(Porto, 18-19 de Abril de 2002) Palestras
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(Porto, 18-19 de Abril de 2002) Palestras
REVISTA PORTUGUESA SUPLEMENTO DE CIÊNCIAS VETERINÁRIAS X Encontro da Sociedade Portuguesa de Patologia Animal (Porto, 18-19 de Abril de 2002) Palestras TUMORES Y NÓDULOS CUTÁNEOS. PROTOCOLO PRÁCTICO DE DIAGNÓSTICO Y TRATAMENTO Luís Ferrer Universitat Autònoma de Barcelona, Barcelona, España Introducción 1. Los nódulos y tumores son un motivo frecuente de consulta com el veterinario. Los tumores cutáneos son los primeros por su incidencia en el perro (700 casos/ 10000/año) y los segundos en el gato. 2. Hay que diferenciar tumores y neoplasias; aunque los términos se utilizan de forma indistinta en la prática. 3. El protocolo de diagnóstico es el mismo en todos los casos de nódulos (simples o múltiples), tumores, neoplasias y quistes. 4. Antes de detallar el protocolo es importante señalar unos principios básicos: a) la gran mayoría de tumores/ neoplasias cutáneas son curables si se actúa adcuadamente. El pronóstico depende, sobre todo de la actuacíon del clínico, no del tipo de neoplasia; b) es importante actuar de forma rápida; no hay que observar los tumores. El diagnóstico y el tratamento precoces son las mejores armas; c) la oncología no es sólo un tema de especialistas. La mayor posibilidad de curar una neoplasia cutánea la tiene el veterinário generalista cuando lo detecta a tiempo y actúa correctamente; d) la citología y la histopatología son los procedimentos diagnósticos clave en el diagnóstico y tratamiento de las neoplasias cutáneas. Si no se realizam, todos los otros procedimentos son inútiles. 5. El protocolo de diagnóstico es, en esencia, el mismo que se utiliza en otros procesos y presentaciones dermatológicas. Protocolo de diagnóstico 1. Incluye: historia clínica completa, examen físico general y dermatológico, pruebas diagnósticas y tratamiento. 2. En la historia clínica, además de recoger la información general sobre el paciente y sus antecedentes hay que considerar desde cuando existen los nódulos o tumores y cual há sido la velocidad de crecimiento de los mismos. Hay que investigar también la existencia de signos o alteraciones extracutáneos. 3. El examen clínico debe ser completo y há de incluir el examen físico general (la neoplasia cutánea puede ser una metástasis o generar metástasis internas) y dermatológico (localización, número y tamaño de los tumores, movilidad, adherencias, linfadenopatías). Una vez acabado, si se sospecha una neoplasia hay que realizar una clasificación de la misma utilizando el sistema TNM. 4. En todos los casos hay que realizar una citología por aspiración de los nódulos y un estudio histopatológico. 5. El examen citológico permite en la mayoría de casos: i) saber si se trata de un nódulo inflamatorio o neoplásico, ii) identificar el tipo de inflamación (purulenta, eosinofílica, piogranulomatosa, granulomatosa) o de neoplasia (de células epiteliales, de células fusiformes o de células redondas) y, en caso de neoplasia, frecuentemente permite predecir si se trata de un proceso benigno o maligno (criterios de malignidad). En ocasiones (mastocitoma, leishmaniosis,...) la citología permite un llegar casi al diagnóstico definitivo. 6. La citología no es una alternativa al estudio histopatológico, que debe realizarse en todos los casos. Si el tumor es accesible y de pequeñas dimensiones, el estudio histopatológico puede realizarse después de la extirpación quirúrgica. En caso de neoplasias de grandes dimensiones, de tumores múltiples, de neoplasias que obliguen a un tratamiento muy agresivo (amputación, quimioterapia,...) el estudio debe hacerse también antes de la extirpación. Si el nódulo regional aparece aumentado de tamaño, también debe examinarse citológicamente. 7. El estudio histopatológico debe informar de: naturaleza inflamatoria, hiperplásica o neoplásica del tumor; tipo de neoplasia – nombre-; benignidad/malignidad; grado histológico (si existe para este tipo de neoplasia); invasión de tejidos próximos y de los bordes de resección. Si se há extirpado el nódulo linfático, éste debe también examinarse histológicamente. 8. En ocasiones puede estar indicado utilizar, métodos de diagnóstico por imagen (RX, ecografía, TAC, RNM) para completar el diagnóstico. Tratamiento 1. En la gran mayoría de casos el tratamiento de elección consiste en la extirpación quirúrgica completa de los tumores. Com la extirpación se persigue la curación 19 SUPLEMENTO definitiva, lo cual se consigue en aquellas neoplasias en las que no se han producido todavía metástasis ni ganglionares ni distantes. 2. En casos en los que se sospecha una neoplasia de baja malignidad se extirpa de forma completa el tumor, com un margen en toda la periferia el mismo de 1 cm de tejido sano como mínino. En sospechas de neoplasias malignas o com tendencia a la recidiva se amplía el margen (3 cm) o se realiza una cirugía radical o en bloc. Es muy importante el seguimeinto histológico de la extirpación (bordes de resección). Si los bordes aparecen infiltrados por células neoplásicas hay que intervenir en seguida, no hay que esperar a la recidiva. 3. Algunas neoplasias se tratan com quimioterapia: tumor venéreo trasmisible (vincristina), mastocitoma (cirugía-quimioterapia-radioterapia), linfomas (quimioterapia de combinación), histiocitosis (leflunomida). LEISHMANIOSIS CANINA: ACTUALIZACIÓN EN DIAGNÓSTICO Y TERAPÉUTICA Lluís Ferrer Universitat Autònoma de Barcelona, Barcelona, España Introducción En los últimos años se ha producido una revisión de los grandes paradigmas de las enfermedades infecciosas. Pensemos, que las bases de la comprensión, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades infecciosas fueron establecidos hace más de un siglo, por los padres de la microbiología (Postulados de Koch). En primer lugar, los límites entre las enfermedades infecciosas y las enfermedades no infecciosas se han difuminado. Se ha demostrado que agentes infecciosos son la causa (o una de las causas) de enfermedades hasta ahora consideradas de etiología no infecciosa. Un ejemplo es la participación de Helicobacter pylori en la patogenia de las úlceras gástricas de las personas. En segundo lugar, la relación entre infección y enfermedad se ha vuelto más compleja. El esquema simple de contagio, infección y enfermedad se ha demostrado incorrecto en muchos casos. Por ejemplo, se ha comprobado que no todos los perros infectados con Borrelia spp. desarrollan la enfermedad de Lyme; muchas infecciones tienen un curso asintomático. Finalmente, parece que la curación clínica no siempre va asociada a la completa eliminación del agente infeccioso. Cuando se aplican técnicas de elevada sensibilidad (PCR, nested PCR) es posible detectar los agentes infecciosos mucho después del tratamiento y de la curación clínica. La leishmaniosis canina constituye un excelente ejemplo de estos cambios conceptuales. La forma en que entendíamos la que es, probablemente, la enfermedad más importante del perro en la zona mediterránea, ha cambiado substancialmente. Hay un nuevo paradigma, 20 RPCV (2002) SUPL. 118: 17-46 que explica mejor los hallazgos de cada día de la clínica y que tiene notables implicaciones diagnósticas y terapéuticas. El viejo paradigma y el cambio Hasta ahora hemos considerado que: 1. La prevalencia de enfermedad en la zona mediterránea era de un 5% y la seroprevalencia algo mayor, en torno al 10%. 2. La mayoría (si no todos) de los perros infectados desarrollaban la enfermedad (a diferencia de lo que ocurría en los seres humanos) 3. Los animales infectados desarrollaban una respuesta humoral y se hacían seropositivos Sin embargo, dos líneas de investigación han cambiado estos postulados. Primero, los inmunólogos demostraron en el modelo experimental con L. major en el ratón que la respuesta inmunitaria juega un papel principal en la evolución de la infección. Así, en los ratones de líneas genéticas con deficiencias en la inmunidad celular (como la línea BALB/c) la infección progresa y aparece una grave enfermedad sistémica. Estos animales desarrollan una respuesta inmune de tipo humoral (T-helper 1) caracterizada por la producción de anticuerpos, que resulta ineficaz. Por el contrario, los animales de las líneas normales controlan la infección mediante una respuesta de tipo celular (Thelper-2). En este caso se activan linfocitos T (CD4+) que producen gamma-interferon, el cual activa los macrófagos capacitándolos para destruir los amastigotes. La base genética es, por tanto, fundamental en el control de la respuesta inmune y, a su vez, ésta es el principal factor del que depende la evolución de la infección. Más tarde se demostró, en un modelo experimental, que la situación en el perro es muy similar a la del ratón: no todos los perros infectados desarrollaban la enfermedad. Además, los perros enfermos presentaban una respuesta inmune de tipo humoral, mientras que los animales resistentes presentaban una respuesta de tipo celular (T-helper1; con fuerte producción de gammainterferon). Diferentes grupos de investigación (varios en España) demostraron también que los perros se comportan de la misma forma en la infección natural. Simultáneamente los estudios epidemiológicos demostraron que la incidencia de la infección es mucho más elevada de lo que se pensaba con anterioridad. Por ejemplo, un estudio realizado en Mallorca mediante el uso de la PCR en diferentes tejidos demostró que 2 de cada 3 perros se infectan con Leishmania. La gran mayoría de estos animales infectados persisten asintomáticos. Estudios similares realizados en el sur de Francia y en Portugal obtuvieron resultados parecidos. Finalmente, ambas líneas de investigación convergieron cuando se comprobó que los perros infectados que no desarrollaban la enfermedad tenían una respuesta inmune de tipo celular, efectiva y eran seronegativos mientras que los animales enfermos presentaban una respuesta humoral intensa (eran seropositivos) y pre- SUPLEMENTO sentaban una débil respuesta inmune celular. La situación en la población de perros probablemente no está tan polarizada como en los experimentos en ratones, hecho comprensible dada la existencia de muchas más variables en el campo que en el laboratorio (diversidad genética, variación en la infección, reinfecciones, infecciones concomitantes,...). En resumen, el nuevo paradigma estaba creado. El nuevo paradigma Puede resumirse de la siguiente forma: 1. La prevalencia de la infección es mucho mayor que lo que se suponía; probablemente, en zonas endémicas, más del 50% de perros se infectan. 2. Un buen porcentaje de los perros infectados elimina la infección o bien persiste sin síntomas clínicos (en cualquier caso no enferman). La prevalencia de la enfermedad se sitúa entre el 5% y el 10%. 3. Los animales infectados y asintomáticos presentan una respuesta celular específica frente a Leishmania y suelen ser seronegativos o presentar un título bajo de anticuerpos. 4. Los animales infectados enfermos presentan una respuesta de tipo humoral (son seropositivos) y una respuesta de tipo celular nula o débil. 5. Un animal concreto puede cambiar de resistente a sensible y a la inversa. Factores como tratamientos farmacológicos, infecciones, inmunosupresiones, neoplasias,... pueden cambiar el tipo de respuesta. Implicaciones en el diagnóstico 1. El diagnóstico es complejo. Hay que interpretar los resultados de cada técnica adecuadamente. Por ejemplo, una PCR positiva indica, únicamente, que el animal está infectado (como un frotis de MO positivo). Una serología positiva indica que ha habido infección y una respuesta de tipo humoral, de diferente magnitud en función del título (títulos muy elevados casi siempre van asociados a la enfermedad, títulos bajos o medios, no siempre). 2. El diagnóstico de leishmaniosis es siempre clínico; fundamentado en diferentes análisis, pero clínico. No hay una sola prueba que permita decir, sin explorar un perro, si el animal padece la enfermedad o no (no la infección). 3. Lo más adecuado es utilizar pruebas de diagnóstico (de infección, de anticuerpos,..) sólo cuando el paciente muestra signos clínicos compatibles. El comportamiento clínico a seguir en perros infectados pero clínicamente sanos es incierto. Son necesarios más datos para disponer de recomendaciones de fundamento científico. 4. Suele ser preciso combinar varias técnicas para establecer correctamente el diagnóstico. Las técnicas a utilizar se deciden en función del cuadro clínico y del paciente (por ej. en lesiones de piel una biopsia puede ser muy útil). RPCV (2002) SUPL. 118: 17-46 5. En muchos pacientes puede existir una causa asociada a la infección, causa que es la responsable de la expresión clínica. La presencia de parasitosis, infecciones hemáticas, malnutrición, neoplasias, tratamientos... deben investigarse en todo animal con leishmaniosis. Implicaciones en el tratamiento 1. La combinación de N-metil-glucamina (80-100mg/ kg/24 horas o mejor 40-50 mg/kg/12 horas; durante 1 mes) y alopurinol 10-20mg/kg/12 horas (mínimo 1 año) es muy efectiva en el control de la leishmaniosis. En casos de resistencia una alternativa es substituir la N-metil-glucamina por aminosidina o por anfotericina B. 2. Una alternativa que ya se está utilizando en medicina humana y que parece que pronto se comercializará en veterinaria es la Miltefosina. Se trata de un alquil-fosfolípido de elevada actividad leishmanicida que además tiene la ventaja de la administración oral. En la actualidad se está determinando la dosis más adecuada para uso en el perro (probablemente en torno a los 2-3 mg/kg/día). Los principales efectos colaterales son gastrointestinales (vómitos, diarrea). 3. Hay que ser conscientes de que la eliminación definitiva de la infección es muy rara sino imposible (múltiples estudios lo han demostrado). El tratamiento persigue reducir el número de parásitos y producir una fuerte recuperación de la respuesta inmune celular (linfocitos CD4 circulantes, test intradérmico con leishmanina, producción de gamma-interferon) 4. Tan importante como el tratamiento leishmanicida es el control de infecciones concomitantes (pioderma, ehrlichiosis,...) y el estado general del paciente. 5. El pronóstico debe emitirse de forma individualizada. La progresión de la respuesta inmune de tipo celular (incremento del test intradérmico, reducción del título de anticuerpos, aumento de los linfocitos CD4+ circulantes,...) es el mejor indicador de que el paciente avanza hacia la curación clínica. Bibliografia 1. Ashford, D.A., David, J.R., Freire, M., David, R., Sherlock, I., Eulalio, M.C., Sampaio, D.P., Badaro, R. (1998). Studies on control of visceral leishmaniasis: impact of dog control on canine and human visceral leishmaniasis in Jacobina, Bahia, Brazil. American Journal of Tropical Medicine and Hygine 59,53-57. 2. Belkaid, Y., Hoffman, K.F., Mendez, S., Kamhaki, S., Udey, M.C., Wynn, T.A., Sacks D.L. (2001). The role of interleukin (IL)-10 in the persistence of Leishmania major in the skin after healing and the therapeutic potential of anti-IL-10 receptor antibody for sterile cure. Journal of Experimental Medicine 194, 1497-1506 3. Berrahal, F., Mary, C., Roze, M., Berenger, A., Escoffier, K., Lamoroux, D., Dunan, S. (1996). Canine leishmaniasis: identification of asymptomatic carriers by polymerase chain reaction and immunoblotting. American Journal of Tropical Medicine and Hygine 55, 273-277. 4. Cabral, M., O’Grady, J.E., Gomes, S., Sousa, J.C., Thompson, H., Alexander, J. (1998). The immunology of canine leishmaniosis: strong evidence for a developing disease 21 SUPLEMENTO spectrum from asymptomatic dogs. Veterinary Parasitology 76,173-180. 5. Dietze, R., Barros, G.B., Teixeira, L., Harris, J., Michelson, K., Falqueto, A., Corey, R. (1997). Effect of eliminating seropositive canines on the transmission of visceral leishmaniasis in Brazil. Clinical Infectious Diseases 25, 1240-1242 6. Dye, C., Killick-Kendrick, R., Vitutia, M.M., Walton, R., Killick-Kendrick, M., Harith, A.E., Guy, M.W., Canavate, M.C., Hasibeder, G. (1992). 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Pinelli, E., Killick-Kendrick, R., Wagenaar, J., Bernardina, W., del Real, G., Ruitenberg, J. (1994). Cellular and humoral immune response in dogs experimentally and naturally infected with Leishmania infantum. Infectious Immunology 62, 229-235. 11. Pinelli, E., Gonzalo, R.M., Boog, C.J., Rutten, V.P., Gebhard, D., del Real, G., Ruitenberg, E.J. (1995). Leishmania infantum-specific T cell lines derived from asymptomatic dogs that lyse infected macrophages in a major histocompatibility complex-restricted manner. European Journal of Immunology 25, 1594-1600. 12. Pinelli, E., Rutten, V.P., Bruysters, M., Moore, P.F., Ruitenberg, E. (1999). Compensation for decreased expression of B7 molecules on Leishmania infantum-infected canine macrophages results in restoration of parasite-specific T-cell proliferation and gamma interferon production. Infectious Immunology 67, 237-243. 13. Killick-Kendrick, R., Killick-Kendrick, M. (1999). 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The ibizian hound presents a predominantly cellular immune response against natural Leishmania infection. Veterinary Parasitology 90, 37-45. 18. Solano-Gallego L., Riera C., Roura X., Iniesta L., Gallego M., Valladares J.E., Fisa R., Castillejo S., Alberola J., Ferrer L., Arboix M., Portús M. (2001). Leishmania infantum-specific 22 RPCV (2002) SUPL. 118: 17-46 IgG, IgG1 and IgG2 antibody responses in healthy and ill dogs from endemic areas. Evolution in the coursse of infection and after treatment. Veterinary Parasitology 96, 265-276 19. Solano-Gallego L., Morell P., Arboix M., Alberola J., Ferrer L. (2001). Prevalence of Leishmania infantum infection in dogs living in an area of canine leishmaniosis endemicity using PCR on several tissues and serology. 2001. Journal of Clinical Microbiology 39, 560-563 20. Zaffaroni, E., Rubaudo, L., Lanfranchi, P., Mignone, W. (1999). Epidemiological patterns of canine leishmaniosis in Western Liguria (Italy). Veterinary Parasitology 81, 11-19. INFLAMMATORY SKIN DISEASES Claudia von Tscharner, Monika Welle and Maja Suter Institute for Animal Pathology, Interdisciplinary Dermatology Unit, University of Bern The pattern analysis approach to the diagnosis of inflammatory skin diseases in humans was invented by A.B. Ackermann in 1978. Pattern analysis is a morphological approach rather than an etiologic or pathogenic one. The pattern concept was adapted for diagnostic veterinary dermatopathology and still is in a process of evolution. The categories used in pattern analysis are as follows: 1) Perivascular dermatitis; 2) Interface dermatitis; 3) Vasculitis; 4) Intraepidermal vesicular/pustular dermatitis; 5) Subepidermal vesicular/pustular dermatitis; 6) Folliculitis, perifolliculitis and furunculosis; 7) Nodular and/or diffuse dermatitis; 8) Panniculitis; 9) Atrophic dermatosis. Perivascular Dermatitis To understand this pattern one has to be familiar with the normal vascular architecture in the skin. There are three major plexuses of blood vessels. The superficial plexus supplies, as is indicated by its name, the superficial dermis and the epidermis. The middle plexus sends branches to the hair follicles and the adnexal glands. The deep plexus serves the deep dermis and the junction of the panniculus. You have to be aware of the fact that all inflammatory cells are initially located in a perivascular area, since they reach the skin by this way. Of all the inflammatory reaction patterns, perivascular dermatitis is the most common and unfortunately the least diagnostic. The diagnostic approach to pattern analysis includes: 1) Distribution of the infiltrate According to the involvement of the vascular plexuses you find the following distribution patterns: - Superficial perivascular dermatitis à superficial plexus only (all animals). - Periadnexal à middle plexus only (all animals). - Superficial and deep perivascular dermatitis à superficial and deep plexus - exclusively (cat and horse). SUPLEMENTO - Deep perivascular dermatitis à all three plexuses involved (all animals, but mainly dog). In a chronic stage the distribution of the infiltrate often becomes so-called ‘interstitial’. This means, that the inflammatory cells migrate in the dermis between the collagen fibers. 2) Nature of the infiltrate The perivascular infiltrate is invariably mixed. - Neutrophils indicate that the lesion is either acute or ongoing (chronic-active). In the later mononuclear cells (lymphocytes and plasma cells) are mixed with neutrophils. Neutrophils indicate often the presence of pyogenic bacteria (skin disease with microbial aetiology or self trauma). - Lymphocytes are present in the normal dermis and belong to the skin-associated lymphoid system (SALT). It is important to have a “feeling” about the normal background population of lymphocytes. Increased numbers of lymphocytes and plasma cells in skin lesions indicate na immune response to strong antigenic stimuli. - Predominance of plasma cells is mainly associated with chronic bacterial infections. - In the dog, large numbers of eosinophils suggest ectoparasites, fleabite hypersensitivity, food allergy or herpesvirus infection in cats. In the cat mast cells are often predominating these latter lesions. In the cat, horse and bovine eosinophils are frequent and often difficult to interpret. Especially in the horse eosinophils are seen in most skin biopsies. - In the dog, mast cells are increase in allergic dermatitis, while in the cat they are normally quite frequent in the dermis. 3) Associated epidermal changes a) Hyperkeratosis: This is an increased thickening of the cornified layer due to increased epidermal turnover or delayed shedding of squames. Two different types of hyperkeratosis are known: orthokeratotic (anuclear, keratinised cells) or parakeratotic (nucleated, abnormally keratinised cells). Changes can be generalised or focal. Orthoand parakeratotic hyperkeratosis occurring in alternating layers are indicative of episodic changes in epidermopoiesis. In orthokeratotic hyperkeratosis it is important to distinguish between basket-weave and compact hyperkeratosis. Basket-weave hyperkeratosis is frequently seen in endocrine dermatosis, seborrhoea and dermatophytosis. Compact hyperkeratosis is a sign of long-term external trauma to the skin (pruritus à licking). Mild ichthyosis in the Golden Retriever presents with compact orthokeratotic hyperkeratosis only. Parakeratosis indicates abnormal cornification and results in the retention of pyknotic nuclei in the cornified layer. If the parakeratosis is patchy and in conjunction with spongiosis it is part of the dermatitis reaction. Special attention should be given when the parakerato- RPCV (2002) SUPL. 118: 17-46 sis is widespread, involves the follicular ostia, or is not associated with spongiosis. Then think of: - Superficial necrolytic dermatitis (hepatocutaneous syndrome) - Zinc -responsive dermatosis - Thallium poisoning b) Hyperplasia of the epidermis: Epidermal hyperplasia is an increase in thickness of the epidermis due to na increase in the number of keratinocytes. Epidermal hyperplasia is also known as acanthosis but this term refers only to hyperplasia of the stratum spinosum. Epidermal hyperplasia is the result of a rapid response of the epidermis to injury. significance. The most recent classification (A.A.Stannard, ESVD 1995) is as follows: Regular: diffuse uniform increase in thickness without formation of rete ridges. Irregular: formation of rete ridges, uneven in shape and depth of dermal penetration. Psoriasiform: rete ridges of even width and depth. Papillated: epidermis develops a folded appearance with projections above the normal skin surface. Pseudo-epitheliomatous: invasive form of acanthosis simulating a squamous cell carcinoma. Occurs most often at the borders of chronic ulcerations. c) Oedema of the epidermis: Intercellular oedema in the epidermis = Spongiosis. Spongiosis results in the separation of keratinocytes by oedema fluid and can lead to formation of spongiotic vesicles. It is common in various inflammatory processes and non-diagnostic. If it is associated with other diagnostic features the following should be considered: - All acute inflammatory processes. - Patchy spongiosis in conjunction with lymphocytic exocytosis à think of Malassezia dermatitis or atopic dermatitis. - Diffuse spongiosis is seen particularly in: Feline eosinophilic plaques; Zinc-responsive dermatosis; Irritant contact dermatitis. d) Intracellular Oedema: Epidermal intracellular oedema represents a degenerative change of keratinocytes with formation of vacuoles. Hydropic degeneration (intracellular oedema); mainly of importynce if affecting the basal cell layer and the outer root sheath of the hair follicle à points directly to the interface group of dermatosis. It occurs in: Lupus erythematosus; Dermatomyositis; Drug eruptions; Erythema multiforme; Paraneoplastic exfoliative dermatitis (thymoma). “Epidermal Pallor” (intracellular edema of the stratum spinosum) has some diagnostic use. It occurs in: Superficial necrolytic dermatitis (hepatocutaneous syndrome). Ballooning Degeneration (intracellular edema in all layers of the epidermis) is seen only rarely. It occurs in: Viral infections (poxvirus, picornavirus, feline herpesvirus-1, papillomavirus). e) Exocytosis: 23 SUPLEMENTO Migration of inflammatory cells into the epidermis. It is frequently associated with spongiosis. It occurs in: Any dermatitis. Lymphocytic exocytosis is suggestive of: Atopic dermatitis; Malassezia infection; Epitheliotropic T-cell lymphoma (Mycosis fungoides); Cell-rich erythema multiforme. Eosinophilic exocytosis is suggestive of: Allergic dermatitis (e.g. flea allergy); Sarcoptic mange; Other ectoparasites. Neutrophilic exocytosis is suggestive of: Superficial bacterial infections. f) Epidermal necrosis: Focal areas of necrosis in the epidermis and superficial dermis: Self trauma. ‘Punched out’ area of necrosis in the epidermis and dermis: Look for vasculitis. Widespread coagulation necrosis: Toxic epidermal necrolysis (TEN); Thermal burns. g) Apoptotic cells: A rare apoptotic keratinocyte can be found in any inflammatory skin disease. Larger numbers suggest: Erythema multiforme (entire epidermis) ; Epitheliotropic T-cell Lymphoma (entire epidermis); Systemic and cutaneous lupus erythematosus (basal cell layer); Dermatomyositis (basal cell layer). Satellitosis describes the clustering of mononuclear cells around dead keratinocytes. h) Acantholysis: Loss of cohesion between keratinocytes leads to intraepidermal vesicle formation with free, round keratinocytes within the vesicle. The free keratinocytes are called acantholytic cells. It occurs in: Pemphigus complex; Epidermal mycotic infections (Microsporum persicolor); Superficial bacterial skin infections. Interface Dermatitis This reaction pattern means a lesion that targets the lower level of the epidermis and the upper level of the dermis à interface. The basal cell damage consists either of hydropic degeneration and/or apoptosis. There are two types: Cell-poor (few inflammatory cells; main lesion are damaged basal cells); Cell-rich (band-like mononuclear infiltration at the dermo-epidermal junction obscuring the junction, in addition to basal cell damage). You will also find “hydropic” for cell poor and “lichenoid” for cell rich in the literature. As lichenoid is used in different ways by different dermatopathologists, we prefer to classify interface dermatitis as cell-poor and cell-rich. 1) Cell-poor interface dermatitis - Dermatomyositis à pathogenesis is still controversial [immune-mediated vasculitis (Julie Yager); infectious (Gail Kunkle); link to canine lupus (Anne Hargis and Lynn Schmeitzel]. 24 RPCV (2002) SUPL. 118: 17-46 - Drug eruption TEN-type à extensive coagulation necrosis of the epidermis, few or no inflammatory cells in the dermis. It is important to realise, that there are different histological patterns for drug eruptions. - Feline exfoliative dermatitis associated with thymoma à discrete lesions; hydropic degeneration of basal cells; apoptotic cells also suprabasal; mild mononuclear exocytosis. - Vaccine-induced alopecia (vaccine-induced ischemic dermatopathy) resembles dermatomyositis. - Lupus erythematosus (CLE and SLE) à although in the majority of cases lupus is associated with a cell-rich interface dermatitis, especially the chronic form can be cell-poor. 2) Cell-rich interface dermatitis a) Infiltrate mainly lymphocytic - Systemic and cutaneous lupus erythematosus à band-like infiltrate of lymphocytes with fewer numbers of plasma cells and occasional histiocytes and mast cells; hydropic degeneration and/or apoptosis of basal cells. - Erythema multiforme (EM) à interface pattern with many apoptotic keratinocytes at all levels of the epidermis. - Epitheliotropic T-cell Lymphoma (Mycosis Fungoides) à not a dermatitis reaction but a neoplastic disease; subepidermal band-like infiltration of neoplastic lymphocytes; lymphocytic exocytosis into all layers of the epidermis; apoptotic cells in spinous layer; Pautrier microabscesses can be present. In early stages, the disease may be difficult to differentiate from a cell-rich interface dermatitis. - Feline exfoliative dermatitis associated with thymoma à although most cases are cell-poor, cell-rich forms have been seen. b) Subepidermal band-like infiltrate without interface change A band-like infiltrate can also occur without epidermal damage. The inflammatory infiltrate does not obscure the dermo-epidermal junction: - Most inflammatory lesions at the mucocutaneous junctions and at the footpads (Mucocutaneous pyoderma; Plasmacellular pododermatitis). - Band-like mastocellular infiltration in cats (Allergic dermatitis). - Vogt-Koyanagi-Harada-like syndrome à band-like histiocytic infiltration at the dermo-epidermal junction . Histiocytes clearly predominate over lymphocytes and plasma cells; pigmentary incontinence; rarely apoptotic keratinocytes in the basal cell layer may be present (mild sign of interface dermatitis). Vasculitis Inflammatory cells infiltrate the vessel wall and accumulate around the blood vessel. This is a very difficult diagnosis. Large or small vessels can be affected. The terms vasculopathy and vasculitis are used variably by SUPLEMENTO pathologists. Some use “vasculitis“ only in cases with presence of inflammatory cells within the vascular wall. Cases with vascular wall damage but absence of intramural inflammatory cells are referred to as vasculopathy. Other pathologists use cell-rich vasculitis for the first and cell-poor vasculitis for the latter lesions. The following diagnostic criteria are suggestive of a vasculitis: Areas of microhaemorrhage and “nuclear dust”; Tight perivascular cuffs of inflammatory cells in the deep dermis; Atrophic hair follicles (sign of hypoxia); Sharply demarcated coagulation necrosis of the epidermis and the underlying dermis; Hyalinised collagen. According to the inflammatory infiltrate the following types are recognised: Neutrophilic vasculitis (Immunemediated; Drug-induced; Infectious (bacterial, viral) à leishmaniasis, rickettsiosis; Lupus erythematosus; Dermatomyositis; Leukocytoclastic vasculitis of the nose of Scottish Terriers; Plasmacellular pododermatitis; Cold agglutinin diseases; Septicemia. Lymphocytic vasculitis: Drug induced; Dermatomyositis; Rabies vaccine-induced panniculitis; Familial cutaneous vasculopathy of German Shepherd dogs. Eosinophilic vasculitis: Arthropod-/insect-induced eosinophilic pustular dermatitis and folliculitis; Culicoides hypersensitivity; Habronemiasis; Collagenolytic granuloma. Vasculopathy (cell poor): Dermatomyositis; Rabies vaccine-induced panniculitis; Solar-induced vasculopathy of the horse; Familial cutaneous vasculopathy of German Shepherd dogs; Lupoid dermatosis of dogs; Cutaneous and glomerular vasculitis in greyhounds; Vasculitis of the pastern area with dermatophilosis. The leukocytoclastic type of the neutrophilic vasculitis is the most frequent form of vasculitis. Intraepidermal vesicular/bullous and pustular dermatitis Vesicles, bullae or pustules in the epidermis can be located in the different epidermal layers: The following facts help to identify specific entities within this group of vesiculopustular disorders: Location (Subcorneal; Intragranular; Panepidermal; Suprabasilar). The location is an important diagnostic or rule-out clue. It is therefore very important to biopsy intact vesicles, bullae or pustules if they are present. Formation of vesicles and bullae by: Spongiosis; Intracellular oedema; Acantholysis; Cleavage (frictional). Predominant cell type in pustules: Neutrophil-rich. This is the most common pattern, and is a feature of superficial bacterial infections of the skin but also occurs in non-infectious conditions, including some immune-mediated diseases (e.g. Pemphigus foliaceus). Eosinophil-rich pustules most commonly occur in parasitic diseases but can also be seen in some allergic, autoimmune or idiopathic conditions. RPCV (2002) SUPL. 118: 17-46 Mononuclear cell-rich pustules are rare. They are also referred to as Pautrier’s microabscesses and are pathognomonic for epitheliotropic T-cell lymphoma (Mycosis Fungoides). 1) Intraepidermal pustular dermatitis predominantly neutrophilic - Superficial pyoderma à pustules are commonly located subcorneal and filled with mature, often degenerate neutrophils. Bacterial colonies are often not apparent in the pustule. The stratum spinosum at the base of the pustule is often spongiotic containing neutrophils. Inflammatory crusts with degenerate neutrophils mark the end stage of a previous pustule. - Pemphigus foliaceus à (autoantibodies to Desmoglein 1) pustules are located subcorneal or intragranular in the epidermis or the infundibular epithelium of the follicles; acantholytic cells between well preserved neutrophils; band-like or superficial perivascular infiltrate consisting mainly of lymphocytes, plasma cells and mast cells with occasional neutrophils. In crusts the acantholytic cells are no longer viable and therefore have a pyknotic nucleus and a hypereosinophilic cytoplasm. 2) Intraepidermal pustular dermatitis predominantly eosinophilic Insect bite dermatitis à variety of insects involved; flea bite and sarcoptic mange lesions are common; microabscesses and spongiform pustules with eosinophils; the main pattern is perivascular, eosinophil-rich. 3) Intraepidermal vesicular dermatitis with minimal inflammation - Pemphigus vulgaris à (autoantibodies to Desmoglein 3) suprabasilar clefts or vesicles with acantholytic cells; basal keratinocytes remain attached to the basement membrane like a row of “tombstones”. - Paraneoplastic pemphigus à (autoantibodies against envo- and periplakin) suprabasal cleft formation like pemphigus vulgaris plus erythema multiforme-like lesions. Subepidermal vesicular pustular dermatitis This pattern is characterized by a split at the dermoepidermal junction. The roof of the vesicle is made up of the full thickness epidermis The chief pitfall is artefactual separation of the dermis from the epidermis caused by poor biopsy technique or insufficient fixation. Subepdiermal vesicular diseases must also be differentiated from subepidermal blistering secondary to basal cells damage such as dermatomyositis, bullous lupus and bullous drug eruption. In these later diseases the blister roof is ragged, while in the real subepidermal vesicular diseases basal cells are intact and form a smooth surface of the blister roof. In addition, missing apoptosis of basal keratinocytes is an important diffe25 SUPLEMENTO rentiating feature. Differentiation within this group, however, is often only possible by using immunohistochemistry and/or molecular biological methods. Autoimmune Diseases: - Bullous pemphigoid à (autoantibodies to NC16A domain of BP II antigen = collagen XVII) vesicles and bullae in well selected biopsies. Because of the split formation in the lamina lucida, the PAS positive lamina densa lies at the base of the vesicle; eosinophils predominate within the vesicle/pustule; mild mixed cellular infiltration in the superficial dermis. - Mucous membrane (cicatricial) pemphigoid à (autoantibodies to collagen XVII, in the majority of cases the NC16A domain) lesions predominate in the oral cavity and also occur at mucocutaneous junctions and mucosae; histologically blistering with no inflammation or few eosinophils, neutrophil and mononuclear cells in the vesicle; separation as in BP in the lamina lucida. - Epidermolysis bullosa aquisita à (autoantibodies to collagen VII) separation within the anchoring fibers; the PAS positive lamina densa remains at the blister roof; mostly infiltration of neutrophils at the dermo-epidermal junction before blister formation and therefore pustules filled with neutrophils early on in the blistering process; mild band-like predominantly marked neutrophilic infiltration in the superficial dermis. - Linear IgA dermatosis à (autoantibodies to LAD-1 = soluble, extracellular part of collagen XVII) vesicle formation within the lamina lucida without inflammatory cells of with few neutrophils. Inherited Blistering Diseases: - Junctional epidermolysis bullosa à (defect in anchoring filament protein laminin-5), separation within the lamina lucida; epidermis and hair follicles can be involved; no inflammatory infiltrate. - Dystrophic epidermolysis bullosa à (inherited defect of collagen VII = anchoring fibers); separation within the sublamina densa, PAS positive lamina densa remains at the blister roof; blister formation without inflammatory cells initially. Caution: secondary cleft formation after basal cell damage (blister roof is ragged and uneven): Dermatomyositis; Lupus erythematosus (bullous form); Bullous drug eruption; Sun induced blisters. Perifolliculitis, folliculitis and furunculosis 1) Perifolliculitis Inflammation of the periadnexal vasculature without involvement of the follicular wall. This can be a sign of an old folliculitis in remission, especially in conjunction with perifollicular fibrosis and large numbers of plasma cells. 2) Folliculitis Folliculitis can be subdivided as follows: a) Mural folliculitis; b) Luminal folliculitis Mural folliculitis: Inflammation targets the wall of the follicle without involvement of the follicular lumen. 26 RPCV (2002) SUPL. 118: 17-46 a. Interface mural folliculitis - Demodicosis à often mild lymphocytic infiltration of the upper portions of the hair follicle with vacuolar degeneration of basal cells; pigmentary incontinence around all parts of the follicle. This pattern is often the only one present with low numbers of mites. - Lupus erythematosus à concurrent with epidermal lesions; vacuolar degeneration and/or apoptosis of basal cells; perifollicular band-like infiltrate of lymphocytes and plasma cells in cutaneous lupus. - Erythema multiforme à similar to lupus, but transmural apoptosis in the follicular infundibulum - Ischaemic dermatopathy à cell poor interface mural folliculitis; “fading follicles”. Dermatomyositis and rabies vaccine reaction are two examples. - Dermatophytosis à interface vacuolar degeneration and mild lymphocytic infiltration. b. Infiltrative mural folliculitis - Sebaceous adenitis à mild lymphocytic and/ or histiocytic mural folliculitis in conjunction with sebaceous gland atrophy. - Epitheliotropic T-cell lymphoma à Similar to the epidermis the follicular wall can be infiltrated by lymphocytes. In some biopsies the follicular involvement is more prominent than the epidermal (this phenomenon is not restricted to feline mycosis fungoides). - Feline idiopathic mural folliculitis à lymphocytic and histiocytic infiltration of the follicular wall. This is still a poorly defined disease. Some cases probably match into the sebaceous adenitis category, others into mycosis fungoides. - Equine linear alopecia à severe infiltration of mainly lymphocytes, some histiocytes and giant cells through the entire follicular wall of the infundibulum and isthmus; progression to follicular degeneration. - Pseudopelade à (autoimmune reaction against the follicular epithelium of the isthmus) predominantly lymphocytic mural infiltration. c. Necrotizing mural folliculitis - Eosinophilic furunculosis à severe eosinophilic infiltration and destruction of the follicular wall; nodular to diffuse dermatitis with eosinophils predominant. This lesions result often from insect bites or stings. - Feline Mosquito bite hypersensitivity à similar to canine eosinophilic furunculosis but less severe follicular involvement; follicular rupture is absent. - Equine Culicoides hypersensitivity à in some cases similar lesions as described under feline mosquito bite hypersensitivity. - Feline idiopathic destructive folliculitis à severe mixed infiltration of the isthmus with destruction of the follicular wall; variable, often striking follicular mucin deposition (also called: feline degenerative mucinotic mural folliculitis). d. Pustular mural folliculitis Frequent pattern in pemphigus foliaceus and erythematosus; pustules have the same morphology as in the epidermis. SUPLEMENTO e. Bulbitis Alopecia areata à predominantly lymphocytic infiltration of the follicular bulb; peribulbar lymphocytic infiltration; lesions can be very mild; the so called “swarm of bees” is very rare; the hairs in the affected follicles are dystrophic. End-stage alopecia areata shows follicular atrophy. Luminal folliculitis shows evidence of inflammation throughout the follicular wall with involvement of the follicular lumen and often the hair shaft. Neutrophilic - Staphylococcal infection, superficial or deep à neutrophils predominate in the follicular lumen; progresses often to furunculosis; perivascular to interstitial infiltration with mainly neutrophils in early lesions; in older lesions plasma cells predominate. Eosinophilic/Neutrophilic - Dermatophytosis à same lesions as bacterial, but eosinophils are sometimes present; possibly associated with a mild interface folliculitis. 3) Furunculosis Ruptured hair follicles due to inflammatory damage. The lesion is pyogranulomatous. Since it is nodular, it may be initially confused with a nodular/diffuse pattern. The identification of the involvement of the follicles makes however correct designation possible. Sometimes this is quite difficult as all that is left of the follicle may be remnants of hair shaft or fragments of keratin. - Demodicosis à pyogranulomatous furunculosis often together with a pyogranulomatous sebaceous adenitis. Nodular and/or diffuse dermatitis The dermis is obliterated by infiltrating inflammatory cells either forming nodules or diffuse sheets. Inflammatory cell types are indicative of the possible aetiology. "Check if the nodular pattern is follicular or not" The following classification refers to non-follicular nodular pattern. Classification - Neutrophils predominate: Cutaneous abscess, usually bacterial; Juvenile cellulitis. - Macrophages predominate (granulomatous): typically persistent infectious agents such as facultative intracellular bacteria (Atypical mycobacteria (= rapidly growing mycobacteria); Leishmania; Foreign bodies; Other protozoa (e.g. Ehrlichia); Microfilaria. - Neutrophils and macrophages (pyogranulomas). Furunculosis has to be ruled out (Fungal infections such as blastomycosis; Sterile pyogranuloma; Sebaceous adenitis). - Eosinophils predominate: Nodular parasitic lesions such as equine Habronemiasis or canine Dirofilariasis; Eosinophilic granuloma of cats and horses. Three pathological processes are associated with eosinophilic infiltration. - Flame figure à focal degeneration of collagen associated with the degranulation of eosinophils; occurs in RPCV (2002) SUPL. 118: 17-46 all species and can be found in a variety of inflammatory diseases and in mast cell tumours. - Eosinophilic mush à focal coagulation necrosis of eosinophils. It occurs in the horse and is a diagnostic feature of habronemiasis but is also found in axillary nodular necrosis and mastocytosis. - Collagenolysis à a special type of collagen degeneration, which acts as a foreign body and elicits a granulomatous response. It occurs in feline and equine collagenolytic granuloma. - Lymphocytes predominate à in “pseudolymphoma”, and other situations in which there is intense local immunological stimulation: vaccine reactions; tick bites; sebaceous adenitis. The main differential diagnosis is cutaneous lymphoma. Panniculitis Panniculitis refers to inflammation of the subcutaneous layer of the skin. There is overlap of panniculitis with other patterns of inflammatory skin disease. There are three major types: 1) Lobular panniculitis in which the lobules of fatty tissue are primarily affected; 2) Septal panniculitis in which the lesion is centered on the interlobular connective tissue; 3) Diffuse panniculitis in which both compartments are affected. The diffuse type is the most common in the dog and the septal type is the most common in the cat. The most common inflammatory type of panniculitis is pyogranulomatous. Panniculitis may also be neutrophilic, or lymphocytic. In septal panniculitis, it is important to check for vasculitis. Neutrophilic Panniculitis occurs in: Cellulitis; Subcutaneous abscesses; Foreign body reaction; Panniculitis; Feline nutritional pansteatitis. Lymphocytic Panniculitis occurs in: Vaccine reactions; Lupus panniculitis. Pyogranulomatous Panniculitis occurs in: Idiopathic nodular panniculitis; Foreign body reactions; Injection site pyogranuloma; Deep mycotic infections; Atypical mycobacteriosis; Feline leprosy; Filamentous bacterial infections (Actinomyces, Actinobacillus, Nocardia and Botryomycosis) form “Club” colonies (Splendori-Hoeppli). Atrophic dermatoses This pattern does not describe an inflammatory lesion. It has been included in the pattern analysis to describe the non-inflammatory lesions in the skin characterized by atrophic changes. The following features point towards atrophic dermatoses: Follicular atrophy (mainly telogen or catagen hair follicles); Atrophy of sebaceous glands; Epidermal atrophy (most likely seen in the infundibulum); Dilated infundibula; Dermal atrophy. Atrophic changes of the adnexal structures: Endocrinopathies; Follicular dystrophies; Paraneoplastic alopecia; End stage sebaceous adenitis; End stage alopecia areata.; Ischemic dermatopathy. Follicular atrophy occurs in: Endocrinopathies; Folli27 SUPLEMENTO cular dystrophies; Vasculopathy (ischemic dermatopathy); Dermatomyositis; Color dilution alopecia; Pancreatic paraneoplastic alopecia; End-stage alopecia areata Dilatation of infundibula are present in: Endocrinopathies. Epidermal atrophy with involvement of the follicular infundibula occurs in: Hyperadrenocorticism. Atrophy of sebaceous glands is present in: Hyperadrenocorticism; End-stage sebaceous adenitis. Dermal atrophy is seen in: Hyperadrenocorticism (some cases); Some forms of Ehlers Danlos Syndrome. LA FIEVRE APHTEUSE, SON DIAGNOSTIC CLINIQUE ET DIFFERENTIEL Jean-Marie Gourreau Laboratoire D’Études et de Recherches en Pathologie Animale et Zoonoses, Unité d’Epidémiologie Agence Française de Securite Sanitaire des Aliments (afssa), France Les manifestations cliniques de la maladie Commune aux ruminants et aux porcins, tant domestiques que sauvages, la fièvre aphteuse est une maladie généralisée qui s’extériorise avant tout par des lésions cutanéo-muqueuses apparaissant dans les 24 à 48 heures qui suivent l’invasion de l’organisme par le virus. Comme son nom l’indique, cette maladie se traduit par l’apparition d’aphtes – lesquels résultent de la coalescence de vésicules – qui, en quelques heures, se rompent pour donner naissance à des ulcères dits superficiels car, à l’inverse des ulcères profonds, ils n’atteignent pas le derme ni les tissus sous-jacents. 12 à 24 heures plus tard, un tissu de néoformation commence à combler le fond de ces ulcères, la cicatrisation complète de la lésion étant obtenue, en l’absence de surinfections, en une huitaine de jours. Il faut toutefois tenir compte du fait que toutes les lésions n’évoluent pas en même temps, les aphtes secondaires apparaissant huit à douze heures après l’aphte primaire, ce laps de temps correspondant au cycle de réplication cellulaire du virus. Ainsi, chaque stade lésionnel de la fièvre aphteuse peut se rencontrer durant 48 heures et évoluer de façon concomitante d’autres stades plus ou moins avancés. A - Bovins et porcins Chez les espèces très sensibles au virus telles que les bovins ou les porcins, ces lésions se rencontrent classiquement dans la bouche, sur les mamelles et au niveau des pieds. Dans la bouche, on les observe préférentiellement sur la langue, les gencives et la face interne des lèvres, mais le palais et les autres parois de la cavité buccale peuvent être également atteints. Chez le porc en outre, l’un des sites d’élection des aphtes est le groin, la vésicule pouvant atteindre un diamètre de 2 centimètres! Ces lésions sont extrêmement douloureuses, entraî28 RPCV (2002) SUPL. 118: 17-46 nant un abondant ptyalisme et une incapacité de la déglutition. En effet, lorsque l’on saisit la langue d’un bovin en phase clinique de la maladie, une grande partie de l’épithélium lingual affecté se détache par lambeaux, lesquels restent dans la main. Le derme apparaît alors à vif mais intact, son intégrité étant visualisée par la présence des papilles dermiques en relief et l’absence de toute hémorragie. Ce qui s’explique aisément si l’on garde à l’esprit que les vaisseaux sanguins sont totalement absents de l’épiderme et n’atteignent pas le corps muqueux de Malpighi, espace séparant le derme de l’épiderme. Or, dans le cas de la fièvre aphteuse, le clivage occasionné par la formation de la vésicule se situe précisément à ce niveau. Des lésions du même type se rencontrent sur les trayons: les aphtes, plus fréquemment situés à leur extrémité distale, peuvent occuper la quasi-totalité du trayon et, même, chez la truie, remonter sur la mamelle. Mais, à l’inverse de ce que l’on observe chez les bovins, ils se surinfectent rapidement, par suite de l’inoculation de germes buccaux ou environnementaux par les porcelets lors de la têtée. A leur début, tout au moins, les lésions podales de la fièvre aphteuse se situent sur le bourrelet coronaire de l’onglon et/ou dans l’espace interdigité. Comme dans la bouche, l’aphte, qui résulte de la coalescence de plusieurs vésicules, se surinfecte rapidement du fait des souillures du milieu extérieur et se transforme en pustule: celle-ci éclate rapidement, laissant place à un ulcère surinfecté que l’on devra laver soigneusement pour le visualiser correctement. Ces lésions cutanéo-muqueuses sont toujours accompagnées de signes généraux graves : abattement, hyperthermie et anorexie étant les signes cliniques dominants. La douleur entraîne une incapacité à se déplacer et, chez les porcins, lorsque l’on force l’animal à le faire, il marche «sur des aiguilles», c’est-à-dire sur l’extrémité de ses onglons. Sa température est de 39,5 – 40°C, voire davantage chez les porcins. En outre, il est souvent prostré, et l’une des caractéristiques de la maladie lorsque l’on pénètre dans un élevage atteint, est le silence inhabituel qui y règne, les animaux ne manifestant aucune surprise à l’arrivée d’une personne étrangère, comme ils le font généralement. Quand il y a de la mortalité, celle-ci s’observera exclusivement chez les porcelets à la mamelle. Des avortements peuvent être observés mais ils ne sont nullement caractéristiques de la maladie. Rappelons enfin que la fièvre aphteuse est la maladie la plus contagieuse du bétail, tout au moins sous nos latitudes. Aussi n’est-il pas rare de trouver un grand nombre de bêtes – sinon la quasi-totalité d’entre elles, jeunes comme adultes – malades lors de la visite du vétérinaire, si précoce soit-elle. Sur le plan épidémiologique, il faut également garder à l’esprit que cette maladie sévit très généralement durant les périodes froides de l’année, l’incidence maximale se situant aux environs de février et de mars. SUPLEMENTO B - Petits ruminants Dans le cas des espèces peu sensibles comme les ovins et les caprins, les symptômes sont beaucoup plus frustes. Les boiteries sont peu fréquentes, l’anorexie peu visible. L’attention de l’éleveur n’est attirée que par la présence d’avortements et de mortinatalités en nombre inhabituel. Seuls quelques rares animaux présentent des lésions podales ou buccales frustes et fugitives, sous la forme de petits ulcères buccaux ou interdigités. Ils succèdent bien évidemment à un stade vésiculeux qui passe inaperçu et cicatrisent en 48 heures ou 3 jours. C - Espèces sauvages Les animaux sauvages sensibles à la fièvre aphteuse – cervidés, mouflon chamois, isard et sanglier – peuvent être rangés dans cette même catégorie car ils ne semblent pas manifester de lésions aussi graves que celles que l’on peut voir chez les bovins ou les porcins, même en cas d’inoculation expérimentale. Leur sensibilité serait même réduite car les enquêtes sérologiques dans la faune sauvage, effectuées à l’issue des dernières épizooties de fièvre aphteuse en France, n’ont pas permis de montrer une quelconque transmission du virus aux sangliers ou aux cervidés. Ce qui tendrait d’ailleurs à prouver que ces animaux ne sont pas réservoirs. Le diagnostic différentiel Du fait du pléomorphisme et du manque de spécificité de ses lésions, la fièvre aphteuse peut être très facilement confondue avec de nombreuses autres maladies de l’élevage, fort heureusement plus courantes. Chez les bovins, il s’agit avant tout de la maladie des muqueuses mais, également, de la rhinotrachéite infectieuse et du coryza gangreneux; chez petits ruminants, de la forme buccale de l’ecthyma contagieux mais aussi de la nécrobacillose et, chez les porcins, de la maladie vésiculeuse des suidés et de la nécrobacillose. A - Chez les bovins 1) La maladie des muqueuses Très répandue dans le monde entier, la maladie des muqueuses évolue sous deux formes : l’une, fruste ou inapparente, vraisemblablement la plus répandue, et l’autre, à tropisme cutanéo-muqueux avec atteinte de tout le tractus digestif, de la bouche à l’intestin mais aussi de l’espace interdigité et du trayon. Les animaux qui présentent cette forme sont toujours des individus Infectés Permanents Immunotolérants (I.P.I.), recontaminés par un biotype viral cytopathogène. C’est en général l’I.P.I. lui-même qui génère, à partir de ses propres virus non cytopathogènes, une souche cytopathogène, par recombinaison génétique. Les animaux atteints de maladie des muqueuses proprement dite sont âgés en moyenne de 6 mois à 3 ans. Ils présentent une hyperthermie de 40 à 41°C, de l’anorexie et ils sont prostrés. Un important ptyalisme est révélateur de lésions buccales, en l’occurrence RPCV (2002) SUPL. 118: 17-46 d’ulcères superficiels - petits mais nombreux - sur les gencives, la langue et le palais. Ils peuvent être arrondis mais aussi prendre une forme allongée, dite en «coup d’ongle», que l’on ne rencontre pas dans la fièvre aphteuse. Mais les critères qui permettent le mieux de différencier la maladie des muqueuses de la fièvre aphteuse sont: - l’absence totale de vésicules; - la présence fréquente d’une congestion intense du bourrelet gingival à la base des incisives; - la présence quasi-constante d’une diarrhée profuse, souvent liquide, voire mucoïde ou sanguinolente. Mais, comme dans la fièvre aphteuse, on peut observer des lésions inflammatoires puis ulcératives du bourrelet coronaire de l’onglon et de l’espace interdigité. De même, la peau du trayon, voire celle de la mamelle, est le siège de processus congestifs et ulcératifs pouvant être confondus avec les lésions de la fièvre aphteuse. 2) La rhinotrachéite infectieuse Moins répandue que la maladie des muqueuses, la rhinotrachéite infectieuse provoque aussi des lésions buccales et des lésions podales. Toutefois, il n’y a jamais de vésicules, et les lésions buccales sont plutôt des exulcérations que des ulcères francs. Leur forme, souvent irrégulière, est dite «en carte de géographie». Si les lésions podales sont exceptionnelles (ulcères superficiels de l’espace interdigité), les lésions nasales (érosions) sont, en revanche, très fréquentes. Du mucus séché enrobant des débris nécrotiques obstrue souvent l’orifice des naseaux et des râles sont généralement perceptibles à l’auscultation. 3) Le coryza gangreneux Encore appelé fièvre catarrhale maligne des bovins, le coryza gangreneux se traduit également par une forte fièvre s’accompagnant d’une congestion grave des muqueuses buccale et nasale, de la peau des trayons et de l’espace interdigité. A cette congestion succèdent des exulcérations très étendues qui se recouvrent d’un enduit nécrotique blanchâtre, simulant la nécrose de la paroi des aphtes. Là encore, il n’y a jamais de vésicules. Mais les éléments pathognomoniques de la maladie sont: a) une hyperthermie supérieure à 40,5°C; b) une adénopathie généralisée. En outre, les animaux malades présentent une congestion oculaire bilatérale avec larmoiement intense puis une kératite, signes cliniques qui ne sont pas présents dans la fièvre aphteuse, sauf en cas de co-infection avec les germes responsables des kérato-conjonctivites. Par ailleurs, les lésions congestives et ulcéreuses de la peau s’étendent souvent aux lèvres, au mufle et aux naseaux. La contagion de bovin à bovin est nulle et, généralement, seuls 1 ou 2 animaux sont atteints. 4) La stomatite papuleuse C’est encore une affection virale qui, cette fois, ne touche que les jeunes animaux. Les lésions initiales sont des papules à évolution centrifuge qui se creusent en leur sommet pour faire place à un ulcère qui se comble peu à peu de fausses membranes. La guérison, égale29 SUPLEMENTO ment centrifuge, se produit en une quinzaine de jours sans laisser de traces. Les lésions se rencontrent dans les parois de la cavité buccale (langue, gencives, face interne des lèvres) mais aussi à l’extérieur de la bouche (mufle, pourtour des naseaux, lèvres). Si les trayons peuvent parfois être touchés, on ne retrouve en revanche jamais de lésions podales. C’est une maladie bénigne, transmissible à l’homme,et qui, chez les bovins, prend souvent une allure épizootique se manifestant lors de rassemblements d’animaux, de carences alimentaires, de mauvais traitements ou d’affections intercurrentes (immuno-dépression). 5) L’épidermolyse bulleuse jonctionnelle récessive létale Plus connue sous son nom latin d’Epitheliogenesis imperfecta, l’épidermolyse bulleuse jonctionnelle récessive létale est une anomalie congénitale de la peau à transmission autosomale que l’on rencontre chez toutes les espèces de mammifères, y compris l’homme. Comme son nom l’indique, cette maladie se traduit par un décollement de la peau consécutif à l’apparition de bulles, clivage qui se produit entre le derme et l’épiderme, très précisément au même endroit que dans la fièvre aphteuse. Si ces décollements peuvent avoir lieu en n’importe quel endroit du revêtement cutané, ils se produisent préférentiellement au niveau de la bouche, du bourrelet coronaire des onglons et des mamelles. Une fois décollé, l’épiderme se nécrose et laisse place à un ulcère superficiel très étendu et très fragile qui s’infecte vite et facilement, engendrant la mort de l’animal par septicémie. Il est facile cependant de différencier cette affection de la fièvre aphteuse du fait de : a) l’âge des animaux (quelques jours, voire quelques semaines) ; b) l’absence de contagion ; c) l’étendue des lésions. Il existe de nombreuses autres affections bulleuses pouvant évoquer la fièvre aphteuse. Mais, à l’inverse de celle-ci, elles sont toutes localisées à un seul organe, langue, trayon, espace interdigité, et n’atteignent qu’un ou que quelques animaux. Ainsi en est-il de la thélite ulcérative herpétique, de certaines dermatites podales, de l ‘ «envenimation » par les chenilles processionnaires ou de certains traumatismes comme les brûlures par des produits caustiques. Il est cependant aisé pour l’homme de l’Art de les différencier s’il prend en compte à la fois les signes cliniques et les critères épidémiologiques. B - Chez les petits ruminants Outre l’épidermolyse bulleuse jonctionnelle létale dont la clinique est identique à celle décrite chez les bovins, les affections qui, chez les petits ruminants, peuvent être confondues avec la fièvre aphteuse sont essentiellement la forme buccale de l’ecthyma contagieux, la nécrobacillose et le piétin. 1) L’ecthyma contagieux, dans sa forme buccale L’ecthyma contagieux se manifeste sous trois formes: a) la forme papulo-croûteuse classique, localisée, entre autres, sur les lèvres ; b) la forme papillomateuse, en chou-fleur, souvent associée d’ailleurs à une papilloma30 RPCV (2002) SUPL. 118: 17-46 tose ; c) la forme strictement buccale, celle-ci se traduisant par la présence de volumineuses papulo-pustules sur la langue, les gencives et la face interne des lèvres des animaux atteints. Au début de la maladie, les papules se transforment en vésicules puis en ulcères plus ou moins bourgeonnants. Ce tissu de néoformation, inflammatoire et fragile, s’infecte rapidement du fait du microbisme ambiant, entraînant des lésions ulcératives profondes et très délabrantes qui finissent par cicatriser en formant des croûtes renfermant de grandes quantités de virus. La douleur engendrée par la maladie est très vive. Elle entraîne un arrêt de l’alimentation et une sialorrhée intense : c’est précisément ce caractère qui permet de différencier l’ecthyma de la fièvre aphteuse : celle-ci en effet, chez les ovins comme chez les caprins, est très fugace et n’entraîne jamais de lésions importantes, si bien qu’il est possible d’affirmer qu’un mouton qui bave n’est pas atteint de fièvre aphteuse. Dans le cas de l’ecthyma, il sera toujours possible de déceler sur la face externe des lèvres de certains animaux les lésions papulo-croûteuses caractéristiques, surtout chez les jeunes animaux. 2) La nécrobacillose Maladie que l’on rencontre dans toutes les espèces animales, la nécrobacillose est une affection des élevages mal conduits. Chez les ovins et les caprins, elle prend une allure similaire à celle de l’ecthyma buccal au stade de l’ulcère profond. Ces ulcères se produisent d’emblée sans passer par le stade vésiculeux ou papuleux. Ils se compliquent souvent de surinfections, en particulier par des champignons. On les rencontre essentiellement dans la bouche mais aussi sur les mamelles ou aux extrémités digitées où ils peuvent compliquer des lésions de piétin. C – Chez les porcins 1) La maladie vésiculeuse des suidés Apparue en 1973 en France, cette affection est, d’un point de vue clinique, similaire à la fièvre aphteuse. Symptômes et lésions sont en tous points identiques, si bien qu’il est extrêmement difficile sur le terrain de différencier les deux maladies. C’est seulement l’épidémiologie qui permettra de se faire une idée de la nature de l’affection en cause: en effet, dans la fièvre aphteuse, la mortalité se produit de façon quasi exclusive sur les porcelets à la mamelle, alors qu’on ne la rencontre que chez les porcs à l’engrais et les adultes dans la maladie vésiculeuse. Mais ce critère n’a qu’une valeur d’orientation diagnostique. Il faudra obligatoirement avoir recours au laboratoire pour en avoir la certitude. 2) La nécrobacillose Comme chez les ovins, la nécrobacillose ne se rencontre que dans les élevages mal tenus. Les causes en sont multiples : mauvaises hygiène, manque d’aération et excès d’humidité, sols en ciment (la maladie est également connue sous le nom de «Maladie du ciment») mauvaise alimentation… Sur un plan clinique, elle se SUPLEMENTO RPCV (2002) SUPL. 118: 17-46 traduit par un syndrome fébrile mais, surtout, par la présence de profondes lésions ulcératives buccales et podales. Dans la bouche, les ulcères, qui peuvent atteindre les os, sont souvent remplis de fausses membranes. Au niveau des pieds, les lésions siègent le plus souvent sur le bourrelet coronaire des onglons, sur la muraille et la sole. Mais elles peuvent remonter sur les membres. Elles débutent par des lésions papuleuses et/ou congestives qui s’ulcèrent très rapidement; leur importance contraint les animaux à rester couchés, les empêchant même d’aller se nourrir. Quant on les force à se lever, ils marchent «sur des aiguilles», c’est-à-dire sur l’extrémité de leurs doigts. Ce sont surtout les animaux en croissance qui payent le plus lourd tribut à la maladie. En conclusion, la fièvre aphteuse, si elle adopte une symptomatologie et un cortège lésionnel très évocateurs, est en réalité difficile à différencier d’autres affections cutanéo-muqueuses plus fréquentes. Il faut toujours tenir compte de l’épidémiologie de l’affection en cause – espèces affectées, rapidité de la contagion, âge des animaux, localisation et nature des lésions. En cas d’incertitude, mieux vaut alerter la Direction des Services Vétérinaires plutôt que d’attendre la tournure que prendra la maladie dans les heures ou jours qui suivront. lizou-se a técnica de estreptavidina-biotina-peroxidase e os seguintes anticorpos primários: proliferação celular (Ki-67 e PCNA), gene supressor tumoral p53 (proteína p53), síntese de esteróides (citocromo P450scc) e receptores hormonais (receptor de estrogénios e receptores de androgénios). Realizou-se a análise estatística para saber quais as variáveis clínicas histopatológicas e imunohistoquímicas que estavam relacionadas entre si e com o aparecimento de recidivas. As glândulas hepatóides normais foram positivas ao citocromo P450scc e, negativas à proteína supressora p53. Possuíam escassos receptores de estrogénios e elevado número de receptores de androgénios. A proliferação tumoral medida mediante os índices de Ki-67 (média=7,95%) e PCNA (média=35,95%) aumentou com a malignidade histológica (p<0,01) e invasão vascular (p=0,04 e p=0,0161). 69,7% das neoplasias expressaram a proteína do gene supressor tumoral p53. Os tumores das glândulas hepatóides, exibiram positividade ao citocromo P450scc indicando a possibilidade de síntese de esteróides. Em 88,76% das neoplasias observou-se imunorreactividade aos receptores de estrogénios, 97,8% das neoplasias apresentaram receptores de androgénios e 86,51% tiveram os dois receptores, demonstrando-se assim a sua hormono-dependência. Comunicações livres (sumários) UM CASO DE ADENOCARCINOMA DAS GLÂNDULAS HEPATÓIDES COM METASTIZAÇÃO EXTENSA ESTUDO IMUNOHISTOQUÍMICO DOS TUMORES DAS GLÂNDULAS HEPATÓIDES: MARCADORES DE PROLIFERAÇÃO CELULAR, GENE SUPRESSOR P53 E RECEPTORES HORMONAIS Anabela Alves1; Laura Peña2 Laboratório de Histologia e Anatomia Patológica. UTAD 5000-911 Vila Real 2 Depart. de Patologia Animal II. Faculdade de Veterinária de Madrid 1 No presente trabalho, efectuou-se um estudo aprofundado das glândulas hepatóides ou perianais caninas e dos seus tumores com técnicas histológicas convencionais e imunohistoquímicas para aclarar a sua etiopatogenia, caracterizar imunohistoquimicamente as glândulas normais e seus tumores e avaliar a possível existência de marcadores tumorais imunohistoquímicos com valor prognóstico. Incluíram-se 89 animais (73 machos e 16 fêmeas) portadores de tumores das glândulas hepatóides, e as suas correspondentes neoplasias (n=89). Também se utilizaram amostras de 8 glândulas hepatóides normais. Anotaram-se os dados dos animais (idade, sexo e raça) e características clínicas do tumor, ao fim de um ano pos-cirurgia, contactaram-se os donos para saber se tinham ocorrido recidivas. As amostras foram incluídas em parafina e diagnosticaram-se segundo a classificação da OMS (1998) em 64 adenomas, 11 epiteliomas e 14 carcinomas. Para o estudo imunohistoquímico uti- J.F. Silva SEPAT, DEMOC, Faculdade de Medicina Veterinária (UTL) - Rua Prof. Cid dos Santos - Polo Universitário - Alto da Ajuda, 1300-477 Lisboa. Os adenocarcinomas das glândulas hepatóides do cão (Canis familiaris) são relativamente pouco frequentes, quando comparados com os casos de hiperplasia / adenoma dessas glândulas. Em três estudos sobre adenomas e adenocarcinomas das glândulas hepatóides, a percentagem de adenocarcinomas variou entre 3,3% e 18,2% do total de casos (Nielsen & Aftosmis, 1964; Wilson & Hayes, 1979; Goldschmidt & Shofer, 1992). Num estudo de 41 adenocarcinomas, só três (7,3%) metastizaram para órgãos distantes (Vail et al., 1990). O presente caso refere-se ao estudo anatomo-histopatológico do cadáver de um cão inteiro, de raça indeterminada, com 6 anos, que foi enviado a 00/11/29 ao Laboratório de Anatomia Patológica da FMV (Lisboa) para necrópsia. A anamnese era parca, referindo apenas “suspeita de tumor” (sic). Ao exame macroscópico, apresentava dois nódulos no lado esquerdo da região perianal. Um deles media 2,2 cm x 1 cm e a sua superfície de corte apresentava uma parte periférica rosa avermelhada, estando a parte interna semeada de pequenos pontos brancos. Outro, inferior ao primeiro, tinha 4mm de diâmetro, consistência dura esuperfície de corte amarelada. O exame histológico destes nódulos revelou que ambos correspondiam a adenocarcinomas das glândulas 31 SUPLEMENTO hepatóides, cujas células neoplásicas eram poligonais ou arredondadas e apresentavam anisocitose e anisocariose marcadas. O citoplasma era francamente eosinófilo e por vezes encerrava gotículas lipídicas. Eram frequentes células gigantes bi- ou multinucleadas. As células tumorais estavam agrupadas em espaços alveolares, delimitados por finos septos de tecido conjuntivo. O exame anatomopatológico também revelou hidrohemotórax e metástases no folheto parietal da pleura, no pulmão direito, no folheto parietal do pericárdio, no coração (septo interauricular e parede do ventrículo direito), no fígado, no baço, no folheto visceral do peritoneu, nos rins e nos seguintes linfonodos: préescapulares, axilares, mesentéricos e inguinais internos (sublombares).As metástases pulmonares, hepáticas, esplénicas do septo interauricular e do linfonodo sublombar foram investigadas ao microscópio fotónico, sendo o seu padrão histológico semelhante ao observado nos tumores primitivos. De acordo com a classificação TNM (Owen, 1980), este tumor era T2N3M1. Referências: Goldschmidt MH & Shofer FS (1992) Skin Tumors of the Dog and Cat. Pergamon Press Ltd., Oxford. pp. 66-74. Owen LN (1980) – citado em Vail et al. (1990). Nielsen SW & Aftosmis J (1964) Canine perianal tumors. Journal of the American Veterinary Medical Association, 144: 127-135. Vail DM, Withrow SJ, Schwarz PD & Powers BE (1990) Perianal adenocarcinoma in the canine male: a retrospective study of 41 cases. Journal of the American Animal Hospital Association, 26: 329-334. Wilson GP & Hayes HM (1979) Castration for treatment of perianal gland neoplasms in the dog. Journal of the American Veterinary Medical Association, 174: 1301-1303. HIPERPLASIA E TUMORES DAS GLÂNDULAS HEPATÓIDES: ESTUDO RETROSPECTIVO (1995 - 2001) J.F. Silva, M.C. Peleteiro, J.J. Correia SEPAT, DEMOC, Faculdade de Medicina Veterinária (UTL) - Rua Prof. Cid dos Santos - Polo Universitário - Alto da Ajuda, 1300-477 Lisboa. O estudo da patologia da região perianal do cão (Canis familiaris) reveste-se de um certo relevo, devido à incidência elevada da hiperplasia e adenoma das glândulas hepatóides. Estas lesões poderão ter importância a nível de Patologia Comparativa, pois são androgéniodependentes. É possível que haja semelhanças a nível molecular entre a progressão das hiperplasias e adenomas das glândulas hepatóides e tumores androgéniodependentes humanos, como o carcinoma prostático. Foi feito o estudo retrospectivo dos casos de patologia tumoral da região perianal e de crescimentos “ectópicos” das glândulas hepatóides, diagnosticados no Laboratório de Anatomia Patológica da FMV (Lisboa), abrangendo o período entre 1995 e 2001 (sete anos). 32 RPCV (2002) SUPL. 118: 17-46 Foram recolhidos 206 casos: hiperplasia/tumores das glândulas hepatóides - 188 (91,26%); tumores nãohepatóides - 16 (7,77%); carcinomas das glândulas dos sacos anais: 2 (0,97%). Considerando-se as hiperplasias / tumores das glândulas hepatóides, as lesões benignas ocorreram em 111 casos (59,04% - hiperplasia: 43; hiperplasia + adenoma: 24; adenoma: 44), enquanto que as lesões malignas constituiram 77 (40,96% - adenocarcinoma: 62; hiperplasia + adenocarcinoma: 5; hiperplasia + adenoma + carcinoma: 3; adenoma + carcinoma: 7). A distribuição por sexos foi: masculino - 95.70%; feminino 4,30%. Quanto à região, 160 casos (85,11%) desenvolveram-se na região perianal e 28 (14,89%) noutro local (de onde o termo “glândula hepatóide” ser de preferir a”glândula perianal” ou “glândula circum-anal”): 19 casos na cauda, 4 no forro, 3 no dorso, 1 na região lombar e 1 na região inguinal. Os cães de raça indeterminada constituiram 40,57% dos casos de hiperplasias / tumores das glândulas hepatóides, seguindo-se o Cocker Spaniel (10,86%), o Caniche (7,43%) e o Fox Terrier (6,29%). As raças portuguesas também estiveram representadas: Perdigueiro, Podengo, Cão de Água, Cão da Serra da Estrela e Cão de Castro Laboreiro. A média das idades (± desvio-padrão) foi de 10,98 anos ± 2,84 anos, a amplitude foi de 1 a 18 anos e a moda 12 anos. Os tumores perianais não-hepatóides foram: melanoma maligno (1 caso), leiomioma (2), fibroma (3), mastocitoma (1), hemangiopericitoma (1), hemangiossarcoma (1), lipoma (2), fibrossarcoma (1), tricoblastoma (1), neurolemoma benigno (1), adenoma das glândulas apócrinas (1) e fibropapiloma (1). Os tumores das glândulas dos sacos anais foram: carcinoma de tipo sólido e tubular (1 caso) e adenocarcinoma (1). No que respeita às hiperplasias / tumores das glândulas hepatóides, há a considerar: a) A elevada frequência de lesões malignas, quando se comparam estes dados com os de outros autores (possível explicação: muitos nódulos perianais são extirpados e não são subsequentemente submetidos a exame histopatológico - um erro grave). b) A baixa representação do sexo feminino (cerca de 1:19). c) Não é raro ser difícil avaliar histologicamente se uma lesão é ou não é maligna (de onde o mal definido “epitelioma” da nova classificação da O.M.S.). FISTULAS PERIANAIS Ana Lúcia E. Jesus Luís ICBAS – Instituto de Ciências Biomédicas de Abel Salazar da Universidade do Porto, Largo Prof. Abel Salazar, 2, 4099-003 Porto Fistulas Perianais ou Furunculose Anal é uma doença inflamatória crónica da pele e mucosa, da zona anorectal e que é caracterizada pelo aparecimento de úlce- SUPLEMENTO ras e trajectos fistulosos isolados, ou em toda a extensão da circunferência do ânus. É um processo doloroso, por vezes purulento e com odor muito desagradável. O pastor Alemão é a raça predisponente, mas também pode ocorrer noutras raças ( Setter, Retrievers). O tratamento é difícil, muito moroso e poderá consistir no tratamento cirúrgico e mais recentemente tem-se desenvolvido o tratamento médico através de agentes imunomodeladores ou da combinação de ambos. Tem-se portanto, colocado esta doença no grupo das doenças imunomediadas, devido à eficácia verificada destas drogas no seu controlo e tem-se também associado a sua semelhança à da Doença de Crohn dos humanos. ACANTOMA INFUNDIBULAR QUERATINIZADO: CARACTERIZAÇÃO HISTOLÓGICA E DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL M.A. Pires, F. Seixas Travassos Laboratório de Histologia e Anatomia Patológica. ICETA- UTAD 5000-911 Vila Real Propomo-nos neste trabalho a descrever o aspecto histológico do queratoacantoma infundibular e os seus diagnósticos diferenciais. O acantoma infundibular queratinizado (epitelioma intracutâneo cornificado ou queratoacantoma) é uma neoplasia folicular benigna e rara nos animais. Surge como nódulos solitários ou múltiplos, parcialmente alopécicos com diâmetro variável entre 0,5 a 4 cm de diâmetro. Os nódulos geralmente têm um poro central com tamanho variável (de 1mm a alguns centímetros). Os poros maiores podem conter cornos cutâneos ou massas de queratina e alguns pêlos envolvidos. Alguns destes queratoacantomas estão localizados mais profundamente na derme, não existindo poro de abertura na superfície da pele. Do ponto de vista histológico, o acantoma infundibular queratinizado é caracterizado por ter forma tacitular, uma cripta preenchida por queratina, e um poro de abertura à superfície da pele. É um nódulo dérmico bem circunscrito que se orienta em volta do quisto central que se encontra preenchido por lâminas de queratina. A cripta é envolvida por uma parede composta por uma camada compacta, complexa e dupla de epitélio estratificado escamoso bem diferenciado com queratinização gradual e uma camada de células basais contínuas. Na maior parte dos casos, há projecção periférica de colunas de células epiteliais escamosas a partir da camada basal da parede, formando pequenos ninhos epiteliais, por vezes com pérolas de queratina no interior. As células têm um núcleo central eucromático e bordos celulares bem definidos. A periferia do tumor é em geral bem delimitada. Está em geral pesente um estroma escasso a moderado contendo abundante mucina, raras células mesenquimatosas e ocasional- RPCV (2002) SUPL. 118: 17-46 mente pode ter metaplasia condróide ou óssea. É comum a presença de inflamação piogranulomatosa secundária devida à ruptura do epitélio da parede do quisto. O diagnóstico diferencial deve ser feito com o Papiloma Invertido, Carcinoma de Células Escamosas ou Epidermóide, Tricoblastoma Quístico, Quisto Epidermóide e Quisto Dermóide UM CASO DE DEMODEXOSE PUSTULOSA GENERALIZADA COMPLICADA POR PIODERMITE. Ferreira Afonso 1, Madalena Monteiro 1, Rui Baptista 1, Girão Bastos 2 Laboratório Nacional de Investigação Veterinária 1. Departamento de Patologia 2. Departamento de Parasitologia Os autores descrevem a ocorrência de uma piodermite generalizada, num canídeo, de raça Chow – Chow, do sexo masculino, com cinco meses de idade e com o nome de Ti-Ban, cujo cadáver deu entrada neste Laboratório Nacional em 21-02-02. As suspeitas referidas pela médica veterinária assistente eram de intoxicação por Ivermectina e / ou doença auto – imune. Os dados epidemiológicos igualmente referenciados pela clínica assistente, referem o início da doença em Novembro de 2001, tendo ocorrido a morte em 20-02-02. O exame macroscópico do cadáver, revelou a presença de uma piodermite generalizada, com maior expressão ao nível da região da cabeça, nomeadamente pavilhões auriculares e pálpebras, região peitoral e inguinal e dos membros. Observaram-se igualmente: hipertrofia dos gânglios linfáticos retrofaríngeos e lesões pneumónicas localizadas nos lobos diafragmáticos. No exame microscópico da pele, foram observadas lesões de demodexose pustulosa generalizada, complicada por piodermite. Ao nível do pulmão observaram-se lesões de pneumonia necrosante de etiologia bacteriana. No exame bacteriológico foi isolado Escherichia coli e Pseudomonas aeruginosa da pele, vísceras e hemocultura. O exame parasitológico, identificou a presença de Demodex canis, em grande número, no material colhido. A pesquisa de Ivermectina no parênquima hepático, foi negativa. Pela interpretação dos resultados dos exames laboratoriais descritos e pela história clínica do animal, pensamos tratar-se de um caso de demodexose pustulosa generalizada, complicada por piodermite. 33 SUPLEMENTO DERMATITE PIOGRANULOMATOSA ASSOCIADA A PLEURISIA NUM CÃO “PERDIGUEIRO PORTUGUÊS” M. Monteiro1, R. Esteves2, A. Amado3 1. L.N.I.V.- Departamento de Patologia 2. Médica Veterinária- Clínica de pequenos animais 3. L.N.I.V.- Departamento de Bacteriologia Os autores relatam um caso de dermatite piogranulomatosa na parede costal dum cão Perdigueiro Português, com cerca de três anos de idade, que por extensão aos tecidos profundos, nomeadamente aos músculos intercostais, atingiu a cavidade torácica. O exame macroscópico revelou a presença de pequenos abcessos no tecido subcutâneo com drenagem na superfície da pele; exuberantes lesões de pleurisia e de pericardite de aspecto hemorrágico, na superfície das quais se visualizaram pequenos grânulos amarelados semelhantes a enxofre; abundante derrame intratorácico espesso e hemorrágico. Microscopicamente, no tecido subcutâneo, na pleura e no pericárdio observaram-se múltiplos piogranulomas no centro dos quais eram visíveis aglomerados bacterianos (Actinomyces ??); na pleura e no pericárdio registou-se também uma intensa proliferação de pequenos capilares. As lesões observadas enquadram-se nas infecções provocadas por corpos estranhos, nomeadamente por praganas, que ocorrem em cães de caça ou que vivem no campo. UM CASO CLÍNICO DE PODODERMATITE LINFOPLASMOCITÁRIA FELINA A. Oliveira1, G. Costa2 e M.C. Peleteiro3 1.R. Vasco da Gama nº 45 – 2830-365 Barreiro 2.Clínica Santiago Saguér – Santana – Sesimbra 3.CIISA – Faculdade de Medicina Veterinária, Rua Prof. Cid dos Santos, Pólo Universitário do Alto da Ajuda, 1300-477 Lisboa Este caso descreve a história clínica, diagnóstico e tratamento de um felino, raça Europeu Comum, de 9 meses de idade com lesões de pododermatite. Na primeira apresentação, identificou-se no exame clínico hipertrofia de todas as almofadas plantares. O tratamento instituído (predenisolona, 3,5mg/kg, q24h) resultou em quase total cura clínica. Dois meses depois, numa segunda apresentação, um nódulo de tecido vermelho vivo emergia de uma úlcera localizada na almofada metacarpiana esquerda central. Todas as outras almofadas plantares dos membros anteriores se encontravam hipertrofiadas. O tratamento incluiu ressecção cirúrgica do nódulo, antibioterapia e corticoterapia. O exame histopatológico revelou dermatite difusa da derme com congestão dos vasos sanguíneos. A infiltração inflamatória da derme era caracterizada por acentuada riqueza em plasmócitos, conjuntamente com linfócitos, neutrófilos e macrófagos. Em algumas zonas identificaram-se plasmócitos activados com exuberan34 RPCV (2002) SUPL. 118: 17-46 tes corpos de Russel. O carácter crónico da lesão está patente na existência de áreas de fibrose da derme e pela ausência de glândulas écrinas. O exame histopatológico permitiu estabelecer o diagnóstico definitivo de pododermatite linfoplasmocitária felina. PODODERMATITE PLASMOCITÁRIA FELINA – UM ESTUDO DE 8 CASOS P. Dias Pereira1, A. Faustino1, F. Gärtner2. 1.ICBAS – Instituto de Ciências Biomédicas Abel Salazar da Universidade do Porto. 2.Instituto de Patologia e Imunologia Molecular da Universidade do Porto (IPATIMUP), Porto A pododermatite plasmocitária felina é uma doença cutânea rara que atinge as almofadas plantares dos gatos, cuja etiopatogenia é ainda desconhecida. Neste trabalho são descritos 8 casos de pododermatite plasmocitária felina reunidos no Laboratório de Patologia Veterinária do ICBAS durante um período de 3 anos. Não se registou predisposição sexual, racial ou etária, nem localização preferencial das lesões. Todos os animais apresentavam numa fase inicial tumefacção das almofadas plantares, com posterior desenvolvimento de úlceras. Histologicamente as lesões caracterizavam-se pela existência de um abundante infiltrado inflamatório consistindo essencialmente em plasmócitos maduros (nos quais se observava um corpo de Russel proeminente), que assumiam uma disposição predominantemente perivascular. Foram também observados plasmócitos binucleados e alguns em mitose. Em alguns casos estavam presentes imagens de vasculite. A identificação dos plasmócitos foi confirmada com recurso a técnicas histoquímicas (coloração de “Verde Metilo-Pironina”) e imunohistoquímicas (utilizando um anticorpo dirigido contra as cadeias leves de tipo lambda das imunoglobulinas). O acompanhamento clínico dos animais demonstrou que em 4 casos as lesões regrediram totalmente após corticoterapia e que em 2 animais a exérese cirúrgica completa das lesões, associada a antibioterapia, teve um efeito curativo. Não houve registo de recidivas em nenhum animal até à data. Não foi possível seguir a evolução clínica de 2 animais. Os autores agradecem a prestável colaboração dos colegas da Clínica Veterinária da Areosa, Clínica Veterinária de Custóias, Clínica Veterinária de Matosinhos, Clínica Veterinária VetConde e Policlínica Central de Aveiro. ESTUDO IMUNOHISTOQUÍMICO DE MARCADORES DE DIFERENCIAÇÃO EPIDÉRMICA EM CARCINOMAS DE CÉLULAS ESCAMOSAS OCULARES DE BOVINOS E DISTRIBUIÇÃO DE CITOQUERATINAS H.Vala 1, D. Fondevilla2, T. Carvalho3, C. Pinto4, C. Peleteiro3, M. Pinho3, L. Ferrer2 SUPLEMENTO 1 - Escola Superior Agrária de Viseu. Instituto Politécnico de Viseu. Campus Politécnico, 3500 Viseu, Portugal 2 - Departament de Medicina i Cirugia Animals. Facultat de Veterinaria (UAB), 08193 Bellaterra. Barcelona, Espanha 3 – Centro Interdisciplinar de Investigação em Sanidade Animal. Faculdade de Medicina Veterinária. Rua Prof. Cid dos Santos, 1300-477 Lisboa, Portugal 4 – Serviço de Desenvolvimento Agrário de S. Miguel. 9504-541 Ponta Delgada, Açores, Portugal O presente trabalho teve como objectivos principais a avaliação da aplicabilidade de alguns anticorpos como instrumentos de diagnóstico, no carcinoma escamoso ocular bovino (CEOB) e o estudo da relação entre o perfil imunohistoquímico obtido com cada um dos anticorpos e o grau de diferenciação das neoplasias. O estudo incidiu sobre trinta e duas amostras de dezanove neoplasias oculares de bovino, colhidas no Matadouro Frigorífico e Industrial de Ponta Delgada, S. Miguel, Açores. O material foi fixado em formol a 10%, incluído em parafina e os cortes corados por técnicas de rotina para diagnóstico e classificação das neoplasias. O diagnóstico de CEOB foi confirmado em todas as amostras, estabelecendo-se três grupos de acordo com o grau de diferenciação: bem diferenciados (9 casos), moderadamente diferenciados (5 casos) e pouco diferenciados (5 casos). Aplicou-se a técnica indirecta de imunohistoquímica Avidina-Biotina-Peroxidase. Foram utilizados dois anticorpos, permitindo evidenciar a expressão de queratinas distintas: anticorpo monoclonal MNF 1116, anti-citoqueratinas 5, 6, 8, 17 e 19 humanas (DAKO), características dos queratinócitos mais indiferenciados e do epitélio simples, e anticorpo monoclonal LP 34, anti-citoqueratinas 5, 6 e 18 humanas (DAKO), características dos queratinócitos mais diferenciados. Foram também utilizados dois marcadores de diferenciação epidérmica: anticorpo monoclonal anti-involucrina humana (Novocastra), específica dos queratinócitos das assentadas supra-espinhosas e granulosas e anticorpo policlonal anti-profilagrina humana (ZYMED), específica dos queratinócitos da camada granulosa. Todos os anticorpos, sem excepção, reagiram com os vários tipos de CEOB. O anticorpo MNF 116 foi positivo em todos os carcinomas, independentemente do seu grau de diferenciação. O anticorpo LP34 foi positivo em todos os carcinomas, excepto em três casos pertencentes a cada um dos graus de diferenciação acima enunciados. O anticorpo anti-involucrina foi positivo em todos os carcinomas, excepto num pouco diferenciado. O anticorpo anti-profilagrina foi positivo apenas em dois carcinomas moderadamente diferenciados, em todos os carcinomas bem diferenciados, excepto num, e em todos os carcinomas pouco diferenciados, excepto num. RPCV (2002) SUPL. 118: 17-46 Animal da Faculdade de Medicina Veterinária da Universidade Técnica de Lisboa. ESTUDO IMUNOHISTOQUÍMICO DE MARCADORES DE PROLIFERAÇÃO CELULAR E DE MUTAÇÃO DO DNA EM CARCINOMAS DE CÉLULAS ESCAMOSAS OCULARES DE BOVINOS T. Carvalho1, H.Vala 2, D. Fondevilla3, C. Pinto4, C. Peleteiro1, M. Pinho1, L. Ferrer3 1 – Centro Interdisciplinar de Investigação em Sanidade Animal, Faculdade de Medicina Veterinária, Rua Prof. Cid dos Santos, 1300-477 Lisboa, Portugal 2 - Escola Superior Agrária de Viseu, Instituto Politécnico de Viseu, 3500 Viseu, Portugal 3 - Departament de Medicina i Cirugia Animals. Facultat de Veterinaria (UAB), 08193 Bellaterra. Barcelona, Espanha 4 – Serviço de Desenvolvimento Agrário de S. Miguel, 9504-541 Ponta Delgada, Açores O presente trabalho foi desenvolvido com o objectivo de determinar, através da técnica de imunocitoquímica, o índice proliferativo e a presença de danos no DNA genómico das células neoplásicas que constituem o Carcinoma Escamoso Ocular dos Bovinos (CEOB). Para tal foram usados dois anticorpos policlonais contra as proteínas Ki67 e p53 humanas. A Ki67 é uma proteína nuclear expressa nas células em divisão, mais precisamente nas fases G1 tardia, G2, S e M a qual é rapidamente degradada após a mitose. A p53 é uma proteína supressora de tumores de extrema importância na reparação de danos do DNA, contribuindo em grande escala para a estabilidade genética da célula. A mutação no gene que codifica para esta proteína torna-a mais estável, prolongando o seu tempo de semi-vida. A técnica de imunohistoquímica, Avidina-Biotina-Peroxidase (ABC), foi aplicada a amostras de CEOB de bovinos provenientes do matadouro Frigorífico e Industrial de Ponta Delgada, Ilha de S. Miguel, Açores. O estudo incidiu sobre trinta e dois cortes histológicos, que correspondiam efectivamente a dezanove neoplasias diagnosticadas por exame histopatológico. O material foi fixado em formol a 10% e incluído em parafina. Os anticorpos primários utilizados foram: anti-p53 humana (NCL – p53 CM-1, NOVOCASTRA, UK) e anti-Ki67 humana (NCL – Ki67p, NOVOCASTRA, UK), ambos policlonais. As reacções positivas para os dois anticorpos foram avaliadas semi-quantitativamente. Agradecimentos – Este projecto foi financiado pelo Centro de Investigação Interdisciplinar de Sanidade Animal, Faculdade de Medicina Veterinária, Universidade Técnica de Lisboa. Agradecimentos O presente trabalho foi financiado pelo Programa PRAXIS XXI da Fundação para a Ciência e Tecnologia do Ministério de Ciência e Tecnologia Português e pelo Centro Interdisciplinar de Investigação em Sanidade 35