre les infamantes dic2
[ 66 ]
L’atole est une boisson chaude et sucrée typique du Mexique, à base de mais ou de farine de blé.
événements, les circonstances se juxtaposent. Tout se mouline soudainement,
dans un vertige d’images et de sensations qui ont laissé des ravages entre les
citoyens d’une ville qui encore maintenant, ne termine pas d’écrire sa propre
histoire: Des pétards tombant du ciel. Soulèvement populaire. Gouvernement
de la clandestinité. Voitures brûlantes. Radios piratées. Guerre sale. Manifestations massives. Employés de l’Etat travaillant au sein de résidences privées et
d’hôtels de luxe. Visages ensanglantés, contusions. Liders sociaux discutables.
Civils qui se révèlent policiers. Délinquance. Disparitions sélectives. Morts.
Groupes d’auto-défense. Personnes en marge du conflit. Feu croisé de déclarations. Forums de consultations citoyennes. Couvre-feu. Angoisse. Les Eglises
politisées. Son de cloches, de pétards, de sifflets. Congrès et Sénat liés. Peur
et incertitude. Exil de familles fortunées. Chariots de supermarché remplis de
pierres. Population civile indignée. Négligence de l’information. Bombes molotov. Décés et évanouissements. Police secrète. Violations. Despotisme. Chute
économique. Main de fer. Opposants emprisonnés ou dans la clandestinité…
tatures d’Amérique Latine d’il y a plusieurs décennies. Certaines de ces tranchées furent même changées en refuge ou centre de contrôle pour les « déclassés », les parias, les « personnes » qui étaient des bandes d’adolescents,
des enfants de la rues, des jeunes chômeurs des quartiers pauvres de la ville.
Ceux-ci s’emparèrent momentanément d’un pouvoir qui depuis toujours leur
avait été nié, en les maintenant exclus, invisibles ; ils trouvèrent dans cette
lutte un lieu protagoniste, où ils avaient la possibilité de décider, bien que ce
soit pour quelques jours, qui pouvait ou non passer par leur territoire, par
leur autorité autoproclamée, même s’il s’agissait d’un petit territoire, d’une
quelques centaines de mètres.
Il n’a pas été facile pour chacun des citoyens d’Oaxaca de digérer tant de chaos.
De lire entre les lignes du langage du désastre, en sachant avec exactitude ce
qui s’est réellement passé. Tant de scènes, tant de torrents, tant de levure. Les
30
[ 67 ]
Oaxaca: images de la bataille
Luis Hernández Navarro
Un recalcul rapide
Face à la répression d’une police constituée de paramilitaires et de groupes
armés, mais vêtus en civil, face aux caravanes de la mort,convois motorisés
depuis lesquels on tire avec des armes à feu contre les civils, les gens des quartiers
répondirent par la construction de barricades nocturnes. Leur objectif principal
était de protéger la sécurité des voisins, mais peu à peu, elles se convertirent en
des lieux de réunions, d’éducation et de discussions politiques.
Ce printemps de l’auto-organisation populaire en plein été s’explique
par un ensemble de facteurs : l’énorme mécontentement populaire face à la
fraude électorale qui permit l’élection d’Ulyses Ruiz. La rupture, et les procédures judiciaires, entre les deux blocs dominants, celui du président entrant
et celui du président sortant. L’intolérance dans la façon de traiter les maires
adversaires du PRI, nommés selon la loi coutumière. La destruction du patrimoine historique de la ville d’Oaxaca pour réaliser des travaux publics inutiles
mais qui permettaient de justifier le détournement des fonds publics, destinés
à appuyer le candidat à la présidence, Roberto Madrazo. Les réticences du
gouvernement à satisfaire les demandes sociales. L’émergence de quartiers
organisés dans la capitale d’Oaxaca, de conurbations souffrant de graves problèmes sociaux et d’une culture associative d’origine indigène. La disparition
des espaces démocratiques et l’intensification de la répression.
La résistance populaire, définie comme la lutte des secteurs défavorisés
contre leur absorption par les dominants, a su trouver un terreau fertile à son
développement. Les modalités de résistance indigène se sont répandues dans
l’ensemble de la société oaxaquénienne. Preuve en est les centaines d’organisations de base qui existent dans l’Etat. On retrouve dans peu d’endroits au
Mexique un tissu associatif aussi dense et structuré qu’à Oaxaca.
Cette résistance a du prendre de nouvelles formes pour se renouveler dans
le contexte d’urbanisation, chaotique et sauvage, d’Oaxaca et de ses conurbations. Une urbanisation qui dévore les terres communales, assèche les puits et
pollue les nappes phréatiques, remplit les champs de déchets, et qui est dans le
même temps pourvoyeuse d’emplois précaires, de logements coûteux et de services déficients, aux expulsés des communautés. Pour subsister, les nouveaux
indiens urbains transposent à la polis sa communalité, sa volonté du collectif.
C’est pour cela que la révolte oaxaquénienne possède, au sein des quartiers pauvres de la capitale, à travers ses femmes et ses adolescents, un acteur central.
La Commune d’Oaxaca s’alimente et s’inspire de la communauté indigène.
Fin Octobre, et durant le mois de Novembre, alors que se rapprochaient
les élections présidentielles dans le pays, une opération pour démanteler de
manière violente l’insoumission populaire a été mise en œuvre. Le 26 Octobre,
Enrique Rueda Pacheco, secrétaire général de la Section 22 du magistère, annonça le retour des enseignants en grève dans les classes. Le 27, une violente
attaque a été lancée contre les barricades, lors de laquelle fut assassiné, entre
autres, le cameraman américain Brad Will, par le groupe des forces armées.
Le 27 octobre, le gouvernement a envoyé la Police Fédérale Préventive (PFP)
dans la ville d’Oaxaca. Le 2 novembre, la population a repoussé la tentative
des policiers de retirer les barricades qui protégeaient l’université. Cependant,
le 25 novembre, la répression contre les citoyens en lutte s’est intensifiée, au
C
e 14 Juin furent fêtés les deux ans de la tentative de déloger le campement des manifestants du magistère à Oaxaca. L’action de la police,
commandée par le gouverneur Ulises Ruiz, a violemment frappé la
lutte des intégrants de la section 22 du syndicat magistériel. A partir de ce
moment, la mobilisation, jusqu’alors à caractère corporatiste pour des revendications salariales, s’est transformée en une lutte politique qui a touché de
larges secteurs de la société oaxaquénienne et avec pour revendication la destitution du chef de l’Etat.
La protestation oaxaquénienne a été une des expressions de la révolte
sociale les plus radicales et les plus profondes jamais vues au Mexique dans les
dernières années. Entre le 14 Juin et le 29 Novembre 2006, une sévère crise du
modèle de gouvernance a été éprouvé, au cours de laquelle ont été créées des
formes d’auto organisation populaires inédites et des protestations novatrices.
Au cours du seul mois de Juin, on a assisté dans la capitale d’Oaxaca à
quatre manifestations massives. Pour un Etat d’un peu plus de 3 millions d’habitants, les organisateurs ont recensé 150 000 personnes descendues dans la
rue le 2 juin/. Le 7 Juin, on compte 250 000 manifestants, qui exigent, pour la
première fois, la démission d’Ulyses Ruiz. Le 16 juin, les manifestants étaient
500 000. Enfin, le 28, ce sont 800 000 âmes qui ont protesté dans les rues.
Le 14 Juin, les forces de l’ordre n’ont pas pu mater le mouvement. Elles
ont du se replier et céder face à une foule enflammée. Elles sont parvenues
cependant à détruire « Radio Campement », qui avait servi de voix au mouvement. En réponse, les étudiants envahirent « Radio Université » et commencèrent la retransmission depuis ses locaux.
Le premier Août, une délégation de femmes qui cherchaient à diffuser
la réalité du mouvement à travers la chaîne publique de télévision de l’Etat
d’Oaxaca, a pris le contrôle de la station de la chaîne de télé. Pendant vingt
jours, les femmes retransmirent une programmation alternative. Cependant,
les émissions furent interrompues à cause d’un groupe armé envoyé par l’Etat
pour détruire à coups de feu les antennes et consoles de retransmission.
La société oaxaquénienne répondit en s’emparant de 14 radios afin de diffuser la vérité. La radio se convertit en un instrument pour souder les quartiers, convoquer et mobiliser la population.
Le 20 juin 2006 fut fondée l’Assemblée Populaire des Peuples d’Oaxaca.
La récente association reprit et développa les formes d’organisation des
communautés de l’Etat: les assemblées comme espaces de rencontre, la
communication, l’information, l’analyse, la réflexion, et la signature d’accords.
Les conseils sont source d’autorité et d’orientation politique. Les commissions
constituent des mécanismes associatifs pour réaliser des tâches spécifiques.
Durant cinq mois, la population insurgée fit en sorte que le gouvernement
local ne puisse fonctionner. Ils bloquèrent le Congrès et le palais gouvernemental, le Secrétariat des Finances et de l’Economie, le Pouvoir Judiciaire. La
APPO se chargea de maintenir l’ordre dans la ville. Dans plusieurs municipalités, le peuple occupa les mairies.
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La situation est tellement grave que la CIDH lui a consacré trois auditions
spéciales, plus une visite de son président au mois d’août 2007. Selon cet organisme, « la situation que traverse l’Etat d’Oaxaca relève de circonstances et
de faits à caractères structuraux qui ont affecté les droits fondamentaux de la
population, particulièrement des peuples indigènes, et qui se manifeste, particulièrement dans l’impunité, l’inégalité, l’exclusion sociale et la discrimination ethnique ». La Commission Internationale des Juristes (CIJ) et l’Oeuvre
« Diaconique » Allemande (ODA) sont les protagonistes du dernier chapitre
de cette observation internationale des droits de l’homme à Oaxaca.
La CIJ est une organisation non gouvernementale internationale dont le
siège se trouve à Genève. Elle a été créée en 1952. Elle se consacre à interpréter et à appliquer l’état de droit et la protection des droits de l’homme partout
dans le monde Elle regroupe 48 éminents juristes de différents systèmes juridiques du monde. Elle a un statut consultatif devant le Conseil Économique
et Social des Nations Unies, l’UNESCO, le Conseil de l’Europe et l’Organisation
de l’Unité africaine.
L’ODA a été fondée en 1849 en tant que mission interne de l’Église protestante. Son département des droits de l’homme assiste les victimes de violations de ces droits. Il jouit d’un statut consultatif devant le Conseil Économique et Social de l’ONU.
La Mission de la CIJ/ODA a présenté les conclusions de son travail de recherche à Oaxaca et à Mexico. Son rapport signale avoir trouvé un véritable climat de
terreur au sein de la population. « Les avocats des droits de l’homme ont insisté
sur le fait que les signalements de violation des droits de l’homme ne sont pas si
nombreux car les gens ont peur, davantage dans les banlieues que dans le centre
de la capitale. »
Deux droits, entre autres, ont fait l’objet d’une préoccupation spécifique
de la part de la Mission, en raison de ses incidences en terme de négation des
droits humains : il s’agit du droit à la justice et du droit à la sécurité. Selon le
rapport, « la violation du droit à la justice s’est traduit, à cause de l’impunité,
en négation des droits à la vie, à l’intégrité physique et psychique, en violation
de la liberté d’expression et d’opinion ; de réunion et d’association, tant par
le fait de ne pas autoriser son libre exercice que pour ne pas sanctionner les
transgressions. La violation du droit humain à la sécurité, a provoqué une
situation de précarité dérivée des attentats, menaces, usage illégitime de la
force, qui discrédite le pouvoir public. »
Le gouvernement d’Ulyses Ruiz a justifié son comportement en brandissant
son devoir de protéger la sécurité de l’ensemble des citoyens. Cependant,
selon la Mission, « aujourd’hui ceux-ci vivent dans une situation d’insécurité
supérieure à auparavant, et ceci à cause d’une politique autoritaire , qui
n’assume pas les drames d’une partie de la population de l’Etat».
Finalement, à Oaxaca, les droits de l’homme ne sont pas respectés. Mais cela
ne semble pas préoccuper outre mesure les pouvoirs étatiques, ni une grande
partie des medias, qui s’alarment des protestations citoyennes contre l’autoritarisme, mais qui gardent le silence lorsqu’il s’agit des abus du satrape local.
moment où l’on incendiait des bâtiments publics dans lesquels se trouvaient
des documents compromettants pour Ulyses Ruiz. Felipe Calderón, lorsqu’il
a pris le pouvoir, a renforcé les équipes de force de l’ordre, pour lutter
contre les manifestations violentes à son égard, ce qui a engendré: meurtres,
disparitions, emprisonnements, blessures et plus de 500 arrestations.
Malgré la politique de terreur et la persécution contre ses dirigeants, le
mouvement conserve une vitalité surprenante. Des milliers de citoyens descendent régulièrement dans la rue, et les professeurs continuent leurs piquets
de grève. La répression à Oaxaca a été rapportée et documentée dans tous les
pays des droits de l’homme. Elle est un élément qui a contribué à discréditer
le gouvernement de Felipe Calderón. L’APPO demeure vivante et active.
Oaxaca et les droits de l’homme
Evencio Martínez est un membre de la fonction publique très particulier.
Né à Silacayoapan, dans le district de la Mixteca, il prétend être un grand
connaisseur des droits de l’homme. Cependant, le procureur de la Justice
d’Oaxaca, ex-président de la Commission Etatique des Droits de l’Homme,
ex- directeur juridique du gouvernement, ex sous-secrétaire du gouvernement, n’estime pas ceux qu’il défend. Selon lui, « les organisations non gouvernementales des droits de l’homme n’ont pas de morale ni d’éthique. Elles
ne sont pas impartiales ».
Son adjointe Rosario Villalobos Rueda, sous-secrétaire des Droits de
l’Homme du Gouvernement de l’Etat, est du même avis. Selon elle, la Commission Interaméricaine des Droits de l’Homme (CIDH), et des organisations
comme la Commission Nationale des Droits de l’Homme, ne méritent pas
beaucoup d’intérêt, parce qu’elles « agissent sous la pression d’Organisations
Non Gouvernementales de défense des droits de l’homme ». C’est peut-être
pour cela qu’elle a défendu il y a quelques semaines, la directrice de l’Institut
San Felipe, accusée de protéger les pédérastes par les parents d’un enfant de
maternelle présumé violé dans l’institution scolaire.
Evidemment, ce dédain des autorités d’Oaxaca pour les droits de l’homme
et ses défenseurs ne se limite pas à ceux qui sont chargés de sa défense. En
d’autres termes, c’est une « qualité » partagée par l’ensemble de l’administration publique, en commençant par le chef de l’exécutif.
A l’arrivée d’Ulyses Ruiz au gouvernement d’Oaxaca, les organisations
civiles ont dénoncé les liens étroits du gouverneur avec Jaime Mario Pérez
Jiménez, ancien ombudsman, qui a été son conseiller juridique pendant sa
campagne électorale.
Avec sa nomination, le gouvernement a violé une série de conventions et de
traités internationaux, en omettant des accords internes en matière d’organismes
publics défenseurs des droits de l’homme. Sa fonction s’est limitée aux intérêts
du gouvernement en place. On ne peut pas s’étonner alors de la quantité de rapports que divers organismes civils de défense des droits de l’homme, nationaux
comme étrangers, ont écrit sur la gravité de la situation dans son ensemble.
Pendant l’audition du Congrès des Etats-Unis sur l’Initiative Mérida,
quatre amis de Brad Will (le documentaliste assassiné il y deux années au
pays natale de Benito Juárez) ont interrompu la session pour dénoncer les
abus perpétrés à Oaxaca contre les personnes engagées dans la lutte sociale.
Plusieurs congressistes ont repris l’affaire pendant la session. Parmi les
rapports élaborés à l’échelle internationale, ils ont souligné celui produit par
la Commission Civile Internationale d’Observation par les Droits de l’Homme
(CCIODH) après sa cinquième visite, du 16 décembre 2006 au 20 janvier 2007.
Il en a été de même avec le rapport rédigé par Amnisty International, qui après
une longue recherche a abouti à une mission entre le 31 juillet et le 7 août. De
même, pour deux rapports du Service International de Paix d’Oaxaca.
La guerre des images
Première image : le long et mince corps gît sur le froid béton d’une rue de la
municipalité Santa Lucia del Camino, à Oaxaca. Sur le torse nu, un filet de
sang coule des blessures mortelles, provoquées par deux balles de calibre neuf
millimètres. Près de son poignet, un camera vidéo HD professionnelle. Celle
avec laquelle il filma sa mort. Son nom est Bradley Will, il est né aux EtatsUnis. Il avait 36 ans. Il était journaliste pour le réseau alternatif Indy media.
Brad Will a été assassiné le 27 Octobre 2006. Il filmait l’attaque d’hommes
armés au service d’Ulyses Ruiz, contre les barricades élevées dans la colonie
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lancer des feux d’artifices. Des groupes de jeunes et des pauvres de la ville
désirent se confronter aux « uniformes ». Depuis « Radio Université », la voix
du mouvement contre Ulyses Ruiz, les présentateurs insistent à plusieurs reprises sur le fait que les affrontements contre la police doivent être pacifiques.
Patience, calme et intelligence, recommandent-ils. Il ne faut pas tomber dans
la provocation, insistent-ils.
La proposition gouvernementale d’une opération de dissuasion propre et
sans affrontements directs s’estompe dès le début. Ce ne sont que des mots.
La police jette des gaz lacrymogènes, tire des coups de feu, fouille les domiciles des particuliers, arrête des citoyens, agresse les journalistes et leur confisque leur matériel de travail. L’ordre est de passer coûte que coûte, de prendre
d’assaut les édifices publics, d’effacer toutes empreintes pouvant témoigner de
leurs transgressions, faire sentir leur force.
Clic, clic, clic. Les appareils photos « tirent » et les photographies font le
tour du monde. Elles apparaissent dans la presse écrite, à la télévision, on parle d’elles à la radio. Elles font partie de la guerre des images d’Oaxaca. Certaines ont servi à montrer le caractère répressif du gouvernement d’Ulyses Ruiz,
d’autres ont témoigné du vandalisme, du désordre et de la violence du mouvement populaire.
Dès son commencement, la révolte oaxaquénienne fut riche en production
d’images. Des dizaines d’affiches s’exprimèrent sur les murs de la ville. Des
dizaines de vidéos narrèrent la désobéissance civile. Des milliers de photos
réalisèrent la chronique visuelle du mouvement.
200 photos de cette guerre des images sont présentes dans ce livre. Elles
font partie de l’hégémonie sémantique que ce mouvement social, profondément original, élabora. Elles sont le résultat du travail et de l’implication d’artistes et des professionnels de la communication de nombreux pays. Elles sont
le récit vivant de l’un des plus grands défis lancés au pouvoir dans le Mexique
contemporain. Il s’agit d’un témoignage fondamental pour comprendre un
bout de l’histoire contemporaine du Mexique.
Calicanto. Un régent, le chef de la sécurité de la mairie, et deux policiers,
tiraient contre les opposants au gouvernement de l’Etat. Ils tirèrent également
contre Brad, qui filmait l’agression, toujours protégé derrière un groupe de
jeunes. Il ne s’est donc pas exposé, mais les tueurs armés l’avaient pourtant
dans leur ligne de mire. Il est tombé sous les balles.
Le 29 Octobre, en pleine offensive policière contre le mouvement populaire,
entre les gaz lacrymogènes et les gendarmes frappant les citoyens qui résistaient
avec pour toute arme leur propre corps, des centaines de oaxaquéniens modestes, se rendirent à son cercueil pour lui rendre un dernier hommage. Des femmes
pleurant et priant baisèrent le cercueil, comme signe de remerciement pour son
engagement et son honnêteté. Le souvenir de Brad restera gravé dans la mémoire d’une des plus grandes révoltes de l’histoire mexicaine contemporaine.
Seconde image: deux chapardeurs sont attachés par les mains à un pilier.
La foule les frappe pour rendre justice elle même. Profitant de l’absence de
force publique, les petits voleurs ont commis de menus larcins dans la ville
d’Oaxaca ce qui a provoqué la colère populaire.
Troisième image: Avec fierté, le drapeau mexicain brandi très haut, avec
son seul sang pour offrande, un citoyen affronte les véhicules de la Police
Fédérale Préventive (PFP) pour essayer d’empêcher leur passage. Il n’est pas
le seul. Non loin de là, des dizaines de oaxaquéniens s’allongent sur le sol
pour former un tapis humain et empêcher l’avancée des tanks qui lancent des
tonnes d’eau à haute pression.
C’est le 29 Octobre 2006. Dans les rues d’Oaxaca, ce sont des femmes,
des enfants, des adolescents, des personnes âgées qui font face, sans violence,
aux gendarmes fédéraux. Sur de petits papiers cartonnés, ils écrivent: allez
vous-en, vous n’êtes pas les bienvenus ici. Ce sont des milliers de personnes
qui utilisent leur corps comme unique arme de résistance à l’agression de la
police. Ils ont converti la peur en rage et l’humiliation en dignité.
Sur trois barricades, la tension monte d’un cran. Il y a ceux qui jettent des
bâtons et des pierres. Certains veulent jeter des molotovs. D’autres veulent
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Les signes secrets de la photographie en mouvement, et le rêve.
Fernando Matamoros Ponce
Expérience et mémoire en lutte contre l’oubli
leurs camps de bataille. Ils avancent munis de diverses armes; ils détruisent
les barricades et les centres de lutte sociale, ils attaquent les chaumières, en
campagne ou en ville, sous le prétexte de la lutte contre le trafique de drogue;
ils organisent la petite guerre, pénètre dans les terres indigènes. On compte
des morts tous les jours.
Cette logique, après la déroute de l’Assemblée Populaire des Peuples
d’Oaxaca (APPO) 2006, pour effacer les empreintes de medias au service
du Capital, ils crient à tout le Mexique, que la violence de la rue est sous
contrôle des services de sécurité national, nous avons augmenté le nombre
de militaires dans le pays, nous les entraînons pour qu’ils mènent une
lutte sans relâche, nous les vaincrons. Avec ce discours de la Guerre juste,
les touristes et les logiques de marché peuvent circuler, se promener sans
aucun risque. Le crime organisé est dans la ligne de mire vigilante du Big
Brother du pouvoir, tous peuvent retourner a la Guelaguetza1 et manger des
sauterelles grillées; danser dans le bordel d’Oaxaca; boire du mezcal dans les
tables dances, en face du sommet du Fortin. Finalement, avec la sécurité de
la violence, ils créent la distance entre la société réelle et ses préoccupations
quotidiennes alimentaires et spirituelles: « ne vous en faîtes pas, nous vous
protégeons, continuez à consommer dans le marché de la honte, de la misère
et des mendiants ; nous organisons une armée pour combattre les forces du
mal, les terroristes et les narcotrafiquants », assimilés, on ne sait pourquoi,
aux militants sociaux. Toutes les horreurs du totalitarisme se dessinent sur
les images dominantes dans la télévision. Tout comme au siècle passé, ils
sont décrits et représentés comme des gens qui sont indigents car alcooliques
et paresseux; parce qu’ils ne se sont pas conformes à leur civilisation; parce
qu’ils ne se sont pas modernisés; parce qu’ils sont mal élevés, selon le point de
vue et la logique de la consommation.
L
es représentations photographiques qui sont exposées dans ce livre
articulent, dans leur expression, les convictions significatives de l’origine, la fragilité du corps humain plein d’espoirs, face aux techniques
de destruction organisées depuis le pouvoir de l’argent. Elles représentent
une accumulation d’expérience, un lieu de mémoire qui explique de manière
dialectique, le présent du « ça suffit, Basta ! » Nous ne voulons plus de toute
cette douleur, de toute cette hypocrisie et de ces mensonges, qui viennent
s’ajouter à l’exploitation, à la misère et à la mort annoncée.
Les images sont également une lutte constante contre le silence; elles sont
le mot qui devient mémoire contre l’enterrement organisé par les autorités,
lesquelles, malgré leurs cris victorieux, furent frappées et minées de l’intérieur
par les désirs de paix et de justice de la société mexicaine. Comme toute
représentation et sentiment humain, la force du mot qui traverse l’image
dans ces photographies, est une dialectique d’enthousiasme et de peur, qui
nous rappelle que nous existons encore, que nos sommes faits d’os et de chair,
mais aussi d’un esprit qui pense le passé au moment présent et qui cherche de
nouveaux chemins pour éviter l’annihilation humaine.
En effet, même si les mots écrits sur les murs sont à chaque fois effacés,
même si la Police Fédérale Préventive (PFP) est une armée déguisée en patrouille de vigilance de l’ordre civile, malgré le silence « folklorisé » et marchandisé des médias, malgré la honte, la mémoire se déplie mélancoliquement ; nous écrivons, paradoxalement, pour éviter que ne s’efface la beauté
encourageante de la mort. Pour cela, les photographies livrées sur ces pages
ne constituent pas une nostalgie, mais un lieu de mémoire d’une expérience
qui fut quotidienne ; elles sont une lutte constante contre l’oubli. Elles ont
des raisons d’exister, la beauté de l’humain pour lutte. Elles ne doivent pas
être vues comme la catastrophe arrivée en plein dans un chaos social sans
solution, ni perspective, elles sont la rage de savoir que les vainqueurs vivent
quotidiennement la pauvreté, la misère et la honte avec le sourire du pouvoir,
qu’ils vont se promener impunément dans les rues de la vieille ville.
Les images sont donc de l’expérience accumulée, on y entend même les cris
des manifestants, qui rejettent les policiers « rambos »: « dégagez d’Oaxaca,
emmenez avec vous le gouverneur Ulyses Ruiz, on n’en veut pas ». Les photographies peuvent également être les morts qui prononcent une histoire de
mots, vivant dans la mémoire communicative, du penser que c’est possible, au
sein de la destruction de l’espoir, que le minuscule spectre du corps humain
puisse vivre au milieu de la barbarie de la civilisation mortifère. Ceci est l’art
du photographe qui au risque de sa vie, qui nous offre la possibilité de recréer
les légendes de la résistance des héros. L’artiste fige des images de l’humain,
pâles au milieu des ombres, prêtes pour que le mot se murmure avec poésie,
pour invoquer les oracles, pour un nouvel enchantement du monde.
De l’autre côté du miroir, au Mexique et dans le monde, les discours
néolibéraux se vantent de leur victoire, et montrent, au travers de millions
d’images, leur projet de vie. Grâce au discours de la sécurité, ils renforcent
La violence comme exterminateur
Cependant, même les armes ne purent faire taire la force de ces photographies, qui sont la preuve que l’art et la société ne font qu’un, que la beauté du
désir de justice se reflète dans le miroir de l’image des nouvelles formes de
violence du XXI siècle. Les ombres qui entourent les images son des distances
entre les rêves; les regards sont des fenêtres qui éclairent et allument à nouveau l’appel de l’espoir. Ces œuvres photographiques ne sont pas seulement
des moments de violence captés par la lentille de l’appareil, mais l’effort de
sauver le patrimoine culturel, les sourires au milieu de la douleur de la lutte
contre la pauvreté, comprise comme une spiritualité naît de l’expérience du
désir et de l’aspiration à l’humanité.
En effet, lors du mouvement et l’organisation de l’APPO, il y eut des morts.
Selon les images à la télévision, tout fut la faute de dirigeants mal honnêtes,
de manipulations de liders corrompus (les professeurs surtout), sans vergogne et sans mémoire (et donc sans aucun doute des indigènes), qui cesse1
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Fête traditionnelle d’Oaxaca.
éclairs du passé. Comme les paysages du savoir, elles ne sont pas seulement
des images immobiles; elles sont comme des oiseaux, elles nous chantent des
chansons, elles nous caressent dans le mouvement de leurs ailes et du vent,
elles nous donnent le plaisir de la romance, de penser au-delà de la condamnation et du destin du pouvoir. Les images ne sont pas seulement la souffrance, victime de l’horreur, elles sont aussi la constante douleur de la mémoire
mobilisée pour ouvrir les possibles du lendemain: l’espoir que le mot se matérialise de nouveau en justice-sujet-acteur.
raient d’exister avec la force des images militaires, protecteurs du marché et
du folklore. Et ainsi fut. Selon la Commission Civile Internationale de Droits
de l’Homme, et d’après les conclusions des politiques et des médias télévisés,
outre les prisonniers et les disparus politiques, la répression du 25 Novembre
2006, déboucha sur un total de 23 décès aux moments les plus violents de la
lutte,; les services de Justice de l’Etat reconnaissent 11 morts, et la Commission National des Droits de l’Homme mentionna 20 personnes victimes de la
violence de l’ordre imposé. Pour eux, peu importe le nombre, un mort suffit
pour fragiliser leur légitimité politique. Dans n’importe quel pays du monde,
un mort aurait provoqué une multitude de manifestations et de discussions
pour trouver les responsables d’un tel crime. Au Mexique, au niveau institutionnel, à peu près rien ne fut entrepris. Seul un petit nombre de manifestants
continuait de réclamer justice, mais seulement en privé ou au sein de leur
travail. Résultat, Ulyses Ruiz continue d’être gouverneur et la liste des morts
augmente. Tous ont peur de sortir de leur maison, tous courent à leur tanière
pour penser, pour créer du nouveau avec les rêves, avec la poésie du possible,
pour que le perpétuel frisson du rien ne détruise pas les possibilités de naissance d’une autre société, pour que la violence ne mette pas trop de distance
avec la reconstruction du rêve.
Comme écho du passé immédiat, comme plaisir du rêve qui nous éloigne
de la réalité et ses douleurs, ces photographies sont les vapeurs invisibles qui
forment les nuages d’une nouvelle vie, qui se rénovent, qui travaillent pour
recréer et créer encore de nouveaux mouvements. Pendant que des centaines
de milliers de gens manifestaient, de nombreux politiques se consacraient à
gagner le vote populaire pour les élections présidentielles de 2006; et le peuple, peu reconnaissant, criait: « demain matin nous attendrons le verdict
des commissions de justice ». Quel espoir ! Quelle tristesse ! Quelle douleur
et quelle souffrance! Combien de commissions de justice nous avons besoin
pour démêler les noeuds génocidaires de la société du marché, c’est-à-dire,
des millions de morts de l’histoire coloniale et néo-coloniale, des guerres de la
globalisation et de la mondialisation, de l’idéologie du marché.
Et donc, que s’est-il passé au Mexique, exemple de la démocratie et de la
liberté néolibérale latino-américaine ? Où sont passées les célébrations passées, les rires et espérances de l’APPO ? Qu’est-il arrivé lors des élections, où
sont allées les femmes du village qui s’emparèrent de la télévision d’Oaxaca
et l’organisèrent, où sont les femmes du marché qui organisaient les repas
sur les barricades, aujourd’hui considérées comme des « dangers sociaux »?
Nombre d’entre elles sont maintenant des poursuivies politiques et d’autres
encore sont en exil, à l’extérieur du pays? Ces photographies sont le témoignage du silence institutionnel et de la pauvreté d’une expérience. Tout les
documents concernant les événements de 2006 à Oaxaca ont été placés sous
protection militaire dans les bureaux d’archives historiques du savoir, ont été
classés comme génocide ou ethnocide des indiens d’Amérique, sont sujets de
discussions et d’anachronismes entre les historiens, et peut-être que demain
ces mêmes documents resurgiront du passé pour faire taire et légitimer de
nouvelles formes de domination. Mais, à la fois, c’est la prudence et la réflexion de millions de sentiments qui restent muets face à la peur de la répression. Ils font attention à eux, ils produisent de nouvelles représentations de
Vierges des Barricades et des Divins Enfants de l’APPO, ils demandent au ciel
de vivre de nouveau. En effet, depuis la barbarie civilisatrice, ils recommencent et reconstruisent à partir de la peur et du rien du pouvoir, les possibilités
de la proximité du passé. Ces photographies, depuis les regards des acteurs de
la souffrance et de la honte, permettent d’écouter les mots, les cris de rage et
de douleur, les sentiments liés aux désirs de transformation.
Pour nous, le plaisir des images ne vient pas seulement de l’obscurité
du monde; nous sentons dans nos corps les rêves qui illuminent au sein des
Magie de la machine photographique
C’est de la violence qui se trouve au centre du regard des hommes. Certains
courent vers l’appareil photographique pour se cacher, fuir les balles de
l’armée; d’autres (et souvent des enfants), dignement, comme des colosses
face au pouvoir, se battent avec des barres de métal et des pierres contre les
armes sophistiquées des services de la sécurité nationale. Paradoxalement, ils
regardent l’appareil photo et ils le défient, ils veulent éviter le regard immobile
de leur espérance et de leurs rêves. Les larmes séchées des morts, les corps
des vivants entourés des images de l’espoir, deviennent des significations de
beaucoup de mots luttant dans le mouvement social. Comme des soupirs, en
face des barricades imposées par la barbarie, les images de l’espoir de ce livre
prennent la fonction éducative d’argument politique, une leçon de plus du
sens de la liberté marchant sur les chemins conditionnés par la violence et
les possibles. Malgré toute la férocité de la bête de la barbarie, comme tant
d’hommes dans l’histoire de nos histoires, des contes et des légendes, elles
construisent les broderies noires des choses. Elles laissent passer la lumière
de midi, pour qu’à un moment quelconque, se retirer sans bruit vers le mystère
de la plénitude de l’espoir et de l’utopie.
Au milieu du désespoir, les photographies qui accompagnent ce livre se
transforment en des modèles d’invention des espaces réprimés, elles contiennent la force de faire voir dans le mouvement ce que les gens y virent, elles
tirent du fond des murs de la honte la lumière du soleil et du feu, les cris de
rage contre la violence organisée du capital et de ses gouverneurs. Elles font
ressortir dans la communication le rejet des thérapies de guerre qui anesthésient la société. Elles mettent en évidence les conséquences des médias qui
annonçaient le prévisible, la répression et la mort. En effet, bien que ce livre
soit un modèle réduit des multiples manifestations organisatrices des peuples
d’Oaxaca, il est une preuve de plus des paysages variés des discours totalisateurs qui saisissent un monde moderne de guerre et de destruction. Nous
pourrions dire que les images articulent diverses figures sociales d’un sol en
mouvement, qu’elles sont l’expression géographique et spirituelle de nombreux sentiments, de beaucoup d’espoir, au temps du pouvoir et de ses balles.
Conditionnées par les lieux de la mémoire et des règles militaires imposées
par les chiffres discursifs du pouvoir, les images de ce livre ne sont pas
seulement l’expression de la colère en lutte et de la mort, mais aussi d’un lieu
d’invention de nouveaux espaces, vu que ceux qui existaient ont été étouffés
par le pouvoir. De fait, tous les jours nous devons inventer comment survivre
dans le monde de la honte. Ainsi, dans la lente, mais urgente préparation de
ce livre, dans la lucidité et l’action du photographe qui possède la réalité dans
sa boîte magique au milieu de l’horreur de la ville nettoyée par les militaires,
dans la sélection et l’organisation des photos, dans l’écriture du désastre, de
celui qui regarde le passé dans le présent, grâce à l’appui financier donné
pour pouvoir parler de nouveau de la catastrophe, il continue d’exister des
signes a posteriori de ce qui a été réalisé au sein de l’administration du
pouvoir, mais aussi grâce à la lucidité de l’action pour scruter de nouveaux
chemins de libération et de possibilité contre la mort annoncée. Comme dans
[ 72 ]
les veillées funèbres entourant la mort, comme les hommes et les femmes
fuyant l’agression militaire, dan les photographies présentées resurgissent
nouvellement, aux alentours des bougies éclairant les ombres de la nuit et de
la mort, les cris du passé dans le présent, les présages couvés par les larmes
de la liberté.
Imperceptibles jusqu’alors, invisibles au milieu du pouvoir, ces messages
photographiques montrent ce qui resta non conclu, brisé par le pouvoir :
l’espoir de changer de gouvernants – et assassins du pouvoir –. Cependant,
paradoxalement, ces messages apparaissent comme un dieu, un esprit, qui
depuis là haut, observe et égaye les rues d’Oaxaca, imaginant un autre monde
et d’autres gouvernant, s’éloignant de la ville, fuyant dans les montagnes, vers
les grottes, vers les ciels. Le dieu s’en est allé avec ses morts, laissant la bête
croire que son triomphe violent fut total, absolu et totalitaire dans un futur
antérieur. Nous fûmes nombreux à penser que les cris dans les rues pouvaient
être entendus par les « institutions démocratiques », mais le 25 Novembre
2006 les murs sont redevenus vides de sens, seulement quelques pierres sur
un sol vide et des murs repeints, les hommes et les femmes sont partis en exils
et ont abandonné la ville.
les empreintes de l’humain criant dans la barricade. Comme antécédent, ses
cris d’espoir avaient la violence organisée de la loi.
Aujourd’hui, en parcourant les routes des montagnes silencieuses, bercées
par les lumières des étoiles et des lucioles, nous observons que la violence
spontanée naquit d’une rébellion contre les institutions du silence. Sa négation est la lutte contre le vide des signes de la mémoire, de l’histoire et de
leurs significations, ce qui est rêvé et joué dans le passé immédiat et médiat
du présent, les exigences de la conscience où se cherchent les formes de vie
collective, la lutte et l’expérience contre la pauvreté. Son esprit est l’écho du
Non à la maladie, ils défendaient et défendent un autre pays, une autre vie et
donc la politique comme possibilité de recréer la Polis d’une autre manière
que celle du pouvoir et de ses institutions.
Ainsi, avec toute la douleur que nous pouvons sentir en regardant les
photographies qui accompagnent ce livre, nous continuons de croire dans le
sens social et communicatif de ces images. Leurs lignes, esquisses souvent
invisibles, car non habitées dans les choses-images du pouvoir, traduisent une
constellation pleine de références, elles sont les plans de l’espoir, des images
qui se dispersèrent en quatre points cardinaux de l’univers.
Au milieu de la violence: des mots sans toits
Constellation et sens
Cette situation de vide social est dangereuse et anormale, puisque le langage
et ses sujets se séparent de nouveau, créant alors un vide entre le mot social et ceux qui renoncent à l’habiter. La maladie sociale se manifeste dans
la rupture du passé qui se déroule par conséquent en violence et censure. On
pourrait dire que l’administration de la catastrophe, mesurée par le mot, qui
existait dans la recherche de socialisation, s’en est allée; tous partirent en exil
pour sauver la mémoire. La culture de la vie laisse lieu à l’administration de
la violence et à sa raison, les centaines de milliers d’hommes et de femmes
reprennent leur marche au milieu des ruines du marché et des idéologies sans
communication. Tout redevient légende, les héros qui jouaient dans les barricadas retournèrent dans leur tombe, accompagnés de nouveaux assassinés,
les balles et les représentations du pouvoir rendent silencieux leurs cris.
En effet, avec les moyens de communication qui cachent la vie marginale
au moyen de spots et de marché de la culture vidée du sentiment humain, la
distance augmente entre les murs de l’Oaxaca folklorisée et l’esprit qui l’habite est silencieux.
Même si les collectifs, les syndicats, les universités et les ONGs ont peur de
la répression, se vêtent de silence et mobilisent le croire, au-delà de la décoration du scénario coloré du folklore de la répétition et du dogme du marché
touristique, et du concours de l’argent, il existe un immense travail social, qui
persiste contre la persistance des pouvoirs qui écoutent mais se nient à écouter. Les artistes qui ne renoncent pas à vivre dans le silence de l’insignifiance,
redonnent un sens au mouvement, une nouvelle transcendance. Le rejet dans
les regards des acteurs du désastre, manifeste dans ces photographies, dans
les visages cachés sous les masques anti-gaz, sous les passe-montagnes, peut
nous convaincre que nos peurs étaient légitimes. Leurs images sont l’expression de chaque fois plus de violence. Non pas parce que nous voulons faire de
la théorie de la violence apologétique, comme si elle avait toutes les raisons
d’exister, mais au contraire, reconnaître en elle un mouvement de longue portée, impossible d’éliminer vu que la dialectique à l’intérieur d’elle est que la
violence engendre la violence, ce qui explique les désirs de paix et de justice.
Pour découvrir en nous la peur accumulée, il suffit de regarder le passé dans
le présent de ces photographies. Au-delà du scénario politique et de leurs discours, on ne lisait pas seulement les discours des nouvelles cathédrales du
pouvoir (médias de communication) comme épouvante de la vie, mais aussi
Depuis qu’apparurent les multiples langages de l’APPO, les bonnes consciences
doutaient de la vérité de l’existence. Pour d’autres, son existence était la fragilité, puisqu’elle n’était vraiment mue par aucun axe de lutte, mais plutôt par
du faire en action. Comment était-il possible que les déracinés, les indigènes,
les pauvres et les mal nourris sans emplois, les disqualifiés des syndicats et
d’autres des marges de la périphérie, habitent les rues d’une ville déifiée par
l’argent et le marché de la culture? Comment était-il possible que d’autres
soient aux rennes du pouvoir, de la société, de l’Etat, sans légitimité aucune?
Pour nous, comme nous l’avons mentionné dans d’autres textes de communication,2 le langage manifesté dans les rues d’Oaxaca impliquait une constellation du multiple des identités, luttant contre l’identification du pouvoir. Et
la culture d’Oaxaca, liée au travail concret, une bombe d’oxygène, une source
de mots d’histoire et de mémoire des vaincus. En réalité, un cri qui venait des
profondeurs de l’intérieur, une articulation de gestes qui démythifiaient de
manière iconographique le marché de la culture et ses sujets. Bien que criblés
de contradictions, les signes de reconnaissance de la dynamique spontanée de
l’ APPO fut la volonté de construire spatialement un autre monde, ses initiatives ont inauguré de nouvelles crédibilités exprimées vers l’extérieur.
Pour cesser d’être que rêves, subjectivités solitaires du silence imposé, les
références historiques se convertissaient en initiatives de voyages utopiques.
Depuis lors, il est possible que le sens de l’initiative de ce livre soit seulement
le raisonnement intérieur des artistes qui capturèrent les images dans leur
appareil photographique, un désir d’écrire le désastre annoncé,pour communiquer les imaginaires, et les désirs, rejetés du monde de la guerre; même si
pour l’extérieur et pour le pouvoir du marché, cela n’a peu de sens, sinon une
nostalgie d’un passé récent, cela ne veut pas dire que son existence n’a pasc
déployé des inventions au milieu d’une mer de fragilités, souvent incapables
de changer le monde avec des pierres et des bidons d’essence.
Cependant, la création et la magie des artistes font que de nouveaux
horizons s’ouvrent au possible. Comme tant de prophètes dans l’histoire, ils
captent les constellations de l’humain et de ses luttes. Les langages solitaires
sont réels, le pouvoir de l’art est d’imaginer les constructions des résistances et
des rebellions contre l’autorisé. Mais, pour qu’ils existent, ils ont besoin de la
2
“Oaxaca dans la constellation de la violence et de la culture” dans Luna Zeta, Revue de création,
d’analyse et de réflexion, Oaxaca, Oax, Novembre, 2006- Février 2007. pp. 29-33
[ 73 ]
au courage, c’est un autre effort de la poésie articulée au combat, passer de
l’impossible au possible, en impliquant les mots et le sentir humain.
communication, d’une raison d’exister, d’une élaboration lente, mais sure des
dessins et des lignes de démarcation du monde où nous vivons et de l’univers
nature que nous désirons: le nouveau émerge dans la lenteur du travail du
Créer comme une élaboration de la communauté, une autre possibilité que
celle des mitraillettes et des canons: le dialogue comme altérité comme reconnaissance de la lutte des autres.
Ils manquent, alors des signes de la reconnaissance sociale et des accords
tactiques pour qu’émergent des solutions et que l’espace de résistance, alimenté par l’expérience de la lutte, se développe et s’accroît. Dans ce sens,
les constellations d’Oaxaca, inscrites dans les images artistiques des photos,
organisent des initiatives de mouvement, des géographies pour les voyages
sans permis, des nouvelles possibilités, de nouveau chemins de crédibilité exprimés dans la rage de l’instant du feu et du sang. Face à la prohibition du
nouveau, les images et les inventions se déplacent dans l’épaisseur de l’histoire du langage humain, ce que le mot et ses sujets ont rendu possible, ce que
les significations sociales ont cessé d’être pour l’extérieur, se sont dissimulés
dans le fleurissement de l’être désiré: le passé dans le présent de l’Etre étant,
futur antérieur manifeste.
Ainsi parlent les images de ce livre, elles contiennent cette étonnement du
début, face à une violence autorisée. Elles ne sont pas seulement des témoignages de ce qui est arrivé au moment de la répression, elles déclarent également de manière novatrice et populaire: « cassons leur la gueule avant
qu’ils nous privatisent avec cette violence ». Les désaccords se sont répartis
différemment et stratégiquement face à l’autorité, sans laquelles il n’est pas
possible de vivre. Les convictions accumulées dans ces photographies se manifestent dans les regards de ce qu’on a jamais respecté: le désir et le rêve
d’une autre société qui cherche une échappatoire au-delà de la honte et de
l’argent. Même avec le poids de la réalité, leurs représentations changent discrètement les plans et les géographies pour s’en aller marcher par d’autres
chemins que la violence imposée, rejetée par la communauté. Aujourd’hui,
ici et maintenant, nouvellement, depuis la tanière de la solitude, des milliers
d’hommes et de femmes cherchent les possibilités de ce que jamais ils ne rejetèrent, les significations sociales pour faire face à la douleur. Ils profitent des
déplacements dans les adhésions artistiques du nouveau, ils se réorganisent
des possibles des souverainetés reçues par les constellations de référence des
morts, des prisonniers et des disparus politiques.
Comme la montre le déroulement de divers mouvements de libération,
face au pouvoir qui empêche l’épanouissement de la pensée, qui enserre,
fracture, tue l’Autre, ces photographies sont une multiplicité de portes et de
fenêtres. Entrouvertes, elles font passer certaines références sur la lutte sociale
, permettant ainsi de faire comprendre les contours du passé socio-culturel et
la croyance dans la force de la communauté. Ces photographies conjuguent
l’expérience réelle de la douleur et les possibilités existantes, elles recréent les
espaces des mots et des réflexions de l’action. Les images unies avec les mots
sont l’expérience des sujets, elles permettent de visualiser les paysages des
ombres de la souffrance, et de la lumière des rites antiques du mot. Elles nous
autorisent à penser d’une autre manière l’Etre pour sortir de l’enfermement,
pour confirmer le pacte de l’humain avec la nature, pour lutter contre la
pauvreté. La rage quotidienne exprimée dans les échos des mexicains se lie
Les messages secrets de la photographie
Bien que nous apprenons à aimer la mort, si près de nous, au milieu des bougies symbolisant la paix et le désir de vivre, nous l’évitons, puisqu’elle est de
mèche avec les passions des plus bas instincts: l’argent qui achète toutes les
putes de la terre, la honte et la fragilité de l’humain. Ainsi, malheureusement,
partagés entre amour et haine de la mort, nous avons appris à la considérer
comme partie de la vie. En effet, nous avons constamment l’intuition dans le
murmure des mots et des images que la mort peut gagner une autre bataille.
Elle est ici dans un requiem, en attendant une autre victime de la vie. Et,
cependant, comme l’histoire de la lutte contre la mort, les représentations
peuvent aussi établir une relation, un échange de mot en écho avec l’ « écouter ». Lors d’un dialogue avec les autres, ces images sont des ponts de communication, la possibilité de rompre de manière harmonieuse avec le silence des
dieux mythiques des autorités du pouvoir de la violence.
Ainsi, les images et les mots de ce livre sont l’ensemble des signes de la
mort qui caresse les corps, en les transformant en mot et communication. Ils
racontent la perte des mots et l’impuissance à créer une société, au milieu de
la déroute d’une autre bataille. Ils sont aussi le reflet des actions qui veulent
changer de société, ils montrent la vérité impliquée dans la société et la société qui veut une vérité, puisqu’il n’existe pas de société sans une vérité et la
vérité sans société n’est qu’une fausseté imposée. En d’autres termes, la société sans vérité est une tyrannie, est un totalitarisme de la vérité transformée
en hypocrisie.
Bien que les images de ce livre mettent en évidence le déficit du croire et
du vouloir, puisque écrasé par la PFP, elles sont aussi, en même temps, une
fusion de l’absence et de la présence du pouvoir de le faire. Comme le rite le
plus ancien de l’homme, la magie de l’image en mouvement se marie avec le
mot. Bien que ces images pourraient n’être que des fictions dans l’objectif
de la photographie immobile, elles sont aussi des reflets de l’histoire et de
la mémoire, un retour sur le passé du désir et sur le bonheur des lumières
attendant qu’elles les fassent exister. Elles continuent d’illuminer des paysages
et d’autres chemins pour la paix du futur.
En d’autres termes, et telles que les empreintes qui avancent dans
l’irrégularité de l’horizon des luttes, ces images que nous présentons exigent
la justice. Elles sont, comme dans d’autres bouleversements de la vie, les
dessins des victimes qui n’acceptent pas le silence, exigent la vérité des traces
humaines. Bien qu’imperceptibles dans les sillons du Capital, étant donné
que nous sommes entrés dans la globalisation et mondialisation du marché,
elles se distinguent du modèle de fabrication mercantile en série, elles sont
les pages ardentes de l’histoire du feu et du sang répandu dans la progression
du silence institutionnel. Ce sont les distanciations de la réalité des armes et
de la connaissance répétitive et banale de la fantasmagorie quotidienne. Elles
nous aident à reconstruire un rêve, elles allument une bougie dans le mystère
du futur, elles nous permettent de regarder la mort en face, et de l’affronter,
dans le miroir du souvenir des morts et de leur mémoire.
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[ 75 ]
[ 76 ]
Memoriale dell’ Offese 1486-2006
Jorge Pech Casanova
pubblico. Come tanti altri uomini inviati dalla presidenza della ripubblica ad
amministrare dei luoghi irradicati, Mayoral intese che li avevano concesso un
satrapia. Sprecava i soldi in macchine agricole per la sua azienda a Tehuantepec; Sfruttò ai coltivatori di cafè con enormi tasse; impegnò un inetto estraniero per 12 miglioni di pesos di allora (il cambio era di 8.65 pesos a dollaro)
per la costruzione di una strada che avrebbe collegato Huajuapan con Pinotepa Nacional, cioè gli stremi del territorio dello stato. La strada non arrivò
mai a destinazione.
Nel 1952 il governatore Mayoral cercò di cambiare il codice fiscale dello
stato con una leggislazione insufficente. I membri della camera di commercio
hanno convocato il governatore per farli sentire gli sbagli della sua proposta, ma
il governatore non ci arrivò mai, allora i commercianti manifestarono difronte
al palazzo di governo. Mayoral Heredia ordinò di sparare sui manifestanti,
due di loro sono morti la popolazione si concentrò massivamente ai funerali
delle vittime. Gli studenti del istituto di scienze e arte di Oaxaca si unirono alle
proteste e al già detto corteo funerario. Il governatore tentò di intimorire ai
dolenti con l’operzione di un violento battaglione incasermato a Miahuatlán, la
cui crudeltà ed empietà ha dato a loro il sopranome dei “Cuerudos”.
Malgrado le minace del governo le manifestazioni sono andate in aumento.
Mayoral soppresse al suo gruppetto di favoriti e derogò pure il progetto
di riforma per disciogliere il conflitto. Organizzò commisioni per mediare e
discutere col segretario del governo federale Ernesto Uruchurtu. Fece mandare delle troppe di assalto fino a Oaxaca per intimorire a gli scontenti. Ma
non ha funzionato. Il 23 Luglio del 1952 la segretaria di Governo fece sapere
che Manuel Mayoral Heredia rimaneva fuori dal governo dello stato con la
scusa della richiesta di una licenza. Una settimana dopo Manuel Cabrera Carrasquedo lo succedeva.
Il criminale gode quando si fa circondare da altri criminali. Visto che cerca di
condividere con questi la colpa, non ha quindi più bisogno del giudice, di fatti
vuole eliminare al giudice e al bene dal mondo, e rende reale solo al niente.
È per quello che si sente liberato e scaricato di contradizione quando l’altra
persona è pure come lui.
Otto Weninger
Le calamità
D
iverse calamità hanno assediato a Oaxaca fin da quando li fu strapata
agli Aztechi nel XVI secolo. I terremoti e non poche guerre sono state
le catastrofi più notevoli. In questa città si litigò a favore e contro la
riforma, l’intervento francese e il Juarismo. Ma nessuna battaglia seminò ai
Oaxachegni maggiore paura come certi terremoti: il 9 marzo del 1845 è crollato il primo santuario dei domenicani, il convento di San Paolo colla sua chiesa;
l’11 Maggio del 1870 i vapori che affettarono il suolo furono cosi caldi che quasi
si vedevano due soli, e in certe zone non si poteva ne anche meterci un piede
a causa del bruciore della terra; e il 27 aprile del 1872 fu cosi intensa l’attività
sismica che la cupola della chiesa della Concialiazione è interamente cascata.
Molti terremoti succesivi hanno colpito a Oaxaca durante i quasi 40 anni
che Porfirio Díaz è rimasto al potere sottometendo colla sua dittatura alla
nazione, però nessuna di queste scosse ha avuto l’intensità dei cinque che
devastarono il territorio fra il 9 febbraio e l’8 Ottobre del 1928. I Oaxachegni
appena ricuperati dai disastri precedenti quando, il 14 Gennaio del 1931
avvene il terremoto più devastatore della storia della città: numerose case
si sono crollate, edifici pubblici come il palazzo di governo hanno sofferto
danni severi la possibilità di replicazioni dei sismi seminava il terrrore tra i
sopraviventi la gente finì per dormire per la strada nei parchi per non essere
sorpressa dai movimenti sismici. Ebbe fame ed epidemie. Tanti abitanti hanno
svenduto le loro case a degl’immobiliaristi provenienti da città del Messico
per cibarsi dalla disgrazia dei dannegiati.
Nel percorso del XX secolo la città a ripresso pian piano. E neppure, non
hanno smesso di sorgere dei conflitti sociali che hanno conmosso ai citadini.
Dopo i diversi governatori che furono costretti ad abbandonare le loro funzioni
a causa dei viavai della rivoluzione, Oaxaca era caduta nell’immovilità politica
del regime posrivoluzionario. Nonostante, nel 1947 il calmo della vita politica
locale fu screpolata dal governatore Edmundo Sanchez Cano, militare che
si è pressa l’antipatia di comercianti e studenti universitari quando tentava
di sottomettere a questi gruppi a decreti e tasse per loro, inconvenienti. Il
movimento d’impugnazione aveva presso tale forza che Sánchez Cano fu
costretto dal presidente ad abbandonare il governo di Oaxaca.
Eduardo Vasconcelos assumò il governo interino nel 1947 condotto e portato a fine come tanti avevano invidiato d’allora. Successivamente arrivò Manuel Mayoral Heredia nel 1950, il cui essendo molto giovane si era alienato di
Tlacolula, suo paese natale, e di Oaxaca intera. Senza tardare, il governatore
dimostrò il suo ceppo, imbarcandosi in una vita sontuosa sistemata dal erario
La mano dura di un tipo morbido
A Oaxaca c’è stato un certo calmo fra il 1952 e 1975. I governatori si sono successi senza maggiori problemi, anche se nessuno di loro e riuscito a risolvere
le profonde insufficienze del sistema sociale, con una elite favorita economicamente e una maggioranza vittima di miseria, analfabetismo e ritardo.
Nel 1974 era arrivato al governo dello stato un altro personaggio senza
maggiore conoscenza della zona che dovrebbe dirigere. Manuel Zárate Aquino, era stato insegnante prima di fare il politico, spinto dal sindacato di lavoratori dell’educazione in cui aveva partecipato come fondatore. Si supponeva
che Zárate era un “intelettuale” e che avrebbe condotto un’amministrazione
equilibrata, una volta però nel governo si è alliato con l’ oligarchia Oaxachegna e cercò di portare avanti il suo periodo senza risolvere i problemi che erano avvenuti nello stato fin dal 1970. D’allora il governo represse –col sostegno
di organizzazioni aziendalistiche– le prime proteste studentili, contadine ed
operaie derivate dal esempio del movimento del 68.
Dopo un po al arrivo di Zárate al potere, a Juchitán si è integrato un forte
blocco socialista che ha presso il comandamento nella regione: la coalizio-
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Quando il governatore fu intervistato dai giornalisti a proposito di queste
morti, sorprese a tutti la sua risposta: “Non mene frega niente ottanta o cento
morti. Per me è come una partita di calcio, mi viene iguale perdere uno-zero
che cincue-zero”.
Nella città di Oaxaca la testarggine dell’oligarchia locale peggiorò le tensioni. I grandi commercianti, aziendalisti, latifondisti e il PRI si unirono in una
intolerante e cosidetta fusione civica di organizzazioni produttive di Oaxaca,
che immediatamente attacò da pertutto le sue sigle (FUCOPO) convocando allo
sciopero che dovrebbe stendersi dal 28 Febbraio fino al 1 Marzo.
La FUCOPO, negli argomenti dello sciopero, chiedeva che nell’università
fosse riconosciutto come rettore il medico Tenorio Sandoval e che si procedesse con gli arresti che durante il governo di Zárate Aquino aveva ordinato in
contro degli integranti del movimento democratico universitario, comandato
dal rettore Martínez Soriano, in questo modo, l’oligarchia Oaxachegna pretendeva “assicurare l’estabilità e combattere sovversione”
Il congresso dell’unione ha dovuto mandare una commissione per indagare
la situazione a Oaxaca. La missione legislativa non era appena partita da città
del Messico, quando il 2 Marzo, la polizia sparò su una manifestazione di
studenti e operai. Oltre i due morti, questo assalto causo al meno 18 feriti.
L’indomani l’esercito occupò la città con carri da guerra e uno spostamento
proprio di un’invasione a una azione nemica. Il medesimo 3 Marzo Zárate
Aquino –la cui durezza fu cancellata dalle armi delle forze federali– richiese
una licenza per sei mesi. Non tornò più a governare Oaxaca. Al suo posto
fu imposto il generale Eliseo Jiménez Ruiz dedicato a inseguire ai capi del
movimento democratico universitario che cercavano ancora di oporsi al
governo. I due rettori dell’università hanno dovuto rinunciare lo stesso
giorno che andato via Zárate Aquino per lasciare la rettoria a l’ex-governatore
Fernando Gómez Sandoval. In tanto Tenorio Sandoval ritornava al suo
canonicato nel PRI, Martinez Soriano è andato in galera per la prima volta
nel 1978, dopo, dal 1990 al 98 ce ne andato per la seconda volta accusato di
sedizione e terrorismo in un attentato contro il quotidiano LA JORNADA in cui
hanno perso la vita due guadie.
ne operaia,contadina e studentile del Istmo, più conosciuta come COCEI, che
riuscì accedere al governo municipale di Juchitán. I capi della COCEI hanno
combattuto al PRI e ai latifondisti che sottomettevano la regione del istmo
di Tehuantepec. 30 anni dopo queste lotte, fra il 2000 e 2006 il mecanismo
corrotto del PRI e l’ implacabile assedio dei governatori José Murat e Ulise
Ruiz hanno convertito la COCEI in uno strumento in più, per legalizzarel’abuso, l’autoritarismo e i grandi furti incatenati che perpetrano le diverse autorità
dello stato.
Nella città di Oaxaca il calmo incominciava a perdersi dovuto ai conflitti
generati nell’università dal rettore Guillermo García Manzano, la cui amministrazione si distinse dal disprezzo al sindacalismo e la democrazia interna.
Gli studenti si manifestarono e dichiararono la dimostrazione universitaria
nel Dicembre del 1975.
Il governatore Zárate Aquino fu costretto a togliere García Manzano e
mettere al posto Celistino Gómez Soto, un altro accademico incapace di sostenere la democrazia che gli studenti e maestri chiedevano nella massima casa
di studi. A Giugno 1976 Gómez Soto ha dovuto rinunciare alla rettoria e subito
dopo la sua partenza, due stormi tentarono di raggiungere il potere: quello
di Manuel de Jesús Ortega che aveva il soporto del governo e Marco Antonio
Niño Rivera era il candidato delle organizzazioni di federazioni studentile di
Oaxaca, Coalizione operaia e studentile Oaxachegna, studio legale popolare
universitario, i cui avevano forti legami col Partito dei Lavoratori Rivoluzionari di tendenza Trotskista. In mezzo a questa lotta risultavono confusamente
due rettori a l’università, successive alterazioni, proteste e scontri che sono
andati a finere quando il ministro di educazione pubblica Victor Bravo Ahuja,
ex-governatore di Oaxaca li ha costretti a rinunciare.
Nell’elezioni succesive viene eletto rettore il medico Felipe Martínez Soriano, di tendenza sinistra. Il governatore Zarate Aquino ha voluto imporre
un altro candidato alla rettoria, Horacio Tenorio Sandoval, pure lui medico, e
questo alla fine trascinò numerose manifestazioni studentili e atti d’intimidimento ufficiali lungo il 1976.
Verso il 1977 i diversi problemi a consecuenza della testardaggine di Zárate
Aquino arrivarono a bruta fine. Il 21 Febbraio, a Juchitán, la polizia giudiziria
catturò , toturò e imprigionò senza intervento medico a 37 studenti del tecnologico, una squola media e di agronomia locali. Qualche ora più tardi, agenti
statali, con aiuto di poliziotti municipali, spararono contro le famiglie degli
studenti che erano andati in carcere per chiedere la liberazione dei loro figli.
Gli spari della polizia hanno ferito 6 persone. L’indomani, 22 Febbraio, tremila cittadini si sono minifestati di fronte al carcere municipale. La folla era
formata da genitori,studenti,contadini e lavoratori da diversi paesi. La polizia
rispose con spari a mitre e fuscili M-1. Fatale risultato: due bambini morti,30
persone ferite e 20 scomparsi. Giorni dopo tre cadaveri di questi ultimi furono
scoperti con segni di tortura, mutilazioni e colpo di grazia.
Un mese dopo, nel paese Chinanteco di San Juan Lalana, i contadini furono
messi in galera a causa dei conflitti agrari contro latifondisti che si sostenevano
dalla forza di gruppi armati. Quando parenti e amici dei prigionieri organizzarono una dimostrazione il 19 Marzo davanti al carcere municipale, i pistolieri
dei latifondisti e secondati dai poliziotti statali, spararono sui manifestanti; 29
contadini furono uccisi e altri 15 feriti dai proiettili. Un anno prima la rivista
di ansili politica PROCESO ricordò a proposito del masacro, “la federazione Chinanteca-Zapoteca-Mixe,della speranza; Chinanteca del valle nacional , Mazateca de Huautla, dinunciarono l’11 Aprile del 1976, essendo allora presidente
Luis Echeverria e segretario di stato Mario Moya gli assassini, furti e armamento dei latifondisti-soltanto i capi Ventura Serrano, Jesús Torres E Mario
Casimiro hanno 100 mercenari per reprimere agl’indigeni con armi potenti e
la politica repressiva di Zárate Aquino, Jorge Tamayo e Victor Bravo Ahuja”.
“Oaxacazo” a natale
Eliseo Jiménez Ruiz, scrisse Juan Carlos Cruz Rosas, è arrivato al governo
di Oaxaca coll’incarico di disciogliere –“ con mano dura e autorizzata”– il
conflitto. Il militare fu proposto grazie al suo disimpegno nella guerra sporca contro l’insurrezione di Lucio Cabañas nello stato di Guerrero. Dopo una
serie di combattimenti infruttuosi e mica banali assalti contro la popolazione
civile per obbligarli a scoprire il recapito del rivoluzionario, Jiménez Ruiz alla
fine è riuscito a individuarlo e catturarlo dopo aver sequestrato quattro fanciulle, alle cui famiglie minaciò di violentarli e ucciderli se non collaboravano
coll’esercito. I genitori di queste,costretti hanno condotto alle truppe fino al
nascondiglio del guerrigliero, i soldati dopo assediare a Cabañas, lo hanno
assasinato.
Con questi antecedenti, Jiménez Ruiz non esitò in applicare lo stesso rigore
nel combatimento Oaxachegno. Come era già usuale nella guerra sporca scatenata dal presidente Gustavo Díaz Ordaz e subito dopo Echeverría Álvarez. Il
nuovo governatore ordinò, arresti, violamenti, trasgresioni, torture, sequestri
e assasinati. Per esterminare ribelli Oaxachegni, il generale afatto venire da
città del Messico “la brigata bianca”, sotto il comandamento di Miguel Nassar
Haro e Adolfo Ferrer Lutzow. Questi due avevano consentito sequestri, torture e assasinati a città del Messico fra il 1968 e 73. Come il solito, a Oaxaca gli
uomini di Nassar Haro assasinarono, rubarono, sequestrarono e assasinarono a guerriglieri e a persone innocenti accusate di aiutare ai ribelli.
[ 78 ]
Verso il 13 Maggio i maestri sindacalisti e i soui simpatizzanti (insegnanti
bilingui, genitori, e maestri d’ altri stati) hanno sconosciuto all’ intera dirigenza
del settore no. 22 del sindacato. In più chiedevano aumento di stipendio, abolire ai funzionari che avevano causato il ritardo dei pagamenti e altri incentivi.
In un tentativo per frenare il movimento, le autorità del ministero d’ educazione pubblica abolirono al delegato Hernán Morales Medina per mettere al
posto Dante Delgado Ranauro, chi sarebbe qualche anno più tardi governatore dello stato di Veracruz col partito PRI, e molto dopo fondatore ddel partito
convergenza democratica.
Il 15 Maggio, festa dei maestri, 20,000 insegnanti sfilarono sulle strade
di Oaxaca sostenendo lo sciopero del settore educativo con una esigenza
formale: “Uno stipendio digno per una professione digna”.
Il 29 Maggio, stanchi dell’attesa di avere una risposta dalle autorità dello
stato, dieci mila maestri di Oaxaca si manifestarono nella capitale della rippublica. Si sono aggiunti a loro altri tanti dal Chiapas e Puebla. Martínez Martín,
capo del sindacato, ha dovuto riconoscere il disaccordo massivo, che fino a quel
momento doveva negare o falsare. Pure il tutolare del ministero d’educazione
pubblica, Solana Morales, accediò a negoziare le richieste dei manifestanti a
traverso una commissione speciale. E neppure il politico era atento di non impegnarsi con nessun accordo che soddisfaciesse agli scioperanti. Si è soltanto
assicurato che i capi del movimento si fidassero delle sue promesse e spostassero ai miliai di maestri la cui presenza nel edificio del ministero d’educazione
mostrava a tutto il Messico la sua forza ma anche la gravezza del problema.
La promessa di aumento, purtroppo non si è mantenuta. Ancora una volta
il contingente ha sfilato fino a Città del Messico. Il 9 Giugno le proteste di
fronte alla sede del sindacato e il ministero d’educazione hanno obbligato alle
autorità a riprendere le negozzziazioni. In totale, la manifestazione di disaccordo del magisterio a riunito più di 60,000 insegnanti nalla capitale della
nazione. Dopo una serie di tensioni e minacie, dispute e movilizzazioni d’intimidazione della polizia, i professori hanno ottenuto l’aumento dello stipendio
che chiedevano e ritornarono a Oaxaca nelle loro comunità e alle aule. Questo
modelo di protesta sociale, a Oaxaca nel 1980 ha permesso uno strano sconvolgimento del popolo contro l’ autoritarismo del governo.
Nel memorie del movimento democratico universitario, scritte da Martínez
Soriano racconta che dal 14 al 24 Dicembre la brigata bianca e l’esercito
attaccarono i bastioni della ribellione studentile. Dopo di mandare in galera
e far scomparire circa 300 persone, l’esercito incominciò un simulacro da
guerra nelle strade della capitale Oaxachegna un “un simulacro da guerra”
in cui si sono movimentati 25 mila soldatti. Quest’operazione ha fatto nella
popolazione civile due morti, 20 feriti e vari giornalisti picchiati.
In risposta il gruppo guerrigliero “unione del popolo” incendiò quattro
importanti negozi del centro storico con sei bombe che hanno sparso il fuoco
nelle loro istalazioni. Il primo quadro della città fu circondato dai militari e
poliziotti. L’assedio si è esteso fino ai confini della capitale.
Ci sono pocchi libri e testimonazie sulla ribellione dal 1974 al 1978 a
Oaxaca. Le pocche testimonianze non possono evitare la ricreazione di quel
momento in cui il governo di Oaxaca –senza tenere in conto chi ci fosse al
comando– ha deciso di essere feroce e implacabile contro un nemico che solo
a traverso il terrore poteva sottomettere: il popolo che prima riusciva togliersi
i suoi peggiori governanti.
L’insurrezione del megisterio nel 1980
Nel 1980 governava ancora Oaxaca il generale Jiménez Ruiz, il suo duro controllo però si era ammorbidito un po, dato che si approssimavano i cambiamenti del regime in tutta la nazione. Erano gli anni del presidente López Portillo che incitava ai messicani ad “amministrare l’abbondanza”, stranamente
questa abbondanza non è mai arrivata. Per i maestri della squola elementare
la situazione economica si era complicata dovuto ai conflitti tra il ministero
d’educazione e il potente sindacato nazionale dei lavoratori dell’educazione.
Carlos Jonguitud Barrios, davanti al gruppo d’avanguardia rivoluzionaria,
tentava di prendere il controllo dell’organizzazione sindacale e per quello
metteva in confronto le sue forze col ministro d’educazione pubblica Fernando Solana Morales, uno degli aspiranti alla presidenza del Messico, questa
disputa ritardò il pagamento degli stipendi dei maestri Oaxachegni.
Appena eletto segretario regionale del PRI, il capo del magisterio Fernando Maldonado Robles convocò alla tradizionale parata del primo Maggio nel
1980. Maldonado avvanzava orgogliosamente davanti ai professori che sfilavano verso Lo zocalo di Oaxaca, dove dovevano aggiungersi ad’altri gruppi d’impiegati statali per esprimere i loro complimenti e ringraziamenti, mentre si
avvicinvano in piazza centrale, Maldonado Robles, davanti a centinaia di maestri, si è preocupato: in vece di fare i complimenti al governatore, proclamavano contro la carestia della vita, esigendo aumento nello stipendio e inondarono
di rimproveri al sindacato, alla dirigenza sindacalista e al partito, queste ultime rappresentate da Maldonado. Poco prima di arrivare in piazza, la sfilata
presentò una scena inaspetata: il gruppo di capi sindacalisti ch’era davanti, si
è deviata prendendo la strada posteriore alla cattedrale abbandonando così il
grosso contingente che invece proseguiva verso piazzetta di Leon.
I maestri non si preocuparono per il capo che disertava dalla sfilata.
Attraversarono il sagrato della cattedrale di fronte alla statua del generale
Antonio de Leon. La barriera di poliziotti si anoiava in torno alla piazza dello
Zocalo, in tanto davanti al palazzo di governo si costringeva a scontrare i
manifestanti. Iniziò allora uno scambio di insulti fra polizia e maestri, questi
ultimi s’incavolarono ancora di più quando hanno sorpreso Maldonado e i
suoi accompagnanti nel terrazo del palazzo di governo facendo delle riverenze
al governatore. Questo qua, vedendo l’indignazione dei manifestanti, ordinò
alla guadia di evitare un maggiore scontro coi maestri. La barriera di poliziotti
si limitò ad evitare il proseguimento dei maestri, i cui si sono ritirati lanciando
delle parolacie alle autorità.
La criminalità legale
Il 25 Settembre del 1996, elementi del esercito, la polizia e guardie bianche
sequestrarono e mandarono in galera più di un centinaio di abitanti del comune di San Agustín Loxicha, Oaxaca, sotto il comandamento del governatore Diodoro Carrasco Altamirano. I contadini Oaxachegni furono accusati
di appartenere al esercito rivoluzionario popolare (EPR), Gruppo guerrigliero
che aveva giá dichirato la sua presenza ad Agosto del 1996 nelle comunità della regione costiera e Mixteca di Oaxaca. In totale, il governo di Carrasco firmò
250 arresti contro abitanti delle comunità Loxichas, argomentando i delitti di
furti con violenza e cospirazione terrorista.
Il sequestro penale di vari di questi indigeni si è allungato senza speranza
di soluzione.
Carrasco Altamirano abbandonò il governo per occuparsi della segreteria
della presidenza della ripubblica; al suo posto ci hanno messo José Murat Casab.
I cambiamenti nella sedia del governo di Oaxaca non hanno avutto corrispondenza quasi in nessun luogho dello stato. A qualche metro del uficcio del
governatore si manteneva una prova della sua inmovilità: le donne Loxicha
che protestavano a Carrasco per la liberazione dei loro parenti, continuarono chiedendo soluzione al nuovo governatore Murat. Le donne in protesta
abitavano sotto i portici del palazzo di governo, il loro sotegno economico dipendeva dalle borse, cesti e altri lavori artigianali che tessevano con materiale
[ 79 ]
stesso anno il ministero di giustizia della ripubbica giudicò gli spari che li hanno tolto la vita “ alla parbrisas”–e la eterea reputazione del governatore– era
stata colpa della guardia di corpo di Murat. Era l’ultimo anno di governo del
uomo che raccontava orgoglioso tra le sue prodezze di giovinezza aver vinto ai
barristi,clienti e polizia durante una disputa a colpi in un bar a Varsavia. Soltanto l’esercito russo lo aveva potuto calmare. Qualche anno dopo fu l’infruttuoso responsabile della sicurezza del candidato alla presidenza del Messico
Luis Donaldo Colosio assasinato durante un comizio.
Nel anno in cui Murat convertito in burla del Messico, nonostante l’incapacità del ministero di giustizia di poter catturarlo, il suo potere politico
non diminuiva. Dopo di organizzare nel 2002 le trucate elezioni interne del
partito PRI che ha dato la presidenza del partito a Roberto Madrazo, il governatore Murat preparava l’imposizione di un succesore nel governo di Oaxaca.
Il problema di trovare un succesore fu possibile grazie all’opportuna morte in
un incidente stradale del deputato priista Aquiles Sosa l’aspirante che meno
gradiva a Murat. Lasciando così spianata la strada per Ulises Ruiz Ortiz.
Ulises Ruiz arrivò allora al governo di Oaxaca nel 2004 tramite una delle
campagne elettorali più sporche della storia recente. Tutta sorta di mecanismi ilegali furono usati dal PRI e il governo di Murat per istalare Ulises Ruiz
al governo di Oaxaca. Lo scopo dei priisti era sostenere un governo affine al
suo partito a Oaxaca , e che allo stesso tempo spingesse (cioè, finanziare ilegalmente) la candidatura alla presidenza del Messico di Roberto Madrazo
nel 2006. Forse questo obiettivo, propiziò nel nuovo governo di Oaxaca una
percezione transitoria nell’amministrazione pubblica. Non era un segreto la
maggioranza dei funzionari di Ulises Ruiz consideravano i loro posti di lavoro come veri trampolini per raggiungere posti maggiori nell’amministrazione
federale, una volta che Madrazo Raggiungesse la presidenza del Messico. In
realta fino ad Aprile del 2006,nessun funzionario –mica il governatore Ulises– pretendevano rimanere in funzioni a Oaxaca per più di due anni.
Difatti nella regione tale disposizione del governo si è fatta inmediatamente notevole.
L’economia fu abbattuta,giacchè l’amministarzione di Ulises Ruiz aveva
decisso d’investire il minimo nella spesa pubblica. Nonostante che lo stato di
Oaxaca dipende per sussistere dal investimento governativo, l’amministarzione di Ulises ridusse considerabilmente le risorse economiche pubbliche. Con
la scusa di convertire il Turismo e la cultura in sostegni fondamentali dello
sviluppo di Oaxaca, Ruiz Ortiz e altri funzionari hanno cancellato le spese del
governo che fanno possibile la sussistenza colettiva della città e latri spazi urbani della regione. In contrasto, l’amministrazione Ulisista iniziò senza previa consultazione una serie di sontuose opere il cui budget si tiene ancora in
segreto. Nei cerchi politici si è fatto sapere che questo era il modo d’incassare
fondi per l’ inminente campagana presidenziale di Madrazo.
Senza avere nella regione industrie,aziende ne altre attività finaziarie che
possano sistemare bene ai suoi abitanti, la maggioranza si mantiene dalle rimesse in dollari degli emigrati che rappresentano già circa 600 mila, tutti
originari da Oaxaca.
Nella città di Oaxaca dove le attività commerciali in tutti gli scali sostengono la vita comunitaria, la circolazione di soldi in contante dipende dal maggiore dei compratori e la capacità contrattabile del mercato: cioè, il governo
Oaxachegno. Soltanto gl’imprenditori alberghieri, ristoratori e altri servizi,
con tarife astronomiche, ottengono risorse dal turismo che visita Oaxaca, senza però abbandonare il sussidio –mascherato o sfacciato– del governo locale.
A proposito il turismo ha pozzizionato a Oaxaca fra le città più costose al mondo, e dove purtroppo gli stipendi sono fra i più bassi a livello nazionale.
Benchè il discorso ufficiale annunziava una tapa di sviluppo, la diminuzione
della circolazione di contante, incominciò a colpire la popolazione. L’anno
di plastica per vendere alla comunità locale in piazza dello zocalo. I loro figli
sono pure riusciti ad abitarci senza avere una casa. I bimbi giocavano, mangiavano e chiedevano elemosina o realizzavano piccoli lavori mentre i loro
genitori erano in galera per delitti senza nessuna prova che lo confermasse.
L’Unione Popoli Contro la Repressione e Militarizzazione della Regione
Loxicha (UPCRMRL) dinunciò che i contadini sequestrati e imprigionati dalle
autorità Oaxachegne si dimostravano contro il monopolio del sindaco municipale di San Agustín Loxicha Lucio Vásquez e altri membri del comune che fu
sciolto dopo gli arresti del 1996. Il delitto reale dei contadini imprigionati fu
difendere le loro terre, la loro produzione agricola e le comunità dai saccheggi
e abusi del latifondista Vásquez e i soui pistolieri. Ne la violenza ne gli assasini
di quest’ultimo hanno impedito il movimento di rivendicazione, con i violenti
arresti però si è messo un alto alle loro richieste.
L’ UPCRMRL argomentò nel 2001, a traverso la loro pubblicazione su
internet TODISNA che l’ intervento del esercito popolare rivoluzionario, scusa
per gli arresti del 1996 fu in realtà parte di un piano operativo concepito e
portato a fine dal regime di Carrasco Altamirano per eliminare il movimento
popolare contadino a Oaxaca e propiziare la militarizzazione della sierra
sud. Se tale piano operativo esistiò, è un discorso ancora discutibile, però la
militarizzazione del territorio dei Loxicha e l’inseguimento e l’esilio di tanti
dei suoi abitanti, è una realtà. Donaciana Antonio Almaraz ed Estela García
Ramírez, integranti delL’ UPCRMRL dinunciarono che non solo le donne che
protestavano nel palazzo di governo avevano perso le loro case e le terre,
ma in più erano minaciate di morte caso mai tornavano a queste. Molti di
loro pure detenuti signalati di fare terrorismo e una volta liberi non potendo
tornare a le loro comunità sotto il rischio di essere assasinati dai pistolieri del
latifondista o proprio dallo stesso Lucio Vasquez.
Il regime di Murat Casab firmòa Dicembre del 2000 una legge di amnistia,
che provocò molta più indignazione fra gli abitanti Loxicha. Secondo Donaciana Almaraz ed Estela García i principali beneficiati coll’amnistia sono stati
i pistolieri che hanno seminato il terrore, feritò e assasinato a tutto ciò che
non fosse d’accordo col regime del sindaco municipale Vásquez.
Infinita violenza
L’ultimo giorno di Maggio del 2001 successe il masacro di Aguas Frias, il
cui a ridotto ai precedenti atti criminali a Oaxaca: 26 contadini da Santiago
Xochiltepec assasinati in una imboscata, per cui si sono signalati colpevoli e
imprigionati 15 indigeni da Santo Domingo Teojomulco con una procedura
giudizaria sospettosamente veloce.
Dopo questi arresti, il paese intero di Teojomulco si dimostrò nello Zocalo
di Oaxaca per liberare i loro abitanti.
Il governo ha permesso ch’il paese offeso ci abitasse per circa un anno all’intemperie in piazza. Non cercò ai veri assasini dei 26 contadini e ha tenuto
in carcere anche bambini di 12 anni. Tre anni dopo il massacro i detenuti sono
andati via per prove insufficenti. Nessuna vedova ha ricevuto l’aiuto che aveva
promesso il governo, nessuno –a ecezione degl’innocenti da Teojomulco– furono puniti dal crimine.
Morte della “Parabrisas”
Inondato da giornalisti volendo sapere i particolari del inverosimile attentato
che secondo lui, aveva soferto il 18 Marzo del 2004, il governatore di Oaxaca
José Murat Casab ripeteva la frase che lo ha convertito nel rozzo più ridicolo
della politica messicana: “soltanto ho visto che mi veniva a dosso –la parabrisas–”. Mai è riuscito a signalare ai presunti colpevoli. Verso Giugnio dello
[ 80 ]
Per calmare il discorso, i funzionari diedero appuntamento in una riunione
d’informazione nella casa della città il 20 Aprile.
Circa 300 persone sono venute puntuali all’appuntamento. La seduta
informativa era molto in ritardo prima dell’inizio, e avvolta in un’atmosfera
molto tesa. Sul tavolo d’informazione c’erano i commissionati del progetto,
l’architetto David Alcantara, Il biologo Alejandro de Avila e il pittore Luis
Zarate. Questi ultimi accompagnati dagl’ispettori governativi Carlos Melgoza,
David Pineda e il sindaco Jesus Angel Díaz Ortega. Dopo un po si è presentato
il segretario di governo Jorge Franco Vargas.
Durante due ore i convocati tentarono di difendere, inutilmente, il
progetto che avevano disegnato per “ricuperare lo spazio corrispondente al
sagrato della cattedrale”. La seduta spaccò quando Alcantara espose che il suo
progetto rappresentava tanti anni di lavoro e argomentò: “ma non pensavamo
che questo potrebbe succedere”.
Espressioni di burla e rifiuto hanno convertito alla seduta in una ronda
d’inevitabili recriminazioni. Gli sponenti soltanto sono riusciti a mostrare
la loro negligenza, dimenticanza, la mancanza di un consenso e trasparenza
delle opere dello zocalo.
L’indiferente segretario di governo Jorge Franco, esigè silenzio e sottolineò
in tono molto autoritario che le opere in questione non si dovrebbero
cancellare nemeno modificare a causa delle proteste. La folla che rimaneva
ancora nel recinto manifestò la sua rabbia e abbandonando rumorosamente i
sedili lanciandoli gridi di: fascista!!
I funzionari e commissionati si sono riparati, correndo dietro lo schermo
in cui avevano presentato il loro progetto. Aspetarono lì che un grosso
contingente armato di poliziotti antisommossa, i cui formarono una barriera
umana per “salvare” ai funzionari del governo.
Le persone che li disprezzavano, in maggioranza artisti e intelettuali, erano
certamente incapaci di agire con violenza che giustificasse questa invasione di
poliziotti in un recinto culturale.
2005 fu segnato dall’inizio di opere che il regime di Ulises Ruiz ha imposto
come urgenti: allargamento a quattro corsie della strada del “Fortin”,
rifacimento di piazza dello zocalo, piazza del ballo, il Paseo Juárez e la fonte
delle 7 regioni. L’investimento in queste opere, lontane da aiutare a far posti
di lavoro per i locali, furono di grande beneficio ai padroni delle aziende
costruttrici impegnate senza avere mica presentato il minimo delle formalità
legali per farlo. Non ha avuto importanza, le proteste generalizzate per le
superflue e arbitrarie opere.
De cara a la usurpacion
In questo periodo, il governo di Oaxaca aveva pure sfacciatamente mostrato il
suo sostegno alla campagna presidenziale di Roberto Madrazo. Chiaramente,
un annuncio sulla radio repeteva la voce del candidato priista prometendo a
Ulises Ruiz le chiavi della residenza presidenziale “Los Pinos.” Rendendosi
evidente l’uso di fondi pubblici per sostenere la già detta campagna, il
disaccordo popolare è andato in aumento a causa delle irregolarità del
governo locale. Un altra inmensa campagna mediatica annunciava i successi
dell’amministrazione Oaxachegna sotto il moto: “de cara a la nación”
(affaciando alla nazione).
Come parte del piano turistico ufficiale del 2005 si sono programmati per i
due ultimi lunedi di Luglio due presentazioni dello spettacolo incorrettamente
denominato “la Guelaguetza” in vece di uno che si faceva tradizionalmente.
Le previsioni consentevano di aumentare queste rappresentazioni a quattro
ogni anno, come minimo e commercializzare le repliche in tutte le capitali
importanti della ripubblica. La celebrazione della Guelaguetza 2005 a Luglio
fu lo scenario giusto e scelto dall’amministrazione di Ulises per invadere
in assalto l’ istalazioni del quotidiano “Noticias” il cui si era nemicato col
regime di José Murat dal 2003, e sosteneva la campagna del oppositore (expriista) Gabino Cue al governo di Oaxaca. Il quotidiano, con le sue istalazioni
chiuse, ha sofferto le consecuenze della sua ribellione, nello stesso modo l’exaspirante e i suoi simpatizzanti; a questi, Ruiz Ortiz li ha mandati degli ordini
d’arresto appena arrivò al governo dello stato, prima Murat aveva tentato di
mandarli in galera signalandoli come complici nel “attentato” del 18 Marzo
del 2004.
“Maestro, allo sciopero”
Negli ultimi mesi del 2005 lo scontento generale per l’incapacità e la
corruzione del direttore del istituto di educazione pubblica di Oaxaca, Froylan
Cruz Toledo, è andata in aumento in tale modo che fu sostituito da Emilio
Mendoza Kaplan. Il cambiamento di funzionario non ha risolto le necessità
dei maestri, i cui erano in cerca di maggiori stipendi.
Verso il 2006 il governo di Ulises Ruiz era così impegnato nella campagna
presidenziale di Madrazo, che qualsiasi altro affare non ne le fregava niente.
La crisi finanziaria aumentava nella misura in cui avanzava la propaganda
elettorale e la pubblicità intorno ai “successi” di Ruiz Ortiz . Il gruppo di
maestri manifestanti, la coordinatrice nazionale dei lavoratori del’educazione
(CNTE), ha fatto varie avvertenze al governo dello stato finche fossero risolte le
loro richieste. Ad Aprile si sono agitate le negozziazioni per questo scopo, le
cui alla fine si allungarono fino alla seconda metà di Maggio, senza risultati.
Il 22 Maggio, sotto la dirigenza di Enrique Rueda Pacheco, dozine di
miliaia di maestri delle squole elementari istalarono ancora una volta lo
sciopero che fin dal 1980 istalano in piazza dello Zocalo a Oaxaca, senza però
trovare la soluzione a le richieste.
Avvertirono il governatore Ulises e i suoi funzionari di non peggiorare
questo movimento con tattiche dilatorie. Benchè si credeva che lo sciopero
sarebbe finito a fine Maggio “come il solito” questa volta non si è sciolto.
Lo sciopero del magisterio a Maggio, a Oaxaca è una espressione della
squola del disordine e gli arbitrari gruppi politici che comandano in questo
feudo priista. La città che fa fatica a mantenere il titolo di patrimonio mondiale
Legna del albero in piedi
Lo zocalo della capitale di Oaxaca era un bellisimo spazio elaborato dagli anni
e l’animazione di chi lo frequentava. Eliot Weinberger, dopo sollevarsi con
una visita a questa piazza ombrata da enormi allori d’india, escrisse: “sognare
con sedersi nello zocalo di Oaxaca non è immaginare una fuga dal mondo, un
naufraggio in un’isola tropicale. È immaginare un’esistenza –che puo durare
soltanto qualche momento– nel quore del mondo: essere completamente nel
mondo, ma senza distrazioni”.
In Aprile del 2005 il governo decise che il magnifico Zocalo della capitale
doveva essere urgentemente ristrutturato. Le autorità assicuravano che
il pavimento di pietra verde era rovinato. Qualche giorno dopo, i lavori di
rifacimento davano al posto l’ aparienza di essere stata bombardata, le lastre
strappate ammucchiati in disordine, numerosi canali stracciavano la terra e
il passo era rischioso.
Il malessere che provocava questa immagine di uno zocalo ridotto a
rovine, s’intensificò il 18 Aprile con la caduta di un enorme Ficus sopra la
facciata del palazzo di governo. Un arrabbiato gruppo di cittadini dinunciò
queste scavature micidiali che stracciarono e lasciarono le radici esposte dei
sesanta allori che ossigenano e ornamentano lo zocalo.
[ 81 ]
L’assalto inaugurale
dato dall’UNESCO nel 1987, vede adesso il suo centro storico convertito in un
enorme campeggio.
José Murat aveva approfitato di quest’abbitudine dei maestri per impegnare strategicamente ai feroci sindacalisti per creare gruppi di scontro, specialmente nelle cosidette “battaglie Juariste” che comandò contro il governo
del Presidente Vicente Fox e il congresso dell’unione.
Duarnte le due prime settimane di Giugno le proteste del magisterio hanno
cresciuto con intensità e coraggio. Il governo dello stato continuava sostenendo
la campagna elettorale di Madrazo. soltanto si è distratto per concludere lo
sciopero dei maestri a traverso delle minace ed “esortazioni” di licenziarli a
traverso centinaia di presidenti municipali priisti.
Nella seconda settimana di Giugno, i maestri minaciavano con bloccare
la Guelaguetza tetrapartita che Ulises preparava come “maestoso” festeggio
del suo regime.
Si negarono a rientrare alle aule,come lo aveva ordinato il governatore.
Il primo mattino del 14 Giugno un contingente di due mila poliziotti fece
sorpresa sul campeggio dello sciopero, fortemente armati con gas lacrimogeno e un bombardamento dal elicottero. Molti vicini della zona, altrui al
conflitto furono pure loro vittime dei
gas. Donne e bimbi presenti nel campeggio hanno sofferto, senza tenere
in conto la loro debolezza l’assalto
antisommossa. Alla fine gli scioperanti hanno vinto e guadaganrono la
simpatia popolare.
Radio “planton” la voce dei manifestanti fu distrutta, ma la radio
universitaria, intervenuta dagli studenti, fu pure convertita in una voce
del movimento. Per la prima volta,
una radio di ampia emissione era
usata per far conoscere la realtà del
conflitto.
Il movimento del magisterio diventò un movimento popolare. In
parecchie strade della città e altri siti
strategici come la radio, la televisione, aumentarono le barricate come
sistema di difesa contro i cosidetti “squadroni della morte” formati da poliziotti e pistolieri, che percorrevano la città di notte sparando a tutto ciò che
si moveva.
Il governatore Ulises Ruiz e la sua amministrazione si sono mantenuti
nella clandestinità. Ruiz Ortiz è magari andato via da Oaxaca per tre mesi. Il
resto dell’anno è passato sotto la desolazione e il terrore, fino al momento in
cui un contingente del esercito inviato dalla presidenza della ripubblica ci ha
imposto di nuovo Ulises nel suo trono di sangue. Il 25 Novembre del 2006, un
giorno tragico per la democrazia e la legalità nello stato di Oaxaca. E neppure,
le enormi offese alla società di Oaxaca non finiscono ancora. Malgrado tutte
le proteste che si sono inscrite nelle mura durante il conflitto, le autorità, non
vedo ancora il Menè, menè, thecel, phares* della sua condanna.
Disputa fra compari
Il 9 Maggio del 2006 la ministra di guistizia dello stato, Lizbeth Caña Cadeza,
annunciò che il settimo giudice penale aveva firmato un’ordine di arresto contro la coordinatrice statale del trasporto Aurora Lopez Acevedo, ex-segretaria
dello stesso settore durante il regime di Murat. La funzionaria fu accusata di
falsificare la firma del governatore Murat per autorizzare 3,500 concessioni
di tassì, previa corruzione. La gestione governativa di Lopez Acevedo fu
questionata da gl’inizi, essendo lei,
proprietaria di più 600 autobus della
città di Oaxaca e in più aveva la dirigenza statale dell’associazione nazionale del trasporto.
In questo franude risultarono
complici: Eduardo Alberto Franco,
nipote del senatore Jorge Franco Jimenez e cugino del segretario generale di governo, Jorge Franco Vargas,
Horacio Sainz Castro, marito di Salome Martinez, chi fu assistente del exgovernatore Murat e dopo direttrice
di comunicazione sociale del comune
di Oaxaca. Magari quello che allora
era il vecepresidente della commissione permanente del congresso della
nazione, Heliodoro Diaz Ascarraga,
fu vincolato in questo caso di abuso d’autorità. Il legislatore negò la sua partecipazione in questo escandalo e qualsiasi rapporto colla padrona degli autobus, la cui tuttora è fuggiasca, si sa però che un giudice Oaxachegno l’assolta
in questo 2008.
Questo incidente consolidò un altro fronte di conflitto nella già sconvolta
elite priista.
Cioè, significava la rottura tra Ulises e Murat, lo scontro dei due gruppi
politici del uno e del altro. L’interpretazione di questo inseguimento poliziesco contro una delle più notevoli muratiste, chi fu pure accusata di deviare
fondi pubblici e organizzare gruppi intimidatori per favorire l’elezione di Ulises Ruiz, perchiò il nuovo governatore Ruiz voleva togliere della scena (evitare pure la condivisione di un bottino) al suo predecessore.
* Frase della bibbia che serviva per avvertire ai tirani sulla avvicinanza della loro fine.
[ 82 ]
Viaggio a Oaxaca
Fernando Solana Olivares
fuori una casa a Kabul: Migozarad!! (“ ci passerà”), non possimo ancora dire la
stessa cosa qui nella verde Antechera, dove succedono delle cose che sono già
qui. Chi dica che questo è già risolto, mente. O esbaglia, alla fine è lo stesso.
Nella maniera in cui i paesi tristi celebrano molte feste, quelli che stano
per scoppiare hanno molte scenografie. Oaxaca ce li ha sempre ostentate: è
un immenso teatro dove predomina –parlo del centro storico– quel squisito
gusto ch’è stata una delle grandi virtù mecenatista di Francisco Toledo: denotare lo slancio per ricuperare un’architettura estraordinaria. Un amico in
comune mi propone di andare vedere Toledo. Qualche anno fa habbiamo avuto delle differenze e non c’è stata ancora ocasione di risolverla. Magari è già
risolta,perche il tempo lo guarisce tutto. Quando fu quella volta che la cuoca
Juciteca di Toledo ha messo al tavolo tra noi due una testa di manzo, cucinata,
ma sanguinante, lui ordinò che mi dessero la lingua e io rimandando in dietro
il comento ho detto che li dessero l’occhio e abbiamo bevuto di bottiglia in
bottiglia e ci siamo ubbriacati e abbiamo litigato? Io lo guardavo crescere in
una prova di forza che grazie alla madona della solitudine, mia creola protettrice, ho resistito fino alla fine. Un giorno ne parlerò su questo discorso.
In un altro momento avvrò il tempo di abbraciare il maestro, che molto ha
sofferto in quelli tempi. Conserva però bene i suoi riflessi politici e ha fatto il
giusto: fondare un comitato di amnistia per i prigionieri politici dell’insurrezione recente. In uno stato poliziesco come quello di Ulises Ruiz, di anonimi
furgoni neri che girando la notte subitamente raccolgono quelli che decidono
considerare sospettosi. Ce l’hanno fatta a un notevole pittore Oaxachegno con
sua moglie: sorvigliandoli notte e giorno durante settimane. Da tanto che non
li vedo e finalmante siamo riusciti a parlare. E si misero a raccontare l’eroico
bivrido della loro realtà.
Evidentemente non posso dare nomi. Non solo c’è clandestinità nelle sierre, nelle cui ce ne sono andati indubbiamente parecchi, nessuno conosce il suo
numero, ma una accorta e discreta clandestinità pubblica. Come questo è un
paesino, tutto si sa, e il terribile Ulisismo del sinogore di Chalcatongo, un tipo
educato nella premoderna città di Juchitan, è sostenuto da un regime poliziasco che adopera fuori dallo stato di diritto, ogni tanto più morto e degradato.
Il diavolo è qui a Oaxaca. Ma cercando di distinguere che e chi non è inferno,
e farlo durare e darli uno spazio, secondo il grande Italo Calvino che ci è stato
pure qui,la gente comune si azzarda. Come gli amici con chi sto parlando.
I
G
li alberi di Oaxaca rubano l’anima. E a causa degli alberi iniziò un anno
fa, la profonda confusione politica, sociale, economica, culturale, artistica, guerrigliera, insurretta, repressiva e popolare successa in questa città. Una grande tragedia storica messicana di complessità che condensa
quella fitta e dolorosa storia oaxachegna visuta 500 anni fa. Come quasi da
nessuna altra parte del territorio nazionale, la conquista spagnola ci fu barbara ,sanguinari e feroce dall’inizio.
Oaxaca non era di nessuno: la rivalizavano gli Zapotechi contro i Mistechi,
dominati questi due allo stesso tempo dagli Aztechi che la consideravano parte
dei loro territori, quando tutti si sono congelati vedendo arrivare l’estraterresti
orde spagnole. Cortés litigò con suoi connazionali per diventare marchese della
valle di Oaxaca, un gioiello che non ha mai goduto. Ne anche i suoi vicini che
sembravano fondarla anche tre volte, si appogiavano su tribunali per lanciare
editti reali contro il conquistatore. Sulla sponda di Monte Alban, una poterosa
risonanza fisica e spirituale cosi oscura come luminosa, Oaxaca è sempre stata
una crocevia, un incrocio di sentieri,un enorme mercato d’infiniti scambi. Continua dunque, ad essere di tutti e di nessuno. Sarà per questo che viene cosi tanto disputata. Lo scrisse Malcom Lowry a dicembre del 1937 dal carcere municipale dove conobbe la notte più oscura di sua vita: “Non è il Mezcal, è Oaxaca”
Vari fattori si mescolano: Tutte le montagne che li restarono al creatore dopo aver fatto il pianeta; tutti gli indigeni eredi della crudeltà, il furto e
genocidio dello sfruttamento degli spagnoli, la cui in pochi anni e arrivata a
esterminare pratticamente alla popolazione maschile originaria. I ras, buoni
e cativi, fra i cui ci sono oggi filantropi, e artisti; i più terribili governi che si
possano immaginare –con l’ecezione di Benito Juárez chi sembra averlo fatto
avvastanza bene– un numero essorbitante di comuni: 570 una cifra irraggiungibile, giacchè quando si risolve un vecchio problema di uno, si dannegiano
altri senza accorgersi.
A Oaxaca sono presenti tutti i risentimenti del miscuglio razziale non ancora digerito dal immaginario colettivo (in una festa locale di matrimonio
l’anfitrione volendo causare sorpresa diceva con ironia a se stesso, che lui era
daparte del padre europeo e yope da parte della mamma, un termine dispregiativo usato contro gl’indiani).
Tutte l’invidie simboliche e funzionali si configurano come caratterologia
locale (la ben conosciuta barzelletta che avverte che dal cestino oaxachegno
di cavallette, non ci va nessuno su, perche gli altri lo impediscono; una altra
satirizza dicendo che i oaxachegni pure il formaggio aggrovigliano). E neppure
e sopratutto, c’é anche tutta questa creatività vitale,tutto lo spirito ressistente
di tanta gente straordinaria che abita lì. Ciò che esegue, è un diario di viaggio
a traverso il paessaggio Oaxachegno dopo la battaglia.
II
Mercoledi 8, di Pomeriggio. Sconvolgimento e tristezza è quello che
percepisco fra amici e conosciuti. Pure la rabbia, ma non compasione ne
autocommiserazione. Questa disposizione mi fa venire in mente un autore
della antichità. L’ira e la beffa sono signorili, il pianto e la geremiade no.
Insieme alle sette regioni etniche di Oaxaca, c’è ne una in più, l’ottava. Questa
qui composta dagli stranieri da tutte le parti che sono arrivati per fare qui
le loro vite, in certo modo quasi tutti artisti, anche se lo siano per quanto
riguarda la loro quotidiana sperienza.
Mercoledi 8 Agosto del 2007. Allora dunque, non è l’APPO ma è Oaxaca.
E pure uno schiocco storico della madona e profondo che prefigura la forma
delle cose che si avvicineranno. La diferenza tra un graffito scritto in persiano
[ 83 ]
Un amica racconta quel casino per portare via dalla città ad una giovanotta
militante dell’APPO. Si procurò una macchina lussosa, l’ha vestita alla moda e ci
passò tranquilamente tutti i controlli della polizia: astutezza di classe. Un altro
parla sulla contorta mecanica assemblearista dell’organizzazione insurrezionale,
nalla cui la maggioranza è stalinista –perche quello è il discorso giustamente: il
presente del passato messicano è ancora vivente qui– perchè non votarono nelle
ultime elezioni? Perche gli stalinisti nell’APPO vogliono esacerbare le condizioni
obbiettive e far confusione nella discusione; perche 7 di ogni 10 ne le frega un
cavolo il risultato; perche l’ulisismo impose la cooptazione e la paura: tutti i
candidati a deputati di tutti i partiti erano in qualche maniera tutti suoi.
Questi Gringos –come vengono chiamati dai razzisti oaxachegni–, che
usano l’epiteto pure per quelli vicini identici a loro ma di una nazione un po
più in su– loro conformano un caladaio inusuale. Una amica comenta che
Murat e altri politici sta comperando in città delle proprietà a prezzi di saldi.
Un’altra dice che le tasse statali sul commercio hanno aumentato un 130%
fin dal conflitto. Qualcuno delimitando il dialogo menziona la feroce voracità
Oaxachegna, la sua storica fatica –alla fin fine città mercato– di lucrare.
Non c’è turismo però e non ci sono soldi. Il governo ruba tutto ciò che puo
e la corruzione oaxachegna si sole assomigliare a quella del Haitì. E neppure c’è uno stratto economico prolifico e istala, in una incomprensibile fatica
d’imitare, alberghi, ristoranti, negozi e bordelli di soldi dubbitosi, secondo
quello che si sente nell’aria. Diversamente di proust, il cui protagonista andava a letto presto, in vece noi vegliamo raccondandoci le cose che successero e
quelle che caso mai stiano per succedere.
E mi accorgo allora che sono in un lavoratorio sociale nel cui sorgono nuove capilarità, nuove forme colettive di esprimersi. Mi lo confessa un amico che
lanciò proiettili contro le forze della polizia nell’invasione epica del quartiere
di Cinco Señores. Mi da allora il disco coi quasi mile, lastre metalliche, dipinti , graffiti e immagini che il movimento –a traverso dei colettivi i cui membri
rimangono anonimi, qualche anarco— ha plasmato nelle impresionanti mura
di Oaxaca raggiungendo un rinovamento profondo dell’espressione plastica e
popolare: l’immagine di un Juarez Punk, un altro maoista, una linea sul muro
scritta come una frustata —“a Oaxaca non succede niente, solo la rivoluzione”— una caricatura del tirano Ulises fatta con un astrattismo inaspetato o
risolta con un realismo geniale.
L’insurrezioni si conoscono grazie ai loro artisti. Sorge così la figura del
“Piedra” un giovane pulitore di vetri si è aggiunto alla brigata di cannonieri anti
carri dell’APPO e hanno istalato la loro basse di proiettili in un angolo del centro
città. I giorni della battaglia significarono per lui, accettazione sociale appartenenza pubblica. Nessuno lo ha riveduto fin da quelli giorni, quando fu proprio
decisamente felice. Tutti i miei interlocutori sono d’accordo che i recenti eventi
politici incrocciano vari sensi, interessi inconfessabili e versioni contrarie. E rispetto alla poliedrica ebollizione di graffiti qualche mese prima, ora solo scopro
due di questi nascosti nella periferia: “Sad City” e “Ira” dicono semplicemente.
Venerdi 10. Come nel ecocidio governativo degli allori in piazza dello zocalo
a Oaxaca fu l’antecedente della ribellione cittadina, conta pure l’immolazione
del “Oseas”, un venerabile pazzo che segretamente credeva essere il padrone
del luogho, il cui fu incendiato da vandali cobardi e anonimi mentre dormiva
in una jepp che li veniva data ogni notte a posta per quello, tutto questo
annunciò l’arrivo del imminente orrore. Oggi gli scorpioni allucinati da Lowry
dominano Oaxaca. Tutto è transitorio. E questa gente crede che solo è successo
un assalto da combattimento. Come il carnoso calmo che si respira nel mare.
ΙΙΙ
Venerdi 10 di Pomeriggio. Mi esegue la sensazione di testimoniare lo
splendore: tanta creatività individuale e di gruppo, tanta raffinatezza spirituale
in tanti, per considerarli una massa critica, seme di un’altra nuova forma di
pensiero umano, tanta bellezza fisica e architettonica, quel exquisit taste che
affascina ai propri e imbroglia agli strani, c’è di tutto questo a Oaxaca mentre
le ancestrali strutture del cativo governo gangsterista e mafioso crepa da
pertutto pur conservando la loro ilegitima capacità repressiva, il disincanto e
la rabbia della maggioranza popolare, vengono bollendosi da tanto tempo fa,
in una pentola di ceramica nera: Luna caustica di Mezcal.
Questo è il problema sterno, e probabilmente interno pure, della triste
Oaxaca, le sue scene scippatrici. Vere facciate dietro le cui esiste una realtà
complessa, corrotta, la cui immagine scorse allo scritore D.H. Lawrence,
quando ottanta anni fa, ha visuto qui durante alcuni mesi: “la popolazione
d’origine spagnola forma uno stratto che si putrefà sopra l’oscura massa dei
selvaggi”. Parole forti, pure oggi quando i gentilizi di queli che dominano
hanno cambiato, ma che sono anzi più putrefatti di quelli creoli di prima, i
“Vallistos” come vengono chiamati, negozianti di prosapia le cui moglie si
ritrovano per fare il ricamo e criticare al prossimo una volta alla settimana.
Questi di oggi sono signori istmegni, Mistechi di forca e coltello arrichiti
fino alla demenza,astuti e trascurati. Signori oscuri, mediocrità sanguinaria,
dei ras risponsabili della scomposizione politica, economica e sociale que affetta accentuatamente a oaxaca dagli ultimi quattro sessenni. Ogni governatore è stato peggio uno del altro arrivando così all’ultimo, Ulises Ruiz, forse
il peggiore di tutti. E come siamo occidentali e siamo condannati a ricevere la rivelazione a traverso il libro, ne trovo uno interessante e un secondo
estraordinario in una tradizionale libreria del centro di Oaxaca, dopo aver visto
i verdineri alberi che si salvarono dal ecocidio col cui è nata questa incavolata
ribellione. Il libro interessante è amaro, il libro fuori dal comune è epico. Uno
serve per capire, l’altro per sentire.
Giovedi 9. Sono già vecchio per perdere tempo con chi si da delle arie di
essere un personnaggio di se stesso. Sono già vecchio per perdere il tempo.
Qui,però lo ricupero, lo sciolgo, questione che mi piace di più. Mi ritorna
l’idea che sià davanti altre cose al di là di quelle che guardano i miei occhi,
per capirlo meglio trovo due esempi: La Vienna dalla fine del secolo e i piccoli
formati. Vienna semplicemente per l’intensa varietà di scambi umani che in
essa successero all’alba del 20 secolo, molto simili a quelli che qui succedeno ora: quindici o forse di più gallerie che funzionano al unisono, vari musei
e biblioteche, presentazioni di libri, riviste, eventi musicali de primo livello,
conferenze,incontri, passeggiatori e conversatori. Probabilmente, come a
Vienna, sono i canti del cigno della legge storica: più grande è la dicadenza
politica, maggiore è la creatività individuale.
C’è una regola che stabilisce che conviene essere fuori dal sistema per
poter osservarlo.
Fra la gente dell’ottava regione predomina un sentimento d’independenza
che trascina a i suoi membri ad affettare positivamente il loro proprio spazio
e costruire una casa, perche capiscono che questa qui, è una macchina da
soggiornare, sara per questa ragione che si sente attualmente la disperazione,
giusto quando il luogo sembra andare giù di testa malgrado la sua gigantesca
bellezza fisica. Soltanto l’indiferente compenso: Non è Oaxaca ma Ulises Ruiz
e il suo nefasto Ulisismo, il vero problema della congiuntura.
Sabato 11. Le cose si distruggono, le cose si sostengono. Dato che gli abbitudini della tribù non cambiano, ci vado in una festa di matrimonio di due cari
giovanotti fidati che nel futuro tutto rimanerà uguale. Facio voti per augurare
la sua permanenza perche subito capisco che la normalità è l’antidoto contro
[ 84 ]
invece all’oscuro Ulises? E l’altro libro è un severo lavoro di analisi che spiega
chiaramente con nomi, estadistiche e cognomi, il corrotto potere politico da
decine di anni che ha trascinato a Oaxaca all’indice di 0.716 di sviluppo umano, secondo afferma Lorenzo Meyer nella prefazione nel’incancellabile libro
di Osorno, paragonabile alle isole di Capo verde nel occidente d’Africa. Non è
allora il mezcal, sono gli satrapi di Oaxaca.
l’irritamento. Se la bolla finanziaria mondiale non spacca fra qualche anno, se
caso mai Oaxaca non crolla per un altra violenta ribellione fra qualche mese, se
il governo riesce a vincere la sua, finora impune guerra di bassa intensità, allora
questa coppia avvrà tempo estra per vivere gentilmente. Fin chè succeda quello
che ci succede: a tutta la gente li succedono tempi storici cattivi da raccontare.
Ma qui non sembrano capire, gl’invitati ballano dunque coreograficamente
come se fossero stati allenati proprio per quello. È nelle stesse feste di matrimonio dove ci imparano, mi indica mia moglie, da circa venti anni che io non ci
vado, la mia capacità di ballo risulta ridicolamente nulla e non è il momento per
mettermi ad imparare. Se una volta potresti ritornare al mondo mi piacerebbe
ballare come gli dei, oggi no. Mia testa ci pensa a quello che sto leggendo, le profonde linee della buia Xaschaca, soltanto: Oaxaca: isola d’arretrati, da Cuahtémoc Blas López (editoriale Siembra), e Oaxaca assediata, da Diego Enrique
Osorno (editoriale Grijalbo) l’ultimo libro fu quello che racconta tutto quanto
è successo, un tessuto narrativo galeggiante e vario, una cronaca fatta qualche
mese fa dal posto giusto alla migliore maniera letteraria, giacchè il giornalismo
da corrispondenza scritta come lo troviamo qui, diventa un elevato genere. La
veloce, l’incontenibile e diretta prossa delle sue pagine rendono conto di una
vittoria morale, quello ch’è stato sempre la ribellione contro i tirani, benchè
si abborraccino eccessi ed eroismi come qui vengono proprio raccontati. È
riconfortante sapere che la subita storia in certo modo si consigna, allora succeda quello che succeda è assicurata per la memoria comune. Chi ricorderà
Domenica 12. Qui fu alla fine l’alcol, cioè ci stiamo ubbriacando tranquilamente, per svagliata e propria logistica di una festa di matrimonio ci capita
ritornare in un camion con qualche ubbriaccone, che sono in questo stato da
ieri nella festa, aplauditemi stronzi!!, grida un uomo alto tosto che comandando ad altri li insita nell’etilica parte posteriore, il rumore pomposo, la stridenza corporale maschilista, la pauta sentimentale e la scusa: non solo ci stiamo
ubbriacando tranquili, ma ci stiamo proprio gonfiando. E succede il solito,
arriva l’animalità. Non è Oaxaca, è l’alcol. La strada è pure bollente come il
caldaio Oaxachegno. Rimane in dietro fisicamente questo affare, ma non politicamente. Piutosto ce l’abbiamo davanti come essempio di quello che verrà,
vorrei svagliare, e dopo ci penso, ma perchè. Se Dio lo vole come si sole dire di
qua, vivo al giorno,come tutti, guardando come svaglia ogni tanto l’avvenire.
È una questione di resistere quello che venga, alla fine l’aristocrazia è spirituale. Se oaxaca si spacca ancora una volta, benchè sià morale o scrittamente,
come adesso, pure io, mi ribellerò.
34
[ 85 ]
La scrittura del disastro ( a Oaxaca)*
Abraham Nahón
discrezionale che si nega a trasparire tutte le azioni del governo e l’uso delle
risorse, sono queste le principali responsabili che la sfiducia sià proprio seminata
nella società, provocando la crescita del discredito delle stituzioni attuali e i loro
governanti. Questa disastrosa situazione esercita impunitamente da tanti anni
nell’entità. Fin dalla repressione sofferta il 14 guigno del 2006 diversi settori
della popolazione hanno sconosciuto al gruppo politico che forma la testa di
questo attuale governo, il cui colla sua incapacità, generò un assoluto rifiuto
da parte delle organizzazioni sociali, commercianti, abitanti periferici, indigeni,
studenti, madri, profesionisti, operai, società civili, sindacati e comuni. Durante
il conflitto sociale, il governo addizionò sragionamenti, valutando “l’ordine”
di disugualianze difendendo testardamente le vecchie strutture autoritarie
butando via la possibilità d’ instaurare una negozziazione politica costruttiva,
per imporre alla fine misure di repressione sociale: Trasfondi mediatici, violenza
poliziesca, intimazione agli attivisti sociali, infiltrazione di gruppi provocatori
mercenari per incolpare ai manifestanti, spari d’armi a fuoco contro cittadini da
gruppi promilitari, distruzione di apparecchiatura di radiodiffusione, violazione
flagrante dei diritti umani, sequestro, tortura, crimini... si potrebbe pure
allargare l’esercizio critico, considerando che, malgrado l’enorme fatica della
maggioranza, per mantenere in ogni momento un’insurrezione civile pacifica,in
accordo a quello che si era stabilito originariamente dai gruppi e organizzazioni
civili (che conformarono la sataneggiata APPO), la cui dirigenza e controllo era
in certi momenti superata. Alcune persone sono diventate radicali, litigando
magari contro cittadini comuni, adottando l’atteggiamento negativo di un potere
che dicono repudiare (in momenti come questi non doviamo dimenticare la
certezza della frase di Nietzsche: “Quando si combatta un mostro, bisogna stare
attento di non divantare anche uno di loro”.
Limperatore vole scapare dai suoi crimini
Ma il sangue non lo lascia da solo
I morti pesano nell’aria morta
lui prova(inutilmente) di allontanarli
Josè Emilio Pacheco
O
axaca fu abbandonata alla sua sfortuna, la cui anche senza comprovarlo,
ne ha avuto parecchia. Non solo ha dovuto sofferrire gli assalti della
classe politica locale, ma pure lo sdegno e il disprezzo della classe
politica centrale, permettendo nel 2006 che il problema s’ingrandesse
esponenzialmente, privileggiando interessi privati, e lasciando che l’entitá
crolasse, o come è stato giustamente signalato che si putrefacesse. La sua
situazione fu messa di traverso, facendo favorevoli i calcoli politici e l’agenda
nazionale comunicata dalle grandi catene televisive. Davanti a tale squarciata
si è confermato il nostro isolamento evidenziato nella mancanza di un’ampia
solidarità nazionale.
Puo, un atto mediatico o politico convocare più di un miglione di persone
a livello nazionale, ma una società dannegiata, in bilico, non merita tale movilizzazione, rinforzata con un’esigente protesta? Puo darsi che nello sfondo,
sia meglio eseguire la logica della creazione plastica oaxachegna, desiderando
una città mitica, maggica, paesaggistica e decorativa che fugge dalla detonante immagine della sua realtà sociale, la cui non vole essere vista da nessuno
perch’è inrisolta, brutta, complessa e così antica. O non è che non si abbia
ben capito che questo conflitto non dannegiava solo ai Oaxachegni, ma che fu
una “prova di ferro” (e proiettili) comandata dal potere contro l’integrazione
di un’ampia organizzazione cittadina che possa in qualunque altro stato del
messico esercire il loro diritto a dissentire, esigendo pubblicamente un revocamento di comando. Ciò ch’è successo a Oaxaca, è come una tasgressione
documentata, ma non risolta con giutizia, questo allora dimostra che potrà
di nuovo essere violentata quando la “stabilità” politica lo richieda? O peggio
ancora in questi nuovi escenari di scomposizione politica nazionale e di rinforzzamento dei poteri locali, vole dire che questo sià una garanzia per che i
governatori violentino i movimenti cittadi senza essere giudicati e senza condanna? Non considerano per caso che queste profonde ferite sociali tardano
tanti anni in guarire, esendo sorprendente come il livello d’odio e la divisione
rallentano lo sviluppo della società? Probabilmente è come “cavare il sangue
da una rapa”, o carubbe da un alloro cascati sullo zocalo, che senza renderci
conto, avrebbero annunciato simbolicamente, nel loro crollo, il subito destino
delle nostre “democratiche” istituzioni.
Il disatro ha scritto una delle pagine più profonde della storia Oaxachegna, e
della sua resitenza civile, ma fu anche imprigionato, catturato da immagini che
in una frazione di secondo ci presentano di colpo una cascata di sensazioni, di
vertigine, di paura, d’angoscia che si riflette in ogni volto, che si respirava in
ogni strada, in ogni piazza della città invasa per festa popolare o come campo
da combattimento. Fotografie della diversità dell’insurrezione, di un processo
di gestazione, dei suoi attori visibili e “invisibili”, dal caos generato,delle sue
movilizzazioni, rotture, dell’ampia partecipazione sociale che significa gridi,
voci, mani parole d’incoraggimento in mezzo a tanta confusione e disgrazia.
Scrittura della luce di speranza in cerca di giustizia consignate in immagini
presse in circostanze inverosimili,che dano testimonianza dell’ esperienza
della disubbidienza civile che ha lasciato un’impronta che certamente farà
modifiche alla storia colettiva e personale dei suoi abitanti. Che coraggio!
Per catturare al volo certe immagini senza esitare ne tremare nel momento
giusto e unico al fragore della terribile battaglia. Quanto è complesso l’arte del
registrare le paradosse del orrore e le sue vittime,di far fiducia o avere fede in
modo che le testimonianze inciteranno le conscienze delle generazioni presenti
e future di stare attenti a non ripetere questa serie d’ignominie,di annunciate
Gli auto-denominati sentinelle della “democrazia” avvalanti della famosa
“costituzzionalità”, non mettono mai in prattica quello che predicano, ma il
contrario. Con i loro atti riparati dalla complicità, corruzione e con una politica
* Titolo fortunato per un infortunio. Presso dalla geniale opera dello scritore francese Maurice
Blanchot, intitolata: L’ écriture du désastre..
[ 86 ]
combattere il disordinato battaglione armato con manganelli, gas lacrimogeni
acqua con chimici e protetti con scudi, caschi, maschere antigas, resistenza
all’assalto portando alla prattica una cultura del riciclo, riparandosi con una
porta tolta, un annuncio da signaletica, qualcuno usa da scudo un cartelone di
propaganda politica colla scrittala “città è nostra” a volte pure qualche scudo
spacatto della polizia. Senza dimenticare però il pericolo che rappresentavano
i tiratori sui tetti provando di mandare in dietro ai giovani combattenti i cui
carichi di rabbia e amarume contro questa caterva in divisa, il totalitarismo, la
repressione, e segregazione alla cui il governo ci ha sottomesso da tanti anni.
Lo scontro con la polizia si ripette in varie strade potendo anche prolongarsi
per varie ore, magari vari giorni, senza che nessuno si dichiari vincitore. La
città si rovina, in mezzo a incendi, feriti, e morti nei due bandi. Soltanto la
struttura del potere rimane intatta.
disgrazie. Per conoscere il pesante lavoro di organizzazione che comprende
una movilizzazione sociale di profonde grandezze, dove il sentimento di
vulnerabilità accentuato davanti al promosso regime fa emergere i più
nobbili propositi, i più digni atteggiamenti: solidarità, uguaglianza, equità e
fratellanza.
La fotografia di testimoni internazionali, nazionali e locali pressa come
profesione,come impegno sociale o come prattica artistica, registrò la vita
quotidiana di una città assediata, aiutandoci ad allargare i confini della realtà
che ogni di loro a concepito molteplicando così gli sguardi di riconoscimento,
permettendo pure di essere in vari piani e situazioni allo stesso tempo ,potendo
configurare una specie di rompicapo che ci aiuta a unire le moltipli e variate
parti di una società che dibate e sogna con un futuro migliore. Li concede la
vivenza, il sagace incantamento a tutti quelli che non hanno esperimentato
ciò ch’è successo, offrendo con fidelità, l’atmosfera, l’intensità, le disonanze e
la commozione esistenti nei momenti nodali della lotta. Grazie al vantaggio
della tecnologia della fotografia e l’impegno dimostrato da cittadini e
giornalisti, con questa testimonianza grafica si possono rifiutare le versioni
oscure provenienti dai gruppi di potere vociferate dalle loro repettitrici
mediatiche, non doviamo dimenticare l’importanza di scrivere la nostra storia
(in modo testuale, visuale e sonoro) dalla necessità di armare maggiori settori
della società con parole ma anche con conoscenze tecniche e artistiche per
registrare, a traverso il loro proprio sguardo, gli eventi che dano forma alla
nostra memoria,comprendendo le aberrazioni nate dagli abusi ed eccesi del
potere. Avvicinandoci così alla narrativa che traslucida queste fotografie, ecco
qui una breve versione scritta:
Il più grottesco e grezzo che puo affetare una città, è un bunker custodito da
uomini in divisa griggia armati e parapettati da una muratura incoronata dal
filo spinato che simbolicamente separa la legitimità di un movimento cittadino, della “legalità” imposta e blindata. Sembra essere l’unica alternativa politica che conosce il veccio regime, come parte della loro strategia “d’inteligenza,
poliziesca e militare” basterebbe solo questa immagine per testimoniare che
non c’è un governo, ne fiducia, ne anche una briciola d’inteligenza politica. Le
parole e la negozziazione furono scambiate dalla violenza della polizia. Nel
quore della città, celebre come parte del patrimonio mondiale, i carri militari,
scudi, invasioni, abusi contro le donne e intimazione alla popolazione civile,
diventano parte del folclore locale. Lo zocalo convertito in campeggio militare
è limitato alla cittadinaza indignata e impotente da tale aggressiva imposizione. Ma di fronte alla minacia di essere picchiato, arrestato o imprigionato, c’è
come unica alternativa lanciarli fiori, aggitare davanti al battaglione la bandiera messicana, accendere candelle e pregare al limite scrivere sulle mura
messaggi di scherno e burla: “nido di finocchi”. In tale paradossale orrore,
non si puo smettere di pensare in una ipotetica immagine, dove si potesse
sostituire l’anacronistica e assurda immagine di Stalin in piena piazza centrale, come icono sovversivo, da quella di Marx (Groucho, logicamente), chi ha
lucidamente sintetizzato in una frase, l’assurdo di uno scenario come questo:
“intelligenza militare, sono due termini contraddittori”.
Invadono subitamente la posatezza come viene fatto dai peggiori incubi, in
questo calmo buio, qualche minuto prima del risplandore che annuncia l’alba.
Forze della polizia irrompono nel tradizionale sciopero dei maestri istalato su
piazza dello zocalo (tale come è stato fatto pure nel albergho del magisterio e
“radio planton”), picchiando,circondando e lanciando granate di fumo, i gas
lacrimogeni, senza tenere in conto che lì per terra c’erano ancora adormentati,
uomini,donne e bambini. Aprossimativamente due mila elementi assaltarono
il campeggio centrale, lasciando in dietro una stelle di disastro e rovina. Cittadini picchiati, nel mirino delle armi e disuturbati dai gas lacrimogeni che velocemente si estende creando un ambiente irespirabile, addolorato e piccante. Si
stende lo scontento colla stessa velocità con cui le nuvole di gas si sedimentano
nel quore della città, rendendo torbido il cielo di Oaxaca, griggio piombo in
una atmosfera fantasmagorica e spettrale. Dopo la rapina della polizia, si possono ancora vedere delle tende da campeggio distrutte, altre tende di plastica
strappate, vaselame e sedie rotte, scarpe abbandonate coperte bruciandosi.
Inprovvisamente si aprono alcune squole per concentrarsi di nuovo, cercando possibili risposte davanti all’indignazione provocata da questa incomprensibile aggressione sofferta come un’ecatombe o come se un uragano avrebbe
trascinato la città, sorgono allora espontaneamente i dialoghi di conforto, amicizia e solidarità. Maestri e cittadini si raggruppano pian piano in torno alla
piazza dello zocalo, riorganizzandosi per riconquistarlo, cercando di strappare
a qualsiasi prezzo alla polizia quel emblematico territorio della città.
Dopo la distruzione di “radio planton”, Radio università fu catturata dagli
studenti per renderla portainsegna del movimento, esercendo il suo scopo
originario: un mezzo informativo per rendere servizio alla comunità. Il suo
ruolo determinante nel movimento sociale si puo valutare dalle misure di
sicurezza che adottarono per riparare la Radio, sotto la sorviglianza di un
abbondante gruppo di giovani: barricate nelle strade circostanti al campus
della città universitaria, degli autobus di trasporto pubblico usati per bloccare
i sentieri affiancati, gomme, inferriate, enormi pietre per chiudere gli ingressi,
pezzi di legno, mattoni infilati e sacchi di sabbia. Organizzazione e coraggio
per difendere un media che ha servito non solo per difondere, in tempo reale,
gli eventi più rilevanti in torno alla ribellione sociale, ma di maniera prattica
ha dato informazione sul passo di gruppi armati in alcuni quartieri, persone
o macchine sconosciute che s’infiltravano nelle barricate o poteva pure fare
richieste d’emergenza per aiutare alcune zone in cui la società era affrontata
e violentata, per poter così assistere i feriti e nei peggiori dei casi, confermare
i decessi. La radio ha pure servito per mantenere sempre informata la
popolazione civile, avendo però come contropeso le campagne di denigrazione
pagate dal governo locale e pratticate a traverso le Radio private, stampa e
Le mani dei giovani cercano inmediatamente per terra o sulle mura qualunque rilievo che conceda, un pezzo di pietra da proiettile che possa aiutare a
difendersi dalla violenza delle forze della polizia, sotto il frastuono della battaglia tutto ci serve: pezzi di marciapiedi, tapi da fogna, petardi lanciati con
improvisati cannoni fatti di tubatura, pali di legno, fionde, biglie. Provando di
[ 87 ]
bile e circondata. Questi bastioni di resistenza, che dannegiarono durante vari
mesi il libero transito, non solo evidenziarono l’ampio scontento dai diversi
settori, ma rappresentarono una tattica di lotta per fermare ed impedire nel
apice del conflitto, il passo delle cosìdette “carovane della morte”, conformate da una sfilata di macchine e motociclette che trasportava poliziotti, sicari,
gruppi promilitari, protetti coi giubbetto anti-sparo, e fortemente armati con
pistole e fuscili R-15, i cui sparavano a la popolazione, in cerca di terrorizzare
e scioliere la ribellione popolare. Le immagini sono contundenti, registrano
pure le barricate come luoghi d’appuntamento, come uno spazio per dimenticare le differenze sociali così marcate nella vita quotidiana; così i sorviglianti,
al calore delle fiamme, chiacchieravano e stabilivano rapporti affettivi , accogliendo l’assistenza delle signore, anziane e cittadini comuni che condividevano con loro il cafè e cibo, solidari nella angoscia e la disolazione, durante
fredde notte e strapazzati primi mattini. O quelle barricate, dove si poteva
vedere come due o tre persone resistono l’intemperie, accompgagnati soltanto da un radio portatile che li avvertiva
dell’avvicinanza di macchine sospettose,
mantenendosi sempre attenti cantando
i loro inni combattivi e musica “rivoluzionaria” magari più imparentata coi
decceni passati ricordando in un angolo
di Oaxaca, le battaglie civili contro infamanti dittature in America latina, a volte
ci arrivavano in cerca di un riparo e posto di controllo, quelli aclassisti, i paria,
il “nessuno” bande di giovani marginati,
bambini della strada, e i poveri della città, che strapparono momentaneamente
un potere che li era stato sempre negato,
mantenendoli esclussi, invisibilizzati, e
trovando allora in questa lotta, un protagonismo, avendo la possibilità di decidere, anche se era per qualche giorno, chi poteva e chi non passare dai loro
territori, dalla loro autorità autodichiarata, confinante da qualche strade.
televisione.Il suo potere di convocazione è andato in aumento malgrado
i costanti disturbi e tentativi di bloccare la signale, generando magari certi
eccesi nella sua incidentale programmazione, permetendo che alcuni degli
emisori più febbrili vociferassero di quando i quando astiosità tra la società,
utilizando termini aggressivi contro la classe media e i “richi” signalandoli
come “nemici del popolo”, contro gli “stranieri” o contro la gente di quartieri
determinati della città, senza riflettere ne anche pensare nella confusione che
produce un’ideologia o dottrina ortodossa con queste pretensioni scismatiche,
che fano allusione più alla distruzione che alla costruzione della società. In
questo riprovevole atteggiamento si mostrarono più radicali quelli della Radio
cittadina, che sarebbe la radio clandestina ufficiale pagata dal governo, da cui
s’insitava senza ritegno ne missura alla discriminazione, odio, linciaggio e lo
sterminio ai capi e partecipanti nel movimento sociale, essendo ancora impuni
tuttora quelli che addoperavano questa demenziale e nefasta emissione.
Un mare di gente, un enorme fiume di
volti e mani alzate esigendo la rinuncia
del governatore assente. Sbordante colorazione dove si mescolavano la formalità delle proposte con la gioia di alcuni
giovani manifestanti che ricreavano la
protesta con frasi innovatrici, rendendola più vitale lasciando in dietro le gia
conusciute massime. Movilizzazioni che
comprendevano alla maggioranza dei
settori della società superando l’inerzia delle sfilate del magisterio, benchè,
questi eserciscono il loro diritto a manifestarsi per richieste giuste, rappresentando da tanto tempo una lotta sociale
contro il potere, ma queste qui hanno
servito pure per calmare nella confusione le diverse voci che esigono una maggiore capacità autocritica per assumere
la loro parte di responsabilità nella catastrofica situazione educativa che soffre lo stato di Oaxaca. Queste polifoniche mega-sfilate però, mettono insieme
varie richieste, gridi di ribellione e impotenza contro un potere cieco, che non
si abbassa per sentire il clamore di un movimento sociale. C’è un miscuglio di
gruppi organizzati e cittadini comuni, i cui si sono aggiunti alla mega-sfilata
esercendo il diritto a dinunciare, esprimere e non resignarsi, affrontando una
politica dove spesso solo hanno partecipazione i gruppi del potere e qualche
capo evitando che la popolazione sia veramente considerata o beneficiata.
Gridi, sudori, canti da lotta che chiedono giustizia per un’entità che conferma
i vuoti del potere e i limiti della finta democrazia dove il popolo non ci entra ne
ha decisione, dove il governatore dello stato afferma con cinismo: “Soltanto
Dio toglie e rimette governatori”. In tanto Dio, rimane zitto.
Non è stato facile per ogni cittadino digerire tale caos. Capire l’interlinea del
linguaggio del disastro,sapendo con certezza ciò ch’è veramente successo a Oaxaca, tante scene, tanti torrenti, tanto lievito. Si giustapongono avvenimenti e
circostanze. Tutto subitamente vortica, provocando una vertigine d’immagini
e sensazioni che hanno fatto strage ai cittadini di un’entità che non ha ancora
scritto la sua storia: Petardi cascando dal cielo. Sommossa popolare. Governo
in clandestinità. Macchine infocate. Radio pirate. Guerra sporca. Manifestazioni massive. Funzionari pubblici addoperando in case private o alberghi di
lusso. Visi bagnati in sangue. Contusioni. Capi sociali questionabili. Kaibiles
come poliziotti. Delinquenza. Sequestri selettivi. Morti. Gruppi di auto difesa.
Persone al amrgine del conflitto. Fuoco incrociato nelle dichiarazioni. Fori di
consultazione cittadina. Coprifuoco. Angoscia . chiese politicizzate. Suoni di
campane, petardi,fischiate, congresso e senato legati da le mani. Paura e malessere. Essilio di riche famiglie. Carrelli del supermercato ripieni di pietre.
Popolazione civile indignata. Negligenza informativa, bombe moltov. Morire
o svenire. Polizia segreta. Cerchiate giudiziarie. Dispotismo crollo economico.
Oppositori in galera o nella clandestinità.
La diversità si è pure manifestata nelle barricate, queste qui composte da vari
elementi e atrezzi. (pietre, tronchi, lamiere, vecchi mobili, rami, mattoni, fili
con chiodi, schelletri di automivili, autobus confiscati, e gomme infocate...), si
molteplicavano quando faceva buio e s’inserivano in tutte le arterie della città,
e nel centro storico e nei quartieri popolari in cui si potresse cancellare il passo alle macchine e passanti, dichiarando la città in uno stato di assedio, inmo-
[ 88 ]
Oaxaca: Immagini della Battaglia
Luis Hernández Navarro
Un riasunto a volo d’uccello
sparavano contro i civili) i quartieri della città hanno risposto costruendo le
barricate notturne per garantire la sicurezza del vicinato. Col passare dei giorni
però si sono convertiti in spazi d’incontro,insegnamento e discussione politica.
Quella primavera dell’auto-organizzazione popolare in piena estate si
spiega, in parte dovuto all’ insieme di vari fattori che si sono presentati: un
enorme scontento per la truffa elettorale che ha fatto governatore a Ulises
Ruiz. La rottura nel blocco dominante e le risse fra l’ex-governatore e quello
appena arrivato. L’intoleranza nel rapporto tra governo dello stato e i sindaci di alcuni comuni che si amministrano sotto il sistema di usi e costumi e
non affidati al PRI (Partito Rivoluzionario Istituzionale). La distruzione del
patrimonio storico della città di Oaxaca per realizzare dei lavori innecessari
coi cui giustificavano la deviazione di finanziamenti pubblici per sostenere la
canditatura di Roberto Madrazo alla presidenza del Messico. La testardaggine
del governo per risolvere le richieste sociali. L’emergenza dei quartieri organizzati nella capitale e quelli delle zone confinanti con gravi problemi di urbanizzazione e una cultura associativa d’origene indiggena. La cancellazione di
spazi democratici e l’intensificazione della repressione.
La resistenza popolare, intessa come la lotta dei settori subalterni per evitare di essere assorviti dai loro dominatori, sono riusciti comunque a trovare
trincee per il loro sviluppo. Le modalità della resistenza indiana ha avvolto
l’insieme della società Oaxachegna. Evidenza di questo sono le centinaia di
organizzazioni permanenti che esistono nello stato di Oaxaca. Infatti in pocchi posti del Messico è possibile trovare un tessuto associativo cosi complesso
e strutturato come questo qui.
Questa resistenza ha dovuto concepire nuove forme per ricreare nel contesto di un’urbanizzazione caotica e selvatica, come quelle in cui ha visuto la
città di Oaxaca e le popolazioni confinanti. Un’ urbanizzazione che ingoia le
terre comuni, che sciupa i pozzi, incuina la falda freatica, riempie di spazzatura i campi, allo stesso tempo che fornisce di lavoro precario, abitazione costosa e servizi insufficienti agli sfrattati dalla comunità. Per sopravivere, i nuovi
indiani hanno trasferito alla POLIS la loro comunità, cioè la volontà di essere
colettivo. È per questa ragione che la ribellione di Oaxaca è nei suoi quartieri
della capitale, nelle sue donne e ragazzi, come attrice centrale. La comuna di
Oaxaca si è nutrita e ispirata nella comunità indiana.
Alla fine di Ottobre e durante il mese di novembre, davanti alla avvicinanza
dei cambiamenti dei poteri nel Messico, una forte operazione della polizia fu
messa in azione per smantellare l’ insurrezione popolare in modo violento. Il
26 Ottobre Enrique Rueda Pacheco, ente generale del settore 22 del ministero
di educazione annunciò il ritorno alle aule di classe dopo lo sciopero dei
maestri. Il 27 si scatenò un assalto contro le barricate in cui fu ucciso da
pistolieri dello stato il giornalista statunitense Brad Will.
Il 27 Ottobre si è trasferita la polizia federale preventiva (PFP) Il 2 Novembre la popolazione di Oaxaca rifiutò il tentativo di smontare le barricate che
sorvigliavano l’università. E neppure, il 25 dello stesso mese la repressione
si è spenta contro i ctitadini, in tanto si provocavano a posta degli incendi
in vari edifici pubblici in cui c’era informazione compromettente per Ulises
Q
uesto 14 giugno si sono compiuti due anni del tentativo di dare lo sfratto
allo sciopero dei maestri a Oaxaca. L’azione poliziesca comandata dal
governatore Ulises Ruiz ha dato un rovescio alla lotta degl’integranti
del settore 22 del sindacato di maestri di Oaxaca. Da quel momento, una
movimentazione di carattere sindacalista con lo scopo di aumento stipendiare,
si trasformò in una lotta politica di ampi settori della società per abolire al
governatore dello stato.
La protesta di Oaxaca è stata una dell’espressioni di scontento sociale più
radicali e profonde che abbia visuto il Messico in questi ultimi anni. Fra il
14 Giugno e il 29 Novembre del 2006 si è fatta presente una severa crisi nel
modello di comandamento, in cui si sono create forme di auto-organizzazione
popolare mai viste.
Soltanto al mese di giugno si effettuarono nella capitale quattro megasfilate. In uno stato di circa 3 miglioni d’ abitanti, il 2 Giugnio secondo gli organizzatori le strade furono inondate da 150,000 persone, il 7, 250 mila, questa
volta esigendo la rinuncia del governatore Ulises Ruiz, il 16 hanno sfilato 500
mila e il 28 dello stesso mese protestarono 800 mila anime.
La bastonatura ai maestri il 14 giugno fu respinta, I poliziotti hanno dovuto ripiegarsi e abbandonare la piazza davanti a una folla eccitante. E neppure le forze del odine hanno distrutto “Radio Plantón” che adoperava come
la voce del movimento. In risposta, gli studenti universitari catturano la radio
unversitaria e incominciarono a trasmettere dalle loro istalazioni.
Il 1 Agosto un comitato di donne in cerca di uno spazio dove divulgare
la realtà del movimento occupano il canale di T.V. pubblica dello stato e
durante 22 giorni creano un’emisione altertaniva. E neppure la trasmisione fu
interrotta quando una banda di pistolieri al servizio del governatore distrusse
a spari le antene e apparecchiatura di trasmmisione.
La società Oaxachegna rispose catturando 14 stazioni di radio nella zona
per divulgare la sua verità. La radio si è convertita in uno strumento che colegò
ai quartieri organizzati,convocò e movimentò alla popolazione.
Il 20 Giugno del 2006 si è fondata L’ APPO (Assemblea Popolare dei Popoli
di Oaxaca)
L’incipiente organizzazione ha ripresso e sviluppato le forme amministrative presenti nelle comunità dello stato di Oaxaca: Le assemblee come spazi
d’incontro, comunicazione, informazione, analisi, riflessione e decisione di
accordi. I consigli di anziani e notabili come fonte di autorità e orientamento
politico e le commissioni come mecanismo di compiti especifici.
Duarante cinque mesi la popolazione ribellata ha imposibilitato le funzioni normali del governo. Bloccando la sede del congresso, palazzo di governo, ministero delle finanze ed economia e i il tribunale giudiziario. L’APPO ha
presso a suo incarico l’ordine della città. Invari altri paesi gli abitanti hanno
presso il controllo dei comuni.
Davanti alla repressione dei poliziotti vestiti da civili, promilitari e pistolieri
contro i cittadini in manifestazione, le carovane della morte (motociclisti che
[ 89 ]
stanze e fatti di carattere strutturale che hanno violentato diritti fondamentali
della popolazione, particolarmente i paesi indiggeni e che si presentano, specialmente, nell’impunità, disonesta, esclusione sociale e discriminazione razziale”.
L’ultimo capitolo di questa osservazione internazionale dei diritti umani a
Oaxaca fu Rappresentata dalla commissione internazionale dei giuristi (CIG)
e L’Opera Diaconica Tedesca (ODT).
La CIG è un’ organizzazione non governativa con sede a Ginevra e fu creata
nel 1952. Si consacra a promuovere la comprensione e l’osservanza dello stato
di diritto e la protezione dei diritti umani nel mondo intero. Integrata da 48
eminenti giuristi da diversi sistemi giudiziari al mondo.conta con lo statuto
consultivo nel consiglio economico e sociale delle nazioni unite, UNESCO, il
consiglio europeo e l’ oragnizzazione per l’unità Africana.
L’ODT fu fondata nel 1849 come volontariato interno della chiesa protestante, il loro uficio di diritti umani cerca di assistere le vittime di abusi su
questi diritti.loro portano lo statuto consultivo del consiglio sociale ed economico dell’ONU.
La misione della CIG e ODT presentò le conclusioni del loro lavoro d’indagazione a Oaxaca e città del Messico. L’informazione avverte aver trovato un
vero clima di terrore tra la popolazione”. Gli avocatti dei diritti umani-diceinsistevano che c’erano pochi registri di abusi a questi diritti perche la gente
ha molta paura, di più nella periferia in confronto al centro de la capitale”.
Due diritti specialmente sono stati motivo di preocupazione secondo la
misione per l’incidenza negativa degli altri: i diritti umani alla giustizia e la
sicurezza. Secondo il loro comunicato “violentare il diritto alla giustizia si
traduce nell’impunità violentando i diritti alla vita, l’integrità fisica e psichica,
della libera espressione e opinione; di agregazione e associazione, tanto per
non garantire il suo legitimo essercizio, come non punendo le sue trasgressioni
e violentare il diritto umano alla sicurezza ha provocato una situazione di
precarietà derivata da atentati,minace, uso ilegale della forza che invalida al
potere pubblico risponsabile di riconoscernelo”.
Il governo di Ulises Ruiz ha giustificato il suo comportamento maneggiando suo dovere di proteggere la sicurezza dei cittadini. E neppure, secondo la
missione “oggi questi vivono con una maggiore insicurezza in confronto ad
altri periodi della sua storia e questo dovuto a una conduzione autoritaria della sicurezza, che non assume le tagedie di una maggioranza della popolazione
della regione.”
A Oaxaca, dunque, non si rispettano i diritti umani. E non sembra però
preocupare molto ai poteri della nazione e una buona parte dei mezzi di comunicazione, che si allertano con le manifestazioni citadine contro l’autoritarismo, però rimangono zitti difronte agli abusi del satrapo locale.
Ruiz. Intanto Felipe Calderon raggiungeva la presidenza del Messico con un
movimento deffensivo per la violenza manifestata contro di lui: morti, scomparsi, detenuti bastonati e circa 500 arresti.
Malgrado la politica del terrore e l’inseguimento contro i dirigenti, il
movimento ha mantenuto una vitalità ammirabile. Molto espesso, miliaia
di citadini invadono le strade e i maestri continuano a fare gli scioperi. La
repressione a Oaxaca è già conosciuta e documentata in tutto il mondo dei
diritti umani. Questa qui si è trasformata in un elemento di discredito al
governo di Felipe Calderon. L’APPO è sempre esistente e adoperando.
Oaxaca e i diritti umani
Evencio Martínez è un funzionario pubblico avvastanza particolare, nato a Silacayoapan, nella regione Mixteca, si da delle arie di essere un conoscitore dei
diritti umani. E neppure, questo personaggio oggi procuratore di giustiza di
Oaxaca, ex- presidente della commissione statale dei diritti umani, ex- direttore giudiziario di governo e ex-subsegretario di governo, non ha la minima stima per chi li difende. Secondo lui “le organizzazioni non governative prodifesa
dei diritti umani, non hanno morale, non sono etici. Non sono imparziali”.
Di uguale convinzione si mostra la sua subalterna Rosario Villalobos Rueda, subsegretaria dei diritti umani del governo dello stato di Oaxaca. Secondo
lei la commissione interamericana dei diritti umani (CIDH) le organizzazioni
come la commissione nazionale dei diritti umani, non meritano molto credito, “perche adoperano sotto pressione da organizzazioni non governative di
diritti umani” allora puo darsi che per questa ragione la funzionaria qualche
settimana prima difese la direttrice del istituto San Filippo, dinunciata dai
genitori di un bambino violentato sessualmente nell’istituzione scolastica,
proteggendo così la pederastia.
Certamente, questo disprezzo da parte delle nostre autorità Oaxachegne
per i diritti umani e i suoi difensori non è esclusiva di quelli che sono al carico
della sua difesa ma sembra piùtosto una qualità condivisa in tutta l’amministrazione pubblica, incominciando col capo del potere esecutivo statale.
Col arrivo di Ulises Ruiz al governo dello stato di Oaxaca, gli organismi
civili hanno dinunciato che Jaime Mario Pérez Jiménez, precedente ombdusman, era identificato pienamente col governatore, di chi fu consigliere giudiziario quando questo qui era in campagna elettorale. Con la sua nomina, il
governo trasgredì una serie di conveni e trattati internazionali e saltò degli
accordi interni in materia di organismi pubblici difensori dei diritti umani.
Sua funzione rimase subordinata agli interessi del governo in corso.
Non è allora estrano che la gran quantità di comunicati che diverse organizzazioni civili dei diritti umani nazionali ed estranieri, abbiano documentato la gravità della situazione nella regione.
Durante l’udienza del congresso degli stati uniti sull’iniziativa Mérida
quatro amici di Brad Will (il giornalista assasinato due anni fa nella terra di
Benito Juárez) hanno interrotto la seduta per dinunciare gli abusi perpetrati
a Oaxaca contro lottatori sociali. Parecchi congressisti hanno considerato il
tema durante la seduta.
Fra i comunicati elaborati a scalo internazionale sottolineamo quello fatto
dalla commissione civile internazionale di osservazione dei diritti umani
(CCIODH) subito dopo la quinta visita dal 16 Dicembre del 2006 fino a Gennaio
2007. Pure quello scritto dal amnistia internazionale, la cuale dopo una lunga
indagazione derivò in una missione tra il 31 Luglio e 7 d’ Agosto. Nello stesso
modo, due altri comunicati del servizio internazionale della pace, Oaxaca.
La situazione è così grave che la CIDH li ha dedicato tre udienze speciali,
più la visita del suo presidente nel mese di Agosto del 2007. Secondo questa
organizzazione “la situazione che afetta allo stato di Oaxaca obedisce a circon-
La guerra dell’immagini
Prima immagine: Il lungo e magro corpo sdraiato sul freddo pavimento di una
strada nel comune di Sta. Lucia del Camino a Oaxaca. Il torso nudo un filo di
sangue mostra le ferite mortali, provocate dai due proiettili calibro 9 millimetri, attacata ancora al polso la video camera HD professionale. Con questa a
girato sua morte. Suo nome era Bradley Will nato negli Stati Uniti. Aveva 36
anni. Era giornalista della rete alternativa Indymedia.
Brad Will fu assasinato il 27 Ottobre del 2006, riprendeva l’assalto dei pistolieri al servizio di Ulises Ruiz contro le barricate istalate nel quartiere Calicanto.
Un funzionario, risponsabile della sicurezza del comune e due poliziotti
sparavano contro gli oppositori del governatore. Lo hanno fatto pure contro
Brad, il cui aveva documentato l’aggressione, essendo dietro a un gruppo di
giovani. Non era esposto, ma i pistolieri ce l’avevano comunque nel mirino.
Fu abbattuto dagli spari.
[ 90 ]
Pazienza,calmo,inteliggenza raccomandavano. Non cadere in provocazioni,
insistevano.
La proposta del governo di un’operazione, di una dissuasione pulita senza
contatto è proprio scomparita dai primi momenti. Soltanto Parole. La polizia
lancia i gas lacrimogeni, tira fuori i randelli, sparano arme a fuoco, circondano
le case private, citadini detenuti, aggressione ai giornalisti e confiscano
materiale grafico. Il loro scopo e avvanzare a qualsiasi prezzo, catturare edifici
pubblici, cancellare qualunque traccia che diano testimonianza dei suoi abusi
d’autorità, far sentire la forza.
Clic,clic,cli scattano le macchine fotografiche e le foto girano per il mondo, sono apparse sulla stampa scritta e la T.V. furono comentate nella radio,
sono parte della guerra dell’immagini a Oaxaca, Alcune, servivano per documentare il carattere repressivo del governo di Ulises Ruiz. Altre, servivano
per mostrare la natura caotica vandalica e violenta del movimento popolare.
Dalla sua nascita, la ribellione Oaxachegna fu ricca nella produzione d’immagini. Decine di cartelli dissero le loro parole sulle mura della città. Decine di
video descrivevano la disubbidienza civile. Milia di foto hanno fatto la cronaca
visuale del movimento.
200 foto di questa guerra d’immagini sono presenti in questo libro. Fano
parte del’eterogeneità semantica che un movimento sociale profondamente
elaborò. Sono il risultato del lavoro e impegno di artisti e comunicatori di
tante nazioni.
Sono il ritratto vivente di una delle più grandi sfide al potere che abbia
visuto il Messico contemporaneo. Sono una testimonianza fondamentale per
capire un pezzo della storia contemporanea della nostra nazione.
Il 29 Ottobre, in mezzo all’offensiva della polizia contro il movimento
popolare, e in mezzo ai gas lacrimogeni e poliziotti bastonando cittadini che
resistevano alla repressione soltanto coi suoi corpi, centinaia di oaxachegni
umili visitarono la sua bara per renderli un ultimo ommagio. Donne piangenti
e pregando baciavano il feretro per ringraziare il suo impegno e onestità. Il
ricordo di Brad rimanerà vivente nella memoria di una delle ribellioni più
grandi della storia contemporanea del Messico.
Seconda immagine: Due ladri legati a un palo con le mani legate. La folla li
colpisce per farsi giustizia. Approfitando la mancanza di forza pubblica, i rapinatori facevano piccoli furti nella città, i cui hanno provocato l’ira popolare.
Terza immagine: inginocchiati, con la bandiera in alto, col loro sangue come
oferta, un cittadino si mette di fronte alle macchine della Polizia Federale Preventiva (PFP) per evitare il loro passo. Non è l’unico. Lì vicino, decine di Oaxachegni
si mettono per terra per creare un tapetto umano che evitasse l’avanzamento dei
carri armati, che lanciano forti spruzzi d’acqua a pressione.
Il 29 Ottobre del 2006. Nelle strade di Oaxaca sono donne, bimbi, giovani e
anziani che confrontano di maniera non violenta ai poliziotti. In piccole targhe
di cartoncino scrivono: “Andate via, non siete benvenuti”. Sono miliaia di persone che usano i loro corpi come unica arma per resistere all’aggressione della
polizia. Quindi hanno convertito la paura in rabbia e l’umialiazione in dignità.
In tre barricate la tenssione aumenta la tonalità. C’è chi lancia delle pietre
e pali, altri vogliono lanciare Molotovs. Altri lanciano petardi. Gruppi di
giovani poveri urbani che desiderano confrontarsi coi poliziotti. Dalla radio
università, voce vivente contro Ulises Ruiz, gli emittenti insitevano una e
altra volta di confrontare di maniera pacifica l’assalto dei poliziotti federali.
36
[ 91 ]
Segni segreti della fotografia in movimento e un sogno
Fernando Matamoros Ponce
Esperienze e memoria in combattimento contro la dimenticanza
progetto di vita. Soto il discorso de la sicurezza, rinforzano i loro campi da
combattimento. Scoppi di diversi gas; distruzioni di berricate e centri di lotta;
sottomisioni di capane contadine e case in città, sotto la scusa della lotta contro il narcotrafico organizzano la guerra di bassa intensità, penetrano nelle
zone indigene,ce ne sono tutti i giorni dei morti.
Questa logica, dopo la sconfita dell’ “Asamblea Popular de los Pueblos de
Oaxaca” (APPO) nel 2006, per cancellare le traccie dei mezzi di comunicazione
al servizio del capitale gridano in tutto il Messico che la violenza stradale è
sotto controlo dai servizi di sicurezza nazionale”, abbiamo aumentato il numero di milatri nell nazione, gli allenamo per una lotta senza caserma e senza
fine, gli vinceremo”. Con questo discorso di guerra giusta, i turisti e logiche
del mercato possono circolare, passeggiare senza nessun rischio. Il crimine
organizzato è sotto l’occhio sorvigliante di una sorta di gran fratelo del potere,
tutti possono ritornare alla “Guelaguetza”; bere del mezcal nei “tables dances”, di fronte alla collina del Fortin. Insomma, con la sicurezza della violenza,
creano la distanza fra la società reale e le sue preocupazioni quotidiane di
alimentazione e spiritualità: “non vi preocupare, noi vi diamo la protezione,
continuate il consumo nel mercato della vergogna, la miseria e i mendicanti;
organizziamo l’eserctito per conbattere le forze del male, i terroristi e narcotraficanti, mischiati senza nessuna ragione con alcuni combatenti sociali”.
Tutti gli orrori del totalitarismo si disegnano nelle immagini predominanti
della televisione. Nello stesso modo del secolo scorso, vengono descritti e presentati come ubriacchi, parassiti della società, per ciò nutriti male; perche
non sono integrati alla loro civiltà; perche non si sono modernizzati; perche
non sono educati secondo le leggi del consumo.
L
e rappresentazioni fotografiche che si presentano in questo libro articolano, nel suo manifesto, le convizioni significative della fondazione
come origine, la devolezza del corpo umano pieno di speranze, di fronte alle tecniche distruttrici organizzate dal potere del danaro. Queste sono
l’accumulazione di esperienze, un posto di memoria che spiega nel suo interno, dialetticamente, il presente del “incazzarsi”, del basta! Non vogliamo più
questo dolore, cosi tanta ipocrisia e le buggie in mezzo allo sfrutamento, la
miseria e la morte annunciata.
Le immagini sono pure una costante lotta contro il silenzio, la parola che
diventa immagine della memoria contro il sotterramento organizato dell’autorità, la cui, malgrado i suoi gridi di vittoria, fu colpita e minata nel suo interno
dai desideri di pace e justizia della società messicana. Come tutta rappresentazione e sentire umano, la forza della parola che penetra l’immagine in queste
fotografie è una dialettica da entusiamo e paura, ci ricordano che essistiamo
ancora,che siamo carne e ossa, però anche uno spirito riflettente del passato
nel presente che cerca nuove strade per evitare l’annientamento umano.
In efetti, anche con le mura cancellate e i “non ne parliamo più”, anche con
la polizia Federale Preventiva (PFP), l’esercito mascherato da guardiano del
ordine civile,malgrado il silenzio folclorizzato e commercializzato dai mezzi di
communicazione silenziatori, e la vergogna, la memoria si mostra malinconicamente, scriviamo, paradossalmente, per evitare che sià cancellata la bellezza speranzosa della morte. Per tanto, le fotografie compresse in queste pagine
non sono la nostalgia senza un luogo di memoria quotidiana, ma una costante
lotta contro la dimenticanza. Queste qui contengono ragioni di essistere, la
belleza di ciò ch’é umano come lotta. Non devono essere viste come la catastrofe successa in mezzo al caos sociale sensa soluzione, senza prospettiva,
sono dunque la rabbia del sapere che i celebranti vivono quotidianamente, la
povertà,la miseria e la vergogna soto i sorrisi del potere, che ritornano impunitamente passeggiando nelle strade della vecchia Antequera.*
Allora, queste immagini sono l’esperienza accumulata, sentiamo ancora i
gridi nelle manifestazioni rifiutando i “Rambo-poliziotti”: Fuori da Oaxaca!!,
portate via il governatore Ulises Ruiz, non lo vogliamo più!! Queste fotografie
possono pure essere i morti che pronunciano, una storia di parole, vivendo
la memoria comunicabile, pensare ch’è possibile, in mezzo alla distruzione
della speranza umana, che il minimo spettro di ciò che è umano possa vivere
in mezzo alla barbarie della civiltà mortifera. Ecco qui l’arte del fotografo che
ha messo in rischio sua vita, per offrirci la possibilità di ricreare le leggende
della resistenza degli eroi. L’artista fissa immagini di ciò ch’è umano, pallide
in mezzo alle ombre, pronte a mormorare la parola con poesia, invocando gli
oracoli per un nuovo incantamento del mondo.
Nel altro lato dello specchio, in Messico e nel mondo i discorsi neoliberali
si vantano delle loro vittorie, mostrano a traverso miglioni d’immagini il loro
La violenza come sterminatrice
E neppure, mica le arme hanno potuto tacere queste contundenti fotografie
le cuali sono la prova, che l’arte si corrisponde alla società, che la bellezza
del desiderio di giustizia si riflette nello specchio del’immagine delle forme di
violenza in questo XXI secolo.
Le ombre che circondano le immagini sono distanze fra i sogni; gli sguardi sono finestre che schiariscono e rinfocano la fiamma della speranza. Queste
opere fotografiche non sono soltanto istanti di violenza catturati dalla lente della macchina fotografica, ma la fatica di salvare il patrimonio culturale, i sorrisi
in mezzo al dolore della lotta contro la povertà e l’aspirazione de l’umanità.
In effetti,durante il movimento e organizzazione dell’ APPO, ci sono stati
dei morti. Secondo le immagini della T.V. tutto sembrava un intreccio di dirigenti disonesti, di manipolazioni di capi corrotti (sopratutto maestri) sfacciati
e senza memoria (per questi ultimi, sicuramente gli indiani) che smetterebbero di esistere con la forza delle immagini militari, guardiani del mercato e
del folclore. E fu così. Secondo la commissione civile internazionale dei diritti
umani, tra scomparsi e prigionieri politici, la repressione del 25 novembre del
2006, come conclusione dei discorsi politici e le telenotizie durante i movimenti più forti della lotta, ha dato come risultato 23 morti; i servizi di giustizia
*Antico nome di Oaxaca nei tempi coloniali.
[ 92 ]
dagli spari del esercito; altri (spesso bambini) con dignità, come colossi
davanti al potere, affrontano con bastoni metalici e pietre le sofisticate armi
antisommossa del servizio di sicurezza nazionale. Paradossalmente guardano
la macchina fotografica e la sfidano, vogliono evitare l’inmobilità della
loro speranza e i loro sogni. Le lacrime asciugate dei morti, i corpi dei vivi
avvolgendo l’immagini di speranza, diventando significazioni di tante parole
lottando nel movimento. Come sospiri, davanti alle barriere imposte dalla
barbarie, l’ immagini di speranza in questo libro diventano istruttivamente
un argomento politico, una lezione in più, del senso della libertà percorrendo
i sentieri condizionati dalla violenza e i possibili. Malgrado tutta la ferocia
della barbarie,come tanti altri uomini nella storia delle nostre storie, racconti
e leggende, costruiscono i contorni neri delle cose. Loro lasciano attraversare
la luce del mezzogiorno per che, in qualsiasi istante, possano allontanarsi dal
rumore verso la misterosa pienezza della speranza e l’utopia.
In mezzo alla disperazione, le fotografie che accompagnano il comunicato di questo libro, diventano i modelli d’invenzione di spazi repressi, queste
contengono pure la forza di vedere in movimento ciò che hanno visto, tirano
fuori dallo sfondo delle mura della vergogna la luce del sole e del fuoco, i
gridi di rabbia contro la violenza organizzata dal capitale e i suoi governatori.
Sporge nella comunicazione il rifiuto alle terapie di guerra che anestetizzano
alla società. Mettono in rilievo le consecuenze dei mezzi di comunicazione che
annunciavano ciò ch’è predittivo, la repressione e la morte. In efetti, anche se
questo libro è un modello ridotto dalle diverse manifestazioni organizzatrici
dei popoli di Oaxaca, è una prova in più di passaggi sparsi nell’unità davanti
ai discorsi totalizzatori che fano un mondo moderno di guerra e distruzione. Si potrebbe dire che le loro immagini articolano varie figure sociali da
un territorio in movimento, sono l’espresione geografica e spirituale di molti
sentimenti,di molte speranze nel tempo del potere e isuoi spari.
Condizionate dai luoghi della memoria e le regole militari imposte dagli
argomenti discorsivi del potere, le immagini di questo libro, non sono soltanto
l’ espresione della rabbia nella lotta e la morte, ma pure un luogo d’ invenzione di nuovi spazi, giacchè quelli precedenti furono ridotti dal potere. Di fatti,
tutti i giorni doviamo inventare come sopravivere nel mondo della vergogna.
Così, nella lenta, ma urgente redazione di questo libro, nella lucidità e azione
del fotografo che ferma la realtà nella sua scatola maggica in mezzo al orrore
della città pulita dai militari, nella scelta e clasificazione delle foto, nella scrittura del disastro di quello che guarda il passato nel presente, nel sostegno finanziario per parlare ancora della catastrofe, continuano a essistere dei segni
a posteriori di ciò che fu relizzato nell’amministrazione del potere, ma anche
per la lucidità dell’ azione di scrutare nueve strade di liberazione e possibilità
contro la morte annunciata. Come nei funerali, circondando il defunto, come
uomini e donne scapando dall’aggressione militare, nelle fotografie presenti
risorgono nuovamente, intorno alle candele illuminando le ombre della notte
e la morte, i gridi del passato nel presente, tornano a guardarsi i presaggi accovacciati nelle lacrime della libertà.
Impercettibili fino ora, invisibili in mezzo al potere, questi messaggi
fotografici mostrano ciò ch’è rimasto incompiuto, spaccato dal potere,
la speranza di cambiare i governatori e assasini del potere. E neppure,
paradossalmente, si srrotolano, come un dio nelle altezze visualizzando lo
spirito che rende allegre le strade di Oaxaca, immaginando un altro mondo e
altri governanti, questo spirito si allontanò dalla città scapò nelle montagne,
verso le grotte, verso i cieli.Se ne andato coi suoi morti, permette che la bestia
creda che il suo trionfo violento, fu totale, assoluto e totalitario in un futuro
precedente. Molti credevamo e pensavamo che i gridi nelle strade potevamo
essere sentiti dall’ “istituzioni democratiche”, ma il 25 novembre del 2006
le mura si sono svuotati di senso, soltanto rimangono pietre sopra un suolo
dello stato riconoscono 11 morti e la commissione nazionale dei diritti umani,
20 persone crivellate dalla violenza del ordine stabilito. Per questi qui poco o
molto interessa, pur essendo un morto solo, gicchè la loro legitimità politica s’
indevolisce. In qualunque altro paese del primo mondo, basterebbe un morto,
per scatenare un sacco di manifestazioni e discusioni per trovare i risponsabili
di crimini del genere. In Messico poco o niente si è fatto. Soltanto un piccolo
numero di manifestanti continuava gridando privata o colettivamente nel lavoro. Il risultato, Ulises Ruiz rimane il governatore e la lista di morti aumenta.
Tutti hanno paura di uscire di casa, tutti sono corsi nelle loro tane per pensare, per ritornare a creare coi sogni la poesia del possibile, per che il perpetuo
brivido del niente non distruga le possibilità della nascita di un’altra società,
per che la violenza non renda più distante la ricostruzione del sogno.
Come echi del passato immediato, come il piacere del sogno che ci
allontana dalla realtà e i suoi dolori,queste fotografie sono i vapori invisibili
che formano le nuvole della vita per il rinovamento, si rifanno lavorando
per tornare a credere e creare nuovi movimenti. In tanto, centinaie di
milgliaia gridavano, tanti politici in tanto si consacravano a chiedere il voto
popolare per l’elezioni del 2006; il popolo in tanto?, bene grazie! “domani
mattina aspetiamo il verdetto delle comisioni di guistizia”. Ma che speranza!
Che tristezza! Che dolore e sofferenza! di quante di queste commissioni ne
abbiamo bisogno per risolvere i legami genocidiari della società del mercato,
cioè millioni di morti della storia coloniale e neo-coloniale, delle guerre della
globalizzazione e mondializzazione dell’ideologia del mercato.
Allora, cosa è successo in Messico, esempio della democrazia e libertà
neo-liberale Latinoamericana? Dove sono andate le celebrazioni del passato, i
sorrisi e le speranze dell’APPO cosa è succeso nell’ elezioni, dove sono andate le
donne del popolo che hanno presso e organizzato le istalazioni della televisione
Oaxachegna, le signore del mercato che preparavano i pranzi nelle barricate,
oggi denunciate di atentati sociali, molte di queste inseguite politicamente e
qualche altra nel essilio a l’estero? Queste fotografie sono una testimonianza
del silenzio istituzionale e la povertà di una esperienza, messa sotto riparo
militare negli archivi storici del sapere, come il genocidio o etncocidio degli
indiani di America, cosi discutubile negli anacronismi di molti storici, puo
darsi che domani ci sià un risorgimento del passato per calmare e leggitimare
nuove forme di dominazione. Sono però alla volta la prudenza e riflessione di
miglioni di sentimenti silenziati dalla paura alla repressione. Stano attenti,
producono nuovi attributi tipo “nostra madona delle barricate” o il santo
Bambino APPO, chiedendo ai cieli di tornare in vita. In efetti fin dalla barbarie
civilizzatrice questi ricominciano e si ricostruiscono dalla paura e il niente
del potere e le possibilità della avvicinanza al passato. Queste fotografie dagli
sguardi degli attori del dolore e la vergogna, permettono sentire le parole, i
gridi di rabbia e dolore, sentimenti legati ai desideri di trasformazione.
Secondo noi, il piacere dell’immagini non è solo il buio del mondo, sentiamo nei nostri corpi i sogni che s’illuminano nei fulmini del passato. Come
i paesaggi della conoscenza, non sono soltanto immagini inmobili; assomigliano a degli uccelli, che ci cantano, ci carezzano col movimento delle ali e
del vento, ci dano il piacere della romanza, pensare al di lá della condanna
e il destino del potere. Le immagini non sono soltanto la sofferenza,vittima
del orrore, ma il costante dolore della memoria movimentata per stabilire i
possibili del domani: la speranza che la parola torni a corporizzarsi in giustizia-sugetto-attore.
La maggia della macchina fotografica
É piùtosto la violenza quella che si trova al centro degli sguardi degli uomini.
Alcuni correndo verso la macchina fotografica per nascondersi, fuggendo
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vuoto e pareti ridipinte, gli uomini e donne sono andati all’essilio, hanno
abbandonato la città.
di riferimenti, sono le intenzioni e piani della speranza,immagini sparse nei
quattro punti cardinali del universo.
In mezzo alla violenza, parole disabitate
Costelazione e senso
Questa situazione dello svuotamento sociale è pericolosa e anormale, giacchè
il linguaggio e i suoi sugetti si separano di nuovo, creando un vuoto frala parola sociale e quelli che rinunciano ad abitarla. La malattia sociale si manifesta
nella rottura del passato che sviluppa consecuenze di violenza e censura. A
questo punto si potrebbe dire che l’amministrazione della catastrofe, mediata dalla parola in cerca di socializzazione, se ne andata, tutti sono andati al
essilio per salvare la memoria. La cultura della vita alla fine concede il posto
all’amministrazione della violenza e sua propria ragione, le miliaia di uomini
e donne ritornano ad andare in mezzo alle rovine del mercato e le ideologie
senza comunicazione. Tutto diventa leggenda, gli eroi che agivano nelle barricate sono tornati alle loro tombe, accompaganti da altri assasinati, i proiettili
e rappresentanze del potere silenziano i suoi gridi, in fatti sono i mezzi di
comunicazione che nascondono la vita marginata a traverso gli spots e un
mercato di una cultura svuota di senso umano, la distanza si allarga fra le
mura del Oaxaca folclorizzato e lo spirito che abita in silenzio.
Benchè i colettivi, sindacati, le università e ONG (Organisazioni Non Governative) hanno paura alla repressione, si vestono di silenzio e si muovono
credendo. Dietro la decorazione della scena colorata del folclore della repetizione e dogma del mercato turistico e concorsi di soldi, essiste però un immenso lavoro sociale, persiste contro la persistenza dei poteri che sentono,
ma si negano ad ascoltare.
Gli artisti che non rinunciano a vivere nel silenzio del’ insignificanza, tornano per dare senso a tutto ciò ch’è nascosto nella segregazione del significato del movimento e la trascendenza. Il rifiuto negli sguardi degli attori del
disatro, di manifesto in queste foto, nei volti coperti dalle maschere anti-gas,
passamontagne e bandane, ci possono convincere che le nostre paure erano
ben legitimate. Queste immagini sono l’ espressione di costante violenza. Non
perche si pretenda una apologia della violenza, come se questa qui, avesse
delle ragioni di essistere, ma piùtosto per riconoscere in questa, un movimento della pace di lungo impatto, impossibile di eliminare visto che la dialettica a
l’interno di questa, è la violenza generando più violenza, ecco perche i desideri
di pace e giustizia. Per scoprire nel nostro interno la paura accumulata, basta
dare un’occhiata al passato nel presente di queste fotografie. Dietro lo scenario politico e i suoi discorsi, non solo leggievamo le preghiere delle nuove
cattedrali del potere (mezzi di comunicazione) come spavento della vita, ma
come le traccie umane nella barricata. Come antecedente, i gridi di speranza
temevano la violenza organizzata dalla legge.
Oggi percorrendo le strade delle silenziose montagne cullate dalle luci delle
stelle e le lucciole, ci rendiamo conto che la violenza scatenata è nata dalla ribellione contro l’istituzioni del silenzio. La loro negazione è la lotta contro lo svuoto
di segni di memoria e la storia e i suoi significati, ciò che fu comportato e sognato nel passato mediato e immediato del presente, l’essigenze della conscienza
dove si cercano le forme di vita colettiva, la lotta e l’esperienza contro la povertà.
Il loro spirito è l’eco del NO all’ insano, hanno difesso e difendono ancora un’altra nazione differente, un’altra vita e per tanto la politica come possibilità di
ricreare la Polis altrimenti rispetto alla violenza del potere e le sue istituzioni.
In questo modo, con tutto il dolore che si possa sentire guardando queste
foto che accompagnano il libro, continuamo a credere nel senso sociale e
comunicante di questi disegni sull’immagini.
Le loro linee, molto spesso degli schizzi invisibili, perche non essendo
abitate negli oggetti-immagini del potere, traducono una costelazione piena
Fin dall’aparizione dei diversi linguaggi dell’APPO, le buone conscienze dubbitavano de la verità di sua essistenza. Secondo noi, la sua essistenza era la
devolezza, perche non aveva soltanto un asse di lotta, ma molte orizontalità
nel modo di agire, Come mai era possibile che i segregati indiani,poveri e mal
nutriti disoccupati, sindacalisti squalificati e tanti altri provenienti dai margini della periferia occupassero le strade di una città edificata dai soldi e il
mercato della cultura? Come mai tanti altri segregati al di là del potere senza
nessuna legittimità potevano condurre le rendine della società e dello stato?
Secondo noi come stato già detto in un altro articolo sulla comunicazione,¹ il
linguaggio manifestato nelle strade di Oaxaca rappresentava una costelazione
delle moltipli identità, lottando contro l’ identificazione del potere. E la cultura Oaxachegna, legata al lavoro concreto, sembrava una bomba di ossigeno,
una sorgente di parole di storia e memoria degli sconfiti. In realtà, un grido
proveniente profondamente dal ‘interno, una articolazione di gesti che smiticizzavano iconograficamente il mercato della cultura e i suoi sugetti. Anche
se erano mediate da contradizioni i segni di riconoscimento della dinamica
scatenata dall’APPO fu la volontà di costruire spazialmente un altro mondo, le
sue iniziative inauguravano nuove credenze spresse verso l’esterno.
Per smettere di essere desideri, suggestività solitaria del silenzio imposto, i riferimenti storici diventavano iniziative di viaggi utopici. Certamente, è
possibile ch’ il senso de l’iniziativa di questo libro sià soltanto il ragionamento
al interno degli artisti che hanno catturato l’immagini nelle loro macchine fotografiche, in un desiderio di voler scrivere il disastro annunciato, per comunicare gli immaginari e auguri come rifiuto al mondo della guerra; ch’invece
per l’ estero e il potere del mercato non significhino niente, ma nostalgia di
un passato recente, non significa però che la sua essistenza non habbia sviluppato invenzioni in mezzo a un mare di fragilità, parecchie volte incapaci di
cambiare il mondo con pietre e bottiglie di benzina. E neppure l’invenzioni, la
maggia degli artisti è giustamente che, senza nessun riconoscimento, si muovono creando e producendo nueve linee possibili. Como tanti profeti nella
storia, catturano le costelazioni di ció ch’è umano e le loro lotte.I linguaggi solitari sono reali, il potere dell’arte è immaginare le costruzioni di resistenze e
ribellioni contro ciò ch’è autorizzato. Però finchè queste qui esistano, ci vuole
della comunicazione, ragione di sua esistenza, l’ elaborazione lenta ma sicura
dei disegni e linee confinanti del mondo che abitiamo e l’universo-natura che
desideriamo: il rinovamento emerge dal lento lavoro di credere come elaborazione comunale, un’altra possibilità invece di quella delle mitre e cannoni:
il dialogo alternato come riconoscimento della lotta degli altri.
Mancano dunque, i segni di riconoscimento sociale e gli accordi taciti sulle
condizioni di possibilità; perche lo spazio di resistenza aperto con l’ esperienza di lotta, costituisca il suo sviluppo e spandimento. In questo senso le costelazioni Oaxachegne, impresse nell’immagini artistiche di queste fotografie, organizzano iniziative di movimento, geografie per viaggi senza permesso, nuove
possibilità, nuove strade della credibilità espresse con la rabbia del istante del
fuoco e il sangue. Davanti a la proibizione della novità, l’immagini e invenzioni
si muovono nello spesore della storia del linguaggio umano, ció che fu possibile della parola con sugetti, i significati che hanno smesso di eserci per l’esterno,
perche si sono nascoste sotto la fioritura del essere desiderato: il passato nel
presente del essere essendo futuro-anteriore manifesto.
¹ Oaxaca nella costelazione della violenza e la cultura” Luna Zeta rivista di creazione,analisi e
rifflesione,oaxaca febbraio 2006-07 pagine 29-33
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terra, la vergogna e la devolezza umana. E così che sfortunatamente, fra amore
e odio habbiamo imparato a considerare la morte come parte della vita. Difatti,
spesso intuiamo il mormorio delle parole e immagini che indicano che la
morte puo vincere un’altra battaglia. Ecco qui un Requiem, aspetando un’altra
vittima della vita. E neppure, come nella storia della lotta contro la morte, le
rappresentazioni possono estabilire un rapporto, uno scambio della parola in
eco col’ascoltatore. In un dialogo con gli altri, queste immagini sono ponti di
comunicazione, possibilità di spaccare armoniosamente dal silenzio degli dei
miticizzati dalle autorità del potere della violenza.
In questo modo l’immagini e parole d i questo libro sono l’insieme di segni
della morte che carezzano i corpi, rendendoli parola e comunicazione. Non raccontano soltanto la perdita di parole e l’imcapacità di credere nella società, in
mezzo alla sconfita di un’altra battaglia. Sono pure il riflesso delle azioni che vogliono cambiare di società, mostrare la verità compressa nella società e la società che vuole una verità, non esiste però una società senza verità e la verità senza
una società, non è più che una falsità imposta. In poche parole, la società senza
la verità è una tirania, è il totalitarismo della verità trasformata in ipocrisia.
Benchè l’ immagini di questo libro sporge il deficit del credere e del volere, giacchè schiacciati dalla PFP (Polizia Federale Preventiva), sono pure, allo
stesso tempo fusione della assenza e presenza di poter farlo. Come il rituale più
antico del uomo, la maggia dell’immagine che sposa bene la parola. Potrebbe anche essere finzione nel oggeto della fotografia immobile, sono pure degli
specchi della storia e la memoria, un ritorno, il rientro al passato del desiderio
e benessere delle luci speranzzatrici che li hanno fatte esistere. Continuano
illuminando passaggi e altri sentieri per la pace del avvenire.
In altre parole, e con le traccie che si estendono nelle irregolarità del orizonte delle lotte, queste immagini che presentiamo esigono giustizia. Sono,
come in altre disgrazie della vita, i disegni delle vittime che non accettano il
silenzio,esigono la verità dei timbri umani. Benchè impercettibili nell’impronte del capitale, giacchè entriamo alla globalizazzione e mondializazzione del
mercato, si distinguono del modelo di merce fabbricata a serie, sono pagine
ardenti della storia di fuoco e sangue versato dal progressivo silenzio istituzionale. Sono gli allontanamenti della realtà delle arme e della conoscenza repetitiva e banale della fantasmagoria della quotidianità. Ci aiutano a ricostruire un
sogno, accendono una candela per il mistero del avvenire, ci guardiamo nuova
e nagativamente di fronte alla morte, nello specchio del ricordo dei morti e la
loro memoria.
Cosi parlano l’immagini di questo libro, contengono nello sfondo gli inizi
della sorpresa di questa violenza autorizzata. Non sono soltanto testimonianze di ciò ch’è succeso nel momento della repressione, ma dichiarano nuova e
popolarmente: vaffanculo per tutti noi prima di essere privatizzati con la violenza” i disaccordi si sono condivisi diversa e strategicamente di fronte all’autorità, senza i cui non è possibile vivere. Le convinzioni accumulate in queste
fotografie si manifestano negli sguardi di ciò che non è mai stato rispetato: il
desiderio e sogno di un’ altra società cercano nascondiglio dietro la vendetta e i
soldi. Anche col peso della realtà, le sue raffigurazioni cambiano discretamente
i piani e geografie per percorrere altri paesaggi che la violenza imposta ha rifiutato agli sforzi della comunità.
Oggi, qui e adesso, nuovamente dalle tane della solitudine, milia di uomini
e donne cercano le possibilità di ciò che non hanno mai rifiutato, i significati
sociali per affrontare il dolore. Si approfitano gli avanzamenti nelle adesioni
artistiche della novità, si riorganizzano delle possibilità di sovranità accolte
dalle costelazioni di riferimenti dei nostri morti,detenuti e scomparsi politici.
Come viene dimostrato nello sviluppo di diversi movimenti di liberazione,
di fronte al potere che blocca il movimento del pensiero, che imprigiona e
uccide all’ altro, queste fotografie sono una molteplicità di porte e finestre.
Socchiuse, permetono l’ingresso di certi riferimenti di lotta per comunicare i
segni con un senso del passato socioculturale delle esperienze del credere come
possibilità di colettività. Queste foto indicano la coniugazione fra l’ esperienza
reale del dolore e le possibilità esitenti, di ricreare gli spazi della parola e la
riflessione d’ azione. L’immagini unite alle parole con esperienza di sugetti,
permettono visualizzare i paesaggi all’ombra della sofferenza, insime alla luce
dei riti antichi della parola. Questi ci autorizzano pensare in un’altra maniera
di essere per scapare dall’ imprigionamento, riconfermare il patto tra l’umano
e la naturale lotta contro la povertà.La rabbia espressa quotidianamente negli
echi dei messicani si lega al coraggio, è un altro sforzo della poesia articolata al
combatimento, andare dal impossibile al possibile comprendendoci le parole
e il senso umano.
Segni segreti nella fotografia
Benchè impariamo ad amare la morte sempre vicina, in mezzo a candele
decrivendo la pace e il desiderio di vita, la evitiamo, giacchè questa e compressa
nelle passioni dei più bassi istinti: i soldi che comperano tutte le puttane della
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La ciudad es un lienzo apasionado
Jorge Pech
D
esde su aparición sobre la tierra, el ser humano ha necesitado
hacer constar gráficamente su paso por la vida. Acaso la más
antigua expresión de esta necesidad son los trazos rupestres
que se conservan en sitios de todos los continentes: Altamira, Lascaux, Ukhalamba, Kakadu, Niah, Pedra Furada, Guila Naquitz.
La cultura urbana, que tantos espacios cerró para la expresión popular, abrió con sus edificaciones sin lustre, con sus muros abandonados, un nuevo lienzo para el imaginario social, ese que se preocupa tan
sólo por concretarse en trazos, en signos para la convocación colectiva, y prescinde de identificaciones de autor y otras vanidades.
El graffiti es un arte en conflicto con su entorno. Surge de la clandestinidad y mantiene su anonimato como medida de resistencia. Con
sus letras alteradas, con sus figuras impersonales, simplifica la forma
de su expresión para resaltar su fondo comunicativo. Éste es un mensaje urgente para manifestar lo no-visible de una sociedad: la pobreza,
el abandono, la desesperación, pero también los goces y las pasiones
de sus integrantes menos favorecidos.
En el conflicto social de Oaxaca, durante 2006, las formas del graffiti abandonaron los tradicionales espacios poco frecuentados y cubrieron la ciudad entera. Toda prohibición oficial fue quebrantada y
los trazos del arte anónimo “mancharon” fachadas de monumentos,
de edificios públicos, de toda superficie sin mácula los símbolos de un
sistema cuyas autoridades son en sí mismas una mancha, un descrédito que necesita rodearse de muros inexpresivos, encubridores.
Desde esos días de revuelta, los colectivos que redecoraron el imaginario social de Oaxaca y replantearon la forma de concebir esta ciudad cuya vocación cultural no admitía otra perspectiva que la de elite,
han extendido su participación a otros espacios.
En junio de 2007, los artistas del graffiti desplegaron una magna pinta frente al hemiciclo a Juárez en la ciudad de México. En ella
sostuvieron el compromiso que habían establecido con el movimiento social oaxaqueño, mediante una exigencia dirigida al gobierno del
Estado de Oaxaca: la liberación de los presos políticos y de conciencia
a los que la autoridad federal confinó en prisiones de alta seguridad
desde el 25 de noviembre de 2006.
El primero de enero de 2008, los colectivos de artistas anónimos
volvieron a perturbar la inexpresividad de un muro particularmente
ominoso. Sus imágenes para impugnar la apatía cubrieron el muro
fronterizo de Tijuana, en protesta por la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio. Desde que este pacto fue suscrito por la administración priísta de Carlos Salinas, se sabía que los campesinos
mexicanos “principalmente los del sur” quedaban en total abandono
frente a la competencia agrícola estadounidense. El gobierno panista
de Felipe Calderón no hizo nada por corregir el desamparo agrícola;
se limitó a verificar la vigencia del tratado. Contra la acometida del capital extranjero, valido de leyes abusivas, también se perfiló la nitidez
apasionada del graffiti lúcido.
La expresión de estos artistas anónimos llegó en 2008 al Foro Social Mundial organizado en la ciudad de México. Los colectivos Asaro,
Zape, Arte Jaguar, Zaachila y Revólver tuvieron a su cargo dar expresividad a las paredes del Foro “sin olvidar los de Oaxaca” con piezas
sobre ecología, derecho a la vivienda, educación, crisis civilizatoria,
justicia indígena, militarización, represión, derechos humanos y economía solidaria, entre otros temas. Su reclamo social, su alerta a la
vista, conduce nuestra memoria hacia pendientes de nuestra existencia comunitaria que urge atender.
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OKUPA*
Al pueblo comprometido y honesto de Oaxaca, México y el Mundo
A los trabajadores del campo y la ciudad
A las organizaciones sociales, civiles, no gubernamentales y sindicatos
A quienes honestamente conforman la Asamblea Popular del Pueblo
de Oaxaca (APPO)
A los Kolectivos y grupos autónomos y libertarios
A la otra Campaña y todos los que resisten y luchan por un mundo
mejor
OKUPAR:
Es una manera de actuar y pensar ante las cosas y no estar de
acuerdo con el sistema, denunciar los abusos del poder y plantear una alternativa ante lo que no te gusta, OKUPAR es decir NO al capitalismo que excluye al que
no baila al son de la música que le toquen. No queremos trabajar para vivir si
no vivir para trabajar la autogestión, no queremos hipotecar toda una vida para
poder decir esto es mío. OKUPAR es decir no a las autoridades, no a las jerarquías,
es decir, vales por lo que eres y no por lo que tienes. OKUPAR es querer y amar la
lucha por la necesidad de espacios libres donde crecer, realizarse y crear.
OKUPAR, es ya una alternativa práctica de vida en el presente.
Por todo lo anterior, hemos determinado OKUPAR UN EDIFICIO ABANDONADO
y darle vida.
El lugar del que hablamos, es un edificio abandonado que por varios años
sirvió de cuartel para la policía municipal. Detenidos en la calle, en redadas de
conciertos musicales, solamente por nuestra forma de vestir, por nuestra edad
y por nuestra rebeldía, muchos de nosotros
fuimos detenidos y golpeados por la Policía
Municipal que en ese lugar se acuartelaba.
Después de que la policía Municipal decidió trasladarse atrás del palacio municipal
en la plaza de la danza, lugar en el que actualmente se encuentra, ese espacio fue utilizado
para comprar y vender a la juventud priista. A
través de talleres y recursos económicos y materiales dotados por el PRI, ese lugar se ocupó
para adiestrar a conveniencia del gobierno del
Estado a jóvenes de escasos recursos y faltos
de oportunidades, quienes acudían a ese lugar
a aprender algún oficio y sobre todo aprender
a condicionar su conciencia. Hace algunos
meses, esos jóvenes fueron trasladados a otro
lugar.
El edificio actualmente está desocupado y en muy malas condiciones físicas.
Al parecer piensa ocuparse posteriormente para la reubicación de comerciantes
del PRI, sin embargo, en la actualidad nadie trabaja para acondicionar el lugar
y es muy posible que el Estado manipule a los comerciante con el argumento de
construirles su mercado, algún día, y que realmente eso sea un engaño más.
Preguntamos a quienes este documento leen y escuchan ¿Es justo transformar los centros de tortura, represión y manipulación, en centros de interés
social, de solidaridad y justicia?
Sabemos de la represión y de los posibles desalojos, pero hoy y mañana
nosotros estamos dispuestos a enfrentar con responsabilidad todo lo que esté
por venir.
En este espacio buscamos el desarrollo de nuestras habilidades, conocimientos y potencialidades a través de la creatividad, el apoyo mutuo, la fra-
Desde la Oaxaca rebelde:
Compañeras y compañeros, hoy nos dirigimos ante ustedes en estos tiempos
de creciente y acelerada reivindicación de nuestros derechos, de lucha justa y
digna que como pueblo hemos sabido defender y que la historia lo ha de reconocer. Hoy admiramos y valoramos todo el
trabajo y la responsabilidad con la cual se ha
actuado por parte del pueblo oaxaqueño y que
nos sirve como ejemplo. Por eso les pedimos
su apoyo para que escuchen, opinen y aprendamos a escucharnos entre nosotros...
Somos jóvenes en nuestra mayoría, ilusionados y utópicos todos, somos alguien más que
resiste. Algunos de nosotros nos encontramos
en uno de tantos sectores como Estudiantes,
Desempleados, Trabajadores, Artesanos, otros
más dedicamos nuestro esfuerzo al activismo
social y otros somos de todo un poco.
No aceptamos nuestro futuro impuesto y
condenado a la servidumbre o al desempleo. Sin
embargo, pensamos que una sociedad diferente
es posible solo si la construimos desde ahora.
Nosotros Amamos la Fraternidad, la Paz, la Libertad, la Autonomía y la Solidaridad. Somos autónomos y libertarios y por ello no dependemos ni confiamos en ningún Partido Político cualquiera que este sea.
Ante la creciente manipulación de la población mexicana, de personas que
se venden por dinero y prestigio en la sociedad. Queremos decir que nosotros
nos declaramos Libres. No nos vendemos. Defendemos nuestros principios con
acciones organizadas, pues es lo único que tenemos.
No necesitamos pedirle nada a los gobiernos, no creemos en ellos ni los
necesitamos y el contexto actual nos lo confirma. El pueblo con su gran capacidad de organización, acción y resistencia nos ha demostrado que es justa la
actitud de tomar los espacios que nunca han pertenecido al pueblo y más justo
aún, defenderlos. Como ejemplo, los medios de comunicación OKUPADOS por las
mujeres y el pueblo de Oaxaca.
* Primer manifiesto del movimiento juvenil Ocupación Intercultural en Resistencia, que tomó y habitó el antiguo cuartel de policía de la calle de Aldama en la Ciudad de Oaxaca, durante el conflicto de 2006.
[ 154 ]
En ese sentido hoy nosotros, jóvenes en resistencia, hacemos un llamado
a la solidaridad de juntar esfuerzos y apoyos para la apropiación, liberación
y creación de espacios. Haciendo de ellos zonas de practicas cotidianas autogestivas, de apoyo mutuo, solidaridad, tequio, alternativas de aprendizaje en la
educación, creación artística, cultural, de contracultura y donde llevemos a la
práctica la democracia directa como forma de organización autónoma que sirve
a los intereses sociales más sentidos.
CONVOCAMOS a que el pueblo de Oaxaca desobedezca la injusticia de la propiedad privada, del lucro y okupe espacios abandonados de acuerdo a sus necesidades más elementales y a participar de manera directa en el espacio OIR
(Ocupación Intercultural en Resistencia), hacerlo suyo con su trabajo, creatividad y solidaridad.
(Traer escobas, bolsas para basura, focos, reflectores, pintura, jabón, macetas con plantas, platos, agua, vasos, víveres, sillas, mesas que no ocupe…)
ternidad, la autogestión, la autonomía y la solidaridad. Nuestra propuesta de
proyecto en esta okupación es:
La creación de una biblioteca popular y en resistencia, cine popular y educativo, exposición y distribución de artesanías de los presos políticos, espacio
de difusión de la cultura y la solidaridad entre los pueblos, talleres de pintura a
niños, expresión artística y musical, casa para estudiantes que vienen de fuera y
no tiene la posibilidad de pagar renta, cocina popular para el pueblo necesitado,
centro de acopio de ropa para los niños de la calle, alojamiento a los niños y personas sin techo, así como para los migrantes que sufren durante su trayectoria
hacia el sueño americano.
En el lugar también se darán pláticas, talleres y círculos de estudio sobre:
violencia contra la mujer, presos políticos, movimientos sociales, educación alternativa, comunicación alternativa, represión, así como aprender a crear medios de comunicación libres de radio e impresos.
También contempla la posibilidad de brindar talleres para aprender algún
oficio como carpintería, artesanía, soldadura, electricidad, plomería, costura,
permacultura urbana, cocina y más cosas.
Preguntamos a todo el pueblo y a quienes llegue esta Información: ¿Cree
usted justo y posible pagar renta por un espacio que difunde la cultura y trabaja
la solidaridad y el apoyo mutuo entre los pueblos? ¿Estaría usted dispuesto a
apoyar y defender la liberación y creación de estos espacios que pretendemos
hoy llevar a la realidad?
ALTO A LA VIOLENCIA CONTRA EL PUEBLO OAXAQUEÑO, QUE SE LARGUEN TODAS
LAS AUTORIDADES (PRI-PAN-PRD) QUE CONFORMABAN EL GOBIERNO DE OAXACA.
PRESENTACIÓN DE NUESTROS DESAPARECIDOS, JUSTICIA A NUESTROS MUERTOS
Y LIBERTAD A NUESTROS PRESOS
OIR: Ocupación Intercultural en Resistencia
“PAZ, FRATERNIDAD, LIBERTAD, AUTONOMÍA, AUTOGESTIÓN Y SOLIDARIDAD”
205
206
[ 155 ]
En memoria
Casos de muertes*
1. Serafín García Contreras |28 Julio, Huautla de Jiménez, Oax.
2. Marcos García Tapia | 8 Agosto, Centro de Oaxaca
3. Andrés Santiago Cruz | 9 Agosto, Putla de Guerrero
4. Pedro Martínez Martínez | 9 Agosto, Putla de Guerrero, Oax.
5. Pablo Martínez Martínez | 9 Agosto, Putla de Guerrero, Oax.
6. José Jimenez Colmenares | 10 Agosto, calle Niños Héroes, Cd. de Oaxaca
7. Gonzalo Cisneros Gautier | 16 Agosto, Zaachila, Oax.
8. Lorenzo San Pablo Cervantes | 22 Agosto, Radiodifusora Ley 710
9. Daniel Nieto Ovando | 01 Octubre, Col. México 68, Volcanes,
Cd. de Oaxaca
10. José Manuel Castro Patiño |03 Octubre, Amilcingo, Oax.
11. Arcadio Fabián Hernández Santiago | 2 Octubre,
San Antonino de Castillo Velasco, Oax.
12. Jaime René Calvo Aragón | 5 Octubre, Cd. de Oaxaca
13. Alejandro García Hernández | 14 Octubre, Av. Símbolos Patrios, Cd. de Oaxaca
14. Pánfilo Hernández | 18 Octubre, Col. Jardín, Cd. de Oaxaca
15. Bradley Roland Will | 27 Octubre, Sta. Lucía del Camino,
Cd. de Oaxaca
16. Emilio Alonso Fabián | 27 Octubre, Sta. Lucía del Camino,
Cd. de Oaxaca
17. Esteba Ruiz | 27 Octubre, Sta. Lucía del Camino,
Cd. de Oaxaca
18. Esteban López Zurita | 27 Octubre, Santa María
Coyotepec, Oax.
19. Eudacia Olivera Díaz | 27 Octubre
20.Jorge Alberto López Bernal | 29 Octubre, Instituto
Tecnológico de Oaxaca, Cd. de Oaxaca
21. Fidel Sánchez García | 29 Octubre, Canal 9, Cd. de Oaxaca
22. Roberto Hernández López | 29 Octubre, Brenamiel,
Cd. de Oaxaca
23. Raúl Marcial Pérez | 8 Diciembre, Juxtlahuaca, Oax.
A
raíz de todos los acontecimientos descritos, la población oaxaqueña
tuvo que lamentar numerosas muertes que, por otro lado, son bien
significativas del nivel de violencia y de la magnitud de la represión
ejercida por el Gobierno a manos de sus servidores públicos, de forma cubierta o encubierta. En cuanto al escenario de los homicidios, la ciudad de Oaxaca
no ha sido el único. Las comunidades han sufrido de una forma especialmente
intensa el conflicto en cuestión. En dichas zonas, se constata un incremento significativo de la violencia y de la presencia militar, así como ataques en
contra de civiles, en su inmensa mayoría pertenecientes a diferentes grupos
indígenas.
Concretamente, el balance de muertos documentados por la CCIODH arroja
provisionalmente, una cifra total de 23 personas identificadas. Sin embargo,
y de forma muy significativa, la Procuraduría General de Justicia del Estado
reconoce sólo 11 casos y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos 20
en su informe preliminar. Además, la CCIODH tiene constancia de la muerte de
otras personas no identificadas.
El riesgo de muerte violenta afecta tanto a personas cercanas al conflicto como a personas no vinculadas al mismo. De la lista aquí presentada, un
poco más de la mitad de las muertes reportadas pertenecen al colectivo de
profesores de la sección 22 (o están directamente vinculados con ella), pero
también aparecen nombres de personas civiles que no se habían posicionado
públicamente frente al conflicto.
Hasta hoy, a ninguna víctima de las autoridades de Oaxaca durante el
conflicto de 2006-2007 se le ha hecho justicia.
ALTO A LA REPRESIÓN Y AL ASESINATO DE INOCENTES
JUSTICIA PARA LAS VÍCTIMAS DE LAS AUTORIDADES
GUBERNAMENTALES DE OAXACA.
“LIBERTAD A TODOS LOS PRESOS POLITICOS
Y DE CONCIENCIA”
* Capítulo 4.2.1 del Informe de la Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos (2007).
[ 156 ]
Índice General
Memorial de agravios 1486 - 2006 | Jorge Pech
7
Viaje a Oaxaca | Fernando Solana Olivares
15
La escritura del desastre (en Oaxaca) | Abraham Nahón
19
Oaxaca: Imágenes de la batalla | Luis Hernández Navarro
23
Signos secretos de la fotografía en movimiento y sueño | Fernando Matamoros Ponce
27
La ciudad es un lienzo apasionado | Jorge Pech
142
Okupa
154
En memoria
156
Índice de fotografías
1. Jorge Santiago | Centro Histórico, movimiento de 2006
2. Heinrich Shultze | Pinta
3. Blanca Hernández | Desalojo a los maestros, 14 de Junio
4. Heinrich Shultze | Un CLICK al Movimiento
5. Ezequiel Gómez Leyva | Árbol derribado, Zócalo de la ciudad
de Oaxaca
6. Alicia Huerta Cortez | Desalojo, 14 de Junio
7. Félix Reyes Matías | El trío
8. Ezequiel Gómez Leyva | Zócalo, remodelación
9. Juan Carlos Reyes | Carga policíaca
10. Barak Torres | Protesta
11. Baldomero Robles Menéndez | El gran lacayo
12. Félix Reyes Matías | Bastión de resistencia
13. Jorge Santiago | Desalojo, 14 de Junio, Alameda Central
14. Max Núñez | Enfrentamiento, 2 de Noviembre, Ciudad Universitaria
15. Alicia Huerta Cortez | Primer muerto del movimiento
16. Heinrich Shultze | Pinta
17. Baldomero Robles Menéndez | Anarko-Punks, enfrentamiento
18. Max Núñez | Federal en acción
19. Max Núñez | Enfrentamiento entre CGH (Consejo General de Huelga)
y PFP en el Centro Histórico
20. Félix Reyes Matías | Compás de espera
21. Jorge Santiago | Barricadero
22. Juan Carlos Reyes | Herido
23. Gregorie Korganow | El cohetero
24. Félix Reyes Matías | Pinta
25. Alicia Huerta Cortez | Muerte de Brad Will
26. Max Núñez | La Federal vigila
27. Katie Orlisnky | Granadas lacrimógenas
28. Baldomero Robles Menéndez | Sanidad y Milagros, entrada de la PFP sobre el boulevard Símbolos Patrios del lado sur del Periférico
29. Baldomero Robles Menéndez | Entrada y resguardo
30. Ezequiel Gómez Leyva | Barricada
31. Gregorie Korganow | Chicleritas pensativas
32. Gabriela León | Llanta quemada
33. Barak Torres | Apoyando a la marcha
34. Ezequiel Gómez Leyva | Plantón
35. Juan Carlos Reyes | Personaje en primer plano
36. Bruno Varela | “Tiras” (Still Video)
37. Edson Caballero Trujillo | Pinta (foto estenopeica)
38. Barak Torres | Desalojo, 14 de Junio
39. Luis Cruz | Desalojo, 14 de Junio
40. Mario Jiménez Leyva | Desalojo, 14 de Junio
41, 42 y 43. Mario Jiménez Leyva | Enfrentamiento, 14 de Junio
44. Mario Jiménez Leyva | Enfrentamiento, 14 de Junio
45, 46, 47, y 48. Juan Robles y Brizheyda Herrera | Desalojo, 14 de Junio
49. Ezequiel Gómez Leyva | Desalojo, explanada de la catedral, 14 de Junio
50. Mario Jiménez Leyva | Enfrentamiento y desalojo, 14 de Junio
51 y 52. Fabrizzio Velasco Carmona| Enfrentamiento de maestros y policías, 14 de Junio
53. Fabrizzio Velasco Carmona | Helicóptero lanzando granadas lacrimógenas
54. Blanca Hernández | Aspecto de la mañana después del 14 de Junio
55. Fabrizzio Velasco Carmona | Desalojo, 14 de Junio, Zócalo de la ciudad de Oaxaca
56. Blanca Hernández | El vencedor
57. Blanca Hernández | Panorama de la explanada del Palacio de Gobierno
58. Mario Jiménez Leyva | Desalojo, Zócalo de la ciudad de Oaxaca
59. Ezequiel Gómez Leyva | Desalojo, 14 de Junio
60. Ezequiel Gómez Leyva | Desalojo, 14 de Junio
61. Alicia Huerta Cortez | Desalojo, 14 de Junio
62. Mario Jiménez Leyva | Herido, enfrentamiento del 14 de Junio
63. Mario Jiménez Leyva | Retirada
64. Ezequiel Gómez Leyva | Plantón, Zócalo de la ciudad de Oaxaca
65. Ezequiel Gómez Leyva| Plantón, Zócalo de la ciudad de Oaxaca
66. Barak Torres | Aparador, Plantón
67. Félix Reyes Matías | Marcha Noticias
68. Edson Caballero Trujillo| “Tanque”, plantón en la explanada de la catedral (foto estenopeica)
69. Barak Torres | Pinta
70. Barak Torres | El gobernador Ulises Ruiz en Red Nacional
71. Barak Torres | Niños (foto panorámica)
72. Marcela Taboada | La vigía
73. Mario Jiménez Leyva | El güerito
74. Barak Torres | Preparativos para la marcha
75. Félix Reyes Matías | Plantón 1
76. Félix Reyes Matías | Plantón 2
77. Félix Reyes Matías | Plantón 3
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78. 79. 80. 81. 82. 83. 84. 85. 86. 87. 88. 89. 90. 91. 92.
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Félix Reyes Matías | Plantón 4
Marcela Taboada | Mujeres en la lucha
Luis Cruz | Bloqueo en avenida Cinco Señores
Heinrich Shultze| Camioneta quemada, plantón
Mario Jiménez Leyva | Megamarcha
Mario Jiménez Leyva | Protesta
Mario Jiménez Leyva | Marcha de las Cacerolas
Fabrizzio Velasco Carmona | Jóvenes en la marcha
Max Núñez | Ramón, niño de 8 años de edad detenido
Barak Torres | Niños en la tercera Megamarcha apoyando a la APPO
Barak Torres | Niños en la tercera Megamarcha apoyando a la APPO
Mario Jimenéz Leyva | Niños con megáfono
Barak Torres | Manifestación de los maestros hacia la residencia presidencial de los Pinos, ciudad de México
Barak Torres | Apoyo de la Universidad a la APPO
Fabrizzio Velasco Carmona | Marcha de la APPO
Marcela Taboada | Marcha por la Liberación
Katie Orlinsky | Mujeres de la Sierra Juárez en protesta contra la aparición de la supuesta guerrilla
Alicia Huerta Cortez | Marcha de las Cacerolas
Katie Orlinsky | Concentración en el atrio de la iglesia de
Santo Domingo, ciudad de Oaxaca
Félix Reyes Matías | Marcha a la Ciudad de México 1
Félix Reyes Matías | Marcha a la Ciudad de México 2
Marcela Taboada | Amas de casa presenciando y apoyando la liberación de los presos políticos
Heinrich Shultze | Barricada Cinco Señores (foto panorámica)
Ezequiel Gómez Leyva | Niño escudándose
Katie Orlinsky | Barricada
Baldomero Robles Méndez | Entrada de la PFP en la parte sur de la ciudad de Oaxaca
Katie Orlinsky | PFP en el Zócalo
Ezequiel Gómez Leyva | Barricada de la muerte
Félix Reyes Matías | Calle Morelos bloqueada
Félix Reyes Matías | Barricaderos de madrugada
Luis Cruz | Entrada de la PFP a la ciudad de Oaxaca
Alicia Huerta Cortez | El valiente
Jorge Luis Plata | Enfrentando a la PFP
Katie Orlinsky | Estudiantes en Ciudad Universitaria
enfrentando a la PFP
Max Núñez | Joven arrojando tanque de gas
Blanca Hernández | Ataca la PFP a miembros de la APPO en Ciudad Universitaria
Ezequiel Gómez Leyva | Preparando ataque en la barricada de
Cinco Señores
Ezequiel Gómez Leyva | El guerrero
Katie Orlinsky | Mujer gritando
Max Núñez | Joven barricadero lanzando piedras
Alicia Huerta Cortez | Tanqueta embiste a jóvenes univesitarios
Ezequiel Gómez Leyva | Violando la autonomía universitaria
Jorge Santiago | Intento de recuperar el Zócalo por la APPO
Bruno Varela | Camión quemado (Still Video)
Bruno Varela | Confrontación de la APPO con la PFP
Bruno Varela | PFP
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Luis Cruz | Miembro de la APPO lanzando bomba molotov
Juan Carlos Reyes | El escudo “Afro”
Katie Orlisnky | Miembro de la APPO lanzando piedras a un hotel donde se resguardaban oficiales del gobierno
Heinrich Shultze | Barricada en el Centro Histórico
Heinrich Shultze | Barricada en el Centro Histórico
Alicia Huerta Cortez | Encapuchados de la APPO
Gregorie Korganow | Pareja de barricaderos
Gregorie Korganow | Bazuqueros, Ejército del Pueblo tratando de recuperar el Zócalo
Gregorie Korganow | Jóvenes encapuchados con horqueta
Gregorie Korganow | Bazuqueros en alerta
Heinrich Shultze | Joven pateando gas lacrimógeno
Jorge Santiago | Bazuquero lanzando cohetón
Heinrich Shultze | Bazuqueros en acción
Baldomero Robles Menéndez | Pinta del Punk
Luis Cruz | Bazuqueros saludando a la PFP
Katie Orlisnky | Bazuqueros avanzando hacia el Zócalo
Marcela Taboada | Registrando en la memoria
Alicia Huerta Cortez | Dra. Bertha disuade a un grupo de jóvenes de no confrontarse con la PFP
Alicia Huerta Cortez | Personaje de la APPO, lanzando consignas
contra la PFP
Katie Orlinsky | Jóvenes de la APPO vigilando a la PFP
Alicia Huerta Cortez | Barricada en Cinco Señores
Alicia Huerta Cortez | Bazuqueros motorizados
Heinrich Shultze | Fotógrafos con máscara antigás
Jorge Luis Plata | Ulises Ruiz simula disparar
Heinrich Shultze | Bradley Roland Will, camarógrafo estadounidense asesinado por paramilitares el 27 de octubre
Ezequiel Gómez Leyva | Radio Universidad
Mario Jiménez Leyva | Mujeres toman el Canal 9 de la televisora estatal
Fabrizzio Velasco Carmona | Los medios
Fabrizzio Velasco Carmona | Periodista agredido
Ezequiel Gómez Leyva | Quema del edificio del Tribunal
Superior de Justicia
Ezequiel Gómez Leyva | Enfrentamiento, 25 de Noviembre,
Centro Histórico
Ezequiel Gómez Leyva | Miembros de la APPO atacados con
gases lacrimógenos
Luis Cruz | Encapuchado corre con tabla en llamas
Jorge Luis Plata | Miembros de la APPO el 25 de Noviembre
Ezequiel Gómez Leyva | Quema de carros enfrente del Teatro Juárez
Ezequiel Gómez Leyva | Quema de los juzgados y tribunales
Ezequiel Gómez Leyva | Interior del Tribunal Superior de Justicia
del Estado
Alicia Huerta Cortez | Interior del Tribunal Superior de Justicia
del Estado
Luis Cruz | Inicio de enfrentamiento entre policías e integrantes de la APPO (entrada del hotel Fortín Plaza)
Max Núñez | Enfrentamiento entre policías e integrantes de la APPO,
16 de Julio
Luis Cruz | Integrantes de la APPO incendian camiones
Luis Cruz | Un policía pega con un palo a un integrante de la APPO
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185. Heinrich Shultze | “Aquí no pasa nada”
186. Heinrich Shultze | Poster con tache
187. Heinrich Shultze | Pinta
188. Marabú Ediciones
189. Eva Lepíz | Fachada dedicada a URO
190. Marabú Ediciones
191. Marabú Ediciones
192. Marabú Ediciones
193. Eva Lepíz | “Oaxaca no está solo”
194. Marcela Taboada | Mujer estudiante pintando un muro durante la marcha de Mujeres del 19 de Noviembre
195. Marabú Ediciones
196. Heinrich Shultze | “Muerte al Estado”
197. Heinrich Shultze | Pinta sobre blanco
198. Katie Orlinsky | “La APPO vive”
199. Collage “Las paredes hablan”
200. Marabú Ediciones
201. Marabú Ediciones
202. Marabú Ediciones
203. Marabú Ediciones
204. Baldomero Robles Menéndez | Jóvenes de OKUPA (foto estenopeica)
205. Baldomero Robles Menéndez | OKUPA (estenopeica)
206. Baldomero Robles Menéndez | Jóvenes de OKUPA (estenopeica)
Jorge Luis Plata | Enfrentamiento entre policías e integrantes de la APPO, 16 de Julio
Mario Jiménez Leyva | Motocicleta en llamas
Jorge Luis Plata | Integrante de la APPO detenido
Jorge Luis Plata | Enfrentamiento entre policías e integrantes de la APPO, 16 de Julio
Mario Jiménez Leyva | Quema de camiones
Max Núñez | APPOS detenidos
Mario Jiménez Leyva | Joven integrante de la APPO
detenido y golpeado
Jorge Luis Plata | Integrantes de la APPO detenidos y rapados
Gabriela León | “La ciudad es nuestra”
Gabriela León | “La ciudad es nuestra”
Baldomero Robles Menéndez | Enfrentamiento, 16 de Julio
Mario Jiménez Leyva | Detención de Emeterio
Mario Jiménez Leyva | Emeterio físicamente bien
Mario Jiménez Leyva | En el trayecto Emeterio fue golpeado
por los uniformados
Mario Jiménez Leyva | Golpiza de policías a Emeterio
Mario Jiménez Leyva | Emeterio gravemente herido
Heinrich Shultze | PFP en su “barricada” en el corazón del
Centro Histórico
Alejandro Echeverría | Serie “Huellas de papel”
Heinrich Shultze | Jóvenes aplicando un esténcil
207. Katie Orlinsky | Sin título
[ 159 ]
Créditos
Editor
Textos
Jorge Pech Casanova
Fernando Solana Olivares
Abraham Nahón
Luis Hernández Navarro
Fernando Matamoros Ponce
Michael Löwy
Rubén Leyva
Coordinación Editorial
Abraham Nahón
Jorge Pech Casanova
Sergio Santamaría
Traducciones
Emily Gorsline (Inglés)
Anne-Sophie Marie / Gabrielle Caron (Francés)
Damián Lescas (Italiano)
Marta Tawil (texto M. Löwy)
Fotógrafos
Luis Cruz (Oaxaca, México)
Jorge Luis Plata (Oaxaca, México)
Jorge Santiago (Oaxaca, México)
Diseño
Rubén Leyva
María del Rocío Gómez García
Fabrizzio Velasco Carmona (Oaxaca, México)
Juan Carlos Reyes (Oaxaca, México)
Edson Caballero Trujillo (México, D. F.)
Alicia Huerta Cortez (México, D. F.)
Impresión
CARTELES EDITORES - P.G.O. OAXACA, MÉXICO
e-mail: [email protected] | [email protected]
Barak Torres (Oaxaca, México)
Mario Jiménez Leyva (Oaxaca, México)
Baldomero Robles Menéndez (Oaxaca, México)
© Rubén Leyva
Primera Edición, Oaxaca, México, 2008.
Derechos Reservados Conforme a la Ley
Marcela Taboada (Puebla, México)
Bruno Varela (México, D. F.)
Félix Reyes Matías (Oaxaca, México)
© Marabú Ediciones
Domicilio fiscal:
Claveles No. 1, San Felipe del Agua
C.P. 68020, Oaxaca, Oaxaca.
[email protected]
Blanca Hernández (Oaxaca, México)
Juan Robles (México, D. F.) / Brizheyda Herrera (Oaxaca, Méx.)
Max Núñez (México, D. F.)
Alejandro Echeverría (Oaxaca, México)
Gabriela León (Morelos, México)
Memorial de Agravios Oaxaca, México, 2006, término
de imprimirse en el mes de noviembre de 2008, en los talleres
de Carteles Editores - P.G.O. Colón 605, Centro Histórico,
Oaxaca, Oax. La edición consta de 2,000 ejemplares.
Ezequiel Gómez Leyva (Oaxaca, México)
Katie Orlinsky (Estados Unidos)
Heinrich Shultze (Alemania)
Gregorie Korganow (Francia)
MARABÚ EDICIONES
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